Mara de Jess de greda. La Mstica Ciudad de Dios

Breve Biografa

mater_misericordiaeSi desea acceder a la version completa del libro Ciudad Mistica de Dios ingrese a la pgina Mariana del Padre Antonio Canuto Trimakas (al pie de la pagina, seccion DOCUMENTOS)

Sor Mara de Jess de greda naci el dos de abril de 1602 en greda (Soria) y muri en el mismo lugar el 24 de mayo de 1665.

La Venerable (como es llamada en Soria) se llamaba en realidad Mara Coronel y Arana y era hija de una noble familia agredea Francisco Coronel y Catalina Arana.

Pronto alcanz notoriedad por su santidad, su inteligencia y misticismo. Sufra verdaderas “muertes msticas” que la hacan permanecer durante varias horas inmvil e insensible, para seguidamente alcanzar el xtasis que generalmente iba acompaado de arrobamientos y levitacin. Se elevaba con la cara enardecida y adquiriendo una extrema levedad. Si lo anterior causa inters, lo siguiente, cuanto menos, causa asombro. Cuenta la leyenda que tena la Venerable el don de la bilocacin (tal como el Padre Pio de Pietrelcina). De tal modo, fue vista por los indios xumanas de la Baja California. Existe una crnica narrada por un franciscano que se encontraba all, fray Alonso de Benavides, que cuenta, la vio predicando a los indios, con un vestido azul, es por ello que se la sigue llamando la Dama Azul. Ella misma explic que quiz Dios puso en su lugar un ngel para hacer realidad su sueo de ser misionera:

“Exteriormente, tampoco puedo percibir cmo iba, o si era llevada, porque como estaba con las suspensiones o xtasis, no era; aunque alguna vez me parece que vea el mundo, en unas partes ser de noche y en otras de da, en unas serenidad y en otras llover, y el mar y su hermosura; pero todo pudo ser mostrndomelo el Seor; y cmo su luz e inteligencia es tan fecunda, presta y clara, pudo mostrrmelo, y conocerlo todo claro. En una ocasin me parece, di a aquellos indios unos rosarios; yo los tena conmigo y se los repart, y los rosarios no los vi ms. El modo a que yo ms me arrimo que ms cierto me parece, fue aparecerse un ngel all en mi figura, y predicarlos, y catequizarlos, y mostrarme ac a m el Seor lo que pasaba para el efecto de la oracin, porque el verme a m all los indios fue cierto”. Era el ao 1622 y tena 20 aos.

Estos fenmenos motivaron las sospechas del santo Oficio que inici un proceso de investigacin para dilucidar sus actividades. Sali absuelta y ello foment an ms su fama, tanto, que hizo que el rey Felipe IV fuera a conocerla. Fue tal la impresin que caus al monarca que ste le visit varias veces e iniciaron una relacin epistolar que dur hasta su muerte. Su proceso de beatificacin iniciado por el Papa Clemente X, en 1765, (fue l quin la declar Venerable) est en suspenso.

Su obra ms importante es Mstica Ciudad de Dios. Fue un libro muy popular, y segn la Venerable, fue dictado por la Virgen Mara. Fue escrito dos veces, la primera versin fue quemada por la propia autora a causa de la imposicin de un religioso anciano que era decididamente contrario a que las mujeres escribieran sobre temas teolgicos, y la segunda versin fue publicada tras su muerte. Con un estilo infantil y barroco, pero con graciosa frescura nos va relatando la vida de la Virgen bajo los ocultos misterios de Dios.

Sor Mara Jess de greda es autora de las siguientes obras: Mstica Ciudad de Dios, Cartas a Felipe IV, Vida de la Virgen, Escala para subir a la perfeccin, Ejercicio cotidiano, Ejercicios espirituales y Leyes de la esposa.

 

Fragmentos de la obra Mstica Ciudad de Dios,
de Sor Mara de Jess de greda

Sor Maria Jesus de AgredaVisiones y revelaciones relacionadas con el Nacimiento de Nuestro Seor Jesucristo

451. Volvi la gran Reina del cielo con la respuesta a San Jos y le declar la Voluntad del Altsimo de que le obedeciese y acompaase en su jornada a Beln. Con que el santo esposo qued lleno de nuevo jbilo y consuelo, y reconociendo este gran favor de la mano del Seor, le dio gracias con profundos actos de humildad y reverencia, y hablando a su divina esposa, la dijo: Seora ma, y causa de mi alegra, de mi felicidad y dicha, slo me resta dolerme en este viaje de los trabajos que en l habis de padecer, por no tener caudal para vencerlos y llevaros con la comodidad que yo quisiera preveniros para la peregrinacin. Pero deudos y conocidos y amigos hallaremos en Beln de nuestra familia, que yo espero nos recibirn con caridad, y all descansaris de la molestia del camino, si lo dispone el Altsimo, como yo vuestro siervo lo deseo.

Era verdad que el santo esposo Jos lo prevena as con su afecto, mas el Seor tena dispuesto lo que l entonces ignoraba; y porque se le frustraron sus deseos sinti despus mayor amargura y dolor, como se ver. No declar Mara santsima a San Jos lo que en el Seor tena previsto del misterio de su divino parto, aunque saba no sucedera lo que l pensaba, pero antes bien animndole, le dijo: Esposo y seor mo, yo voy con mucho gusto en vuestra compaa y haremos la jornada como pobres en el nombre del Altsimo, pues no desprecia Su Alteza la misma pobreza, que viene a buscar con tanto amor. Y supuesto ser su proteccin y amparo con nosotros en la necesidad y en el trabajo, pongamos en ella nuestra confianza. Y vos, seor mo, poned por su cuenta todos vuestros cuidados.

452. Determinaron luego el da de su partida, y el santo esposo con diligencia sali por Nazaret a buscar alguna bestezuela en que llevar a la Seora del mundo; y no fcilmente pudo hallarla, por la mucha gente que sala a diferentes ciudades a cumplir con el mismo edicto del emperador. Pero despus de muchas diligencias y penoso cuidado hall San Jos un jumentillo humilde, que si pudiramos llamarle dichoso, lo haba sido entre todos los animales irracionales, pues no slo llev a la Reina de todo lo criado, y en ella al Rey y Seor de los reyes y seores, pero despus se hall en el nacimiento del nio (Is 1, 3) y dio a su Criador el obsequio que los hombres le negaron, como adelante se dir (Cf. infra n. 485). Previnieron lo necesario para el viaje, que fue jornada de cinco das; y era la recmara de los divinos caminantes con el mismo aparato que llevaron en la primera peregrinacin que hicieron a casa de San Zacaras, como arriba se dijo, libro ni, captulo 15, nmero 196, porque slo llevaban pan y fruta y algunos peces, que era el ordinario manjar y regalo de que usaban. Y como la prudentsima Virgen tena luz de que tardara mucho tiempo en volver a su casa, no slo llev consigo las mantillas y fajos prevenidos para su divino parto, pero dispuso las cosas con disimulacin, de manera que todas estuviesen al intento de los fines del Seor y sucesos que esperaba; y dejaron encargada su casa a quien cuidase de ella mientras volvan.

453. Lleg el da y hora de partir para Beln, y como el fidelsimo y dichoso San Jos trataba ya con nueva y suma reverencia a su soberana esposa, andaba como vigilante y cuidadoso siervo inquiriendo y procurando en qu darla gusto y servirla, y la pidi con grande afecto le advirtiese de todo lo que deseaba y que l ignorase para su agrado, descanso y alivio, y dar beneplcito al Seor que llevaba en su virginal vientre. Agradeci la humilde Reina estos afectos santos de su esposo, y remitindolos a la gloria y obsequio de su Hijo santsimo, le consol y anim para el trabajo del camino, con asegurarle de nuevo el agrado que tena Su Majestad de todos sus cuidados, y que recibiesen con igualdad y alegra del corazn las penalidades que como pobres se les seguiran en la jornada. Y para darle principio se hinc de rodillas la Emperatriz de las alturas y pidi a San Jos le diese su bendicin. Y aunque el varn de Dios se encogi mucho y dificult el hacerlo por la dignidad de su esposa, pero ella venci en humildad y le oblig a que se la diese.

Hzolo San Jos con gran temor y reverencia, y luego con abundantes lgrimas se postr en tierra y la pidi le ofreciese de nuevo a su Hijo santsimo y le alcanzase perdn y su divina gracia. Con esta preparacin partieron de Nazaret a Beln, en medio del invierno, que haca el viaje ms penoso y desacomodado. Pero la Madre de la vida, que la llevaba en su vientre, slo atenda a sus divinos efectos y recprocos coloquios, mirndole siempre en su tlamo virginal, imitndole en sus obras y dndole mayor agrado y gloria que todo el resto de las criaturas juntas.


Doctrina que me dio la Reina santsima Mara

Santa María Virgen Reina454. Hija ma, todo el discurso de mi vida y en cada uno de los captulos y misterios que vas escribiendo conocers la divina y admirable providencia del Altsimo y su paternal amor para conmigo, su humilde sierva. Y aunque la capacidad humana no puede dignamente penetrar y ponderar estas obras admirables y de tan alta sabidura, pero debe venerarlas con todas sus fuerzas y disponerse para mi imitacin y para la participacin de los favores que el Seor me hizo. Porque no han de imaginar los mortales que slo en m y para m se quiso mostrar Dios santo, poderoso y bueno infinitamente; y es cierto que si alguna y todas las almas se entregasen del todo a la disposicin y gobierno de este Seor, conocieran luego con experiencia aquella misma fidelidad, puntualidad y suavsima eficacia con que dispona Su Majestad conmigo todas las cosas que tocaban a su gloria y servicio y tambin gustaran aquellos dulcsimos efectos y movimientos divinos que yo senta con el rendimiento que tena a su santsima voluntad, y no menos recibieran respectivamente la abundancia de sus dones, que como en un pilago infinito estn casi represados en su divinidad. Y de la manera que si al peso de las aguas del mar se les diese algn conducto por donde segn su inclinacin hallasen despedida, correran con invencible mpetu, as procederan la gracia y beneficios del Seor sobre las criaturas racionales si ellas diesen lugar y no impidiesen su corriente. Esta ciencia ignoran los mortales, porque no se detienen a pensar y considerar las obras del Altsimo.

455. De ti quiero que la estudies y escribas en tu pecho, y que asimismo aprendas de mis obras el secreto que debes guardar de tu interior y lo que en l tienes, y la pronta obediencia y rendimiento a todos, anteponiendo siempre el parecer ajeno a tu dictamen propio. Pero esto ha de ser de manera que para obedecer a tus superiores y padre espiritual has de cerrar los ojos, aunque conozcas que en alguna cosa que te mandan ha de suceder lo contrario, como saba yo que no sera lo que mi santo esposo Jos esperaba sucedera en la jornada de Beln. Y si esto te mandase otro inferior o igual, calla y disimula y ejecuta todo lo que no fuere culpa o
imperfeccin. Oye a todos con silencio y advertencia para que aprendas. En hablar sers muy tarda y detenida, que esto es ser prudente y advertida. Tambin te acuerdo de nuevo, que para todo lo que hicieres pidas al Seor te d su bendicin, para que no te apartes de su divino beneplcito. Y si tuvieres oportunidad, pide tambin licencia y bendicin a tu padre espiritual y maestro, porque no te falte el gran merecimiento y perfeccin de estas obras, y me des a m el agrado que de ti deseo.

La jornada que Mara santsima hizo de Nazaret a Beln en compaa del santo esposo Jos, y los ngeles que la asistan

456. Partieron de Nazaret para Beln Mara pursima y el glorioso San Jos, a los ojos del mundo tan solos comopobres y humildes peregrinos, sin que nadie de los mortales los reputase ni estimase ms de lo que con l tienen granjeado la humildad y pobreza. Pero, oh admirables sacramentos del Altsimo, ocultos a los soberbios e inescrutables para la prudencia carnal! No caminaban solos, pobres ni despreciados, sino prsperos, abundantes y magnficos: eran el objeto ms digno del eterno Padre y de su amor inmenso y lo ms estimable de sus ojos, llevaban consigo el tesoro del cielo y de la misma divinidad, venerbanlos toda la corte de los
ciudadanos celestiales y reconocan las criaturas insensibles la viva y verdadera arca del Testamento, mejor que las aguas del Jordn a su figura y sombra cuando corteses se dividieron para hacerle franco el paso a ella y a los que la seguan (Jos 3, 16). Acomparonlos los diez mil ngeles que arriba dije, nm. 450; fueron sealados por el mismo Dios para que sirviesen a Su Majestad y a su santsima Madre en toda esta jornada; y estos escuadrones celestiales iban en forma humana visible para la divina Seora, ms refulgentes cada uno que otros tantos soles, hacindola escolta, y ella iba en medio de todos ms guarnecida y defendida que el lecho de Salomn con los sesenta valentsimos de Israel (Cant 3, 7) que ceidas las espadas le rodeaban. Fuera de estos diez mil ngeles asistan otros muchos que bajaban y suban a los cielos, enviados del Padre eterno a su Unignito humanado y a su Madre santsima, y de ellos volvan con las legacas que eran enviados y despachados.

457. Con este real aparato oculto a los mortales caminaban Mara santsima y San Jos, seguros de que a sus pies no les ofendera la piedra (Sal 90, 12) de la tribulacin, porque mand a sus ngeles el Seor que los llevasen en las manos de su defensa y custodia. Y este mandato cumplan los ministros fidelsimos, sirviendo como vasallos a su gran Reina, con admiracin de alabanza y gozo, viendo recopilados en una pura criatura tantos sacramentos juntos, tales perfecciones, grandezas y tesoros de la divinidad, y todo con la dignidad y decencia que aun a su misma capacidad anglica exceda. Hacan nuevos cnticos al Seor, contemplndole sumo Rey de gloria descansando en su reclinatorio de oro (Cant 3, 10), y a la divina Madre, ya como carroza incorruptible y viva, ya como espiga frtil de la tierra prometida (Lev 23, 10) que encerraba el grano vivo, ya como nave rica del mercader (Prov 31, 14), que le llevaba a que naciera en la “casa del pan” (Beln), para que muriendo en la tierra (Jn 12, 24) fuese multiplicado en el cielo. Durles cinco das la jornada; que por el preado de la Madre Virgen, orden su Esposo llevarla muy despacio. Y nunca la soberana Reina conoci noche en este viaje; porque, algunos das que caminaban parte de ella, despedan los ngeles tan grande resplandor como todas las iluminaras del cielo juntas cuando al medioda tienen su mayor fuerza en la ms clara serenidad. Y de este beneficio y de la vista de los ngeles gozaba San Jos en aquellas horas de las noches; y entonces se formaba un coro celestial de todos juntos, en que la gran Seora y su esposo alternaban con los soberanos espritus admirables cnticos e himnos de alabanza, con que los campos se convertan en nuevos cielos. Y de la vista y resplandor de sus ministros y vasallos goz la Reina en todo el viaje, y de dulcsimos coloquios interiores que tena con ellos.

458. Con estos admirables favores y regalos mezclaba el Seor algunas penalidades y molestias que se ofrecan a su divina Madre en el viaje. Porque el concurso de la gente en las posadas, por los muchos que caminaban con la ocasin del imperial edicto, era muy penoso e incmodo para el recato y modestia de la pursima Madre y Virgen y para su esposo, porque como pobres y encogidos eran menos admitidos que otros y les alcanzaba ms descomodidad que a los muy ricos; que el mundo, gobernado por lo sensible, de ordinario distribuye sus favores al revs y con acepcin de personas. Oan nuestros santos peregrinos repetidas palabras speras en las posadas a donde llegaban fatigados, y en algunas los despedan como a gente intil y despreciable, y muchas veces admitan a la Seora de cielo y tierra en un rincn de un portal, y otras aun no le alcanzaba; y se retiraban ella y su esposo a otros lugares ms humildes y menos decentes en la estimacin del mundo; pero en cualquiera lugar, por contentible que fuese, estaba la corte de los ciudadanos del cielo con su Rey supremo y Reina soberana, y luego todos la rodeaban y encerraban como un impenetrable muro, con que el tlamo de Salomn estaba seguro y defendido de los temores nocturnos Cant 3, 8). Y su fidelsimo esposo San Jos, viendo a la Seora de los cielos tan guarnecida de sus ejrcitos divinos, descansaba y dorma, porque ella tambin cuidaba de esto, para que se aliviase algo del trabajo del camino. Y ella se quedaba en coloquios celestiales con los diez mil ngeles que la asistan.

459. Aunque Salomn en los Cantares comprendi grandes misterios de la Reina del cielo por diversas metforas y similitudes, pero en el captulo 3 habl ms expresamente de lo que sucedi a la divina Madre en el preado de su Hijo santsimo y en esta jornada que hizo para su sagrado parto; porque entonces fue cuando se cumpli a la letra todo lo que all se dice del lecho de Salomn, de su carroza y reclinatorio de oro, de la guarda que le puso de los fortsimos de Israel que gozan de la visin divina y todo lo dems que contiene aquella profeca, cuya inteligencia basta haberla apuntado en lo que se ha dicho para convertir toda mi admiracin al sacramento de la sabidura infinita en estas obras tan venerables para la criatura. Quin habr de los mortales tan duro que no se ablande su corazn, o tan soberbio que no se confunda, o tan inadvertido que no seadmire de ver una maravilla compuesta de tan varios y contrarios extremos? Dios infinito y verdaderamente oculto y escondido en el tlamo virginal de una doncella tierna llena de hermosura y gracia, inocente, pura, suave, dulce, amable a los ojos de Dios y de los hombres, sobre todo cuanto el mismo Seor ha criado y criar jams! Esta gran Seora, con el tesoro de la divinidad, despreciada, afligida, desestimada y arrojada de la ciega ignorancia y soberbia mundana! Y por otra parte, en los lugares ms contentibles, amada y estimada de la beatsima Trinidad, regalada de sus caricias, servida de sus ngeles, reverenciada, defendida y amparada de su grande y vigilante custodia! Oh hijos de los hombres, tardos y duros de corazn (Sal 4, 3), qu engaosos son vuestros pesos y juicio, como dice Santo Rey David (Sal 61, 10)) , que estimis a los ricos, despreciis a los pobres, levantis a los soberbios y abats a los humildes, arrojis a los justos y aplauds a los vanos! Ciego es vuestro dictamen, y errada vuestra eleccin, con que os hallis frustrados en vuestros mismos deseos. Ambiciosos que buscis riquezas y tesoros y os hallis pobres y abrazados con el aire, si recibierais al Arca verdadera de Dios, recibierais y consiguierais muchas bendiciones de la diestra divina, como Obededn (2 Sam 6, 11), pero porque la despreciasteis, os sucedi a muchos lo que a Oza (2 Sam 6, 7), que quedasteis castigados.

Virgen del Valle -Catamarca-460. Conoca y miraba la divina Seora entre todo esto la variedad de almas que haba en todos los que iban y venan y penetraba sus pensamientos ms ocultos y el estado que cada una tena, en gracia o en pecado, y los grados que en estos diferentes extremos tenan; y de muchas almas conoca si eran predestinadas (al Cielo) o rprobas [precitas – Dios quiere que todos se salven y da gracia suficiente para salvacin a todos. Los que se condenen, se condenen por su propia culpa ya que no hay predestinacin al infierno], si haban de perseverar o caer o levantarse; y toda esta variedad le daba motivos de ejercitar heroicos actos de virtudes con unos y por otros; porque para muchos alcanzaba la perseverancia, para otros eficaz auxilio con que se levantasen del pecado a la gracia, por otros lloraba y clamaba al Seor con ntimos afectos, y por los rprobos, aunque no pidiese tan eficazmente, senta intenssimo dolor de su final perdicin. Y fatigada muchas veces con estas penas, ms sin comparacin que con el trabajo del camino, senta algn desfallecimiento en el cuerpo, y los santos ngeles, llenos de refulgente luz y hermosura, la reclinaban en sus brazos, para que en ellos descansase y recibiese algn alivio. A los enfermos, afligidos y necesitados consolaba por el camino, slo con orar por ellos y pedir a su Hijo santsimo el remedio de sus trabajos y necesidades; porque en esta jornada, por la multitud y concurso de la gente, se retiraba a solas sin hablar, atendiendo mucho a su divino preado, que ya se manifestaba a todos. Este era el retorno que la Madre de misericordia daba a los mortales por el mal hospedaje que de ellos reciba.

461. Y para mayor confusin de la ingratitud humana, sucedi alguna vez que, como era invierno, llegaban a las posadas con grandes fros de las nieves y lluvias —que no quiso el Seor les faltase esta penalidad— y era necesario retirarse a los mismos lugares viles donde estaban los animales, porque no les daban otro mejor los hombres; y la cortesa y humanidad que les faltaba a ellos, tenan las bestias, retirndose y respetando a su Hacedor y a su Madre, que le tena en su virginal vientre. Bien pudiera la Seora de las criaturas mandar a los vientos, a la escarcha y a la nieve que no la ofendieran, pero no lo haca por no privarse de la imitacin de Cristo su Hijo santsimo en padecer, aun antes que l saliese de su virgneo vientre, y as la fatigaron algo estas inclemencias en el camino. Pero el cuidadoso y fiel esposo San Jos atenda mucho a abrigarla, y ms lo hacan los espritus anglicos, en especial el prncipe San Miguel, que siempre asisti al lado diestro de su Reina, sin desampararla un punto en este viaje, y repetidas veces la serva, llevndola del brazo cuando se hallaba algo cansada. Y cuando era voluntad del Seor la defenda de los temporales inclementes y haca otros muchos oficios en obsequio de la divina Seora y del bendito fruto de su vientre, Jess.

462. Con la variedad alternada de estas maravillas llegaron nuestros peregrinos, Mara santsima y San Jos, a la ciudad de Beln el quinto da de su jornada a las cuatro de la tarde, sbado, que en aquel tiempo del solsticio hiemal ya a la hora dicha se despide el sol y se acerca la noche. Entraron en la ciudad buscando alguna casa de posada, y discurriendo muchas calles, no slo por posadas y mesones, pero por las casas de los conocidos y de su familia ms cercanos, de ninguno fueron admitidos y de muchos despedidos con desgracia y con desprecios. Segua la honestsima Reina a su esposo, llamando l de casa en casa y de puerta en puerta, entre el tumulto de la mucha gente. Y aunque no ignoraba que los corazones y las casas de los hombres estaran cerrados para ellos, con todo eso por obedecer a San Jos quiso padecer aquel trabajo y honestsimo pudor o vergüenza que para su recato, y en el estado y edad que se hallaba, fue de mayor pena que faltarles la posada. Discurriendo por la ciudad llegaron a la casa donde estaba el registro y padrn pblico, y por no volver a ella se escribieron, y pagaron el fisco y la moneda del tributo real, con que salieron ya de este cuidado. Prosiguieron su diligencia y fueron a otras posadas, y habindola buscado en ms de cincuenta casas, de todas fueron arrojados y despedidos; admirndose los espritus soberanos de los altsimos misterios del Seor, de la paciencia y mansedumbre de su Madre Virgen y de la insensible dureza de los hombres. Con esta admiracin bendecan al Altsimo en sus obras y ocultos sacramentos, porque desde aquel da quiso acreditar y levantar a tanta gloria la humildad y pobreza despreciada de los mortales.

463. Eran las nueve de la noche cuando el fidelsimo San Jos lleno de amargura e ntimo dolor se volvi a su esposa prudentsima, y la dijo: Seora ma dulcsima, mi corazn desfallece de dolor en esta ocasin viendo que no puedo acomodaros, no slo como vos lo merecis y mi afecto lo deseaba, pero ningn abrigo ni descanso, que raras veces o nunca se le niega al ms pobre y despreciado del mundo. Misterio sin duda tiene esta permisin del cielo, que no se muevan los corazones de los hombres a recibirnos en sus casas. Acuerdme, Seora, que fuera de los muros de la ciudad est una cueva que suele servir de albergue a los pastores y a su ganado. Llegumonos all, que si por dicha est desocupada, all tendris del cielo algn amparo cuando nos falta de la tierra.

Respondile la prudentsima Virgen: Esposo y seor mo, no se aflija vuestro piadossimo corazn, porque no se ejecutan los deseos ardentsimos que produce el afecto que tenis al Seor. Y pues le tengo en mis entraas, por l mismo os suplico que le demos gracias por lo que as dispone. El lugar que me decs ser muy a propsito para mi deseo. Convirtanse vuestras lgrimas en gozo con el amor y posesin de la pobreza, que es el tesoro rico e inestimable de mi Hijo santsimo. Este viene a buscar desde los cielos, preparmosele con jbilo del alma, que no tiene la ma otro consuelo, y vea yo que me le dais en esto. Vamos contentos a donde el Seor nos gua.

Encaminaron para all los Santos ngeles a los divinos esposos, sirvindoles de lucidsimas antorchas, y llegando al portal o cueva, la hallaron desocupada y sola. Y llenos de celestial consuelo, por este beneficio alabaron al Seor, y sucedi lo que dir en el captulo siguiente. Doctrina que me dio la Reina del cielo Mara santsima.

464. Hija ma carsima, si eres de corazn blando y dcil para el Seor, poderosos sern los misterios divinos que has escrito y entendido para mover en ti afectos dulces y amorosos con el Autor de tantas y tales maravillas, en cuya presencia quiero de ti que desde hoy hagas nuevo y grande aprecio de verte desechada y desestimada del mundo. Y dime, amiga, si en recambio de este olvido y menosprecio admitido con voluntad alegre, pone Dios en ti los ojos y la fuerza de su amor suavsimo, por qu no comprars tan barato lo que vale no menos que infinito precio? Qu te darn los hombres cuando ms te celebren y te estimen? Y qu dejars si los desprecias? No es todo mentira y vanidad? No es una sombra fugitiva y momentnea que se les desvanece entre las manos a los que trabajan por cogerla? Pues cuando todo lo tuvieras en las tuyas, qu hicieras en despreciarlo de balde? Considera bien cunto menos hars en arrojarlo por granjear el amor del mismo Dios, el mo y de sus ngeles; nigalo todo, carsima, y de corazn; y si no te despreciare el mundo tanto como debes desearlo, desprecale t a l y queda libre, expedita y sola, para que te acompae el todo y sumo bien y recibas con plenitud los felicsimos efectos de su amor y con libertad le correspondas.

465. Es tan fiel amante mi Hijo santsimo de las almas, que me puso a m por maestra y ejemplar vivo para ensearlas el amor de la humildad y el eficaz desprecio de la vanidad y soberbia. Y tambin fue orden suya que para su grandeza y para m, su sierva y Madre, faltase abrigo y acogida entre los hombres, dando motivo con este desamparo para que despus las almas enamoradas y afectuosas se le ofrezcan, y obligarse con tan fina voluntad a venir y estar en ellas; como tambin busc la soledad y la pobreza, no porque para s tuviese necesidad de estos medios para obrar las virtudes en grado perfectsimo, sino para ensear a los mortales que ste era el camino ms breve y seguro para lo levantado del amor divino y unin con el mismo Dios.

466. Bien sabes, carsima, que incesantemente eres enseada y amonestada con la luz de lo alto, para que olvidada de lo terreno y visible te cias de fortaleza (Prov 31, 17) y te levantes a imitarme, copiando en ti, segn tus fuerzas, los actos y virtudes que de mi vida te manifiesto. Y ste es el primer intento de la ciencia que recibes para escribirla, porque tengas en m este arancel y de l te valgas para componer tu vida y obras al modo que yo imitaba las de mi Hijo dulcsimo. Y el temor que te ha causado este mandato, imaginndole superior a tus fuerzas, le has de moderar y cobrar nimo con lo que dice mi Hijo santsimo por el Evangelista San Mateo (Mt5, 48): Sed perfectos, como lo es vuestro Padre celestial. Esta voluntad del Altsimo que propone a su Iglesia santa no es imposible a sus hijos, y si ellos de su parte se disponen, a ninguno le negar esta gracia, para conseguir la semejanza con el Padre celestial, porque esto les mereci mi Hijo santsimo; pero el pesado olvido y desprecio que hacen los hombres de su redencin impide que se consiga en ellos eficazmente su fruto.

467. De ti, hija ma, quiero especialmente esta perfeccin y te convido para ella por medio de la suave ley del amor a que encamino mi doctrina. Considera y pesa con la divina luz en qu obligacin te pongo, y trabaja para corresponder a ella con prudencia de hija fiel y solcita, sin que te embarace dificultad o trabajo alguno, ni omitir virtud ni accin de perfeccin por ardua que sea. Ni te has de contentar con solicitar tu amistad con Dios y la salvacin propia, pero si quieres ser perfecta a mi imitacin y cumplir con lo que ensea el Evangelio, has de procurar la salud de otras almas y la exaltacin del santo nombre de mi Hijo y ser instrumento en su mano poderosa para cosas fuertes y de su mayor agrado y gloria.

 

CAPITULO 10

Nace Cristo nuestro bien de Mara Virgen en Beln de Judea

María y el niño

468. El palacio que tena prevenido el supremo Rey de los reyes y Seor de los seores para hospedar en el mundo a su eterno Hijo humanado para los hombres, era la ms pobre y humilde choza o cueva, a donde Mara santsima y San Jos se retiraron despedidos de los hospicios y piedad natural de los mismos hombres, como queda dicho en el captulo pasado. Era este lugar tan despreciado y contentible, que con estar la ciudad de Beln tan llena de forasteros que faltaban posadas en que habitar, con todo eso nadie se dign de ocuparle ni bajar a l, porque era cierto no les competa ni les vena bien sino a los maestros de la humildad y pobreza, Cristo nuestro bien y su pursima Madre. Y por este medio les reserv para ellos la sabidura del eterno Padre, consagrndole con los adornos de desnudez, soledad y pobreza por el primer templo de la luz y casa del verdadero Sol de Justicia (Mt 5, 48) , que para los rectos de corazn haba de nacer de la candidsima aurora Mara, en medio de las tinieblas de la noche —smbolo de las del pecado— que ocupaban todo el mundo.

469. Entraron Mara santsima y San Jos en este prevenido hospicio, y con el resplandor que despedan los diez mil ngeles que los acompaaban pudieron fcilmente reconocerle pobre y solo, como lo deseaban, con gran consuelo y lgrimas de alegra. Luego los dos santos peregrinos hincados de rodillas alabaron al Seor y le dieron gracias por aquel beneficio, que no ignoraban era dispuesto por los ocultos juicios de la eterna Sabidura. De este gran sacramento estuvo ms capaz la divina princesa Mara, porque en santificando con sus plantas aquella felicsima cuevecica, sinti una plenitud de jbilo interior que la elev y vivific toda, y pidi al Seor pagase con liberal mano a todos los vecinos de la ciudad que, despidindola de sus casas, la haban ocasionado tanto bien como en aquella humildsima choza la esperaba. Era toda de unos peascos naturales y toscos, sin gnero de curiosidad ni artificio y tal que los hombres la juzgaron por conveniente para solo albergue de animales, pero el eterno Padre la tena destinada para abrigo y habitacin de su mismo Hijo.

470. Los espritus anglicos, que como milicia celestial guardaban a su Reina y Seora, se ordenaron en forma de escuadrones, como quien haca cuerpo de guardia en el palacio real. Y en la forma corprea y humana que tenan, se le manifestaban tambin al santo esposo Jos, que en aquella ocasin era conveniente gozase de este favor, as por aliviar su pena, viendo tan adornado y hermoso aquel pobre hospicio con las riquezas del cielo, como para aliviar y animar su corazn y levantarle ms para los sucesos que prevena el Seor aquella noche y en tan despreciado lugar. La gran Reina y Emperatriz del cielo, que ya estaba informada del misterio que se haba de celebrar, determin limpiar con sus manos aquella cueva que luego haba de servir de trono real y propiciatorio sagrado, porque ni a ella le faltase ejercicio de humildad, ni a su Hijo unignito aquel culto y reverencia que era el que en tal ocasin poda prevenirle por adorno de su templo.

471. El santo esposo Jos, atento a la majestad de su divina esposa, que ella parece olvidaba en presencia de la humildad, la suplic no le quitase a l aquel oficio que entonces le tocaba y, adelantndose, comenz a limpiar el suelo y rincones de la cueva, aunque no por eso dej de hacerlo juntamente con l la humilde Seora. Y porque estando los Santos ngeles en forma humana visible—parece que, a nuestro entender, se hallaran corridos a vista de tan devota porfa y de la humildad de su Reina—, luego con emulacin santa ayudaron a este ejercicio o, por mejor decir, en brevsimo espacio limpiaron y despejaron toda aquella caverna, dejndola aliada y llena de fragancia. San Jos encendi fuego con el aderezo que para ello traa, y porque el fro era grande, se llegaron a l para recibir algn alivio, y del pobre sustento que llevaban comieron o cenaron con incomparable alegra de sus almas; aunque la Reina del cielo y tierra con la vecina hora de su divino parto estaba tan absorta y abstrada en el misterio, que nada comiera si no mediara la obediencia de su esposo.

472. Dieron gracias al Seor, como acostumbraban, despus de haber comido; y detenindose un breve espacio en esto y en conferir los misterios del Verbo humanado, la prudentsima Virgen reconoca se le llegaba el parto felicsimo. Rog a su esposo San Jos se recogiese a descansar y dormir un poco, porque ya la noche corra muy adelante. Obedeci el varn divino a su esposa y la pidi que tambin ella hiciese lo mismo, y para esto ali y previno con las ropas que traan un pesebre algo ancho, que estaba en el suelo de la cueva para servicio de los animales que en ella recogan. Y dejando a Mara santsima acomodada en este tlamo, se retir el santo Jos a un rincn del portal, donde se puso en oracin. Fue luego visitado del Espritu divino y sinti una fuerza suavsima y extraordinaria con que fue arrebatado y elevado en un xtasis altsimo, do se le mostr todo lo que sucedi aquella noche en la cueva dichosa; porque no volvi a sus sentidos hasta que le llam la divina esposa. Y este fue el sueo que all recibi Jos, ms alto y ms feliz que el de Adn en el paraso (Gen 2, 21).

473. En el lugar que estaba la Reina de las criaturas fue al mismo tiempo, movida de un fuerte llamamiento del Altsimo con eficaz y dulce transformacin que la levant sobre todo lo criado y sinti nuevos efectos del poder divino, porque fue este xtasis de los ms raros y admirables de su vida santsima. Luego fue levantndose ms con nuevos lumines y cualidades que la dio el Altsimo, de los que en otras ocasiones he declarado, para llegar a la visin clara de la divinidad. Con estas disposiciones se le corri la cortina y vio intuitivamente al mismo Dios con tanta gloria y plenitud de ciencia, que todo entendimiento anglico y humano ni lo puede explicar, ni adecuadamente entender. Renovse en ella la noticia de los misterios de la divinidad y humanidad santsima de su Hijo, que en otras visiones se le haba dado, y de nuevo se le manifestaron otros secretos encerrados en aquel archivo inexhausto del divino pecho. Y yo no tengo bastantes, capaces y adecuados trminos ni palabras para manifestar lo que de estos sacramentos he conocido con la luz divina; que su abundancia y fecundidad me hace pobre de razones.

474. Declarle el Altsimo a su Madre Virgen cmo era tiempo de salir al mundo de su virginal tlamo, y el modo cmo esto haba de ser cumplido y ejecutado. Y conoci la prudentsima Seora en esta visin las razones y fines altsimos de tan admirables obras y sacramentos, as de parte del mismo Seor, como de lo que tocaba a las criaturas, para quien se ordenaban inmediatamente. Postrse ante el trono real de la divinidad y, dndole gloria y magnificencia, gracias y alabanzas por s y las que todas las criaturas le deban por tan inefable misericordia y dignacin de su inmenso amor, pidi a Su Majestad nueva luz y gracia para obrar dignamente en el servicio, obsequio, educacin del Verbo humanado, que haba de recibir en sus brazos y alimentar con su virginal leche. Ésta peticin hizo la divina Madre con humildad profundsima, como quien entenda la alteza de tan nuevo sacramento, cual era el criar y tratar como madre a Dios hecho hombre, y porque se juzgaba indigna de tal oficio, para cuyo cumplimiento los supremos serafines eran insuficientes. Prudente y humildemente lo pensaba y pesaba la Madre de la sabidura (Eclo 24, 24), y porque se humill hasta el polvo y se deshizo toda en
presencia del Altsimo, la levant Su Majestad y de nuevo la dio ttulo de Madre suya, y la mand que como Madre legtima y verdadera ejercitase este oficio y ministerio: que le tratase como a Hijo del eterno Padre y juntamente Hijo de sus entraas. Y todo se le pudo fiar a tal Madre, en que encierro todo lo que no puedo explicar con ms palabras.

475. Estuvo Mara santsima en este rapto y visin beatfica ms de una hora inmediata a su divino parto; y al mismo tiempo que sala de ella y volva en sus sentidos, reconoci y vio que el cuerpo del nio Dios se mova en su virginal vientre, soltndose y despidindose de aquel natural lugar donde haba estado nueve meses, y se encaminaba a salir de aquel sagrado tlamo. Este movimiento del nio no slo no caus en la Virgen Madre dolor y pena, como sucede a las dems hijas de Adn y Eva en sus partos, pero antes la renov toda en jbilo y alegra incomparable, causando en su alma y cuerpo virgneo efectos tan divinos y levantados, que sobrepujan y exceden a todo pensamiento criado. Qued en el cuerpo tan espiritualizada, tan hermosa y refulgente, que no pareca criatura humana y terrena: el rostro despeda rayos de luz como un sol entre color encarnado bellsimo, el semblante gravsimo con admirable majestad y el afecto inflamado y fervoroso. Estaba puesta de rodillas en el pesebre, los ojos levantados al cielo, las manos juntas y llegadas al pecho, el espritu elevado en la divinidad y toda ella deificada. Y con esta disposicin, en el trmino de aquel divino rapto, dio al mundo la eminentsima Seora al Unignito del Padre y suyo (Lc 2, 7) y nuestro Salvador Jess, Dios y hombre verdadero, a la hora de media noche, da de domingo, y el ao de la creacin del mundo, que la Iglesia romana ensea, de cinco mil ciento noventa y nueve; que esta cuenta se me ha declarado es la cierta y
verdadera.

María Reina de la Paz476. Otras circunstancias y condiciones de este divinsimo parto, aunque todos los fieles lassuponen por milagrosas, pero como no tuvieron otros testigos ms que a la misma Reina del cielo y sus cortesanos, no se pueden saber todas en particular, salvo las que el mismo Seor ha manifestado a su santa Iglesia en comn, o a particulares almas por diversos modos. Y porque en esto creo hay alguna variedad, y la materia es altsima y en todo venerable, habiendo yo declarado a mis Prelados que me gobiernan lo que conoc de estos misterios para escribirlos, me orden la obediencia que de nuevo los consultase con la divina luz y preguntase a la Emperatriz del cielo, mi madre y maestra, y a los Santos ngeles que me asisten y sueltan las dificultades que se me ofrecen, algunas particularidades que convenan a la mayor declaracin del parto sacratsimo de Mara, Madre de Jess, Redentor nuestro. Y habiendo cumplido con este mandato, volv a entender lo mismo, y me fue declarado que sucedi en la forma siguiente:

477. En el trmino de la visin beatfica y rapto de la Madre siempre Virgen, que dejo declarado (Cf. supra n. 473), naci de ella el Sol de Justicia, Hijo del eterno Padre y suyo, limpio, hermossimo, refulgente y puro, dejndola en su virginal entereza y pureza ms divinizada y consagrada; porque no dividi, sino que penetr el virginal claustro, como los rayos del sol, que sin herir la vidriera cristalina, la penetra y deja ms hermosa y refulgente. Y antes de explicar el modo milagroso como esto se ejecut, digo que naci el nio Dios solo y puro, sin aquella tnica que llaman secundina en la que nacen comnmente enredados los otros nios y estn envueltos en ella en los vientres de sus madres. Y no me detengo en declarar la causa de donde pudo nacer y originarse el error que se ha introducido de lo contrario. Basta saber y suponer que en la generacin del Verbo humanado y en su nacimiento, el brazo poderoso del Altsimo tom y eligi de la naturaleza todo aquello que perteneca a la verdad y sustancia de la generacin humana, para que el Verbo hecho hombre verdadero, verdaderamente se llamase concebido, engendrado y nacido como hijo de la sustancia de su Madre siempre Virgen. Pero en las dems condiciones que no son de esencia, sino accidentales a la generacin y natividad, no slo se han de apartar de Cristo Seor nuestro y de su Madre santsima las que tienen relacin y dependencia de la culpa original o actual, pero otras muchas que no derogan a la sustancia de la generacin o nacimiento y en los mismos trminos de la naturaleza contienen alguna impuridad o superfluidad no necesaria para que la Reina del cielo se llame Madre verdadera y Cristo Seor nuestro hijo suyo y que naci de ella. Porque ni estos efectos del pecado o naturaleza eran necesarios para la verdad de la humanidad santsima, ni tampoco para el oficio de Redentor o Maestro; y lo que no fue necesario para estos tres fines, y por otra parte redundaba en mayor excelencia de Cristo y de su Madre santsimos, no se ha de negar a entrambos? Ni los milagros que para ello fueron necesarios se han de recatear con el Autor de la naturaleza y gracia y con la que fue su digna Madre, prevenida, adornada y siempre favorecida y hermoseada; que la divina diestra en todos tiempos la estuvo enriqueciendo de gracias y dones y se extendi con su poder a todo lo que en pura criatura fue posible.

478. Conforme a esta verdad, no derogaba a la razn de madre verdadera que fuese virgen en concebir y parir por obra del Espritu Santo, quedando siempre virgen. Y aunque sin culpa suya pudiera perder este privilegio la naturaleza, pero faltrale a la divina Madre tan rara y singular excelencia; y porque no estuviese y careciese de ella, se la concedi el poder de su Hijo santsimo. Tambin pudiera nacer el nio Dios con aquella tnica o piel que los dems, pero esto no era necesario para nacer como hijo de su legtima Madre, y por esto no la sac consigo del vientre virginal y materno, como tampoco pag a la naturaleza este parto otras pensiones y tributos de menos pureza que contribuyen los dems por el orden comn de nacer. El Verbo humanado no era justo que pasase por las leyes comunes de los hijos de Adn, antes era como consiguiente al milagroso modo de nacer, que fuese privilegiado y libre de todo lo que pudiera ser materia de corrupcin o menos limpieza; y aquella tnica secundina no se haba de corromper fuera del virginal vientre, por haber estado tan contigua o continua con su cuerpo santsimo y ser parte de la sangre y sustancia materna; ni tampoco era conveniente guardarla y conservarla, ni que la tocasen a ella las condiciones y privilegios que se le comunican al divino cuerpo, para salir penetrando el de su Madre santsima, como dir luego. Y el milagro con que se haba de disponer de esta piel sagrada, si saliera del vientre, se pudo obrar mejor quedndose en l, sin salir fuera.

479. Naci, pues, el nio Dios del tlamo virginal solo y sin otra cosa material o corporal que le acompaase, pero sali glorioso y transfigurado; porque la divinidad y sabidura infinita dispuso y orden que la gloria del alma santsima redundase y se comunicase al cuerpo del nio Dios al tiempo del nacer, participando los dotes de gloria, como sucedi despus en el Tabor (Mt 17, 2) en presencia de los tres Apstoles. Y no fue necesaria esta maravilla para penetrar el claustro virginal y dejarle ileso en su virginal integridad, porque sin estos dotes pudiera Dios hacer otros milagros: que naciera el nio dejando virgen a la Madre, como lo dicen los doctores santos (S. Toms, Summa, III, q. 28 a. 2 ad 2) que no conocieron otro misterio en esta natividad. Pero la voluntad divina fue que la beatsima Madre viese a su Hijo hombre-Dios la primera vez glorioso en el cuerpo para dos fines: el uno, que con la vista de aquel objeto divino la prudentsima Madre concibiese la reverencia altsima con que haba de tratar a su Hijo, Dios y hombre verdadero; y aunque antes haba sido informada de esto, con todo eso orden el Seor que por este medio como experimental se la infundiese nueva gracia, correspondiente a la experiencia que tomaba de la divina excelencia de su dulcsimo Hijo y de su majestad y grandeza; el segundo fin de esta maravilla fue como premio de la fidelidad y santidad de la divina Madre, para que sus ojos pursimos y castsimos, que a todo lo terreno se haban cerrado por el amor de su Hijo santsimo, le viesen luego en naciendo con tanta gloria y recibiesen aquel gozo y premio de su lealtad y fineza.

480. El sagrado Evangelista San Lucas dice (Lc 2, 7) que la Madre Virgen, habiendo parido a suHijo primognito, le envolvi en paos y le reclin en un pesebre. Y no declara quin le llev a sus manos desde su virginal vientre, porque esto no perteneca a su intento. Pero fueron ministros de esta accin los dos prncipes soberanos San Miguel y San Gabriel, que como asistan en forma humana corprea al misterio, al punto que el Verbo humanado, penetrndose con su virtud por el tlamo virginal, sali a luz, en debida distancia le recibieron en sus manos con incomparable reverencia, y al modo que el Sacerdote propone al pueblo la Sagrada
Hostia para que la adore, as estos dos celestiales ministros presentaron a los ojos de la divina Madre a su Hijo glorioso y refulgente. Todo esto sucedi en breve espacio. Y al punto que los santos ngeles presentaron al nio Dios a su Madre, recprocamente se miraron Hijo y Madre santsimos, hiriendo ella el corazn del dulce nio y quedando juntamente llevada y transformada en l. Y desde las manos de los dos santos prncipes habl el Prncipe celestial a su feliz Madre, y la dijo: Madre, asimlate a m, que por el ser humano que me has dado quiero desde hoy darte otro nuevo ser de gracia ms levantado, que siendo de pura criatura se asimile al mo, que soy Dios y hombre por imitacin perfecta.

Respondi la prudentsima Madre: Trahe me post te, in odorem unguentorum tuorum curremos (Cant 1, 3). Llvame, Seor, tras de ti y correremos en el olor de tus ungüentos.—Aqu se cumplieron muchos de los ocultos misterios de los Cantares; y entre el nio Dios y su Madre Virgen pasaron otros de los divinos coloquios que all se refieren, como: Mi amado para m y yo para l (Cant 2,16), y se convierte para m (Cant 7, 10) . Atiende qu hermosa eres, amiga ma, y tus ojos son de paloma. Atiende qu hermoso eres, dilecto mo (Cant 1, 14-15); y otros muchos sacramentos que para referirlos sera necesario dilatar ms de lo que es necesario este captulo.

481. Con las palabras que oy Mara santsima de la boca de su Hijo dilectsimo juntamente la fueron patentes los actos interiores de su alma santsima unida a la divinidad, para que imitndolos se asimilase a l. Y este beneficio fue el mayor que recibi la fidelsima y dichosa Madre de su Hijo, hombre y Dios verdadero no slo porque desde aquella hora fue continuo por toda su vida, pero porque fue el ejemplar vivo de donde ella copi la suya, con toda la similitud posible entre la que era pura criatura y Cristo hombre y Dios verdadero. Al mismo tiempo conoci y sinti la divina Seora la presencia de la Santsima Trinidad, y oy la voz del Padre eterno que deca: Este es mi Hijo amado, en quien recibo grande agrado y complacencia (Mt 17, 5).—Y la prudentsima Madre, divinizada toda entre tan encumbrados sacramentos, respondi y dijo: Eterno Padre y Dios altsimo, Seor y Criador del universo, dadme de nuevo vuestra licencia y bendicin para que con ella reciba en mis brazos al deseado de las gentes (Ag 2, 8), y enseadme a cumplir en el ministerio de madre indigna y de esclava fiel vuestra divina voluntad.—Oy luego una voz que le deca: Recibe a tu unignito Hijo, imtale, crale y advierte que me lo has de sacrificar cuando yo te le pida. Alimntale como madre y reverencale como a tu verdadero Dios.—Respondi la divina Madre: Aqu est la hechura de vuestras divinas manos, adornadme de vuestra gracia para que vuestro Hijo y mi Dios me admita por su esclava; y dndome la suficiencia de vuestro gran poder, yo acierte en su servicio, y no sea atrevimiento que la humilde criatura tenga en sus manos y alimente con su leche a su mismo Seor y Criador.

María482. Acabados estos coloquios tan llenos de divinos misterios, el nio Dios suspendi el milagro o volvi a continuar el que suspenda los dotes y gloria de su cuerpo santsimo, quedando represada slo en el alma, y se mostr sin ellos en su ser natural y pasible. Y en este estado le vio tambin su Madre pursima, y con profunda humildad y reverencia, adorndole en la postura que ella estaba de rodillas, le recibi de manos de los Santos ngeles que le tenan. Y cuando le vio en las suyas, le habl y le dijo: Dulcsimo amor mo, lumbre de mis ojos y ser de mi alma, venid en hora buena al mundo, Sol de Justicia (Mal 4, 2), para desterrar las tinieblas del pecado y de la muerte. Dios verdadero de Dios verdadero, redimid a vuestros siervos, y vea toda carne a quien le trae la salud (Is 52, 10). Recibid para vuestro obsequio a vuestra esclava y suplid mi insuficiencia para serviros. Hacedme, Hijo mo, tal como queris que sea con vos.

Luego se convirti la prudentsima Madre a ofrecer su Unignito al eterno Padre, y dijo: Altsimo Criador de todo el universo, aqu est el altar y el sacrificio aceptable a vuestros ojos. Desde esta hora, Seor mo, mirad al linaje humano con misericordia, y cuando merezcamos vuestra indignacin, tiempo es de que se aplaque con vuestro Hijo y mo. Descanse ya la justicia, y magnifquese vuestra misericordia, pues para esto se ha vestido el Verbo divino la similitud de la carne del pecado (Rom 8, 3) y se ha hecho hermano de los mortales y pecadores. Por este ttulo los reconozco por hijos y pido con lo ntimo de mi corazn por ellos. Vos, Seor poderoso, me habis hecho Madre de vuestro Unignito sin merecerlo, porque esta dignidad es sobre todos merecimientos de criaturas, pero debo a los hombres en parte la ocasin que han dado a mi incomparable dicha, pues por ellos soy Madre del Verbo humanado pasible y Redentor de todos. No les negar mi amor, mi cuidado y desvelo para su remedio. Recibid, eterno Dios, mis deseos y peticiones para lo que es de vuestro mismo agrado y voluntad.

483. Convirtise tambin la Madre de Misericordia a todos los mortales, y hablando con ellos dijo: Consulense los afligidos, algrense los desconsolados, levntense los cados, pacifquense los turbados, resuciten los muertos, letifquense los justos, algrense los santos, reciban nuevo jbilo los espritus celestiales, alviense los profetas y patriarcas del limbo y todas las generaciones alaben y magnifiquen al Seor que renov sus maravillas. Venid, venid, pobres; llegad, prvulos, sin temor, que en mis manos tengo hecho cordero manso al que se llama len; al poderoso, flaco; al invencible, rendido. Venid por la vida, llegad por la salud, acercaos por el descanso eterno, que para todos le tengo y se os dar de balde y le comunicar sin envidia. No queris ser tardos y pesados de corazn, oh hijos de los hombres. Y vos, dulce bien de mi alma, dadme licencia para que reciba de vos aquel deseado sculo de todas las criaturas. — Con esto la felicsima Madre aplic sus divinos y castsimos labios a las caricias tiernas y amorosas del nio Dios, que las esperaba como Hijo suyo verdadero.

484. Y sin dejarle de sus brazos, sirvi de altar y de sagrario donde los diez mil ngeles en forma humana adoraron a su Criador hecho hombre. Y como la beatsima Trinidad asista con especial modo al nacimiento del Verbo encarnado, qued el cielo como desierto de sus moradores, porque toda aquella corte invisible se traslad a la feliz cueva de Beln y ador tambin a su Criador en hbito nuevo y peregrino. Y en su alabanza entonaron los Santos ngeles aquel nuevo
cntico: Gloria in excelsis Deo, et in terra pax hominibus bonae voluntatis (Lc 2, 14). Y con dulcsima y sonora armona le repitieron, admirados de las nuevas maravillas que vean puestas en ejecucin y de la indecible prudencia, gracia, humildad y hermosura de una doncella tierna de quince aos, depositara y ministra digna de tales y tantos sacramentos.

485. Ya era hora que la prudentsima y advertida Seora llamase a su fidelsimo esposo San Jos, que, como arriba dije (Cf. supra n. 472), estaba en divino xtasis, donde conoci por revelacin todos los misterios del sagrado parto que en aquella noche se celebraron. Pero convena tambin que con los sentidos corporales viese y tratase, adorase y reverenciase al Verbo humanado, antes que otro alguno de los mortales, pues l solo era entre todos escogido para despensero fiel de
tan alto sacramento. Volvi del xtasis mediante la voluntad de su divina Esposa, y restituido en sus sentidos, lo primero que vio fue el nio Dios en los brazos de su virgen Madre, arrimado a su sagrado rostro y pecho. All le ador con profundsima humildad y lgrimas. Besle los pies con nuevo jbilo y admiracin, que le arrebatara y disolviera la vida, si no le conservara la virtud divina, y los sentidos perdiera, si no fuera necesario usar de ellos en aquella ocasin. Luego que el santo Jos ador al nio, la prudentsima Madre pidi licencia a su mismo Hijo para asentarse, que hasta entonces haba estado de rodillas, y administrndole San Jos los fajos y paales que traan, le envolvi en ellos con incomparable reverencia, devocin y alio, y as empaado y fajado, con sabidura divina le reclin la misma Madre en el pesebre, como el Evangelista San Lucas dice (Lc 2, 7), aplicando algunas pajas y heno a una piedra, para acomodarle en el primer lecho que tuvo Dios hombre en la tierra fuera de los brazos de su Madre. Vino luego, por
voluntad divina, de aquellos campos un buey con suma presteza, y entrando en la cueva se junt al jumentillo que la misma Reina haba llevado; y ella les mand adorasen con la reverencia que podan y reconociesen a su Criador. Obedecieron los humildes animales al mandato de su Seora y se postraron ante el nio y con su aliento le calentaron y sirvieron con el obsequio que le negaron los hombres. As estuvo Dios hecho hombre envuelto en paos, reclinado en el pesebre entre dos animales, y se cumpli milagrosamente la profeca: que conoci el buey a su dueo y el jumento al pesebre de su seor, y no lo conoci Israel, ni su pueblo tuvo inteligencia (Is 1, 3). Doctrina de la Reina Mara santsima.

486. Hija ma, si los mortales tuvieran desocupado el corazn y sano juicio para considerar dignamente este gran sacramento de piedad que el Altsimo obr por ellos, poderosa fuera su memoria para reducirlos al camino de la vida y rendirlos al amor de su Criador y Reparador. Porque siendo los hombres capaces de razn, si de ella usaran con la dignidad y libertad que deben, quin fuera tan insensible y duro que no se enterneciera y moviera a la vista de su Dios humanado y humillado a nacer pobre, despreciado, desconocido, en un pesebre entre animales brutos, slo con el abrigo de una madre pobre y desechada de la estulticia y arrogancia del
mundo? En presencia de tan alta sabidura y misterio, quin se atrever a amar la vanidad y soberbia, que aborrece y condena el Criador de cielo y tierra con su ejemplo? Ni tampoco podr aborrecer la humildad, pobreza y desnudez, que el mismo Seor am y eligi para s, enseando el medio verdadero de la vida eterna. Pocos son los que se detienen a considerar esta verdad y ejemplo, y con tan fea ingratitud son pocos los que consiguen el fruto de tan grandes sacramentos.

487. Pero si la dignacin de mi Hijo santsimo se ha mostrado tan liberal contigo en la ciencia y luz tan clara que te ha dado de estos admirables beneficios del linaje humano, considera bien, carsima, tu obligacin y pondera cunto y cmo debes obrar con la luz que recibes. Y para que correspondas a esta deuda, te advierto y exhorto de nuevo que olvides todo lo terreno y lo pierdas de vista y no quieras ni admitas otra cosa del mundo ms de lo que te puede alejar y ocultar de l y de sus moradores, para que desnudo el corazn de todo afecto terreno, te dispongas para celebrar en l los misterios de la pobreza, humildad y amor de tu Dios
humanado. Aprende de mi ejemplo la reverencia, temor y respeto con que le has de tratar, como yo lo haca cuando le tena en mis brazos; y ejecutars esta doctrina cuando t le recibas en tu pecho en el venerable Sacramento de la Eucarista, donde est el mismo Dios y hombre verdadero que naci de mis entraas. Y en este Sacramento le recibes y tienes realmente tan cerca, que est dentro de ti misma con la verdad que yo le trataba y tena, aunque por otro modo.

488. En esta reverencia y temor santo quiero que seas extremada, y que tambin adviertas y entiendas, que con la obra de entrar Dios sacramentado en tu pecho te dice lo mismo que a m me dijo en aquellas razones: Que me asimilase a l, como lo has entendido y escrito. El bajar del cielo a la tierra, nacer en pobreza y humildad, vivir y morir en ella con tan raro ejemplo y enseanza del desprecio del mundo y de sus engaos, y la ciencia que de estas obras te ha dado, sealndose contigo en alta y encumbrada inteligencia y penetracin, todo esto ha de ser para ti una voz viva que debes or con ntima atencin de tu alma y escribirla en tu corazn, para que con discrecin hagas propios los beneficios comunes y entiendas que de ti quiere mi Hijo santsimo y mi Seor los agradezcas y recibas, como si por ti (Gal 2, 20) sola hubiera bajado del cielo a redimirte y obrar todas las maravillas y doctrina que dej en su Iglesia santa.

 

CAPITULO 11

Cmo los santos ngeles evangelizaron en diversas partes el nacimiento de nuestro Salvador, y los pastores vinieron a adorarle

Annciación del ángel a María489. Habiendo celebrado los cortesanos del cielo en el portal de Beln el nacimiento de su Dios humanado y nuestro Reparador, fueron luego despachados algunos de ellos por el mismo Seor a diversas partes, para que evangelizasen las dichosas nuevas a los que segn la divina voluntad estaban dispuestos para orlas. El santo prncipe Miguel fue a los santos padres del limbo y les anunci cmo el Unignito del Padre eterno hecho hombre haba ya nacido y quedaba en el mundo y en un pesebre entre animales, humilde y manso cual ellos le haban profetizado. Y especialmente habl a los santos Joaqun y Ana de parte de la dichosa Madre, porque ella misma se lo orden, y les dio la enhorabuena de que ya tena en sus brazos al deseado de las gentes y prenunciado de todos los profetas y patriarcas. Fue el da de mayor consuelo y alegra que en su largo destierro haba tenido toda aquella gran congregacin de justos y santos. Y reconociendo todos al nuevo Hombre y Dios verdadero por autor de la salud eterna, hicieron nuevos cnticos en su alabanza y le adoraron y dieron culto. San Joaqun y Santa Ana, por medio del paraninfo del cielo San Miguel, pidieron a Mara su hija santsima que en su nombre reverenciase al nio Dios, fruto bendito de su virginal vientre, y as lo hizo luego la gran Reina del mundo, oyendo con extremado jbilo todo lo que el santo Prncipe le refiri de los padres del limbo.

490. Otro ngel de los que guardaban y asistan a la divina Madre fue enviado a Santa Isabel y su hijo San Juan Bautista, y habindoles anunciado la nueva natividad del Redentor, la prudente matrona con su hijo, aunque era tan nio y tierno, se postraron en tierra y adoraron a su Dios humanado en espritu y verdad (Jn 4, 23) . Y el nio que estaba consagrado para su precursor fue renovado interiormente con nuevo espritu ms inflamado que el de Elas, causando estos misterios en los mismos ngeles nueva admiracin y alabanza. Pidieron tambin San Juan Bautista y su madre a nuestra Reina, por medio de los ngeles, que en nombre de los dos adorase a su Hijo santsimo y los ofreciese de nuevo a su servicio; y todo lo cumpli luego la Reina celestial.

491. Con este aviso despach luego Santa Isabel un propio a Beln y con l envi un regalo a la feliz Madre del nio Dios, que fue algn dinero, lienzo y otras cosas para abrigo del recin nacido y de su pobre Madre y esposo. Fue el propio con solo orden que visitase a su prima y a San Jos y que atendiese a la comodidad y necesidad que tuviesen, y de esto y su salud trajese nuevas ciertas. No tuvo este hombre ms noticia del sacramento que slo lo exterior que vio y reconoci, pero admirado y tocado de una fuerza divina volvi renovado interiormente y con jbilo admirable cont a Santa Isabel la pobreza y agrado de su deuda y del nio y San Jos, y los efectos que de verlo todo haba sentido; y en el corazn dispuesto de la piadosa matrona fueron admirables los que obr tan sincera relacin. Y si no interviniera la voluntad divina para el secreto y recato de tan alto sacramento, no se pudiera contener para dejar de visitar a la Madre Virgen y al nio Dios recin nacido. De las cosas que les envi tom alguna parte la Reina, para suplir en algo la pobreza en que se hallaba, y lo dems distribuy con los pobres; que de stos no quiso le faltase compaa los das que estuvo en el portal o cueva del nacimiento.

492. Fueron tambin otros ngeles a dar las mismas nuevas a San Zacaras, a San Simen y Santa Ana la Profetisa, y a otros algunos justos y santos, de quienes se pudo fiar el nuevo misterio de nuestra redencin; porque hallndolos el Seor dignamente prevenidos para recibirle con alabanza y fruto, pareca como deuda a su virtud no ocultarle el beneficio que se conceda al linaje humano. Y aunque no todos los justos de la tierra conocieron entonces este sacramento, pero en todos hubo algunos efectos divinos en la hora que naci el Salvador del mundo, porque todos los que estaban en gracia sintieron interior jbilo, nuevo y sobrenatural, ignorando la causa en particular. Y no slo hubo mutaciones en los ngeles y en los justos, sino en otras criaturas insensibles, porque todas las influencias de los planetas se renovaron y mejoraron. El sol apresur mucho su curso, las estrellas dieron mayor resplandor, y para los Reyes magos se form aquella noche la milagrosa estrella (Mt 2, 2) que los encamin a Beln; muchos rboles dieron flor y otros frutos, algunos templos de dolos se arruinaron y otros dolos cayeron y salieron de ellos demonios. Y de todos estos milagros, y otros que fueron manifiestos al mundo aquel da, daban diferentes causas los hombres desatinando en la verdad. Slo entre los justos hubo muchos que con impulso divino sospecharon o creyeren que Dios haba venido al mundo, aunque con certeza nadie lo supo, fuera de aquellos a quienes l mismo lo revel. Entre ellos fueron los tres Reyes magos, a quienes enviaron otros ngeles de los custodios de la Reina, que a cada uno singularmente, donde estaban en las partes del oriente, les revelaran intelectualmente por habla interior cmo el Redentor del linaje humano haba nacido en pobreza y humildad. Y con esta revelacin se les infundieron nuevos deseos de buscarle y adorarle, y luego vieron la sealada estrella que los encamin a Beln, como dir adelante (Cf. Infra p.II n. 552ss).

493. Entre todos fueron muy dichosos los pastores (Lc 2, 8) de aquella regin, que desvelados guardaban sus rebaos a la misma hora del nacimiento. Y no slo porque velaban con aquel honesto cuidado y trabajo que padecan por Dios, mas tambin porque eran pobres, humildes y despreciados del mundo, justos y sencillos de corazn, eran de los que en el pueblo de Israel esperaban con fervor y deseaban la venida del Mesas, y de ella hablaban y conferan repetidas veces. Tenan mayor semejanza con el autor de la vida, tanto cuanto eran ms dismiles del fausto, vanidad y ostentacin mundana y lejos de su diablica astucia. Representaban con estas nobles condiciones el oficio que vena a ejercer el pastor bueno, a reconocer sus ovejas y ser de ellas reconocido (Jn 10, 14). Por estar en tan conveniente disposicin, merecieron ser citados y convidados como primicias de los Santos por el mismo Seor, para que entre los mortales fuesen ellos los primeros a quien se manifestase y comunicase el Verbo eterno humanado, y de quien se diese por alabado, servido y adorado. Para esto fue enviado el mismo Arcngel San Gabriel y, hallndolos en su vigilia, se les apareci en forma humana visible con gran resplandor de candidsima luz.

494. Hallronse los pastores repentinamente rodeados y baados de celestial resplandor, y con la vista del ngel, como poco ejercitados en tales revelaciones, temieron con gran pavor. Y el santo prncipe los anim, y les dijo: Hombres sinceros, no queris temer, que os Evangelizo un grande gozo, y es que para vosotros ha nacido hoy el Salvador Cristo Seor nuestro en la ciudad de David. Y os doy por seal de esta verdad, que hallaris al infante envuelto en paos y puesto en un
pesebre. — A estas palabras del Santo Arcngel sobrevino de improviso gran multitud de celestial milicia, que con dulces voces y armona alabaron al Muy Alto, y dijeron: Gloria en las alturas a Dios y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad (Lc 2, 9ss). — Y repitiendo este divino cntico tan nuevo en el mundo, desaparecieron los Santos ngeles; sucediendo todo esto en la cuarta vigilia de la noche. Con esta visin anglica quedaron los humildes y dichosos pastores llenos de luz divina, encendidos y fervorosos, con deseo uniforme de lograr su felicidad y llegar a reconocer con sus ojos el misterio altsimo que ya haban percibido por el odo.

495. Las seas que les dio el Santo ngel no parecan muy a propsito ni proporcionadas con los ojos de la carne para la grandeza del recin nacido; porque estar en un pesebre envuelto en humildes y pobres paos, no fueran indicios eficaces para conocer la majestad de rey, si no la penetraran con divina luz, de que fueron ilustrados y enseados. Y porque estaban desnudos de la arrogancia y sabidura mundana, fueron brevemente instruidos en la divina. Y confiriendo entre s mismos lo que cada uno senta de la nueva embajada, se determinaron de ir a toda prisa a Beln y ver la maravilla que haban odo de parte del Seor. Partieron luego sin dilacin, y entrando en la cueva o portal hallaron, como dice el Evangelista San Lucas (Lc 2, 9ss), a Mara, a Jos y al infante reclinado en el pesebre. Y viendo todo esto conocieron la verdad de lo que haban odo del nio. A esta experiencia y visin se sigui una ilustracin interior que recibieron con la vista del Verbo humanado; porque cuando los pastores pusieron en l los ojos, el mismo nio divino tambin los mir, despidiendo de su rostro grande resplandor, con cuyos rayos y refulgencia
hiri el corazn sencillo de cada uno de aquellos pobres y felices hombres, y con eficacia divina los troc y renov en nuevo ser de gracia y santidad, dejndolos elevados y llenos de ciencia divina de los misterios altsimos de la encarnacin y redencin del linaje humano.

496. Postrronse todos en tierra y adoraron al Verbo humanado, y no ya como hombres rsticos e ignorantes, sino como sabios y prudentes le alabaron, confesaron y engrandecieron por verdadero Dios y hombre, Reparador y Redentor del linaje humano. La divina Seora y Madre del infante Dios estaba atenta a todo lo que decan, hacan y obraban los pastores, exterior e interior, por que penetraba lo ntimo de sus corazones. Y con altsima sabidura y prudencia confera y guardaba todas estas cosas en su pecho (Lc 2, 19), carendolas con los misterios que en l tena y con las Santas Escrituras y profecas. Y como ella era entonces el rgano del Espritu Santo y la lengua del infante, habl a los pastores y los instruy, amonest y exhort a la perseverancia en el mor divino y servicio del Altsimo. Ellos tambin la reguntaron a su modo y respondieron muchas cosas de los misterios que haban conocido; y estuvieron en el portal desde el punto de amanecer hasta despus del edioda, que habindoles dado de comer nuestra gran Reina, los despidi llenos de gracias y consolacin celestial.

497. En los das que estuvieron en el portal Mara santsima, el Nio Dios y San Jos, volvieron algunas veces a visitarlos estos Santos Pastores y les trajeron algunos regalos de lo que su pobreza alcanzaba. Y lo que el Evangelista San Lucas dice (Lc 2, 18), que se admiraban los que oyeron hablar a los pastores de lo que haban visto, no sucedi hasta despus que la Reina con el Nio Dios y San Jos se fue y se alej de Beln; porque lo dispuso as la divina sabidura y que no lo pudiesen ublicar antes los pastores. Y no todos los que los oyeron les dieron crdito, juzgndolos algunos por gente rstica e ignorante, pero ellos fueron santos y llenos de ciencia divina hasta la muerte. Entre los que les dieron crdito fue Herodes, aunque no por fe ni piedad santa, sino por el temor mundano y psimo de perder el reino. Y entre los nios que quit la vida, fueron algunos hijos de estos santos hombres, que tambin merecieron esta grande dicha, y sus padres los ofrecieron con alegra al martirio, que ellos deseaban, y a padecer por el Seor que conocan.