Comisión Episcopal de Pastoral de la Salud

La asistencia religiosa en el hospital

Orientaciones pastorales


“En el hospital están las pupilas y el corazón de Dios” (S. Camilo)

 

|CProl   PROLOGO

 

Gracias a la generosidad de EDICE (editorial de la Conferencia Episcopal Española), la OFICINA del LIBRO publica ®La asistencia Religiosa en el hospital - Orientaciones Pastorales¯, fruto de un trabajo mancomunado que, sin duda, va a constituir una valiosa ayuda para quienes ejercen la profesión y misión pastoral en los centros de salud.

 

El libro cuenta con acertados aportes a nivel antropológico, social, bíblico, teológico y eclesial en relación al complejo mundo del dolor y sufrimiento.

 

Se describen, con gran conocimiento de causa, las realidades que condicionan hoy la asistencia religiosa en el hospital. Se fundamenta bien la base bíblica-teológica que anima todo impulso pastoral. Se presentan, bajo las directrices del Vaticano II, las orientaciones pastorales que una Iglesia renovada debe impulsar en el mundo del hospital. La parte m s amplia se destina al servicio religioso: finalidad, actividades, presencias, vida sacramental, destinatarios (no solo el enfermo también la familia y profesionales). Muy sugerente el recorrido que nos hace por los espacios pastorales: enfermos crónicos, terminales y mentales, atención pastoral a la familia del enfermo, al personal de salud, asesoramiento ético, colaboración en la humanización de la asistencia hospitalaria.

 

En sus últimas p ginas trata de la misión y espiritualidad del agente de pastoral; del modo de organizar el servicio religioso y la necesidad y objetivos de la formación permanente.

 

Al final, podr usted leer el convenio sobre asistencia religiosa católica en centros hospitalarios públicos. Es interesante, aunque corresponda a otro país.

 

Esta publicación es material de formación permanente no sólo para los agentes de pastoral de los centros hospitalarios, sino también para los numerosos grupos parroquiales que visitan y acompañan a los enfermos en su domicilio.

 

Que el libro nos sea útil para valorar la gran misión y espiritualidad del agente de pastoral de la salud, así como para adquirir m s capacitación, competencia relacional y corazón misericordioso junto al que sufre.

 

P. Mateo Bautista

Religioso Camilo

Secretario de la Comisión.

 

|C1 Realidades que condicionan hoy la asistencia religiosa en el hospital

 

|p1 La asistencia religiosa y pastoral en el hospital viene condicionada hoy por unas realidades que el agente de pastoral ha de conocer y tener en cuenta a la hora de configurarla, organizarla, y llevarla a cabo. La asistencia religiosa se presta a la persona marcada por la experiencia de la enfermedad, en una sociedad en profundos cambios sociales, culturales y religiosos, en un medio como el hospitalario en profunda evolución y en el marco legal de unos Acuerdos entre la Iglesia y el Estado.

 

1 La experiencia de la enfermedad.

 

|p2 En el mundo actual la calidad de vida y la salud constituyen los bienes m s estimados y ambicionados, junto con el bienestar, la juventud, la eficacia, la competitividad, la capacidad de disfrute y de consumo, y el éxito. Se vive en función de la salud y de los sanos.

 

Por eso, cuando la enfermedad irrumpe y se instala en la vida del ser humano, constituye una dolorosa sorpresa. Hoy se vive m s penosamente que en otras épocas la enfermedad, pues estamos menos preparados para asumirla.

 

|p3 La enfermedad es una experiencia decisiva en la vida de cualquier ser humano. Afecta a toda la persona, ya que, cuando uno enferma, enferma en su totalidad y entra en un mundo diferente del habitual y cotidiano. El equilibrio que caracteriza el estado de salud se rompe y el enfermo entra en una crisis cuyos rasgos m s importantes se describen a continuación.

 

|p4 La enfermedad provoca una convulsión en el mundo interior de quien la padece. El cuerpo se vuelve molesto y rebelde, desconocido y amenazador, y el enfermo se ve obligado a prestarle mucha m s atención que cuando estaba sano.

 

La enfermedad suscita la experiencia de la propia limitación y fragilidad (in-firmitas)), experiencia que obliga a cuestionar la imagen y la estima que uno tenía de sí mismo antes de enfermar. ®No somos nadie¯, dicen a menudo muchos enfermos.

 

|p5 La enfermedad afecta también a las relaciones y a la comunicación entre el paciente y su mundo circundante: la familia, las amistades, el trabajo, la sociedad entera.

 

La enfermedad obliga al enfermo a replegarse en sí mismo, a la vez le lleva a observar a los dem s con m xima atención por saberse y sentirse mucho m s dependiente de ellos. Esta sensación de dependencia modifica profundamente dichas relaciones y a menudo le resulta al enfermo muy penosa.

 

|p6 La enfermedad no es, pues, un episodio intrascendente. Es un parón obligado y doloroso en el correr de la vida. De no tener tiempo para nada, el enfermo pasa a disponer de mucho tiempo para pensar y reflexionar.

 

Surgen entonces casi inevitablemente las preguntas: ¨Qué sentido tiene mi vida? ¨por qué he caído enfermo? ¨por qué me ha tocado a mí? ¨qué he hecho para acabar así? ¨qué sentido tiene sufrir como estoy sufriendo? ¨cómo puede Dios permitir esto? ¨por qué, Señor?

 

|p7 La experiencia de la enfermedad es ambigua: puede hundir y destruir a la persona que la padece, o ayudarla a crecer y madurar; encerrarla en sí misma, o servirle de ocasión para abrirse y entregarse a los dem s; alejarla de Dios, o acercarla m s a El. En uno y otro sentido, marca y moldea siempre la vida del ser humano.

 

|p8 El enfermo es, pues, un ser sumamente necesitado de ayudas de muy diverso tipo, a causa de la diversidad de sus necesidades biológicas, psicológicas, sociales y espirituales (de car cter ético y religioso).

 

Su situación reclama lo que hoy se llama atención integral para poder restablecerse o para asumir sanamente la enfermedad, para luchar contra la muerte o para poder aceptarla y vivirla con dignidad cuando llega.

 

2 Una sociedad y un mundo sanitario en cambio.

 

|p9 La sociedad actual y el mundo sanitario han experimentado numerosos y profundos cambios que inciden en la forma de concebir y afrontar la salud, la enfermedad y la muerte, así como la asistencia sanitaria. El agente de pastoral ha de estar en actitud de escucha para captarlos, y de búsqueda creativa para actuar pastoralmente con realismo, tratando de responder a los problemas y necesidades que plantea el momento actual.

 

|p10 Nuestra sociedad exalta el valor de la salud física y mental y dedica algunos de sus mayores esfuerzos a prevenir y combatir las enfermedades pero, a la vez, invita de múltiples formas a los ciudadanos a vivir de espaldas a las realidades tan humanas como la enfermedad, el dolor y la muerte. Así el loable intento de construir una sociedad cada vez m s sana ha conducido en la pr ctica a la edificación de una sociedad de sanos y para sanos.

 

Nunca, por otra parte, se ha promovido tanto como hoy la salud, pero jam s ha estado tan amenazada la vida por la contaminación, el riesgo nuclear, el aborto, la eutanasia...

 

|p11 Las conquistas tecnológicas de la medicina son cada vez m s espectaculares, pero la relación asistencial entre el cuidador y el enfermo es cada vez m s distante e instrumental, menos humana e interpersonal.

 

El progreso de la tecnología médica permite intervenir de manera cada vez m s eficaz en orden a aliviar el sufrimiento y prolongar la vida, pero plantea complejos y delicados problemas morales.

 

 

Los avances de la medicina moderna han traído consigo la superación de muchas enfermedades y el aumento de la duración media de vida, pero también el aumento de la morbilidad y el debilitamiento psicológico, social y espiritual ante el sufrimiento.

 

|p12 El cuidado de la salud y la asistencia a los enfermos ha pasado a ser un derecho humano fundamental, pero el hacer efectivo tal derecho ha llevado en la pr ctica a la masificación y burocratización de la sanidad.

 

|p13 Asimismo, la extensión a todos los ciudadanos del derecho a la salud y a la asistencia sanitaria, la mayor demanda de los servicios y los elevados costos de los medios técnicos y humanos, han creado enormes dificultades económicas de car cter presupuestario, que llevan consigo decisiones morales muy difíciles, pues no se pueden atender las necesidades de todos y se corre el peligro de dar mayor importancia al factor económico que al humano.

 

|p14 Por último, hay que reseñar la grave crisis espiritual por la que pasa esta sociedad, en la cual se ansía vivir cada vez m s, pero sin tener claro para qué, se estima cada vez m s la salud pero se maltrata el cuerpo (stress, ritmo frenético de vida...), se favorece la vida origin ndola o prolong ndola artificialmente, pero se facilita el deterioro y destrucción de la misma no permitiendo nacer al que ya ha sido concebido, marginando a determinadas categorías de enfermos (ancianos, crónicos, mentales...) o acelerando la muerte del que ya no es útil.

 

3 El mundo del hospital.

 

|p15 El hospital, la institución m s tradicional destinada al servicio de la salud de los ciudadanos, es un vivo reflejo de la sociedad, con sus conflictos y contradicciones. En los últimos tiempos ha experimentado una gran evolución que ha cambiado su función, estructura y fisonomía. El agente de pastoral necesita conocer en profundidad el mundo del hospital ya que en él es donde tiene que realizar su labor.

 

|p16 Creado por la Iglesia para acoger a los m s pobres y ejercer las obras de misericordia, a partir del renacimiento el hospital se seculariza, es decir, pasa de manos eclesi sticas a civiles que consideran la asistencia a los enfermos como un deber político basado en el imperativo de la justicia. Hoy nos encontramos con que la mayoría de los hospitales son instituciones que dependen de la Administración pública.

 

|p17 Durante siglos la índole cristiana del hospital hizo que la primacía asistencial del mismo recayera en los aspectos espirituales. A partir del s. XVIII el hospital se transforma en una institución terapéutica dedicada exclusivamente a la curación de enfermedades. En la segunda mitad del XIX se convierte en el protagonista indiscutible de la misma. Este predominio se mantiene hoy.

 

|p18 El cuidado de la enfermedad y la tutela de la salud no pueden ser solamente cuestiones de caridad; son derechos fundamentales que la sociedad debe saber asegurar a cada ciudadano, independientemente de la edad, la cultura y la fe religiosa. Gracias a la socialización del cuidado de la salud la medicina progresa en los últimos años, el hospital es dotado de las m ximas posibilidades asistenciales y la población accede a un tipo de asistencia sanitaria muy superior a la habitual hasta entonces.

 

|p19 La asistencia sanitaria ha entrado en una fase de total replanteamiento. El hospital debe ceder ahora el lugar de primacía a la comunidad, saliendo de su aislamiento e insert ndose en la misma como una institución promotora de salud; la medicina se convierte en una ciencia social y el personal sanitario empieza a tener conciencia de su car cter de agente social encargado de la salud de la comunidad.

 

|p20 El hospital es una institución compleja ya que ha de desarrollar diversas funciones; asistencia a los enfermos, promoción de la salud, prevención de las enfermedades, investigación y docencia. Lo cual le convierte en una institución muy costosa porque ha de contar con un número cada vez mayor de profesionales en su plantilla, asegurar un servicio permanente todos los días del año, disponer de instalaciones y aparatos de tecnología muy sofisticada.

 

El hospital se ha convertido en una gran empresa de salud que se rige por las mismas leyes que regulan el funcionamiento empresarial y el control de otras empresas. Este cambio ha afectado al personal sanitario que se ha visto sometido a las leyes del sistema: la eficacia, la profesionalización, la organización y sobrecarga de trabajo, la competitividad, etc.

 

|p21 El reclamo tecnológico y el consumismo asistencial han convertido al hospital en un lugar por donde pasan, antes o después, en busca de curación o alivio la absoluta mayoría de los enfermos los cuales provienen de todas las esferas sociales, culturales y religiosas. Ricos y pobres, analfabetos y catedr ticos, niños y mayores, creyentes y no creyentes, practicantes y alejados... pasan en el hospital algunos de los momentos m s difíciles de su vida.

 

Pero esta característica del hospital tiene sus consecuencias penosas, que van desde la masificación de los grandes centros construidos para atender la enorme demanda de servicios médicos, hasta la reducción del enfermo hospitalizado a la condición de ®caso¯, número de cama o de historia clínica.

 

|p22 Un buen número de enfermos, cada día en aumento, mueren en el hospital. Este, sin embargo, no est pensado, construido ni organizado para servir de marco a un morir verdaderamente humano. Por otra parte, el personal sanitario no ha sido preparado para ayudar a morir y se siente, a menudo, incapaz de establecer una relación de ayuda con el enfermo desahuciado o moribundo.

 

|p23 El Hospital ofrece grandes posibilidades humanas y pastorales. Para el enfermo puede ser el lugar de las grandes soledades, pero también el medio en el que puede encontrarse consigo mismo, con la ayuda de otros enfermos, con un amor de los suyos, con personal sanitario que le trata de forma humana y competente y con Jesús, cuyo nombre significa ®Dios es la salud¯.

 

Para el personal hospitalario, su lugar de trabajo es a menudo fuente de angustias reprimidas y de conflictos, pero también de algunas de sus m s hondas satisfacciones.

 

Para los cristianos y la Iglesia el hospital es un reto a su fidelidad al evangelio y a su creatividad pastoral en el di logo fe-cultura, en la iluminación de los grandes temas relacionados con la vida y el sentido del hombre, en el esclarecimiento de los problemas éticos que allí se plantean, en la humanización de la asistencia.

 

4 El marco legal de la asistencia religiosa.

 

|p24 En los hospitales del sector público venía prest ndose la asistencia religiosa y católica, pero no existía una normativa que la garantizara y regulara.

 

La Iglesia y el Estado, reconociendo el derecho a la libertad religiosa como un derecho real y colaborando juntos para hacerlo efectivo en bien de los ciudadanos enfermos, firmaron un Acuerdo por el que se garantiza la asistencia religiosa católica en los centros hospitalarios del sector público de todo el mbito del Estado (Apéndice 1).

 

Siguiendo lo establecido en el Art. 9 del Acuerdo Marco varias Instituciones de las que dependen centros hospitalarios y las competentes autoridades de la Iglesia han firmado Convenios en orden a regular m s detalladamente la asistencia religiosa católica en dichos centros. (Apéndice 2).

 

|p25 La regulación llevada a cabo hasta ahora asegura el trabajo pastoral y la asistencia religiosa en los hospitales públicos, reconoce la dimensión espiritual de la persona enferma y el sentido terapéutico que puede tener su atención, posibilita una adecuada y mejor atención pastoral con el personal y los medios necesarios, favorece el trabajo programado y en equipo, facilita la colaboración en la humanización de la asistencia, y renueva el concepto de asistencia religiosa incorporando nuevas personas a la misma.

 

|C2 Jesús, modelo de nuestra actuación pastoral

 

|p26 La atenta contemplación de Jesús, de su vida, sus palabras, sus gestos, su forma de afrontar el sufrimiento y la muerte, su trato y relación con las personas, especialmente con las enfermas, ayudar n al agente de pastoral a configurar su estilo de presencia junto al enfermo y a desempeñar fielmente su misión en el nombre del Señor.

 

|p27 Jesús se nos muestra como un hombre que vive la vida intensamente, con una profunda alegría interior enraizada en la experiencia gozosa del Padre y de su Reino. Esta experiencia no le aleja del sufrimiento de las gentes. Jesús se conmueve profundamente ante el dolor de los otros (Mt 9,36; 14,14, 15,32).

 

Jesús no ama el sufrimiento ni lo busca, pero sabe aceptarlo, cuando lo encuentra en su propia vida, y lo asume activamente como la ocasión m s realista para mostrar su amor y confianza total en el Padre (Jn 14,31; Lc 23,46) y su amor y solidaridad incondicional a los hombres (Lc 23,34). El sufrimiento no desaparece pero es transformado y vencido por el amor (cf.SD 14-18).

 

La experiencia del sufrimiento no le endurece ni le encierra en sí mismo, antes bien le hace sensible al dolor ajeno y capaz de ®auxiliar a los que se ven probados¯ (Heb 2.18) y de identificarse con todos los que sufren (Mt 25,35-40).

 

|p28 Jesús se sitúa ante su propia muerte de manera consciente. La acepta libremente. ®Nadie me quita la vida, soy Yo quien la da¯ (Jn 10,18). Es la consecuencia de su fidelidad a sí mismo, a Dios y a los hombres de quienes se siente solidario. Esa fidelidad no le exime de sentir miedo, tristeza, angustia y soledad, pero al propio tiempo cuenta con la fuerza que le viene del Padre para asumirlos (Lc 22-40-46).

 

|p29 El mundo de los enfermos aparece en los evangelios como el campo privilegiado de la actuación de Jesús. Esta es el signo y modelo de su acción liberadora y salvadora (Mt 11,5; 12,28), pues la enfermedad es vivida, en tiempos de Jesús, como una experiencia de abandono y desamparo, de m xima pobreza, de la maldición divina y de marginación social.

 

|p30 Jesús est cerca de los enfermos. A veces son ellos los que salen a su encuentro (Mt 9,27), a veces son llevados por sus familiares o amigos (Mc 2,4). En ocasiones es él quien se acerca a ellos o les llama (Lc 13,12; 18,40).

 

Jesús se acerca a ellos movido únicamente por su amor. No le mueve el interés o un af n proselitista (Mc 5,19), ni un deber profesional, ya que no es médico. Tan sólo su amor total a los necesitados. De El se dir ®Pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo¯ (Hch 10,38).

 

|p31 Jesús busca el encuentro personal con los enfermos. Les acoge, escucha, comprende, interpreta sus deseos, les infunde fe, aliento y esperanza.

 

Jesús libera a los enfermos de su soledad. Les ayuda a descubrir que no est n solos y abandonados de Dios. Les ayuda a creer de nuevo en la vida, la salud, el perdón y la reconciliación con Dios.

 

Jesús pone un especial interés en romper la marginación en que se abandona a algunos enfermos. Busca el contacto humano con ellos por encima de las normas que lo prohíben (Mc 1,41) y los reintegra en la vida social d ndoles posibilidades de oír, ver, hablar, caminar y valerse por sí mismos (Mc 7,34-35; 8,25; Jn 5.8).

 

|p32 Jesús estimula el protagonismo de los enfermos, no anula su iniciativa. ®¨Quieres curarte?¯ ®Lev ntate, carga con tu camilla y echa a andar¯ (Jn 5,6,8). ®¨Qué queréis que haga por vosotros?¯ dice a los ciegos de Jericó (Mt 20,32).

 

Jesús pone siempre de relieve la fe del enfermo: ®Tu fe te ha curado¯ (Lc 18,42). Acoge el deseo y la fe de los que le piden la curación: ®Que se cumpla según lo que deseas¯ (Mt 15,28).

 

|p33 Jesús no cura sólo la enfermedad exterior, ofrece en la curación corporal la sanación interior de la persona; le libera de la culpa y le reconcilia con Dios (Mc 2,5); le abre al mensaje de la Buena Nueva (Mc 7,34); le ayuda a reconocer las causas del mal (Jn 5,14); le devuelve la paz y la salvación total de parte de Dios (Jn 5,14).

 

|p34 El encuentro de Jesús con la samaritana (Jn 4,530) refleja su actitud y comportamiento con la persona alejada y muestra los recursos que utiliza para llegar con ella a un di logo pastoral. El encuentro nace de unas necesidades: la sed y el cansancio de Jesús y el ir por agua de la samaritana. La conversación inicial est llena de ambivalencias, de recelos y prejuicios. Jesús, partiendo de esa ambivalencia, le ayuda a situarse ante el problema, valora su sinceridad, le descubre el sentido nuevo de la vida y le revela quién es. La samaritana experimenta, gracias a ello, un proceso de cambio interior que le lleva a aceptar su propia historia y a ser ella misma portadora de la Buena Nueva a sus vecinos.

 

|p35 El encuentro de Jesús con dos discípulos camino de Emaús (Lc 24,13-35) es una muestra de su comportamiento con personas que est n atravesando una crisis. Jesús se acerca a ellos y se hace compañero de camino; se interesa por lo que les pasa; les escucha y sintoniza con su estado de nimo; les enseña a leer, desde la fe y las Sagradas Escrituras, el sentido de lo que est ocurriendo. Ellos reviven sus experiencias. El gesto de acogida y la fracción del pan les lleva a recuperar de nuevo su fe personal y comunitaria y el gozo interior. Jesús desaparece y los discípulos vuelven a la comunidad donde comparten sus vivencias.

 

|p36 En la par bola del ®buen samaritano¯ (Lc 10,29-37) indica Jesús cu l debe ser la relación con el prójimo que sufre: no pasar de largo sino pararse junto a él; conmoverse y compadecerse de él y de su desgracia; ofrecerle ayuda, dentro de lo posible, eficaz, poniendo en ella todo el corazón y d ndose a sí mismo. (SD 28).

 

|p37 Jesús dedica una parte importante de su tiempo a ser educador y animador de agentes de pastoral. Elige un grupo de colaboradores (Mt 10,1-4; Mc 3,13-19). Da preferencia en su trabajo a la formación del mismo, siguiendo como educador su proceso paso a paso: en el grupo cada uno manifiesta su manera de ser (Mc 8,32), su proceso de adaptación al mismo, sus intereses y egoísmos (Mc 10,37), sus experiencias, Jesús los lleva con él y hablan de lo que han vivido (Mc 1,17); confronta sus intereses con los del Reino de Dios (Lc 22,24-30); manifiesta su disconformidad con ciertas maneras de pensar de algunos del grupo (Mt 20,26-28; Mc 9,35); les envía a encontrarse con las personas y posteriormente revisan su actuación (Mc 6,30; Lc 9,9-10); les anima ante los fracasos (Mt 5,11-12); les ayuda a vivir la realidad hecha de contradicción y de momentos difíciles, por fidelidad al Reino de Dios.

 

|p38 Jesús, el Señor, por su Espíritu sigue estando presente junto a cada enfermo como un compañero de viaje que comparte su situación, da sentido y contenido a su existir, infunde aliento, coraje y paciencia para luchar, es consuelo en la inseguridad y angustia ofrece la vida de Dios que cura el mayor mal que es el pecado y posibilita vivir toda la existencia de una forma nueva.

 

|C3 Una iglesia renovada en el mundo del hospital

 

|p39 El Concilio Vaticano II nos ha ofrecido una toma de conciencia sobre la identidad de la Iglesia: una Iglesia que se reconoce Pueblo de Dios y que se acerca al mundo moderno, en gran parte nacido fuera de ella, con una actitud atenta, comprensiva, dialogante, solidaria y evangelizadora; una Iglesia que se comprende a sí misma como misterio de comunión, ®sacramento, señal e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano¯ (LG 1).

 

En el mundo del hospital, ese misterio de comunión se hace relación de fraternidad con el hombre enfermo. ®La Iglesia, que nace del misterio de la redención en la cruz de Cristo, est obligada a buscar el encuentro con el hombre, de modo particular en el sufrimiento. En tal encuentro el hombre ®se convierte en el camino de la Iglesia¯ (SD 3).

 

|p40 Siguiendo otra gran orientación conciliar, la Iglesia que se renueva escucha religiosamente la Palabra de Dios, haciendo suyas las palabras de San Juan: ®Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de la vida... os lo anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros¯ (1 Jn 1,1-3; DV 1). Como dice el Concilio, ®en los sagrados libros el Padre que est en los cielos se dirige con amor a sus hijos y conversa con ellos¯ (DV 21), Pero no se trata sólo de leer la Biblia, sino de escuchar la Palabra en el fondo de los acontecimientos (GS 11).

 

Para el enfermo que la acoge, la Palabra de Dios actúa como b lsamo, como aceite en las heridas, contribuye eficazmente a que la comunicación con los dem s no se falsee (Sal 41,7); manifiesta la presencia del Señor que asume nuestras enfermedades (Mt 8,17), que pasa curando (Hch 10,48); ilumina los interrogantes profundos: ¨por qué la enfermedad? ¨qué significa esta enfermedad?

 

|p41 En toda oración y celebración verdaderas est presente Cristo; est presente en los sacramentos, en su Palabra, allí donde dos o tres est n reunidos en su nombre (Mt 18,20; SC 7), allí donde el hombre sufre: ®estuve enfermo y me visitasteis¯ (Mt 25,40).

 

La relación con el enfermo puede adquirir niveles muy profundos en la oración y celebración de la fe. Ciertamente, ante el ®esc ndalo¯ del mal, se requiere, junto a la normal atención médica, la oración común, la luz de la Palabra de Dios, la fuerza del Espíritu, para que el enfermo asuma su situación, recupere su comunión o la acreciente, mantenga la serenidad y la esperanza, comprenda que, en el peor de los supuestos, no va hacia la nada, descubra la presencia nueva de Jesús que se identifica con el hombre que sufre; en suma evangelice desde su enfermedad. Como dice Santiago: ®¨Sufre alguno entre vosotros? Que ore. ¨Est alguno alegre? Que cante salmos. ¨Est enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con el óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvar al enfermo¯. (Sant 5,13-15).

 

|p42 La renovación de la Iglesia se palpa también ®cuando los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y los que sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo (GS 1). La Iglesia se convierte así ®en señal de la fraternidad que permite y consolida el di logo sincero¯ (GS 92). Como dijo Pablo VI en su encíclica Ecclesiam suam: ®La Iglesia se hace palabra, la Iglesia se hace mensaje, la Iglesia se hace coloquio¯ (ES 44).

 

Ante el dolor, la enfermedad y la muerte, el di logo encuentra uno de los mayores desafíos y, al propio tiempo, un momento excepcional de evangelización.

 

Una relación que se hace di logo, que acoge cada interrogante y cada situación, tiene un impacto en la misma comunidad cristiana; implica una renovación profunda de la Iglesia.

 

|p43 La presencia de la Iglesia en el mundo del hospital se realiza en el contexto actual de nuestra sociedad, en la que se constata un progresivo avance de la secularización. Por diversos motivos, en nuestra sociedad, de vieja tradición cristiana, se est necesitando una ®nueva evangelización¯. Hoy no hay que dar por supuesta la fe de los bautizados.

 

La Iglesia se sitúa como comunidad en medio de la sociedad, ofreciendo el evangelio, respetando la libertad. Al fin y al cabo, como Cristo que ®dio testimonio de la verdad, pero no quiso imponerla por la fuerza¯ (DH 11). En la debilidad de la libertad, reconociendo la autonomía de lo temporal (GS 36) y el legítimo pluralismo social (GS 75) y religioso (DH 9), la Iglesia ofrece el servicio del Evangelio en medio de un mundo que aspira a la salud y a la vida.

 

|C4 El servicio de asistencia religiosa en el hospital

 

Finalidad y destinatarios del servicio religioso

 

|p44 Por medio del ®servicio de asistencia religiosa¯ la Iglesia católica y la Institución hospitalaria garantizan el derecho a la asistencia religiosa de los enfermos internados, sus familiares y cuidadores, haciendo de ella un factor terapéutico integrado en el conjunto de la asistencia hospitalaria.

 

|p45 Por medio del ®servicio de asistencia religiosa¯ la Iglesia se hace presente en el marco hospitalario, acompaña a los miembros de la comunidad cristiana y entra en contacto con los enfermos no creyentes para anunciar a todos ellos con gestos y palabras la Buena Nueva del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús.

 

|p46 El servicio religioso tiene como destinatarios principales a los enfermos católicos del centro y a sus familiares, a los que trata de ayudar a vivir el sentido cristiano de la enfermedad, la curación, el sufrimiento o la muerte desde la fe y de asesorar en los problemas éticos.

 

El servicio religioso se siente cercano a los enfermos de otras confesiones y les brinda su colaboración fraternal para poder ser atendidos espiritualmente por sus respectivos ministros. Igualmente, est abierto a los dem s enfermos del centro, que libre y espont neamente soliciten su ayuda, y les ofrece su presencia respetuosa, amiga y fraternal.

 

|p47 El servicio se dirige también a todo el personal sanitario del centro, especialmente al católico, colabora con él, desde su propia identidad, en la atención integral al enfermo. Le apoya en su tarea, comparte con él los problemas éticos que se plantean en el ejercicio de su profesión y le ofrece su ayuda desinteresada.

 

|p48 El servicio se dirige a la misma Institución hospitalaria para contribuir a la asistencia integral del enfermo y colaborar en la común tarea de humanizar la asistencia al enfermo desde el mensaje evangélico.

 

|p49 El servicio est en contacto con las parroquias y dem s comunidades cristianas, de las que proceden y a las que retornan los enfermos, para mantener su vinculación con ellas. Est igualmente integrado y en coordinación con toda la pastoral diocesana, especialmente con la sanitaria.


Actividades del servicio de asistencia religiosa

 

1 El encuentro pastoral con el enfermo.

 

|p50 En la actividad del agente de pastoral tiene una gran importancia el encuentro personal con el enfermo. Ha de ser la expresión de su fidelidad a las palabras de Jesús: ®Estuve enfermo y me visitasteis¯ (Mt 25,36).

 

La cantidad de personas a visitar, el riesgo de caer en la rutina y, a veces, la ausencia de una preparación adecuada y de un método, pueden contribuir a hacer pesada y poco gratificante esta importante actividad pastoral. Por lo cual es necesario revisarla constantemente y perfeccionarla.

 

|p51 El agente de pastoral ha de saber distinguir entre la visita amistosa y la relación pastoral de ayuda. Mientras la primera es bueno brindarla a todos los enfermos, la segunda es conveniente tan sólo para un grupo reducido de personas que est n dispuestas a recorrer un camino m s largo, profundo y continuo. El discernimiento de las diferentes necesidades y la oferta de respuestas apropiadas, permiten al agente de pastoral distribuir de manera racional la ayuda a las personas que lo han pedido.

 

|p52 Tanto en las visitas breves como en las m s extensas, el agente de pastoral ha de saber pasar de la conversación social al di logo pastoral. Para ello, ha de:

 

* concentrarse m s en la persona que en los hechos externos;

 

* saber escuchar, ser comprensivo y amable;

 

* aceptar la tensión del enfermo, ayud ndolo a afrontar la realidad, aunque sea dura;

 

* preocuparse m s de ayudar que de distraer, estando disponible al acompañamiento del enfermo;

 

* saber pasar de la discusión sobre Dios a la experiencia de Dios y a la relación con él.

 

|p53 Si la visita diaria es un ideal a tener presente en la programación de la actividad pastoral, no por ello ha de constituir un absoluto que absorba todas las energías del agente de pastoral.

 

Teniendo como firme el principio de que todos los enfermos tengan la posibilidad de un encuentro con el agente de pastoral, han de estudiarse, para la organización de las visitas, formas realistas y armonizadas con las otras exigencias del trabajo apostólico.

 

|p54 En el delicado ministerio de la visita, el agente de pastoral ha de evitar la improvisación. Ha de prepararla elaborando un plan de pastoral que después sabr adaptar con flexibilidad a las distintas situaciones.

 

Un plan de pastoral implica señalar objetivos claros y concretos y seleccionar los medios idóneos para conseguirlos.

 

|p55 Superando la tentación de ampararse en el propio rol o de manifestar solamente algunos aspectos de su propia personalidad, el agente de pastoral ha de trabajar por ser él mismo y presentarse con su propia identidad, atento a sus sentimientos que sabr utilizar de manera apropiada en la relación con el enfermo y sus familiares.

 

|p56 El agente de pastoral ha de manifestar con su modo de actuar aquella estima y respeto profundos que ayudan al enfermo a mantener el sentido de integridad de la propia persona a pesar del desmoronamiento causado, en el cuerpo y en el espíritu, por la enfermedad.

 

|p57 Hay que tener el m ximo respeto a la religiosidad del enfermo, evitando imponerle los propios estilos de fe. A los que no creen o no practican, no hay que privarles de la amistosa atención del agente de pastoral.

 

Es importante tener en cuenta y no despreciar la ®piedad popular¯. Para algunos enfermos la forma de llegar a Dios y tener una conexión con el mundo de la fe, es su devoción a la Virgen, a un santo a una santa. El encuentro pastoral comporta caminar por sendas que no son, a veces, las del propio agente y acomodarse a la sencillez y al candor de una confianza, de una fe y de un amor que Dios juzgar de forma muy distinta a la nuestra.

 

|p58 Consciente de que tanto Dios como el enfermo tienen sus caminos que no siempre coinciden entre sí o con los nuestros, el agente de pastoral ha de respetar los pasos del enfermo y la lentitud en el proceso de su maduración humana y cristiana.

 

|p59 En una perspectiva de fe, las actitudes humanas positivas del agente de pastoral, sus gestos humanos, se convierten en símbolo del amor de Dios que él mismo anuncia con su palabra, y dan a su presencia un valor casi sacramental.

 

|p60 En el contexto de la visita pastoral es donde el agente de pastoral realiza principalmente su misión evangelizadora o celebrativa: de la comunicación de la escuela de la Palabra, de la oración, del proceso penitencial... Para que el anuncio de la Buena Nueva resuene eficazmente en el corazón del enfermo, es necesario que entre en la situación que est viviendo y le sea transmitido de forma humana.

 

|p61 Las líneas que hay que privilegiar en la misión evangelizadora del enfermo brotan y se fundamentan en el misterio de la Encarnación, expresión visible del amor del Padre.

 

A la luz de la palabra y del ejemplo de Cristo y del misterio pascual vivido por él, la vida humana tiene sentido aun en las situaciones penosas por la presencia del mal, del sufrimiento y de la muerte.

 

La difícil catequesis, dirigida para ayudar al enfermo a transformar su propia experiencia negativa en ocasión de crecimiento, ha de ser iluminada por la esperanza que nos viene de Cristo resucitado.

 

|p62 El encuentro evangelizador ha de ser personalizado, en un di logo franco y confidencial, sin límites ni c lculos, sin presiones indebidas, respetuoso con la libertad y las disposiciones del enfermo. El dogmatismo, el juicio y la condena... son actitudes que deben desaparecer del comportamiento del agente de pastoral.

 

2 La oración con el enfermo y por el enfermo.

 

|p63 La enfermedad es un momento propicio para la oración. En el corazón de la persona enferma y en sus seres queridos brota casi de forma espont nea la oración, la plegaria en sus m s diversas formas.

 

En la oración del enfermo tiene un gran peso la realidad que est viviendo, cuenta igualmente su visión de Dios, su temperamento, su historia personal, su educación religiosa, su medio cultural... Cada enfermo tiene su forma original de orar y modalidades diversas de dirigirse a Dios.

 

|p64 La oración es uno de los recursos m s importantes de los que dispone el agente de pastoral para crear un clima de paz en torno al enfermo, para infundir nimo al que sufre, para abrirle solidariamente a otros enfermos y personas, para ayudarle a descubrir la voluntad de Dios, para encontrar la energía necesaria a fin de sobrellevar los dolores, para progresar en la identificación con Cristo paciente, para dar gracias a Dios por sus dones, para realizar, finalmente, el tr nsito al Padre.

 

|p65 La oración ha de surgir de la necesidad y deseo del enfermo y hay que tener muy presente la realidad que est viviendo el enfermo. Por ello, la oración con el enfermo presupone la escucha del mismo, de sus vivencias y estados de nimo, para acoger la variedad de actitudes y reacciones: queja, impotencia, angustia, amargura, desamparo y abandono, soledad, culpabilidad, rebeldía, confianza, gozo, gratitud y alabanza.

 

El saber oponerse en sintonía con la historia y el proceso interior de cada enfermo, permite al agente de pastoral ayudarle y convertir su camino en camino con Dios por medio de la oración que unas veces es oración de queja, otras de agradecimiento, otras de entrega confiada, otras de súplica y de intercesión por los dem s, otras de contemplación del misterio o de alabanza y glorificación de Dios.

 

|p66 La Sagrada Escritura ofrece innumerables y variadas oraciones de enfermos, especialmente en los Salmos. El agente de pastoral sabr escoger, proponer y utilizar la que responda mejor a las necesidades espirituales del enfermo en cada momento.

 

Pero es sobre todo en Jesús, modelo de oración, en quien debe inspirarse el agente para acompañar y ayudar al enfermo a orar.

 

|p67 La oración por los enfermos ha estado y est presente en la vida de la Iglesia y de sus comunidades cristianas. La Iglesia ora por los enfermos en la Eucaristía, la Liturgia de las Horas, la celebración de los sacramentos. El agente de pastoral ha de orar por los enfermos y ofrecer ocasiones y cauces comunitarios para orar con los dem s enfermos, la familia y la comunidad cristiana.

 

La oración por los moribundos, siempre valorada por la tradición eclesial, se ve muy dificultada a causa de la atmósfera distraída, indiferente o asustada que muchas veces caracteriza el ambiente donde muere el enfermo. Practicada con discreción y adaptada a las circunstancias particulares y concretas de cada enfermo, constituye una ayuda valiosa para el enfermo y sus familiares.

 

®La Iglesia - dicen las Orientaciones doctrinales y pastorales -mientras el moribundo es consciente, ora con él y por él, para ayudarle a vencer la angustia natural de la muerte. Cuando el enfermo ya no puede rezar, la Iglesia ora por él y le entrega a la Iglesia celeste¯ (RU 83).

 

3 La celebración sacramental

 

|p68 En los últimos decenios, la celebración de los sacramentos de los enfermos ha sufrido profundas transformaciones. Por una parte hemos asistido a una progresiva superación del sacramentalismo y, por otra, a un importante descenso en la petición de los sacramentos. Ambos fenómenos junto con la reforma litúrgica, han estimulado una mejor comprensión de los sacramentos y una búsqueda m s atenta de modelos de celebración adecuados al contexto sanitario, lugar secularizado y pluralista.

 

Por medio de la reconciliación, la unción de los enfermos y la eucaristía se ayuda al enfermo a vivir el sentido pascual de la enfermedad. La importancia de estos instrumentos del amor redentor del Señor recaba del agente de pastoral su compromiso especial.

 

|p69 La celebración sacramental ha de constituir, habitualmente, la culminación de una relación significativa con el enfermo y el resultado de un proceso de fe realizado por éste. Los sacramentos, signos que atestiguan el amor de Dios al enfermo, no deben ser ritos aislados sino gestos situados en el corazón de una presencia fraternal, que los que rodean al enfermo han de expresar de múltiples maneras: lucha contra la enfermedad, cariño, escucha y atención a las necesidades del enfermo, amistad y servicio...

 

Esta presencia fraternal junto al enfermo del agente de pastoral y de todo cristiano, tiene un valor casi sacramental desde la perspectiva de una Iglesia sacramento de salvación para el mundo.

 

|p70 El agente de pastoral al ofrecer los sacramentos ha de respetar los niveles de fe cristiana de los enfermos y las etapas de su caminar en la fe para actuar gradualmente con discreción y pudor, evitando todo lo que pueda provocar dolor, resentimiento o alejamiento (RU 55).

 

El agente de pastoral evitar todo tipo de coacción y celo intempestivo, opuesto a la dignidad de la persona humana y a la libertad religiosa (RU 57d), y ayudar al enfermo a superar los condicionamientos personales y sociales que pesan sobre él a la hora de manifestar y celebrar su fe.

 

|p71 El agente de pastoral ha de contar con el enfermo en la celebración sacramental. Es el enfermo quien ha de solicitar o aceptar el sacramento con plena fe y celebrarlo en las mejores condiciones, activa y conscientemente (RU 13). Es él, su nivel de fe, su estado de salud y de fuerzas... quien ha de marcar el ritmo de la celebración, las lecturas, oraciones, etc (RU 73 y 75).

 

|p72 El agente ha de discernir pastoralmente las motivaciones de los enfermos y de sus familiares o allegados al pedir, no pedir o rechazar un sacramento. Ha de discernir, igualmente, sus propias motivaciones al ofrecer los sacramentos.

 

|p73 Al celebrar los sacramentos, el agente de pastoral ha de poner de relieve la dimensión simbólica de los gestos realizados, por medio de una adecuada catequesis y la creación de un clima humano que esté en sintonía con los valores proclamados por la celebración sacramental.

 

 

Ha de procurar, igualmente, que los signos sacramentales sean verdaderamente significativos.

 

Sacramento de la Penitencia

 

|p74 ®Un momento crítico en la vida humana, como es la enfermedad, puede ser una ocasión propicia para oír la llamada de Dios a la conversión¯. (RU 61). La enfermedad, al replantear los valores en los que vive centrada la personal, le lleva, a menudo, a revisar su conducta y a reorientar su vida. Este cambio ni es f cil ni es cuestión de un momento. Puede exigir, a veces, un largo proceso.

 

|p75 Un punto muy importante a tener en cuenta por el agente de pastoral, es la conexión que muchos enfermos hacen entre la enfermedad que padecen y algún pecado, real o imaginado, en su vida pasada. Por otra parte, el agente de pastoral no puede olvidar que la Revelación es la respuesta liberadora tanto a la enfermedad como al pecado de los hombres, estén ambos, o no, unidos en la vida de un enfermo concreto. Por ello, un cometido específico de la pastoral del sacramento de la penitencia deber ser iluminar la dimensión curativa y rehabilitadora del mismo, y ayudar al enfermo a discernir entre la angustia que genera la propia enfermedad y el sentimiento de culpa proveniente de sus pecados. (Cf. RU 2, 45, 47b)

 

|p76 El sacramento de la penitencia es la celebración del encuentro del cristiano enfermo, débil y pecador, con Cristo que ®perdona sus culpas y cura sus enfermedades¯ (Sal 103,3). Con este sacramento, la comunidad cristiana se dirige al enfermo para decirle, en el nombre de Jesús - ®Tus pecados quedan perdonados... Lev ntate y anda¯, (Cf Mt 9,5-6).

 

|p77 El ministro de la penitencia procurar estar atento para que el deseo de conversión del enfermo no termine con el simple ®acto de confesarse¯. Para ello, tratar de acompañar todo lo que pueda al enfermo en el proceso de su conversión, a fin de que llegue a realizar el cambio de vida que ha descubierto.

 

El ministro de la penitencia, aún reconociendo el poder ilimitado de la intervención de Dios en la celebración del sacramento, no puede olvidar la influencia de sus propias actitudes - comprensión, respeto y discreción - en el fruto que el penitente puede sacar de la confesión.

 

En cuanto sea posible, ha de procurar atender a los enfermos en un lugar acogedor que permita un coloquio franco y liberador, y salvaguarde la intimidad. No ha de insistir en la integridad de la confesión, sobre todo cuando el enfermo est débil o ha de confesarse en un lugar en el que es imposible respetar el secreto.

 

|p78 Conviene fomentar las celebraciones comunitarias de la penitencia para que gracias a ellas se descubra mejor la solidaridad en el pecado, la debilidad y la conversión, al escuchar juntos la Palabra de Dios, reconocer todos sus propios pecados y expresar la voluntad de conversión, y la alabanza y gratitud de Dios por su perdón.

 

Eucaristía y comunión de enfermos.

 

|p79 ®La Eucaristía, sin ser el sacramento específico de la enfermedad, tiene estrecha relación con ella. Primero, porque el enfermo, que ya vive en la fe la incorporación de su enfermedad a la Pasión de Cristo, puede tener el deseo de celebrarla sacramentalmente. En segundo lugar, porque la Eucaristía servir para descubrir al enfermo tentado de encerrarse egoístamente en sí mismo, el sentido de comunión total con Dios y los hombres que Cristo da a la vida¯ (RU 63).

 

|p80 La celebración de la eucaristía en el hospital tiene lugar en momentos y lugares diversos. Cada uno requiere una preparación adecuada, tanto si se celebra en la capilla como si se hace en una sala o en la habitación del enfermo. En la medida de lo posible se ha de procurar que los asistentes participen activamente en la celebración.

 

El capell n ha de tener muy en cuenta la situación de los enfermos y del personal que asisten a la eucaristía, para enfocar las moniciones, la homilía y las peticiones, para seguir las posturas m s apropiadas y para concretar su duración.

 

|p81 Algunos enfermos, que no pueden participar en la celebración de la Eucaristía por razones de salud, sienten la necesidad de recibir el Pan de la Palabra y el pan que da la Vida. Desde los primeros siglos la comunidad cristiana se ha preocupado de llevar al enfermo la Palabra proclamada en la Asamblea y el Cuerpo de Cristo. ®No se olvide que el fin primario y principal de la reserva eucarística consiste en la posibilidad de llevar la comunión a los enfermos que no han podido participar en la Misa¯ (RU 64b).

 

|p82 El agente de pastoral ha de procurar, en la medida de lo posible, que la distribución de la Comunión revista el car cter de una verdadera celebración de fe (Cf RU 64a). Por ello ha de:

 

* estudiar los métodos adecuados para responder a las necesidades de los enfermos, respetar el sacramento y permitir al agente la libertad y la creatividad suficientes en su celebración;

 

* dar la comunión en un contexto de presencia humana y de oración;

 

* dar la comunión sin prisas ni rutina, buscando la frecuencia y las modalidades que permitan una celebración digna, y sirviéndose de los medios m s convenientes para ayudar al enfermo a prepararse y dar gracias;

 

* ®escoger el momento m s oportuno para el enfermo, evitando la coincidencia con otros servicios, con el fin de que disponga de un momento de calma suficiente para acoger el don que recibe y para la plegaria personal¯ (RU 64c).

 

|p83 El agente pastoral dar la comunión a quienes la soliciten personalmente o por medio de sus familiares, pero no ofrecer la comunión a las personas que, por diversos motivos, no parecen convenientemente dispuestas para recibirla. Por respeto a la fe y a la pr ctica religiosa del enfermo, no presionar indebidamente a recibir cada día la comunión a personas que tan sólo la reciben ocasionalmente.

 

|p84 Se ha de favorecer la colaboración bien organizada de ministros extraordinarios de la comunión para lograr una mejor y m s personalizada celebración.

 

|p85 El Vi tico es el sacramento específico para los enfermos que viven la última fase de su existencia; marca la última etapa de la peregrinación del cristiano iniciada en su bautismo; es el sacramento del tr nsito, del paso de la muerte a la vida...; es la espera, iluminada por la presencia privilegiada de Cristo, del cumplimiento del misterio de la muerte y resurrección en cada uno de nosotros.

 

No se trata de la última comunión recibida por el enfermo antes de morir, sino m s bien de una comunión en la que el enfermo, asumiendo en la fe su camino hacia la muerte como paso con Cristo hacia la vida, se pone en las manos del Padre. Por ello ®debe recibirlo en plena lucidez¯ (RU 79).

 

Transformar este ideal en realidad cotidiana es uno de los desafíos con que se enfrenta hoy el quehacer pastoral en el hospital.

 

Unción de los enfermos.

 

|p86 M s que cualquier otro sacramento, la unción de los enfermos es fuente de ansiedad para el enfermo y sus familiares y de incomodidad para los agentes de pastoral. Esto sucede especialmente en el hospital, donde la oferta y celebración del sacramento va muchas veces unida a la condición de extrema gravedad del enfermo. El binomio unción de los enfermos-muerte est aún vivo en la mentalidad popular y en la de muchos pastores. Pero ya es irreversible el enfoque que la renovación litúrgica, promovida por el Concilio Vaticano II ha dado a la comprensión y celebración de este sacramento.

 

|p87 La unción es el sacramento específico de la enfermedad y no de la muerte, para ayudar al cristiano a vivirla conforme al sentido de la fe (RU 47,65 y 68).

 

El cristiano obligado, por la enfermedad, a reconsiderar y reorganizar su existencia en función de su nueva situación, tiene necesidad de una especial ayuda del Señor para luchar por su curación, para desempeñar sus responsabilidades humanas y cristianas, para mantenerse fiel a Dios como Cristo en su pasión y ser así testigo en la comunidad cristiana y en el mundo. Por eso la comunidad ha de acompañarle en el proceso de la enfermedad.

 

|p88 El agente de pastoral ha de considerar un deber importante para él la promoción de una mentalidad nueva en relación con la unción. Para ello, ha de tener muy en cuenta las orientaciones doctrinales y pastorales que le brinda el Ritual, actuando con prudencia y delicadeza y evitando los extremismos.

 

|p89 Ha de procurar que los enfermos, gravemente afectados por su situación, reciban la unción en el momento oportuno, es decir, cuando ellos mismos la solicitan o pueden aceptarla con plena fe y devoción de espíritu (RU 13), y evitar el riesgo de retrasar indebidamente el sacramento hasta que el enfermo est en coma o semiinconsciente o dej ndolo para última hora (RU 66).

 

Aunque el estado de como no es el momento oportuno para la Unción, el agente no rechazar el celebrarla si lo piden los familiares o el personal, afirmando la fe del enfermo.

 

Cuando el sacerdote es llamado junto a un enfermo que ya ha muerto, ha de rezar por él y pedir a Dios que le absuelva de sus pecados y le admita misericordiosamente en su reino, pero no ha de darle la Unción (RU 15 y 70).

 

|p90 El agente ha de promover la unción comunitaria, bien preparada y dignamente celebrada, a fin de subrayar el sentido eclesial del sacramento, crear una mentalidad nueva en los participantes y hacer m s serena y provechosa la recepción de la Unción por parte de los enfermos.

 

|p91 Como todo sacramento cristiano, la Unción es sacramento de la fe, es decir, expresa, suscita y robustece la fe de la Iglesia que lo celebra y, de manera especial, del enfermo que lo recibe. Lo que salva al enfermo es su fe y la de la Iglesia que mira la muerte y resurrección de Cristo de donde brota la eficacia del sacramento (RU 7).

 

La Unción no es un remedio extraordinario ni un rival de la medicina; asume y estimula el deseo del enfermo de curarse d ndole una significación nueva, es expresión del sentido cristiano del esfuerzo técnico y humano en bien del enfermo, es plegaria al Señor de la vida y de la muerte y signo de lo que el mismo Señor le concede al enfermo, el auxilio para vivir su enfermedad y su restablecimiento conforme al sentido de la fe (RU 68 y 69).

 

|p92 La dimensión comunitaria es un rasgo esencial en todo sacramento. Por ello, el agente de pastoral procurar evitar que la celebración de la Unción sea un acto solitario, realizado entre la indiferencia de los que cuidan al enfermo, actualizada por el sacramento, se ha de hacer visible por la presencia significativa de los que le rodean y, cuando sea posible, de su comunidad cristiana de origen.

 

|p93 El agente de pastoral ha de ayudar al personal sanitario, especialmente al de enfermería a descubrir las necesidades espirituales del enfermo para que en el tiempo propicio pueda celebrar la Unción como un acto libre y responsable.

 

4 La atención pastoral a los enfermos graves y moribundos

 

|p94 La atención pastoral a los enfermos graves y moribundos ha de ser, hoy, una de las actividades prioritarias del servicio de asistencia religiosa y pastoral. Hay que ayudar al enfermo, a cada enfermo, a morir con dignidad y al enfermo cristiano a morir en Cristo. Esto no puede hacerse a distancia; hay que acercarse al moribundo, conocer e identificar sus necesidades espirituales y procurar atenderlas.

 

|p95 El enfermo moribundo necesita curar las heridas causadas por la toma de conciencia de la propia finitud y ®pobreza¯: miedo, angustia, sensación de impotencia y de abandono, desesperación ante lo desconocido...

 

El agente de pastoral tiene la posibilidad de poner b lsamo en estas heridas del espíritu haciéndose presente, próximo y partícipe en el drama que vive el enfermo, percibiendo su estado de nimo, acompañ ndole en silencio y permitiéndole que exprese sus sentimientos y reacciones.

 

|p96 El moribundo necesita encontrar un sentido a la vida en esta situación de sufrimiento para no caer en la desesperación.

 

El agente de pastoral ha de unirse al enfermo en la búsqueda de dicho sentido, sin imponer su punto de vista. Su estilo de presencia profundamente respetuosa y comprensiva con el enfermo, puede ser para éste una fuente de sentido.

 

|p97 El moribundo tiene una profunda necesidad de reconciliación. La mirada a su pasado y el descubrimiento de sus fallos puede despertar en él sentimientos de culpabilidad, hacerle difícil aceptar sus errores pasados y reconocer sus buenas acciones.

 

El agente ha de ayudar al enfermo a mirar su vida con la misma mirada del Señor, una mirada de aceptación y de perdón. Esto le permitir sentirse aceptado y aceptarse, sentirse perdonado y perdonar a los dem s, estar en paz consigo mismo y con Dios. Esta reconciliación ayuda al moribundo a despedirse de la vida presente.

 

|p98 La atención pastoral a los enfermos graves y moribundos est pidiendo adem s de la sensibilización de todo el personal sanitario que est a su lado, la creación de grupos de voluntariado que con su presencia y actuación llenen uno de los vacíos m s serios de la asistencia a los enfermos en el hospital.

 

5 La atención a los enfermos mentales y con alteraciones de conducta

 

|p99 Los enfermos mentales tienen derecho a una asistencia religiosa y atención pastoral que responda a sus necesidades espirituales, en parte comunes a las de otros enfermos y en parte específicas. Jesús se relacionó con ellos y la Iglesia, siguiendo su ejemplo, les ha prestado sus cuidados a través de los siglos.

 

No hace mucho, los enfermos mentales eran ingresados y asistidos tan sólo en los hospitales psiqui tricos, hoy lo son también en los hospitales generales. Los agentes de pastoral han de prestarles especial atención y prepararse debidamente para ello.

 

|p100 El enfermo mental es con frecuencia un marginado social al no tener trabajo y ser rechazado por la familia y la colectividad. Es también un marginado cultural, ya que se siente y actúa de modo diferente. Pero en lo m s profundo de su ser desea comunicarse y relacionarse con los dem s.

 

 

El agente de pastoral puede paliar esta marginación acongiéndole y poniendo a su disposición las enormes riquezas de la comunión eclesial; abrirle las puertas del templo y de los sacramentos, darle un sentido de pertenencia al Pueblo elegido de Dios, acogerle en el seno de la Comunión de los santos, devolverle la dignidad como miembro, débil pero insustituible, del Cuerpo místico de Cristo y transmitirle toda la inmensa ternura de Dios.

 

|p101 El enfermo mental, por su distorsión perceptiva y su debilidad emocional, se capta y percibe, con frecuencia, como raro, extraño, diferente y maldito.

 

El agente de pastoral tiene la enorme responsabilidad de anunciarle que también él est liberado de la marginación radical: la de la relación con Dios, fuente de toda dicha y todo bien. Frente a las vivencias descalificatorias de sí mismo y de los dem s, el agente de pastoral ha de comunicarle con toda nitidez que ®est salvado¯, multiplicando los gestos y señales de bendición.

 

|p102 El enfermo mental est sujeto a terribles sufrimientos, tanto m s dolorosos cuanto que en la mayoría de los casos son inefables, difícilmente comunicables. Uno de sus grandes sufrimientos es el sentimiento de ser excluido y apartado, de no poder ser comprendido y acogido.

 

El agente de pastoral necesita cualidades y capacitación para ®hacerse cargo¯ de este dolor emocional. Al ser un dolor que con frecuencia permanece enterrado, sin expresión verbal ni corporal, el agente ha de tener o adquirir los conocimientos mínimos indispensables para poderlo captar e interpretar. En esta tarea concreta ha de colaborar y aprender de los técnicos en psiquiatría.

 

|p103 El enfermo mental es, con frecuencia, un ®desorientado¯ en el espacio y en el tiempo, de cara a los dem s y en relación consigo mismo.

 

Una buena asistencia pastoral ha de ayudar a clarificar esta confusión: diferenciado los espacios de trabajo y los de fiesta; introduciéndose en el ritmo del tiempo profano y litúrgico (calendario, días festivos, tiempos fuertes del año litúrgico...); favoreciendo las señales de identidad de él mismo y de los otros, de lo humano y de lo divino.

 

|p104 El enfermo mental es, muchas veces, un ser ®dependiente¯ de una idea fija, una emoción intensa, una simbiosis afectiva; de un pasado inaguantable o de un futuro amenazador; de cosas concretas como el alcohol, la droga, los fetiches, etc.

 

El agente de pastoral ha de colaborar con los técnicos en arrancar al paciente de esos círculos viciosos, malditos y mortales, que est n en el fondo de los ciclos históricos cerrados. Nuestra tradición cristiana posee enormes recursos para narrar una historia m s libre y abierta, m s confiada y esperanzadora, que se apoya en una historia concreta de salvación.

 

|p105 El enfermo es, a veces, un ®niño pequeño¯ con el que no se cuenta y al que no se suele hacer caso.

 

El agente de pastoral, junto con los dem s agentes de salud, no ha de favorecer esta compasión infantilizadora, sino que debe respetar sus núcleos de autonomía y ampliar los que est n dañados y destruidos, ya que lo exige la concepción de la dignidad humana y cristiana de la persona.

 

|p106 Para desarrollar una tarea tan delicada el agente de pastoral no necesita ser psicólogo, pero si tener y cultivar cualidades como: saber escuchar en profundidad al enfermo, capacidad de empatía, dominio de las emociones personales, disponibilidad afectiva, conocimiento b sico de la psicopatología, autenticidad, discreción y humildad en su relación con el enfermo y trabajo en equipo.

 

6 La atención pastoral a las familias de los enfermos.

 

|p107 Toda persona normalmente vive en una familia y de ella recibe valiosa ayuda. Cuando cae enferma, la familia se ve afectada, a veces profundamente, y necesita, por ello, atención y apoyo. En determinados casos lo necesita tanto o m s que el propio enfermo: cuando éste es un gran quemado aislado en zona estéril, o est en coma durante períodos prolongados, o se trata de un niño, o es alguien que ha sido desahuciado, que se est muriendo o que se acaba de morir...

 

|p108 El servicio religioso y sus agentes han de procurar estar cercanos a las familias de los enfermos, tener presentes sus necesidades, especialmente las espirituales y ofrecerles la atención pastoral que precisen en cada momento. Han de contar con su valiosa ayuda a la hora de prestar la asistencia religiosa al enfermo.

 

|p109 En la etapa que precede a la muerte, el agente de pastoral ha de ayudar a la familia a afrontar la situación, a prepararse para la separación con esperanza, aceptando sus reacciones, posibilit ndole su expresión, caminando a su lado con profundo respeto y ofreciéndole los recursos de la fe.

 

|p110 Los momentos que siguen a la muerte de un ser querido son especialmente significativos para la familia y constituyen un espacio privilegiado y delicado para la pastoral. El agente que es sensible, que est atento al estado de nimo de los familiares y se acerca con un rostro humano dando expresión a la voz del corazón, puede ofrecer a la familia una ayuda inestimable. Hay veces en que una oración serena y sentida ser la ayuda mejor para la familia. Otras, ser un abrazo, un apretón de manos o la sola presencia física.

 

7 Atención pastoral al personal sanitario

 

|p111 El personal sanitario, que cuida a los enfermos y comparte mucho tiempo con ellos, puede llegar a conocer muy bien sus problemas humanos y sus necesidades espirituales. Su trabajo coincide en muchos aspectos con el mandato evangélico de ayudar a vivir, cuidar, aliviar y sanar. Pero la realización de dicho trabajo produce cansancio, desgaste y una honda necesidad de ser valorado, comprendido y ayudado a encontrar el sentido de lo que est haciendo.

 

Atender a quien cuida a los enfermos es una obligación pastoral, e incluso una forma indirecta de asistir a los enfermos. Por ello, el agente de pastoral ha de revisar y potenciar la atención que presta al personal sanitario.

 

|p112 El agente de pastoral ha de abordar y desempeñar la tarea de asistir al personal sanitario con las siguientes actitudes:

 

* confianza en los que est n comprometidos en la promoción de la salud y en el cuidado del enfermo;

 

* Disponibilidad para el trabajo en y la colaboración  interdisciplinar;

 

* renuncia a actitudes dogm ticas, condenatorias y culpabilizadoras;

 

* sencillez, respeto y discreción en el trato, pero sin complejos de inferioridad;

 

* reconocimiento de los propios límites en su actuación pastoral;

 

|p113 El agente de pastoral puede ayudar al personal sanitario a:

 

* encontrar sentido a su trabajo descubriendo y apreciando los valores éticos y espirituales del mismo;

 

* compartir con él las graves cuestiones que se plantea en el  ejercicio de su profesión;

 

* aportar un modelo de verdadera humanidad y de buenas relaciones interpersonales;

 

* impulsar la dimensión fraternal y cristiana entre todo el personal que trabaja en el hospital;

 

* darle a conocer de forma comprensible el servicio que el propio agente presta en el hospital.

 

|p114 El contacto cercano y asiduo con el personal sanitario continúa siendo la forma privilegiada de atención pastoral al mismo. No es programable, se lleva a cabo de la forma y en los momentos m s inimaginables y da frutos insospechados. La disponibilidad para el contacto y el coloquio no superficial brinda ocasiones propicias para atenderle en sus necesidades personales.

 

|p115 Estar al lado del personal sanitario, sobre todo en los momentos de dificultad y de dolor, mostrar interés por su vida y ofrecerle desinteresadamente ayuda, es hoy una sencilla y evangélica forma de atenderle pastoralmente. En la vida del hospital hay numerosas ocasiones para ponerla en pr ctica: los actos y fiestas de confraternidad que se organizan; los acontecimientos festivos; las desgracias; el momento de la enfermedad o de la muerte del propio personal o de sus familiares; etc...

 

|p116 El agente de pastoral buscar la colaboración específica de los diferentes profesionales sanitarios para el desarrollo de las actividades del servicio de asistencia religiosa: información sobre pacientes, intervención en mesas redondas o en conferencias, opinión sobre el modo de ejercer el servicio pastoral, etc.

 

El agente de pastoral brindar su colaboración a las personas y servicios del hospital que lo soliciten: participación en los programas de formación continuada del personal sanitario, atención a enfermos con problemas de diversa índole, asesoramiento en problemas éticos, humanización de la asistencia, etc...

 

|p117 El agente de pastoral har notar, de forma entrañable y sencilla, al personal sanitario su responsabilidad de cuidarse m s all de lo estrictamente profesional, redescubriendo el sentido vocacional y el gozo de servir. Estar a disposición del personal sanitario cristiano para prestarle la ayuda espiritual que precise.

 

|p118 El agente de pastoral promover y favorecer el funcionamiento de cauces de encuentro donde el personal sanitario cristiano pueda reflexionar, orar, celebrar su fe, fortalecer su sentido eclesial y asistencial, y su comunión con los dem s profesionales.

 

|p119 La relación del servicio religioso con la comunidad y con las religiosas que trabajan en el centro hospitalario es hoy, m s que nunca, necesaria.

 

Se ha de caracterizar por la valoración y estima de la vida religiosa como un don en la Iglesia presente en el hospital, así como por su valiosa cooperación y colaboración en las diferentes actividades del servicio de asistencia religiosa.

 

8 El asesoramiento ético.

 

|p120 En el hospital se plantean a diario problemas éticos que afectan a los enfermos, sus familiares, a los profesionales sanitarios y a los diversos departamentos y servicios. Problemas múltiples, variados y algunos, complejos y difíciles. Est n relacionados con el comienzo y el final de la vida, con el cuidado de la misma, con el ejercicio de la profesión y con la organización de las estructuras sanitarias.

 

Las actitudes y comportamientos con que se afrontan los problemas éticos son diversas: no plantearlos, inhibirse, seguir la ley de lo m s f cil y cómodo, tomar una decisión visceral sin una reflexión ética seria, de forma individual sin previo di logo con otros, etc.

 

|p121 El agente de pastoral tiene la misión de contribuir a la iluminación y esclarecimiento de las situaciones y problemas éticos que se plantean, colaborar en la formación ética de los profesionales sanitarios y ofrecer asesoramiento ético a los enfermos, familiares, personal y servicios del centro que lo soliciten.

 

|p122 Esta importante misión es hoy delicada y difícil tanto por la dificultad que lleva consigo todo juicio moral como por la nueva situación en que tiene que presentarse la ética cristiana, en un ambiente secularizado y pluralista en el que los valores cristianos son desconocidos, olvidados, discutidos o abiertamente rechazados.

 

¨Cómo puede un agente de pastoral asesorar éticamente a personas y estamentos que en una cultura pluralista se adhieren a sistemas de valores tan diversos? ¨Cómo puede ayudarles cuando no comparte el mismo sistema de valores?

 

|p123 En el desempeño de su misión el agente de pastoral ha de tener presente que los sistemas de valores, aun siendo diferentes, pueden tener ciertos puntos de convergencia, base para el di logo. Por ello ha de buscarlos desde la racionalidad, siendo fiel a su propia posición ética y respetando la de los otros.

 

|p124 El agente de pastoral ha de tener siempre como referencia, en el ejercicio de su misión, a Jesús. El, a diferencia de los fariseos, dio mayor importancia a la fe y la buena voluntad de los pecadores que a la conformidad externa con las normas y preceptos, que a menudo aquellos ignoraban o no sabían cómo cumplir.

 

La radicalidad ética predicada por Jesús consiste en invitar a sus seguidores a ser fieles al amor incondicional que Dios manifiesta, en su persona y conducta, a todos los hombres y de manera especial, a los enfermos. (Mt 25,39).

 

A la luz de la Palabra y conducta que Jesús podr percibir el agente claramente cu les son las exigencias fundamentales en las que ha de basar su tarea de iluminar, educar y asesorar éticamente.

 

|p125 El agente de pastoral, en el ejercicio de su misión, ®ha de conocer, valorar y apreciar las enseñanzas del Magisterio, teniendo en cuenta el diverso grado de autoridad con que ha podido pronunciarse, así como la certeza con que lo hizo, en función de los conocimientos científicos y teológicos del momento y de los supuestos reales a los que quiso responder. No todos los valores éticos se hallan vinculados, en el mismo grado, con la visión evangélica del hombre, ni tienen la misma importancia para salvaguardar la dignidad humana¯. (COHIC: Configuración del Hospital Católico, n.25).

 

El asesoramiento a los enfermos y familiares.

 

|p126 El enfermo/familia puede, en ciertas ocasiones, necesitar una orientación o aclaración sobre cuestiones que le preocupan o que le sitúan en conflicto con su esquema de valores. El agente de pastoral no debe entrar a discutir la postura b sica del enfermo, a no ser que éste necesite y pida ayuda para tomar una decisión madura y prudente.

 

|p127 El agente pastoral, en el desempeño de su misión de asesorar éticamente al enfermo/familia, ha de ofrecerle una serie de ayudas, teniendo en cuenta y respetando siempre sus convicciones espirituales y morales.

 

La primera ayuda a ofrecer es crear un clima que facilite al m ximo la libertad para que el enfermo/familia pueda plantearse los problemas y tomar decisiones éticas. Esta ayuda es b sica por varias razones: porque la libertad, condición ®sine qua non¯ para que se de una decisión ética, suele sufrir limitaciones en el enfermo a causa de su debilidad, de su confusión anímica, de sus momentos o estados depresivos, de su situación ambiental, familiar y social, etc.; porque la dignidad de la persona humana exige que el hombre actúe de forma libre y responsable ®no movido por coacción sino guiado por la conciencia del deber¯ (DH 1).

 

|p128 Una vez que est seguro de que el enfermo/familia es suficientemente libre para tomar una decisión ética, el agente debe ayudarle a tomarla de acuerdo con su conciencia, porque es él quien tiene siempre la responsabilidad de las decisiones éticas que le conciernen y porque la norma próxima de toda decisión moral es la propia conciencia.

 

Para ello ha de conducirle a confrontar la situación o problema que est viviendo con su esquema de valores. La confrontación requiere: situar el problema en toda su amplitud; aclarar cómo est viviendo el propio sistema de valores; ofrecer datos que ayuden a formar un criterio y a tomar decisiones.

 

|p129 La tarea del agente no puede contentarse con ratificar la decisión tomada por el enfermo/familia. Si ve que tal decisión puede perjudicar claramente a él o a otros, ha de procurar convencerle para no tomar tal decisión, aún cuando esté seguro de su honestidad, plante ndole con claridad el alcance de la misma... En estas ocasiones el agente necesita un equilibrio, nada f cil, entre el respeto a la moral subjetiva del enfermo/familia y el planteamienyo objetivo del ideal moral. El agente no puede imponer su juicio ni tampoco omitirlo. Ha de presentarle los principios y valores cristianos, m s que como reglas o normas, como metas a alcanzar de forma creativa mediante una respuesta amorosa y generosa a la gracia de Dios.

 

El asesoramiento a los profesionales sanitarios.

 

|p130 Desde una perspectiva ética, el servicio de asistencia religiosa puede prestar a los profesionales sanitarios varios tipos de ayuda: 1. Ofrecer materiales y pistas para la reflexión sobre cuestiones o problemas éticos. 2. Promover y colaborar en la formación ética de los profesionales, utilizando los cauces que existen, organizando ciclos de conferencias, seminarios o cursillos monogr ficos sobre temas éticos. 3. Programar sesiones de estudio sobre temas debatidos hoy para que los profesionales puedan contrastar y aclarar sus criterios éticos.

 

Los comités de ética.

 

|p131 En el clima pluralista moderno, los comités de ética se perfilan como importantes lugares de di logo sobre los valores del hombre. Su cometido consiste en afrontar la complejidad de las cuestiones éticas surgidas con el desarrollo técnico y médico, sobre todo en el comienzo y final de la vida, y actuar como organismo de ayuda y consulta para los médicos y dem s sanitarios que se sienten solos ante dilemas éticos importantes.

 

|p132 El nacimiento de comités de ética es un fenómeno muy reciente y en diversos países se est n desarrollando una variedad de modelos que responden a determinadas urgencias o necesidades. En unos se han constituido comités a nivel nacional; en otros a nivel local o regional. En España comienza a hablarse de los comités de ética. En el Congreso de los Diputados ha sido presentada una ®Proposición no de ley relativa a la creación de una Comisión Nacional de car cter interdisciplinar relacionada con las técnicas de fecundación asistida humana y sus derivaciones posibles¯. En los hospitales no existen pr cticamente.

 

|p133 Las funciones que se proponen los comités de ética en los hospitales pueden ser diversas. Señalamos algunas: formación, apoyo, consejo, elaboración de líneas orientativas sobre cuestiones de ética, decisión sobre casos o situaciones que se le proponen, protección legal.

 

|p134 Participar en un comité de ética es una delicada tarea porque sus componentes pueden encontrarse en posiciones diametralmente opuestas no sólo en las conclusiones sino también en las premisas de determinadas cuestiones éticas. Es, sin embargo, importante hacerlo. El agente de pastoral puede tener dentro del comité un papel significativo de presencia humana y cristiana, siempre y cuando esté bien preparado y formado.

 

9 La colaboración en la humanización de la asistencia hospitalaria

 

|p135 La humanización de la asistencia hospitalaria es una de las grandes preocupaciones actuales en el campo sanitario. Los hospitales han dejado de ser hospitalarios para los enfermos y para el personal que trabaja en ellos.

 

Los intereses políticos y económicos, la masificación y burocratización de la asistencia, los criterios de eficacia, rapidez y uniformidad que la rigen, la hipertrofia de la teconología médica con olvido de la dimensión humana, la relación funcionarial cuidador-enfermo, el escaso reconocimiento, apoyo, valoración y estímulo al personal asistencial en su labor, su instrumentalización por parte de la organización hospitalaria, etc... est n conduciendo a reducir al enfermo a un mero objeto de cuidado, un caso clínico interesante, un órgano, una enfermedad o un número.

 

|p136 El agente de pastoral no puede pasar de largo ante esta gran tarea de humanizar la asistencia sanitaria; ha de ser sensible y colaborar en ella, aportando la fuerza humanizadora del Evangelio y su visión del ser humano, de la vida, la salud, la enfermedad, el sufrimiento, la curación y la muerte, así como de la asistencia y cuidado al que est enfermo y sufre.

 

|p137 Humanizar la asistencia hospitalaria significa - como dicen los Obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral en su mensaje con motivo del Día del Enfermo 1987 - ®considerar al enfermo una persona que sufre en su cuerpo y en su espíritu y ha de ser atendida en su totalidad, es decir, en todas sus dimensiones y necesidades. El que est enfermo necesita ser amado y reconocido, ser escuchado y comprendido, acompañado y no abandonado, ayudado pero nunca humillado; sentirse útil, ser respetado y protegido; necesita encontrar un sentido a lo que le pasa¯.

 

Humanizar la asistencia hospitalaria significa ®considerar al enfermo responsable y protagonista de su salud, de su curación y de su vida, y sujeto de derechos y de obligaciones; prestar atención a su familia y contar con su colaboración en el cuidado del mismo¯.

 

|p138 La humanización de la asistencia hospitalaria implica ®que los hospitales estén al servicio del enfermo y no intereses ideológicos, políticos o sindicales; que la técnica sea siempre un medio al servicio efectivo de la persona enferma¯.

 

|p139 La humanización de la asistencia hospitalaria exige cuidar con esmero las buenas relaciones humanas del personal sanitario entre sí, con los órganos directivos del centro y con los enfermos y familiares.

 

|p140 La humanización de la asistencia hospitalaria es una tarea urgente y necesaria a la que estamos llamados y de la que somos responsables todos. El agente de pastoral ha de asumir como función b sica de su misión evangelizadora en el hospital el colaborar en la humanización de la asistencia al enfermo junto a los profesionales sanitarios para que las instituciones estén al servicio de los enfermos, aportando los valores del Reino: la fraternidad, la compasión, el respeto y la ayuda mutua.

 

|p141 El agente de pastoral ha de colaborar en la humanización, desempeñando con humanidad y competencia sus propias funciones: visitar al enfermo y su familia, acercarse y detenerse a su lado, ayudarle a encontrar sentido a su vida respetando sus creencias y su ritmo, ofreciéndole el gesto oportuno y la palabra adecuada que estimula, anima e interpela; celebrar los sacramentos; asesorarles en los problemas éticos, etc,

 

|p142 El agente de pastoral ha de colaborar también en la humanización, estando m s junto a los que m s sufren los efectos de la deshumanización: los enfermos m s necesitados y desasistidos del hospital (moribundos, solos y abandonados, ancianos, disminuidos, familiares, etc.), compartiendo sus limitaciones y su impotencia, ofreciéndoles un trato lleno de amor y de misericordia, creando y promoviendo lazos de solidaridad afectiva y efectiva en torno a ellos.

 

 

|p143 El agente de pastoral ha de colaborar igualmente en la humanización, participando y apoyando las acciones que emprenda la Comisión de Humanización para sensibilizar, estudiar y lograr un trato m s humano al enfermo, familiares y personal sanitario.

 

|p144 Finalmente, el agente de pastoral ha de colaborar en la humanización dando a conocer los derechos y deberes de la persona enferma, respet ndolos, trabajando por que se respeten en el hospital, defendiéndolos, animando y apoyando a los enfermos y familiares para que hagan valer sus derechos y deberes.

 

|C5         Los agentes de la asistencia religiosa en el Hospital

 

|p145 Jesús ha confiado a su Iglesia la misión de asistir y cuidar a los enfermos perpetuando así su mensaje de misericordia. Si la Iglesia no se ocupase de los enfermos, no sería la Iglesia de Jesús, pues le faltaría una de sus notas esenciales.

 

Todos los miembros de la Iglesia participan de su misión, si bien cada uno ha de realizarla en función del carisma recibido y del ministerio que la Iglesia le ha encomendado, pero siempre en corresponsabilidad con todos los dem s para así hacer transparente el verdadero ser de la Iglesia.

 

|p146 El obispo, padre y pastor ®a quien incumbe la obligación de promover y dirigir la pastoral de toda la diócesis, ha de manifestar una atención especial hacia los m s pobres y desamparados¯ (RU 57). Por ello le incumbe la misión de:

 

* Visitar a los enfermos hospitalizados personalmente y no sólo delegando en otros esta obligación.

 

* Enviar a los centros hospitalarios a las personas que estima m s adecuadas para prestar la asistencia religiosa.

 

* Apoyarles y animarles en el desempeño de la misión que les ha confiado, y urgir su formación.

 

* Promover la pastoral sanitaria en la diócesis, creando los  organismos necesarios para ello.

 

|p147 ®El presbítero, con su presencia junto al enfermo, es signo de la presencia de Cristo, no sólo como ministro de los sacramentos, sino también como especial servidor de su paz y de su consuelo¯ (RU 57). Aunque se debe a todos, tiene encomendados a sí de una manera especial a los m s pobres y a los m s débiles... ha de atender con toda solicitud a los enfermos y agonizantes, visit ndolos y confort ndolos en el Señor (PO 6).

 

Como servidor de la palabra, anuncia la verdad del Evangelio aplic ndola a las circunstancias concretas de la vida del hospital. Como servidor de los sacramentos, preside la Eucaristía y celebra la penitencia y la unción de los enfermos (PO 6). Como pastor, enviado por el obispo al hospital, tiene la misión de impulsar la fraternidad cristiana entre todos los que trabajan en el hospital o pasan por él, crear grupo-equipo de pastoral y coordinar sus acciones, siendo vínculo de unidad.

 

 

|p148 Cuidar a los enfermos en nombre de la Iglesia, como testigos de la compasión y ternura del Señor, es el carisma propio de la religiosa cuando est presente y trabaja en el hospital (RU 57).

 

Sirviendo a los enfermos vive su consagración y seguimiento radical de Cristo. Su necesaria capacitación y competencia, su entrega sin reservas al enfermo, su compromiso y lucha en la defensa de los derechos del mismo, etc. son el vehículo para expresar el amor de Jesucristo.

 

La comunidad religiosa presente en el hospital, que vive alegre y libre, unida y abierta a todos, es testigo del amor de Dios entre los hombres y signo de trascendencia en el mismo.

 

|p149 El seglar profesional cristiano, que trabaja en el hospital, participa de la misión de la Iglesia. Tiene en ella una parte propia y absolutamente necesaria: impregnar y perfeccionar el orden temporal con el espíritu evangélico y dar así testimonio de Cristo, especialmente en el ejercicio de las tareas seculares.

 

En el mundo del hospital el seglar cristiano est llamado a servir humana y cristianamente al enfermo mediante la honradez y la competencia, condición que no puede ser suplida por ningún otro celo apostólico (RU 57). Est igualmente llamado a trabajar para que el hospital esté al servicio de la mejor atención al enfermo, a estudiar y profundizar en los graves problemas éticos que se plantean en este campo, a valorar su trabajo como la posibilidad de un gran servicio, a tomar conciencia de estar junto al que sufre como ®enviado¯ del Señor.

 

|p150 Todo seglar bautizado est llamado a ser testigo del amor de Dios en el mundo del hospital. Sintiéndose solidario de los enfermos acude desinteresadamente en su ayuda, aportando su esfuerzo, saber y, sobre todo, su humanidad, amistad y afecto. Puede prestar diversos servicios, complementarios unos, específicos e insustituibles otros: visitar y acompañar al enfermo y su familia, llevar la comunión, colaborar en las actividades de animación hospitalaria, etc.

 

|p151 El que est enfermo, por sus vivencias y ®por sintonizar de manera m s directa con otros enfermos, puede realizar una gran labor pastoral en este campo¯ (RU 57 d), siendo un testigo vivo de Cristo, que sufre, lucha, acepta sus limitaciones, reza, se preocupa, anima y ayuda a otros enfermos, sabe agradecer lo que recibe de los dem s, ayuda a ®revitalizar¯ valores y formas de vida de nuestra sociedad y nos llama a ser realistas, record ndonos que somos limitados y fr giles pero con energías insospechadas.

 

|C6 Espiritualidad del agente de pastoral

 

|p152 tratando de vivir la propia existencia a la luz del Evangelio de Jesús misericordioso, el agente de pastoral fundamenta su actividad en una espiritualidad concreta y profunda. Consciente del riesgo de caer en un activismo falto de vida, que separa ministerio y espiritualidad, encontrar en el centro mismo del servicio prestado a los hermanos, la llamada al silencio, a la contemplación y al encuentro con Dios en la oración.

 

|p153 El agente, por una parte, ha de identificarse progresivamente con Cristo, el buen Samaritano, para poder ser su imagen viva y prolongar hoy su amor perenne a los enfermos con su vida y acción. Por otra parte, reconoce al Señor en los enfermos y sabe que est presente en ellos, por eso les acoge como a Jesús mismo y su ministerio se convierte en un servicio a Cristo.

 

|p154 El ejercicio de su ministerio debe ser la base de todo su crecimiento y maduración espiritual. El amor al prójimo enfermo y a quienes le asisten, exige abnegación, sacrificio y dolorosa autocorrección. De ahí nacen las genuinas actitudes pastorales: estar junto a los otros aún cuando no se encuentre una gratificación inmediata, capacidad creativa de adaptarse a las situaciones cambiantes, sensibilidad para acoger los valores de una cultura diversa, flexibilidad en los comportamientos, etc.

 

|p155 Guiado por el ejemplo y la fuerza de Cristo, va integrando en su propia experiencia aún los aspectos negativos de la vida, como el dolor y el sufrimiento, lo cual le capacita para aproximarse a los enfermos con un corazón acogedor, lleno de comprensión, respeto y amor, y para auxiliar a las personas que est n pasando la prueba del dolor.

 

|p156 Escuchando la Palabra del Señor, el agente de pastoral aprende a leer, desde la fe, la experiencia humana propia y la del enfermo y a descubrir la acción de Dios. De esta forma puede ayudar a cuantos se encuentra en el ministerio a vivir sabiamente, en un camino marcado por la esperanza.

 

|p157 La espiritualidad del agente se expresa también en la celebración de la vida, valorada como don y como compromiso, superando el fatalismo y la desesperación. En la celebración presidida por Cristo es redimida la debilidad humana que encuentra en la enfermedad y en la muerte sus formas m s sublimes, son anunciados los nuevos cielos y la nueva tierra, la nueva realidad de la vida en Cristo que va m s all de la muerte.

 

|p158 En la evaluación del propio ministerio, el agente de pastoral no debe dejarse guiar únicamente por criterios de eficacia y de éxito.

 

Purificando constantemente las propias motivaciones y reconociéndose siervo inútil, intensificar su disponibilidad para promover el Reino de Dios. En los momentos difíciles, en los que se siente desarmado e impotente, reforzar su confianza en el Unico que puede salvarle.

 

|p159 Siguiendo la exhortación de San Pablo: ®El que practica la misericordia h galo con alegría¯ (Rom 12,6), el agente ha de encontrar en las fuentes de la propia espiritualidad la alegría del don gratuito, a ejemplo de Cristo que se ha entregado a los hombres desinteresadamente.

 

|p160 Para alimentar su espiritualidad, el agente de pastoral recurrir a María, Salud de los enfermos, tomando el ejemplo de la Madre de Jesús, su capacidad de servir a los enfermos con cuidado y fidelidad, con disponibilidad y gratuidad, con ternura y compasión.

 

|C7        La organización del servicio de asistencia religiosa

 

|p161 Desde hace siglos se viene prestando en los hospitales la asistencia religiosa a los enfermos. La organización que en otros tiempos quiz no fue necesario, hoy lo es por varios motivos:

 

El centro hospitalario de hoy es una institución en la que priva la organización. La misma complejidad sanitaria la hace necesaria para conseguir mediante una buena planificación, coordinación y funcionamiento los fines asignados al hospital. El servicio de asistencia religiosa no puede ir a su aire, ha de estar plenamente integrado en el organigrama del centro y ha de organizarse programar sus objetivos y actividades como el resto de los servicios.

 

El servicio religioso para ser eficaz en el hospital de hoy necesita especificar bien su finalidad, las actividades que desea prestar y la forma de acceder a ellas. El servicio necesita estructurarse internamente y organizarse eficazmente para desarrollar su función y conseguir que todos los que lo deseen puedan beneficiarse de sus prestaciones. Hoy no es admisible que cada miembro del servicio realice su trabajo como mejor le parezca.

 

Por último, el nuevo marco institucional, creado por el Acuerdo sobre la asistencia religiosa católica en los centros hospitalarios públicos posibilita, favorece, m s aún, exige la organización del servicio, el trabajo programado en equipo con su responsable al frente, y en colaboración con los dem s servicios.

 

|p162 Esta nueva situación comporta, sin duda, un cambio de mentalidad y un proceso de adaptación que van a afectar a los agentes de pastoral, a su rol, a sus funciones y métodos de trabajo. Sin embargo, este proceso facilitar la integración real del servicio y del personal del mismo en el centro hospitalario.

 

|p163 La organización del servicio de asistencia precisa también un espíritu de equipo, una madurez que se manifiesta en la capacidad de pensar la actividad pastoral de manera unitaria, armonizando los proyectos personales y del grupo. Los aspectos técnicos de la organización serían ineficaces si faltara en los miembros del equipo la voluntad de superar el individualismo, la desconfianza en los dem s, el miedo a la revisión y la confrontación.

 

|p164 La organización del servicio necesita la designación de un responsable, la constitución de un equipo, la elaboración de un plan de acción, su integración en el centro y su coordinación con la pastoral de enfermos de la parroquia y de la diócesis.

 

|p165 El responsable del servicio de asistencia religiosa es una persona clave en la organización y funcionamiento del mismo. A él le corresponde desempeñar las siguientes funciones:

 

* Ser interlocutor ante la Gerencia y otros servicios del centro y también ante el obispado.

 

*Promover el plan de acción del servicio.

 

* Organizar el trabajo a realizar y su distribución entre las  personas que forman el equipo.

 

* Impulsarles con su ejemplo y estimularles con su ayuda a realizar el trabajo.

 

* Evaluar y facilitar la formación permanente de los miembros  del equipo y de los colaboradores.

 

|p166 El equipo es el instrumento b sico del servicio de asistencia religiosa en todos los centros, especialmente en los grandes. El equipo no puede ser tan sólo de acción, ha de constituir un espacio de encuentro y comunión, de discernimiento, compromiso y revisión.

 

La formación del equipo es uno de los objetivos que ha de proponerse el servicio de asistencia religiosa. Tiene sus dificultades y requiere un proceso lento. Pero hay que intentarlo con decisión, entusiasmo, realismo y con gran tenacidad no sólo por motivos pr cticos de eficacia pastoral sino también por motivos teológicos de ser y hacer visible a la iglesia en el centro hospitalario.

 

El equipo ha de establecer un calendario de reuniones periódicas. Estas permiten y facilitan a sus miembros conocerse y quererse, compartir las experiencias, evaluar el trabajo realizado y programar las actividades, orar juntos, encontrar el apoyo y el descanso necesarios para continuar la tarea. Las reuniones sirven también para expresar el valor de la colaboración, la fraternidad y el compromiso común en la edificación de la Iglesia.

 

El esfuerzo por conseguir la necesaria unidad del equipo no debe paralizar la creatividad de cada persona.

 

|p167 La programación es un medio necesario hoy para lograr la eficacia del servicio de asistencia religiosa. Para realizarla, el equipo utilizar una metodología racional. Los momentos que caracterizan la programación de la pastoral son esencialmente los siguientes:

 

1§ An lisis de la situación del centro hospitalario en el que trabaja el equipo. Este an lisis tiene como objetivo la identificación de los problemas y necesidades que caracterizan el ambiente del centro hospitalario, desde el punto de vista socio-sanitario y pastoral. Ha de realizarse con la aportación de las ciencias humanas y, sobre todo, de la Escritura y la Teología.

 

2§ Determinación de las prioridades pastorales. La segunda etapa consiste en establecer las prioridades pastorales sobre la base del an lisis de la situación y teniendo en cuenta unos criterios: fidelidad al Evangelio y a la Iglesia, atención a los problemas y necesidades m s importantes.

 

3§ Formulación de objetivos. La tercera etapa se inicia una vez determinadas las prioridades y hechas las opciones pastorales. El objetivo es el resultado que se quiere conseguir; debe ser concreto, preciso, realizable, flexible y evaluable. Los objetivos que se formulen pueden ser uno o varios según los recursos humanos disponibles.

 

4§ Plan de acción. La consecución de los objetivos es posible a través de la elaboración de un plan de acción que comprende:

 

 

* identificar los factores positivos y negativos para la consecución del objetivo;

 

* determinar las acciones a llevar a cabo;

 

* concretar los medios que se van a utilizar;

 

* precisar las etapas y el calendario;

 

* designar los responsables;

 

* evaluar la marcha y los resultados.

 

|p168 La evaluación o control del plan de acción reviste una especial importancia, ya que permite volver, con sentido crítico, sobre la tarea desarrollada para analizar hasta dónde se han logrado los objetivos e introducir los ajustes necesarios. Durante el proceso de la evaluación se buscan las causas de los posibles fallos, se reformulan los objetivos y se establecen otros nuevos. El discernimiento que se lleva a cabo durante la evaluación ha de guiarse por la Palabra de Dios, que reclama las exigencias fundamentales de la promoción del Reino.

 

|p169 El servicio de asistencia religiosa ha de realizar la programación de sus objetivos y de su plan de acción anualmente. Sin embargo, ser muy conveniente el realizarla también a medio plazo, es decir, cada trienio.

 

|p170 El servicio de asistencia religiosa ha de coordinar la actividad de todos los agentes de pastoral que trabajan en el centro para que ninguna de las necesidades de los enfermos quede desatendida y a todos llegue la ayuda y el consuelo. Y esto no sólo por razón de una buena organización sino porque como creyentes forman una comunidad cristiana (RU 58).

 

|p171 El servicio de asistencia religiosa. al ser un servicio del centro hospitalario, ha de estar plenamente integrado en el organigrama y en la vida del mismo.

 

Jurídicamente est vinculado a la Gerencia del centro y, por ello, ha de estar en contacto para lograr la necesaria coordinación de sus actividades con las del resto de los servicios hospitalarios.

 

Para desarrollar sus funciones, ha de mantener una relación con los dem s servicios del centro, especialmente con los de Información Enfermería y Asistencia Social, con el fin de ofrecerles su colaboración y recibir de ellos su valiosa ayuda, sobre todo en lo que hace referencia a las oportunas informaciones acerca de los pacientes.

 

Participar , si es posible y provechoso, en la Comisión de Humanización y en el Comité de Etica.

 

|p172 El servicio de asistencia religiosa, para ser eficaz y útil, ha de dar a conocer su existencia, actividades y prestaciones mediante una buena información a la Gerencia, los servicios y el personal del centro, a los enfermos y sus familias. Se servir para ello de los folletos informativos propios del hospital, de hojas informativas propias, de memorias e informes, etc.

 

|p173 La relación del servicio de asistencia religiosa con las parroquias es cada vez m s frecuente. Obedece a una mayor conciencia por parte de ambos de su necesidad. Los enfermos hospitalizados proceden de la parroquia y una vez curados vuelven a ella. En ella permanecen las familias mientras el enfermo est en el hospital. Ha de procurarse, pues, el contacto y la ayuda mutuas.

 

El servicio de asistencia religiosa puede ofrecer a la parroquia información sobre sus enfermos, entrada en el centro para visitarles, colaboración en la promoción de la pastoral de la salud, animación de la formación de sus agentes de pastoral, etc.

 

La parroquia, a su vez, puede ofrecer al servicio información sobre sus enfermos, colaboración del voluntariado parroquial en las actividades pastorales del centro, etc.

 

|p174 Cada vez, también, se ve m s conveniente la relación y la colaboración entre los agentes de pastoral que trabajan en los servicios de asistencia religiosa de los hospitales de una ciudad, de una diócesis o, incluso, de diócesis diversas. Los organismos de pastoral sanitaria han de promover encuentros, ya que son un medio excelente para apoyarse, estimularse y enriquecerse mutuamente en el desempeño de su misión.

 

|p175 La organización del servicio de asistencia religiosa est , de momento, inici ndose en los centros hospitalarios. Convencidos de su necesidad, los organismos diocesanos, interdiocesanos y nacionales de pastoral sanitaria han de promover y ofrecer iniciativas, experiencias e instrumentos idóneos que motiven, animen y ayuden a los miembros de los servicios religiosos a organizar y programar su actividad pastoral de los centros.

 

|C8         La formación específica y permanente de los agentes de pastoral

 

|p176 El agente de pastoral necesita, para llevar a cabo su misión en un medio tan singular y complejo como el hospitalario, una formación específica y permanente. No basta la buena voluntad. La formación no es un lujo que algunos pueden permitirse, es una condición indispensable para afrontar hoy las situaciones que se plantean en el hospital y prestar eficazmente un servicio.

 

|p177 Bastantes de los agentes de pastoral que trabajan en los servicios de asistencia religiosa no han recibido una preparación específica. Algunos la suplieron mediante el estudio personal el aprovechamiento de otros medios formativos a su alcance, tales como encuentros, convivencias, cursillos, etc. Otros se han limitado a aprender de la experiencia manifestando desinterés por una puesta al día o por una formación permanente.

 

La exigencia, pues, de una formación específica y permanente para quienes trabajan o van a trabajar en este campo pastoral se hace cada día m s viva y necesaria.

 

|p178 La formación del agente de pastoral tiene como finalidad no el conferirle un rol sino el ayudarle a crecer y madurar humana y cristianamente, a configurar la propia identidad, a capacitarse y perfeccionarse para desempeñar eficazmente su misión.

 

|p179 La formación del agente de pastoral ha de privilegiar el crecimiento de actitudes personales maduras, ya que el amor de Dios se comunica especialmente a través del testimonio y del talante de la propia vida.

 

Entre las cualidades humanas que el agente de pastoral ha de cultivar mediante la formación est n: el respeto profundo al otro, la disponibilidad, la comprensión, la conciencia de sus dones y de sus limitaciones, la capacidad de establecer una relación de persona a persona, la flexibilidad, la discreción, la disposición para la colaboración y el trabajo en equipo...

 

|p180 La formación ha de ayudar al ®servidor del enfermo¯ a conocer en profundidad el mundo interior del enfermo sus vivencias, comportamientos y necesidades de todo tipo, especialmente las espirituales.

 

|p181 Ha de capacitarle para la relación pastoral de ayuda; para saber discernir con el enfermo la presencia del Señor que actúa en toda situación humana; y para poder iluminar, desde una relectura vital de las fuentes bíblicas y de los temas teológicos, los interrogantes que se plantea cada enfermo.

 

|p182 Ha de preparar al agente de pastoral para el di logo profundo con la cultura del mundo de la salud. ®En él se plantean delicados y graves problemas de naturaleza ética, en los cuales la Iglesia y los cristianos deben intervenir decididamente con valentía y clarividencia para salvaguardar valores y derechos esenciales vinculados con la dignidad y el destino supremo de la persona humana¯ (Dol, Hom. 5).

 

|p183 La formación ha de ser activa, implicativa y participada. No puede consistir en una mera instrucción teórica. Ha de ser, por otra parte, gradual y personalizada.

 

La formación ha de partir de la vida. El agente ha de ir modificando su mirada, su juicio y sus actitudes a la luz del Evangelio y desde el contacto con el enfermo.

 

Ha de cultivarse mediante el estudio, la reflexión personal y la participación en reuniones, jornadas, encuentros y cursos de formación para agentes de pastoral sanitaria.

 

|p184 Los diferentes organismos de Iglesia al servicio de los agentes de pastoral sanitaria est n llamados a promover la formación de éstos por todos los medios a su alcance; introducción de la pastoral sanitaria en los planes de estudios de los Seminarios, Facultades de Teología, Institutos de Pastoral; organización de cursos de iniciación y formación continuada; difusión de materiales de formación; fomento de encuentros y jornadas de estudios; etc.

 

|CApend-1         APENDICE I

|p1

ACUERDO ASISTENCIA RELIGIOSA CATOLICA EN LOS CENTROS HOSPITALARIOS PUBLICOS, FIRMADO POR LOS MINISTROS DE JUSTICIA Y DE SANIDAD Y CONSUMO Y EL PRESIDENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPA¥OLA, EL DIA 24 DE JULIO DE 1985. Publicado en B.O.E. de 21 de Diciembre de 1985.

 

ACUERDO SOBRE LA ASISTENCIA RELIGIOSA CATOLICA EN CENTROS HOSPITALARIOS PUBLICOS

 

En el marco jurídico de la Constitución, que garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades y en cumplimiento de lo convenido en el artículo IV, 2 del acuerdo entre el Estado Español y la Santa Sede sobre Asuntos Jurídicos de 3 de enero de 1979, los señores Ministros de Justicia y de Sanidad y Consumo y el Señor Presidente de la Conferencia Episcopal Española, debidamente autorizado por la Santa Sede, han concluido el siguiente Acuerdo:

 

Artículo 1§. El Estado garantiza el ejercicio del derecho a la asistencia religiosa de los católicos internados en los centros hospitalarios del sector público (INSALUD, AISNA, Comunidades Autónomas, Diputaciones, Ayuntamientos y Fundaciones Públicas)

 

La asistencia religiosa católica se prestar en todo caso con el debido respeto a la libertad religiosa y de conciencia y su contenido ser conforme con lo dispuesto en el artículo 2 de la Ley org nica 7/1980 de 5 de julio, sobre Libertad Religiosa.

 

La asistencia religiosa católica en los Hospitales militares y penitenciarios queda igualmente garantizada y se regir por sus normas específicas.

 

Art. 2§. Con esta finalidad, en cada centro hospitalario de los mencionados en el artículo precedente existir un servicio y organización para prestar la asistencia religiosa católica y atención pastoral a los pacientes católicos del centro. Este servicio estar también abierto a los dem s pacientes que libre y espont neamente, lo soliciten.

 

Igualmente, podr n beneficiarse de este servicio u organización los familiares de los pacientes y el personal católico del centro que lo deseen, siempre que las necesidades del servicio hospitalario lo permitan.

 

Para la mejor integración en el hospital del servicio de asistencia religiosa católica, éste quedar vinculado a la Gerencia o Dirección General del mismo.

 

Art. 3§. El servicio de asistencia religiosa católica a que se refiere este Acuerdo dispondr de los locales adecuados, tales como capilla, despacho y lugar para residir o en su caso pernoctar, y de los recursos necesarios para su prestación.

 

Art. 4§. Los capellanes o personas idóneas para prestar la asistencia religiosa católica ser n designados por el Ordinario del lugar, correspondiendo su nombramiento a la Institución titular del centro hospitalario, previo cumplimiento de los requisitos legales y reglamentarios aplicables, según la relación jurídica en que se encuentre el capell n.

 

Los capellanes cesar n en sus funciones por retirada de la misión canónica o por decisión de la Institución titular del centro hospitalario, de acuerdo con las normas de régimen interno del mismo. En todo caso, antes de proceder al cese, este deber ser comunicado al Director del centro hospitalario o al Ordinario del lugar, según proceda.

 

También cesar n los capellanes por propia renuncia, por rescisión del contrato laboral, o como consecuencia de expediente disciplinario en su caso.

 

Cuando, en razón de las necesidades del centro hospitalario, esta asistencia religiosa deba estar a cargo de varios capellanes, el Ordinario del lugar designar entre ellos al responsable de la misma.

 

Art. 5§. Las personas que presten el servicio de asistencia religiosa católica desarrollar n su actividad en coordinación con los dem s servicios del centro hospitalario. Tanto éstos como la Dirección o Gerencia les facilitar n los medios y la colaboración necesarios para el desempeño de su misión, y en especial, las informaciones oportunas sobre los pacientes.

 

Art. 6§. Corresponder al Estado, a través de la correspondiente dotación presupuestaria, la financiación del servicio de asistencia religiosa católica. El Estado transferir las cantidades precisas a la Administración sanitaria competente.

 

Art. 7. Para establecer la necesaria relación jurídica con el personal del servicio de asistencia religiosa católica, las distintas Administraciones públicas competentes en la gestión de centros hospitalarios podr n optar, bien por la celebración de un contrato laboral con dicho personal, bien con la celebración de un oportuno Convenio con el Ordinario del lugar, todo ello de conformidad con las condiciones establecidas en el presente Acuerdo.

 

Los capellanes tendr n los derechos y obligaciones que se deduzcan de la relación Jurídica existente, en las mismas condiciones que el resto del personal de los respectivos centros hospitalarios.

 

En caso de celebrarse oportuno Convenio con el Ordinario del lugar, el personal religioso ser afiliado al Régimen Especial de la Seguridad Social del Clero.

 

Art. 8§. La apertura y el cierre de centros hospitalarios del sector público llevar consigo el establecimiento o la supresión, en su caso, del servicio de asistencia religiosa católica con el personal, recursos y locales correspondientes.

 

Art. 9§. Dentro del marco establecido por el presente Acuerdo, las Instituciones titulares de los diversos centros hospitalarios podr n concertar con las Autoridades eclesi sticas católicas competentes, la forma y los términos de una regulación detallada de la asistencia religiosa católica.

 

En todo caso, las disposiciones del presente Acuerdo, ser n recogidas en los Reglamentos y normas de régimen interno de todos los centros hospitalarios del sector público.

 

|p2         DISPOSICION TRANSITORIA

 

Se respetar n las situaciones y los derechos adquiridos de los actuales capellanes de los centros hospitalarios del sector público a lo que se refiere el artículo 1§. En todo caso, y en cualquier momento, estos capellanes podr n acogerse a la presente regulación.

 

|p3         DISPOSICION FINAL

 

El presente Acuerdo entrar en vigor el día 1 de enero de 1986.

 

|p4         ANEJO I

 

El número mínimo de capellanes encargados de prestar la asistencia religiosa católica en cada centro hospitalario público guardar relación con el tamaño del mismo, según los siguientes criterios:

 

Hasta 100 camas: Un capell n a tiempo parcial.

 

De 100 a 250 camas: Un capell n a tiempo pleno y un capell n a tiempo parcial.

 

De 250 a 500 camas: Dos capellanes a tiempo pleno y un capell n a tiempo parcial.

 

De 500 a 800 camas: Tres capellanes a tiempo pleno.

 

M s de 800 camas: De tres a cinco capellanes a tiempo pleno.

 

|p5         ANEJO II

 

Para la retribución de los capellanes de los centros hospitalarios públicos encargado de prestar la asistencia religiosa católica, se fija por parte de la Administración Pública la cantidad de l.190.000 pesetas anuales, distribuidas en 14 pagas o mensualidades de 85.000 pesetas. Dicha retribución se actualizar anualmente de acuerdo con los índices de subida salarial de los empleados de dichos centros hospitalarios.

 

|p6         ANEJO III

 

No obstante lo dispuesto en el artículo 6§, la obligación financiera relativa al servicio de asistencia religiosa católica seguir , correspondiendo a las entidades que sean actualmente titulares de los centros hospitalarios públicos. En los centros hospitalarios que sean creados en el futuro por las Comunidades Autónomas, Diputaciones, Ayuntamientos y Fundaciones Públicas, la financiación del servicio de asistencia religiosa católica corresponder a las Entidades fundadoras.

 

|CApend-2         APENDICE 2

|p1

CONVENIO ENTRE EL INSTITUTO NACIONAL DE LA SALUD Y LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPA¥OLA, PARA LA APLICACION DEL ACUERDO SOBRE ASISTENCIA RELIGIOSA CATOLICA EN LOS CENTROS HOSPITALARIOS PUBLICOS DE 24 DE JULIO DE 1985.

 

En aplicación del Acuerdo sobre asistencia religiosa católica en centros hospitalarios púbicos, firmado por los Ministros de Justicia y de Sanidad y Consumo, y el Presidente de la Conferencia Episcopal Española, el día 24 de julio de 1985, y publicado en el B.O.E. el 21 de Diciembre de 1985, el Director General del Instituto Nacional de la Salud, y el Presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral, en representación de la Conferencia Episcopal Española, han concluido el siguiente Convenio sobre la asistencia religiosa católica en los centros hospitalarios del Instituto Nacional de Salud.

 

ARTICULO 1§: El instituto Nacional de la Salud har efectivo el derecho, garantizado por el Estado, a la asistencia religiosa católica de los católicos internados en sus centros, de acuerdo con las normas contenidas en el presente Convenio.

 

ARTICULO 2§: La asistencia religiosa católica se prestar en todo caso con el debido respeto a la libertad religiosa y de conciencia, y su contenido ser conforme con lo dispuesto en el artículo 2 de la Ley Org nica 7/1980, de 5 de Julio, sobre Libertad Religiosa.

 

La asistencia religiosa católica y la atención pastoral comprender n, entre otras, las siguientes actividades:

 

- Visita a los enfermos.

 

- Celebración de los actos de culto y administración de sacramentos.

 

- Asesoramiento en las cuestiones religiosas y morales.

 

- Colaboración en la humanización de la asistencia hospitalaria.

 

ARTICULO 3§: Con esta finalidad, en cada centro hospitalario del Instituto Nacional de la Salud existir un servicio y organización para prestar la asistencia religiosa católica y atención pastoral a los pacientes católicos del centro. Este servicio estar también abierto a los dem s pacientes que libre y espont neamente lo soliciten.

 

Igualmente podr n beneficiarse de este servicio u organización, los familiares de los pacientes y el personal católico del centro que lo desee, siempre que las necesidades del servicio hospitalario lo permitan.

 

Para la mejor integración en el hospital del servicio de asistencia religiosa católica, éste quedar vinculado a la Gerencia del mismo.

 

ARTICULO 4§: Los capellanes o personas idóneas para prestar la asistencia religiosa católica, ser n designados por el Ordinario del lugar, y nombrados por el Director Provincial del Instituto Nacional de la Salud.

 

Cuando la asistencia religiosa católica del centro esté a cargo de varios capellanes o personas idóneas, el Ordinario del lugar designar entre ellos al responsable de la misma.

 

Los capellanes o personas idóneas cesar n en el ejercicio de sus funciones por decisión del Ordinario del lugar, oído previamente el Director Provincial del Instituto Nacional de la Salud. En caso de faltas graves a la disciplina del centro, el Director Provincial del Instituto Nacional de la Salud, oído previamente el Ordinario de lugar, podr determinar el cese del capell n o persona idónea.

 

ARTICULO 5§: Los capellanes o personas idóneas tendr n los derechos y obligaciones con el resto del personal hospitalario. En particular, tendr n derecho al descanso semanal, y a un mes de vacaciones anuales.

 

Para su necesaria formación permanente, la Gerencia del centro podr conceder permiso a los capellanes o personas idóneas que lo soliciten y facilitar su asistencia a cursillos, congresos y reuniones de perfeccionamiento técnico pastoral, en igualdad de condiciones con el resto del personal del centro.

 

ARTICULO 6§: Las personas que presenten el servicio de asistencia religiosa católica, desarrollar n su actividad en coordinación con los dem s servicios del centro hospitalario. Tanto éstos como la Gerencia, les facilitar n los medios y colaboración necesarios para el desempeño de su misión, y, en especial, las informaciones oportunas sobre los pacientes. El personal del centro procurar comunicar al capell n o al servicio religioso, el deseo del paciente, manifestado por sí mismo o por sus familiares, de recibir asistencia religiosa.

 

ARTICULO 7§: En cumplimiento de lo establecido en el Anexo Y del Acuerdo sobre asistencia religiosa católica en los centros hospitalarios públicos, del 24 de Julio de 1985, el número de capellanes o personas idóneas ser el que se consigna en el Anexo Y del presente Convenio.

 

 

La modificación y el cierre de los centros hospitalarios del Instituto Nacional de la Salud, llevar consigo el establecimiento o la supresión, en su caso, del servicio de asistencia religiosa católica, con el personal, recursos y locales adecuados.

 

ARTICULO 8§: De acuerdo con lo establecido en el Anexo II del Acuerdo sobre asistencia religiosa católica en los centros hospitalarios públicos, del 24 de Julio de 1985, el Instituto Nacional de la Salud retribuir a los capellanes o personas idóneas en la forma en que se determina en el Anexo II del presente Convenio.

 

Los capellanes o personas idóneas del servicio de asistencia religiosa católica, ser n afiliados al Régimen de la Seguridad Social del Clero, en las condiciones establecidas en el Real Decreto 2398/1977, de 27 de Julio, asumiendo el Instituto Nacional de la Salud el pago de la cantidad correspondiente a la cuota establecida en dicho Régimen a cargo de la diócesis.

 

ARTICULO 9§: El servicio de asistencia religiosa católica dispondr de capilla para la oración de los fieles y la celebración del culto. Se procurar en todo caso, que esté en lugar idóneo y de f cil acceso para los enfermos. Su número y tamaño estar en función de la estructura del complejo hospitalario y de las necesidades religiosas del mismo.

 

El servicio religiosos dispondr de despacho, a ser posible cercano a la capilla, para recibir visitas y guardar archivos, así como de local adecuado para que los capellanes que integran el servicio puedan residir, o en su caso, pernoctar.

 

El servicio religioso dispondr de los recursos materiales necesarios para el ejercicio de sus funciones. Con este fin elaborar anualmente un proyecto de presupuesto, que someter a la aprobación de la Gerencia. El presupuesto del Centro hospitalario incluir los gastos de adquisición, mantenimiento y renovación del equipamiento necesario para el funcionamiento del servicio, así como los que se estimen necesarios para llevar a la pr ctica la asistencia religiosa y atención pastoral programada y aprobada para el año.

 

ARTICULO 10§: Las disposiciones del presente Convenio, ser n recogidas o incorporadas como anexo en los Reglamentos y normas de régimen interno de todos los centros hospitalarios del Instituto Nacional de la Salud.

 

ARTICULO 11§: Para la aplicación y seguimiento del presente Convenio, se constituir una Comisión mixta paritaria, compuesta por representantes del Instituto Nacional de la Salud y de la Comisión Episcopal de Pastoral, que se reunir al menos una vez al año y siempre que lo solicite alguna de las partes.

 

DISPOSICION TRANSITORIA: Se respetar n las situaciones y los derechos adquiridos de los actuales capellanes de los centros hospitalarios del Instituto Nacional de la Salud. En todo caso y en cualquier momento estos capellanes podr n acogerse a la presente regulación.

 

DISPOSICION FINAL: Las disposiciones del presente Convenio surtir n efecto desde 1 de Enero de 1986.

 

Madrid, 23 de Abril de 1986