ALGUNAS IDEAS SOBRE LA RELACIÓN DE PAREJA

Dra. Mary Ann Martínez

 

¿A quién se le ocurrió?

Algunos piensan que el concepto “familia” es una invención de la sociedad; que los seres humanos inventamos la familia. Nos estamos dando un crédito que no nos corresponde. La idea de la familia nace de la misma mente de Dios; se le ocurrió a nuestro Creador.  En el principio Dios creó una pareja para que se desarrollara en una familia; Dios no creó un sistema político, ni educativo, ni siquiera un sistema religioso o una iglesia.  Creó un sistema familiar compuesto de una pareja.  ¿Qué quiere decir esto?  Que si tenemos alguna dificultad con el producto, debemos ir al manufacturero.  Nada mejor, para construir una relación de pareja saludable, que relacionarnos con Aquél que concibió en su corazón la idea original.

Involucra a Dios

            La relación de pareja es difícil; decir lo contrario sería mentir. Después que pasa la etapa temprana de la relación (donde estamos más dispuestos a tolerar a nuestra pareja; cuando el “cuchi-cuchi”, “bebé”, “mamita” y “mi amorcito” están a flor de labios; y hasta sus defectos se ven “tan lindos”), el hombre o la mujer de tus sueños se puede convertir en el tema central de tus pesadillas.  La convivencia entre dos personas es complicada y cuando parece que ya se superaron grandes diferencias, ¡aparecen otras!  ¿Qué podemos hacer?  ¿Cuál es la respuesta?  ¿Cómo lo logramos?  JESUCRISTO.  Involucra a Dios en tu relación de pareja.  Claro, hay muchas parejas que viven sin Dios y tienen relativamente “buenos” matrimonios.  Pero, ¿por qué conformarse con lo “bueno” si puedes tener lo “mejor”?  Dios es lo mejor. 

No olvides a tu pareja

            Tu pareja estaba ahí antes de que llegaran los hijos.  Algunas parejas prácticamente terminan su relación con el inicio de la paternidad o la maternidad.  Muchas colocan su relación de pareja en “pausa” o “hold” mientras están criando a sus hijos.  ¡Grave error!  La relación con tu esposo o esposa (después de tu relación con Dios) es la relación más importante que puedas tener.  Es una relación que tiene unas características únicas que la hace tener prioridad sobre cualquier otra relación (sí, aún sobre la relación con los hijos).  Veamos 3 de estas características:

  1. La relación de pareja es voluntaria.  Nadie debería permanecer en un matrimonio si no quiere hacerlo.  Por eso es una relación frágil que debe cuidarse y cultivarse a diario, a cada momento.  Un hijo, una hermana o un padre siempre será nuestro familiar sin importar cuán lejos se encuentre de nosotros o cuán enojados podamos estar con ellos.  El hecho de que te pelees con tu hermana o con un hijo no hace que deje de ser tu hermana o tu hijo; es un lazo que no escoges y del que no puedes desligarte, aunque quieras.  No es así con tu pareja.  Estoy junto a mi esposo porque lo amo y quiero estar junto a él.  Por otro lado, no puedo dar por sentado (ni se me ocurriría pensar) que mi pareja está conmigo porque tiene que estarlo.  ¡Esto es voluntario!  Como pareja, hay que procurar que la relación valga la pena, tanto como para querer estar en ella.

  2. La intimidad es única. En la relación de pareja compartes una intimidad que no compartes con ninguna otra persona; no únicamente la intimidad física, sino la emocional y espiritual.  Es lo que debe diferenciar la relación de pareja de cualquier otra relación.  Si tienes una pareja y compartes un grado de intimidad mayor con cualquier otra persona de afuera (madre, padre, amigos, hijos, compañeros de trabajo) algo está fuera de lugar en la relación.  Es momento de buscar ayuda.  La idea de Dios es que el matrimonio disfrute de una intimidad tal que distinga esa relación de cualquier otra relación que la persona pueda tener.  La Biblia dice que ambos se convierten en uno.  Esto es mucho más que una frase romántica. 

  3. Es la relación más duradera.  “Hasta que la muerte los separe.”  Esta frase no debe ser tomada como una sentencia; se espera que sea una intención.  En ocasiones se pueden enfrentar muchísimas circunstancias que impiden que la pareja permanezca unida hasta la muerte.  La realidad es que hay situaciones particulares en donde la separación es la alternativa más saludable; especialmente en los casos en donde se trata de perder el matrimonio o perder la vida.  Sin embargo, la intención de Dios es que el hombre y la mujer se integren y complementen en un lazo de intimidad física, emocional y espiritual, con un nudo lo suficientemente fuerte como para resistir el paso del tiempo y los golpes de la vida, sin soltarse.  Es algo que se hizo para que durara.  Esto también hace a la relación de pareja especial:  si vives lo suficiente, pasarás más años de tu vida junto a tu pareja que los años que pasaste viviendo con tus padres. 

¿No crees que vale la pena que inviertas en una relación así?

            Sólo puedes cosechar en donde sembraste, y lo que sembraste.  Una relación de pareja saludable no se da de manera natural.  Requiere cuidados, inversión, atención y dedicación.  Dios no creó el matrimonio como una herramienta de castigo para el ser humano, en donde las cosas “se soportan” o donde “se hace lo que se puede”.  Dios no quiere que vivas cada día luchando con la tentación de agarrar por el cuello a tu pareja o de abrir la boca y decirle dos o tres cosas que crees que merece escuchar.  Es cierto que durante la relación pueden haber algunas lágrimas.  Pero esas deben ser las excepciones. 

            La intención de Dios es que el ser humano no esté solo.  Que tenga la oportunidad de dar y recibir amor.  Que construya una relación de pareja lo suficientemente fuerte como para que ambos se puedan apoyar uno en el otro;  para compartir tristezas, alegrías y sueños.

            Invierte en tu relación de pareja y dale la prioridad que requiere.  ¡Los resultados son fabulosos!