La misión de los laicos
Participación de los laicos en la misión profética, real y sacerdotal de Cristos
Criterios en el quehacer apostólico
Los carismas de los laicos
La misión de los laicos.
El Concilio presentó la inserción de los laicos en las realidades temporales y terrenas, o sea, su secularidad no como un simple dato sociológico, sino como el modelo existencial según el cual viven con plenitud su vocación cristiana.
"Los laicos tienen como vocación propia el buscar el Reino de Dios, ocupándose de las realidades temporales y ordenándolas según Dios" (LG 30).
Ellos son los protagonistas principales y directos de la transformación del mundo, desde los valores del Evangelio. Su compromiso es:
La promoción de la dignidad de la persona
La defensa de la vida humana
La construcción de una sociedad más justa y solidaria
La evangelización de la cultura.
Concluimos que todo laico debe trabajar primeramente
en el campo propio de su actividad evangelizadora que es el mundo de la
política, economía, cultura, etc. y simultáneamente, dar su servicio
intraeclesial en alguna área de las tareas de la Iglesia, buscando vivir
plenamente su identidad laical.
Participación de los
laicos en la misión profética, real y sacerdotal de Cristo
Aunque el primer campo de la acción evangelizadora
es el de transformar las
estructuras temporales, también tienen una misión intraeclesial, pues son
partícipes por el bautismo de la misión profética, sacerdotal y regia de Cristo.
Su participación en la misión profética de Cristo
La participación en el oficio profético de Cristo, "que proclamó el Reino del Padre con el testimonio de la vida y con el poder de la Palabra", habilita y compromete a los fieles laicos a acoger con fe el Evangelio y a anunciarlo con la palabra y con las obras, sin vacilar en denunciar el mal con valentía.
Son igualmente llamados a hacer que resplandezca la novedad y la fuerza del Evangelio en su vida cotidiana, familiar y social, como a expresar con paciencia y valentía, en medio de las contradicciones de la época presente, su esperanza en la gloria "también a través de las estructuras de la vida secular".
Su participación en la misión sacerdotal de Cristo
Los laicos consagrados a Cristo y ungidos por el Espíritu Santo, están llamados y preparados para producir siempre los frutos más abundantes del Espíritu. Todas sus obras, oraciones, tareas apostólicas, la vida conyugal y familiar, el trabajo diario, el descanso. Todo ello se convierte en sacrificios espirituales agradables a Dios por Jesucristo. De esta manera, también los laicos, como adoradores que en todas partes llevan una conducta santa, consagran el mundo mismo a Dios.
"Donde lo aconseje la necesidad de la Iglesia y no haya ministros, pueden también los laicos, aunque no sean lectores, ni acólitos, suplirles en algunas de sus funciones, es decir, ejercitar el ministerio de la palabra, presidir las oraciones litúrgicas, administrar el bautismo y dar la Sagrada Comunión, según las prescripciones del derecho".
Su participación en la misión real de Cristo
Por su obediencia hasta la muerte, Cristo ha comunicado a sus discípulos el don de la libertad regia, para que vencieran en sí mismos, con la propia renuncia y una vida santa, el reino del pecado.
Por su pertenencia a Cristo, Señor y Rey del
universo, los fieles laicos participan en su oficio real y son llamados por él
para servir al Reino de Dios y difundirlo en la historia. Viven la realeza
cristiana, antes que nada, mediante la lucha espiritual para vencer en sí mismos
el reino del pecado; y después en la propia entrega para servir, en la justicia
y en la caridad, al mismo Jesús presente en todos sus hermanos, especialmente en
los más pequeños.
Criterios en el quehacer
apostólico
La participación de los laicos en el desarrollo del Reino de Cristo, es una realidad histórica de siempre: desde las reuniones de los tiempos apostólicos, pasando por las comunidades cristianas de los primeros siglos, los grupos, los movimientos, uniones, fraternidades, etc. de la Edad Media y de la época moderna, que han colaborado con los pastores de la Iglesia en la defensa de la fe y de la moralidad en las familias, en la sociedad, en los ambientes sociales, a veces pagando su testimonio con la sangre.
Pío XI hablo de "cooperación de los laicos en el apostolado jerárquico", refiriéndose a la Acción Católica. Fue un momento decisivo en la vida de la Iglesia. De allí brotó un notable desarrollo que culminó en la enseñanza del Concilio Vaticano II, que presenta el apostolado de los laicos como "participación en la misma misión salvífica de la Iglesia" (LG, 33)
La unidad entre los laicos y con quienes puso el Espíritu Santo para regir la Iglesia, es de suma importancia en el apostolado, como lo expresa el Señor Jesús "Que todos sean uno para que el mundo conozca que Tú me has enviado" (Jn 17,23). Esto es Elcesialidad.
Como criterios de elcesialidad la Christifideles Laici enumera los siguientes rasgos:
· La vocación a la santidad.
Que se manifiesta en los frutos de gracia que el Espíritu Santo produce en los fieles, como crecimiento hacia la plenitud de la vida cristiana y a la perfección en la caridad. En este sentido, todas las asociaciones de fieles laicos están llamadas a ser instrumento de santidad en la Iglesia.
· Confesar la fe católica
Acogiendo y proclamando la verdad sobre Cristo. Sobre la Iglesia y sobre el hombre, en la obediencia al Magisterio de la Iglesia. Por esta razón cada asociación de laicos debe ser un lugar en el que se anuncia y se propone la fe, y en el que se educa para practicarla en todo su contenido.
· Comunión firme con el Papa
El testimonio de una comunión firme y convencida en
filial relación con el Papa, centro perpetuo y visible de unidad en la Iglesia
Universal y con el Obispo, en la Iglesia Particular y en la mutua estima entre
todas las formas de apostolado en la Iglesia.
· Conformidad y participación en
el fin apostólico de la Iglesia
Que es la evangelización y la santificación de los hombres y la formación cristiana de su conciencia, de modo que consigan impregnar con el espíritu evangélico las diversas comunidades y ambientes.
· Comprometerse en una presencia en la sociedad humana.
Que a la luz de la doctrina social de la Iglesia, se
ponga al servicio de la dignidad integral del hombre
Los carismas de los laicos
Los carismas son múltiples gracias del Espíritu Santo que como dice San Pablo, distribuye a cada uno sus dones según su voluntad (1 Cor 12,11), y derrama en el Pueblo de Dios una gran riqueza de gracias mediante la oración, la contemplación y la acción. También los laicos son beneficiarios de estos carismas, con lo que los hace aptos y prontos para ejercer las diversas obras y deberes que sean útiles para la renovación y la mayor edificación de la Iglesia.
Los carismas son tantos, que aún San Pablo, no pudiendo hacer una enumeración exhaustiva, solo ofreció ejemplos de los diversos tipos de dones del Espíritu Santo.
Citamos los 24 principales que se encuentran en las Cartas Paulinas. Romanos 12 y 1 Cor 12:
Apóstoles,
profetas,
evangelistas,
doctores,
pastores,
ministerios para servir,
gracias de gobierno,
enseñanza,
exhortación,
dar con sencillez,
presidir con solicitud,
práctica de la misericordia,
asistencia,
virtudes,
poder de milagros,
diversidad de lenguas,
interpretación de lenguas,
discreción o discernimiento de espíritus,
profecía,
curaciones en el Espíritu Santo,
fe en el mismo Espíritu,
palabra de ciencia,
palabra de sabiduría,
caridad que puede manifestarse
en infinitas formas.
Como se puede advertir, la gran mayoría de los dones enunciados son comunes, con los cuales los fieles servimos a la Iglesia día tras día.
¿Para qué sirven los carismas?
"Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de ministerios pero el Señor es el mismo" ( 1 Cor 12, 4-5)
Es preciso prestar atención a un punto de la doctrina de San Pablo y de la Iglesia, que vale tanto para toda especie de ministerio como para los carismas: su diversidad y variedad no pueden ir en perjuicio de la unidad:
Extraordinarios o sencillos y humildes, los
carismas son gracias del
Espíritu Santo, que
tienen directa o indirectamente una utilidad eclesial. Es decir, son
siempre en beneficio de la comunidad eclesial y nunca
para vanagloria personal del que los posee.
De estos carismas brota "el
derecho y el deber de ejercitarlos para bien de la humanidad y
edificación de la Iglesia" (Apostolicam
actuositatem, 3)
Están ordenados a
la edificación de la Iglesia. Son instrumento de trabajo con los que
el Espíritu habilita a los miembros de la comunidad para que la
edifiquen, nunca son mero adorno, sino capacidades para construir la
Iglesia
Están ordenados al
bien de los hombres y a las necesidades del mundo. Sabemos que el
primer campo del apostolado laical es el mundo y la sociedad y no el
campo intraeclesial.
Los carismas habilitan a los laicos para construir la nueva sociedad de sello cristiano, la nueva cultura impregnada por el Evangelio.
Todo bautizado está invitado a ser miembro vivo y activo del Cuerpo místico de Cristo, ejerciendo un ministerio o servicio según el carisma que ha recibido. Con una adecuada formación y promoción, todos los cristianos pueden descubrir su vocación a un ministerio en la Iglesia, sea jerárquico, sea laical.
Finalmente, el laico fiel a su vocación, dentro de la elcesialidad, debe vivir su pertenencia a la Iglesia particular y saber colaborar más allá de la parroquia; incluso de la diócesis, teniendo presentes las necesidades del Pueblo de Dios en la tierra.
Actividad:
Comparto:
¿Qué siento al saberme una parte tan importante en
mi Iglesia?
¿Cómo estoy impregnando de valores evangélicos mi trabajo, la oficina, la
fábrica, la escuela, el hogar?