El Adviento

 

Adviento: Preparate para el nacimiento del Señor.¡Hola! En la Iglesia católica estamos iniciando un nuevo Año Litúrgico. Como cada año, por estas fechas (fines de noviembre), comenzamos a recordar los sucesos más importantes del plan de salvación de Dios para el hombre y, claro está que el primero de ellos es el Nacimiento de Jesucristo: la hermosa fiesta de Navidad.

La redención del hombre se debe a la muerte y Resurrección de Jesús, es decir a la Pascua, pero es lógico celebrar el inicio de esa gran manifestación del amor de Dios, o sea, su venida al mundo,  "Adviento".

Navidad y Adviento no son fiestas independientes. El Adviento nació como tiempo de preparación para celebrar la fiesta de la Navidad, igual que la Cuaresma respecto a la Pascua.

 

Significado del Adviento

Esquema del Adviento

Corona de adviento

Nuestra preparación

La venida espiritual

Dos venidas entrelazadas

Tiempo de esperanza

Navidad

Reflexiones

 

Significado del Adviento Al celebrar la Iglesia el Adviento, te invita a meditar en la venida del Señor. Esta venida se nos presenta en tres dimensiones:

  • Adviento Histórico. Es la espera en que vivieron los pueblos que ansiaban la venida del Salvador. Va desde Adán hasta la encarnación, abarca todo el Antiguo Testamento. Escuchar en las lecturas a los Profetas, nos deja una enseñanza importante para preparar los corazones a la llegada del Señor. Acercarse a esta historia es identificarse con aquellos hombres que deseaban con vehemencia la llegada del Mesías y la liberación que esperaban de él.

  • Adviento Místico. Es la preparación moral del hombre de hoy a la venida del Señor. Es un Adviento actual. Es tiempo propicio para la evangelización y la oración que dispone al hombre, como persona, y a la comunidad humana, como sociedad, a aceptar la salvación que viene del Señor. Jesús es el Señor que viene constantemente al hombre. Es necesario que el hombre se percate de esta realidad, para estar con el corazón abierto, listo para que entre el Señor. El Adviento, entendido así, es de suma actualidad e importancia.

  • Adviento Escatológico. Es la preparación a la llegada definitiva del Señor, al final de los tiempos, cuando vendrá para coronar definitivamente su obra redentora, dando a cada uno según sus obras. La Iglesia invita al hombre a no esperar este tiempo con temor y angustia, sino con la esperanza de que, cuando esto ocurra, será para la felicidad eterna del hombre que aceptó a Jesús como su salvador.

Esta celebración manifiesta cómo todo el tiempo gira alrededor de Cristo, el mismo ayer, hoy y siempre; Cristo el Señor del tiempo y de la Historia.

Esquema del adviento:   Inicia con las vísperas del domingo más cercano al 30 de Noviembre y termina antes de las vísperas de la Navidad. Los domingos de este tiempo se llaman 1°, 2°, 3° y 4° de Adviento. Los días del 16 al 24 de diciembre (la Novena de Navidad) tienden a preparar más específicamente las fiestas de la Navidad.

El color de los ornamentos del altar y la vestidura del sacerdote es el morado, igual que en Cuaresma, que simboliza austeridad y penitencia. Son cuatro los temas que se presentan durante el Adviento:

 

I Domingo, la vigilancia en espera de la venida del Señor.

Durante esta primer semana las lecturas bíblicas y la predicación son una invitación con las palabras del Evangelio: "Velen y estén preparados, que no saben cuándo llegará el momento".

Es importante que, como familia nos hagamos un propósito que nos permita avanzar en el camino hacia la Navidad; ¿qué te parece si nos proponemos revisar nuestras relaciones familiares? Como resultado deberemos buscar el perdón de quienes hemos ofendido y darlo a quienes nos hayan ofendido para comenzar el Adviento viviendo en un ambiente de armonía y amor familiar. Desde luego, esto deberá ser extensivo también a los demás grupos de personas con los que nos relacionamos diariamente, como la escuela, el trabajo, los vecinos, etc. Esta semana, en familia al igual que en cada comunidad parroquial, encenderemos la primer vela de la Corona de Adviento, color morada, como signo de vigilancia y deseos de conversión.

II Domingo, la conversión, nota predominante de la predicación de Juan Bautista.

Durante la segunda semana, la liturgia nos invita a reflexionar con la exhortación del profeta Juan Bautista: "Preparen el camino, Jesús llega" y, ¿qué mejor manera de prepararlo que buscando ahora la reconciliación con Dios? En la semana anterior nos reconciliamos con las personas que nos rodean; como siguiente paso, la Iglesia nos invita a acudir al Sacramento de laReconciliación (Confesión) que nos devuelve la amistad con Dios que habíamos perdido por el pecado. Encenderemos la segunda vela morada de la Corona de Adviento, como signo del proceso de conversión que estamos viviendo.

Durante esta semana puedes buscar en los diferentes templos que tienes cerca, los horarios de confesiones disponibles, para que cuando llegue la Navidad, estés bien preparado interiormente, uniéndote a Jesús y a los hermanos en la Eucaristía.

III Domingo, el testimonio, que María, la Madre del Señor, vive, sirviendo y ayudando al prójimo.

Coincide este domingo con la celebración de la Virgen de Guadalupe, y precisamente la liturgia de Adviento nos invita a recordar la figura de María, que se prepara para ser la Madre de Jesús y que además está dispuesta a ayudar y servir a quien la necesita. El evangelio nos relata la visita de la Virgen a su prima Isabel y nos invita a repetir como ella: "Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme?.

Sabemos que María está siempre acompañando a sus hijos en la Iglesia, por lo que nos disponemos a vivir esta tercer semana de Adviento, meditando acerca del papel que la Virgen María desempeñó. Te proponemos que fomentes la devoción a María, rezando el Rosario en familia, uno de los elementos de las tradicionales posadas, que inician el próximo día 16. Encendemos como signo de espera gozosa, la tercer vela, color rosa, de la Corona de Adviento.

IV Domingo, el anuncio del nacimiento de Jesús hecho a José y a María.

Las lecturas bíblicas y la predicación, dirigen su mirada a la disposición de la Virgen María, ante el anuncio del nacimiento de su Hijo y nos invitan a "Aprender de María y aceptar a Cristo que es la Luz del Mundo". Como ya está tan próxima la Navidad, nos hemos reconciliado con Dios y con nuestros hermanos; ahora nos queda solamente esperar la gran fiesta. Como familia debemos vivir la armonía, la fraternidad y la alegría que esta cercana celebración representa. Todos los preparativos para la fiesta debieran vivirse en este ambiente, con el firme propósito de aceptar a Jesús en los corazones, las familias y las comunidades. Encendemos la cuarta vela color morada, de la Corona de Adviento.

Corona de Adviento: 

  • Origen. La Corona de Adviento con sus cuatro velas es un símbolo tradicional de Alemania difundido por todo el mundo. Representaba el ruego para que el dios-sol regresara con su luz y calor durante el invierno. Los cristianos luteranos, al ver en Jesucristo el origen de la vida y luz espiritual, adoptaron este símbolo para expresar y vivir su fe en torno a la persona del Mesías.

  • Significado El círculo de follaje verde, recuerda la eternidad de Dios y nos hace pensar en los miles de años de espera del Mesías, desde Adán hasta su nacimiento y, en la actual espera de la segunda venido de Cristo. El color verde significa la esperanza de la vida.

    Las cuatro velas que se colocan alrededor, significan la luz que disipan las tinieblas del pecado,  son tres de color morado, que hablan del deseo de conversión y una rosa que habla de la alegría vivida con María, por la inminente llegada de Jesús.

    La vela blanca del centro es la Luz de Jesús que con su nacimiento, viene a iluminar definitivamente la vida del hombre.

  • Celebración. Es una costumbre que reúne a la familia, pues es allí en donde se sugiere la celebración. La familia unida hace una oración en torno a la corona, con alguna meditación alusiva a las lecturas dominicales; se enciende una vela cada semana cantando algo que hable de la espera del Salvador. La noche del 24 de diciembre con las cuatro velas encendidas, se enciende por último la vela blanca cantando villancicos y se "acuesta al niño Jesús" en el nacimiento, como de costumbre, desde luego después de haber leído el Evangelio del relato del Nacimiento en Belén y de haber hecho una reflexión y oración todos juntos. Generalmente en los templos se reparten hojas con oraciones sugeridas para esta celebración.

Nuestra preparación: 

Nuestra preparación no tiene que ser sólo litúrgica, sino también espiritual y moral. Llama a la conversión del corazón y a la renovación de vida.
 

El tiempo de Adviento no es un tiempo de penitencia al estilo de la cuaresma, que busca la conversión por el hecho de conocer el sacrificio de Jesús por nosotros en la cruz. El Adviento es el tiempo favorable para emprender un cambio del corazón y para dar un nuevo y decisivo paso en nuestro caminar espiritual, es conversión como preparación por la espera de Jesús.
 

La figura de San Juan Bautista destaca de manera especial en adviento. Es un compañero ideal, austero y gozoso a la vez. Su vida fue penitente en grado sumo, pero no resuena en ella nota alguna de tristeza. Como heraldo y precursor del Señor, se regocijo al escuchar la voz de Jesús. Este es el único capaz de sacarnos de nuestra propia complacencia. "¡Arrepentíos, el reino de los cielos está cerca!", gritaba.
 

La venida espiritual

En Cristo, el Hijo eterno, Dios ha aparecido entre nosotros en forma humana. E intenta entrar en lo más íntimo de nuestras vidas, a fin de compartir su vida con nosotros. Él está a la puerta y llama, pero jamás forzará la entrada. La puerta que da acceso a nuestros corazones sólo puede ser abierta desde dentro.
 

Fue San Bernardo quien conectó esta venida espiritual de Cristo con el Adviento. En sus sermones para este tiempo habla de tres venidas de Nuestro Señor: su venida que tuvo lugar ya en el nacimiento, su futura venida en la gloria y su venida espiritual, que pertenece al presente. De esta última dice:"Esta venida intermedia es como la senda por la que pasa de la primera a la última: en la primera, Cristo fue nuestra redención; en la última, aparecerá como nuestra vida; en ésta es nuestro descanso y nuestro consuelo".
 

Dos venidas entrelazadas

En Navidad celebramos la venida en un momento concreto. Esto no plantea una dificultad especial. Pero hay otra perspectiva, la del futuro, la del retorno de Cristo en gloria al final de los tiempos. Y aquí pude asaltarnos la dificultad. ¿Cómo hay que armonizar estos diversos aspectos?
 

Tal vez nos sorprenda y nos preguntemos por la conexión existente entre la venida de Cristo que aconteció hace más de dos mil años y su retorno futuro, en una fecha conocida sólo por el Padre.
Pero si reflexionamos, descubrimos que estas dos "venidas" están relacionadas entre sí y se complementan recíprocamente. Se las puede ver como dos fases o aspectos del único misterio de salvación.

Los padres de la Iglesia, fieles a la Escritura, no disociaron estas dos venidas, sino que las consideraron conjuntamente y hablaron de ellas sin separar una de la otra. San Cirilo de Jerusalén decía: "Anunciamos la venida de Cristo, pero no una sola -dice-, sino también una segunda, mucho más magnífica que la anterior". Y continúa con la contraposición de estas dos venidas: "En la primera venida fue envuelto con pajas en el pesebre; en la segunda se revestirá de luz como vestidura. En la primera soportó la cruz, sin mido a la ignominia; en la otra vendrá glorificado y escoltado por un ejército de ángeles".
 

El término mismo "adviento" admite una doble significación. Puede significar tanto una venida que ha tenido ya lugar como otra que es esperada aún: presencia y espera. En el Nuevo Testamento, la palabra griega equivalente es "parousia", que puede traducirse por venida o llegada, pero que se refiere más frecuentemente a la segunda venida de Cristo, al día del Señor.
 

No podemos proyectarnos a los tiempos del AT, como si esperásemos todavía un Mesías y un salvador. La prolongada noche de la espera ha pasado ya. Nos encontramos en la plenitud de los tiempos. La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Es Emmanuel, "Dios con nosotros". Pero a pesar de todo esto, la Iglesia continua aguardando y esperando. Ella espera y ansía la plenitud de la venida de Cristo. El mundo ha sido redimido, pero la historia de la redención continúa. Y continuará hasta que Cristo, el Señor, termine su tarea. El reino de Dios no ha sido establecido aún de manera plena, y la obra de extender el reino de Cristo en la tierra tiene que continuar.
 

Tiempo de esperanza

La Iglesia es más consciente de que su esperanza descansa en el futuro. Ella mira hacia delante, hacia la restauración de todas las cosas en Cristo, a unos nuevos cielos y una nueva tierra. Sólo entonces alcanzará ella su perfección plena.
 

Ciertamente, es muy difícil practicar la esperanza en los tiempos que vivimos. Muchísimas son las cosas que militan en su contra: las críticas y ataques a la fe, los valores morales en declive, el materialismo, la secularización se vienen a la alza. Hablando humanamente, hay poquísimos motivos para la esperanza; pro la esperanza cristiana no se basa en meras consideraciones humanas, sino en la bondad y el poder de Dios.
 

Como pueblo de Dios, tenemos que poner lo que está de nuestra parte para la construcción de un mundo mejor y para preparar un camino al Señor. Ambas tareas son inseparables.
 

"Vigilar y orar"
 

La vigilancia es una virtud importante, pero bastante descuidada. Vigilar significa vivir en el pensamiento de la segunda venida de Cristo. Debería ser una actitud de mente constante, que gobernará toda nuestra conducta. Una virtud para todo momento, pero especialmente apropiada durante el Adviento.
 

Si estamos dispuestos y preparados en todo momento para servir a nuestros prójimos y a Dios, entonces estamos practicando la vigilancia; estamos al acecho de Cristo.
 

Esta actitud de vigilancia no es algo ansiosa, sino paciente y pacífica; pero es, al mismo tiempo, una postura de alerta.
"Somos más fuertes cuando esperamos que cuando poseemos. Cuando poseemos a Dios (o creemos poseerlo), lo reducimos a aquella pequeña cosa que conocemos y captamos de él, y lo convertimos en un ídolo... pero si sabemos que no le conocemos y si esperamos que él se nos dé a conocer, entonces somos captados, conocidos y poseídos por Él" Paul Tilich

avidad


 

Una vez preparados los corazones nos disponemos a celebrar el Nacimiento de Jesús. ¿Te gustaría saber un poco más a cerca de esta fiesta? Desde cuándo se celebra, cuál es su significado profundo, a qué se deben las costumbres y tradiciones que giran alrededor de ella... 
Te invitamos entonces a continuar buscando, es posible que al conocer más lo que es realmente la Navidad, puedas disfrutarla y vivirla mejor y te sirva para fortalecer tu fe en Jesús que, siendo Dios, se hizo hombre por amor a ti.

 

Significado

Historia

Celebración litúrgica

Costumbres y tradiciones

Corona de adviento

Árbol de Navidad

Posadas

Pastorelas

Nacimiento

La piñata

Significado de la Navidad:    Esta fiesta tiene una doble proyección:

  • Recordar el inicio de la redención con el Nacimiento del Salvador, el misterio central de nuestra fe es la Resurrección de Cristo –la Pascua- como este suceso abarca toda la vida de Jesús, celebrar la Navidad es solemnizar el proceso inicial de nuestra salvación, de nuestra Pascua.

  • Acoger ahora al Señor que quiere nacer en el corazón del hombre. La fiesta de Navidad invita a reflexionar sobre el amor de Dios que viene a los hombres. El Cristo que tomó parte en la historia de los hombres, hace dos mil años, vive y continúa su misión salvadora dentro de la misma historia humana. Navidad es un acontecimiento divino y humano, que será siempre actual, mientras haya un hombre en la tierra.

La Navidad enriquece la visión del plan salvífico de Dios y lo hace más humano y, en cierto sentido, más hogareño. Aunque esta fiesta apunta también a la celebración de la Pascua, la preparación para vivirla –el Adviento- tiene un tono muy diferente, sin dejar de invitarnos al arrepentimiento y a la conversión, el ambiente que se vive en estos días, es en general, festivo y lleno de esperanza y alegría.

La Navidad es la fiesta más celebrada por los hombres. Hasta los ateos y los enemigos de la Iglesia se detienen y celebran, a su manera, este acontecimiento de salvación. Es el recuerdo más universal y más gustado que el mundo tiene de Jesucristo. Pero, además de ser un recuerdo, la fiesta de Navidad es una acción salvadora para el hombre actual. Es el Dios inmenso y eterno que desciende a tomar la condición humana e irrumpe en el tiempo del hombre para que éste pueda alcanzarlo. Nadie, aunque quiera, puede permanecer al margen de este misterio. El mundo entero acepta el acontecimiento del nacimiento del Señor, como la fecha central de la historia de la humanidad: antes de Cristo, o después de Cristo.

Historia:     ¿Por qué el 25 de diciembre? La fecha del nacimiento del Señor es del todo desconocida, en Oriente se celebra la misma fiesta, el día 6 de enero. Tanto en oriente como en occidente, la fecha fue sugerida por celebraciones paganas dedicadas al culto al sol. La Iglesia, en su afán de evangelización, igual que transformó algunos templos paganos en cristianos, cambió la fiesta dedicada al dios Helios (sol) en fiesta del Nacimiento de Cristo –auténtico Sol- que viene al mundo para iluminar al hombre. La intensión fue transformar una fiesta pagana en cristiana, dándole mayor contenido e importancia.

Ya desde el año 380, la Iglesia española celebraba la Navidad el 25 de diciembre y la Epifanía el 6 de enero. La primera, como en Roma, para conmemorar el nacimiento de Cristo; la segunda, para recordar la manifestación del Señor a los magos de oriente, es decir a todos los pueblos.

Para reflexionar: al principio de la evangelización lo pagano se transformaba en cristiano, ahora, ¿no será que lo cristiano se está "vaciando" cada vez más de Cristo? ¿eres cristiano?, entonces… ¿cómo celebras la Navidad? ¿a quién festejas realmente?

 

Celebración litúrgica:   La celebración del misterio de Navidad comienza desde la tarde del 24 de diciembre, hasta la noche del día 25. En menos de 24 horas, la Iglesia proporciona a quienes quieren celebrar la venida del Señor, 12 lecturas bíblicas llenas de mensaje para una vida comprometida.

El día de Navidad para los católicos es día de precepto, es decir, se debe asistir a Misa aunque no sea domingo, pudiendo cumplirse este precepto si se asiste el 24 de diciembre por la tarde o a cualquier Misa del día 25.

Con la Misa vespertina del día 24 termina el tiempo de Adviento y se entra en la celebración del misterio navideño. Se leen textos del Profeta Isaías, anunciando con alegría la llegada del Salvador a celebrar sus bodas con la humanidad; de los Hechos de los Apóstoles, con el primer discurso de San Pablo, que da testimonio de Cristo, hijo de David, que viene a salvar a su pueblo; y desde luego, del Evangelio, con el relato del nacimiento de Jesús en Belén.

Hay tres Misas diferentes más durante el día siguiente, –25 de diciembre- con lecturas que enriquecen la meditación sobre el Misterio de la Encarnación. Los católicos asistimos regularmente solo a una de ellas, sin embargo, la Iglesia aconseja que los textos bíblicos de las cuatro celebraciones sean leídos durante esos dos días en los hogares católicos, aprovechando que las familias enteras acostumbran reunirse alrededor de la mesa. Con esta práctica se crea un ambiente propicio para la meditación y aceptación de Jesús Salvador en la vida de cada uno, motivando así a un cambio positivo en la vida.

 

Costumbres y tradiciones navideñas:

Corona de Adviento: Ver adviento


Posadas: Son una tradición religiosa muy mexicana. Se trata de una novena que nos prepara a la celebración de la Navidad. Durante estos nueve días se reúnen las personas siguiendo un itinerario de oración y reflexión sobre lo que José y María vivieron durante los últimos días de la espera gozosa de su Hijo, cuando tuvieron que ir a Belén a empadronarse por disposición del emperador romano.

Hoy, se le llama posada a cualquier fiesta que se hace con motivo de las fiestas navideñas; pero muchas veces están muy lejos de tener un matiz religioso, que desde luego, no tiene por qué ser triste o aburrido, al contrario, las auténticas posadas deben de distinguirse por la alegría y la convivencia familiar y de amigos que celebran y comparten con gusto en torno al misterio de la Encarnación del Señor. Si tu eres cristiano, puedes ayudar a mantener vivo y auténtico el sentido de estas fiestas, por lo que te proporcionamos los elementos necesarios para que organices unas posadas de las que todos puedan disfrutar y aprender.

  • Origen. Los primeros misioneros españoles, transformaron las fiestas prehispánicas paganas en fiestas cristianas. Durante el mes de diciembre, del 6 al 26, los antiguos mexicanos celebraban fiestas en honor de Huitzilopochtli. Sus fiestas consistían en ayunos para prepararse, coronación de su dios, adornar con banderas en los árboles, prender fogatas con maderas perfumadas, para terminar los días 24 al 26 con convites en donde se obsequiaban suculentas comidas y estatuas pequeñas de su dios, hechas con pasta comestible de maíz y miel.

 

Los misioneros aprovecharon la coincidencia de las fechas introduciendo la celebración del nacimiento de Jesús y eliminando el festejo a Huitzilopochtli. En lugar de las banderas y estandartes de ese dios, pusieron algunos estandartes de la fe cristiana que empezaba a tomar conciencia en los indígenas.

En lugar de la preparación a aquella fiesta, introdujeron el novenario de José y María, utilizando para esto la representación de su peregrinar de Nazaret a Belén. Se escogieron los últimos 9 días anteriores a la Navidad.

En ese tiempo las posadas se realizaban en el atrio o patio del templo o de los conventos, y concluían con las llamadas "misas de aguinaldo", en las que se hacían representaciones de pasajes de la Navidad para hacerlas más atractivas y amenas. Se agregaron luces, cohetes y villancicos y finalmente la piñata.

Poco a poco esta práctica se fue extendiendo hacia los barrios y vecindades, añadiéndose la costumbre de ofrecer al final el típico ponche de frutas. Lo que en un principio fue una celebración religiosa para el templo, se convirtió en una fiesta familiar y popular.

 
  • Significado. Las posadas son fiestas próximas a la Navidad que nos hacen recordar las dificultades que pasaron José y María antes de que Jesús naciera, este recuerdo nos debe llevar a reflexionar a cerca de nuestra preparación personal para recibir al Niño Jesús, el sentido de la novena es prepararnos para ser mejores personas y abrirle las puertas de nuestro corazón al Salvador. El caminar por la calle rezando y cantando, nos hace recordar nuestro peregrinar por la vida para evangelizarnos en familia y evangelizar a nuestro paso. La comida y los dulces que se ofrecen hablan del gusto de compartir con los demás la alegría de estar esperando a Jesús que viene a nosotros. Romper la piñata significa el deseo de romper con la vida de pecado y dejarse inundar con los dones de Dios, representados por los dulces o frutas que salen de ella.

  • Celebración. Las posadas son del 16 al 24 de diciembre, nueve días antes de la Navidad. Generalmente los anfitriones se preparan con figuras que representan a José y a María buscando en dónde nacerá su Hijo, con hojas con los cantos para pedir posada, las oraciones necesarias y villancicos, para que todos puedan participar. Como es una fiesta de origen religioso, para celebrar un acontecimiento religioso, es pues lógico pensar que en ellas no puede faltar la oración, la lectura bíblica y la reflexión, además de los cantos y la alegría que nos ayudan a vivir mejor estas fiestas. Se acostumbra iniciar con el rezo del Rosario, intercalando los cantos para "pedir posada" entre cada misterio, así como villancicos, mientras los asistentes van caminando de una puerta a otra; se termina con la lectura correspondiente a ese día de la novena de Navidad y por último con la fiesta, para celebrar y compartir.

  • La Novena de Navidad. Durante los nueve días (del 16 al 24 de diciembre), se reúnen los participantes iniciando: "En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo". Se reza enseguida el Santo Rosario, pidiendo posada entre cada uno de los misterios.

 

Al final, entran en la casa anfitriona para reflexionar sobre una lectura bíblica.

 

Pastorelas

  • Origen. Durante la Colonia, los misioneros españoles aprovecharon la fuerte tradición teatral de la cultura náhuatl para propagar de forma didáctica la evangelización. Los jesuitas, llegados a la Nueva España en 1572, ejercieron una amplia influencia en la educación del pueblo, fueron los principales impulsores de las pastorelas.

 

La primera representación que se recuerda se ubica en Zapotitlán Jalisco, donde se presencia la primera batalla entre San Miguel Arcángel y Lucifer, en lengua indígena. Eran entonces, las pastorelas, importantes elementos de comunicación y participación social. Pronto salieron de los atrios de las iglesias para escenificarse en las plazas y calles de los distintos pueblos, donde recogen las costumbres y prácticas de cada región. Así, para fines del siglo XVI, se encuentran referencias de una pastorela propiamente mexicana, con adaptaciones de esta cultura.

 
  • Definición. Las Pastorelas son recreaciones de las peripecias que enfrentan los pastores para llegar a adorar al Niño Jesús, que ha nacido en Belén. En el camino tienen que luchar con los demonios, que representando los siete pecados capitales, les imponen todo tipo de trampas, obstáculos y tentaciones para hacerlos desistir. El Arcángel San Miguel libra una intensa batalla con Lucifer y finalmente triunfa sobre él. Se trata de una confrontación entre el bien y el mal de la que se desprenden ciertas lecciones. Se caracterizan por su lenguaje rudo y esencial propio de pastores; están impregnadas de cierto humorismo involuntario y son ingenuas y picarescas.

  • Significado. Hoy, las pastorelas conservan su contenido y estructura más o menos permanente, cuyo tema central sigue siendo el nacimiento y la adoración del Niño Jesús, e incorporando algunos personajes y situaciones nuevos. Son muy útiles para hacer reflexionar de manera amena a cerca de cuáles son los obstáculos que tiene el hombre para adorar a Jesús Niño, para aceptar su mensaje y vivir de acuerdo a su voluntad.

 

Nacimiento:

  • Origen. Se atribuye a San Francisco de Asís, quien, en 1223 en vísperas de la Navidad, montó en el bosque de Greccio, el primer nacimiento de que se tenga noticia, con hombres y animales vivos. Su deseo era celebrar una hermosa nochebuena de Navidad, para vivir el recuerdo del Niño Jesús que nació en Belén en un establo. Una vez montada la escena, reunidos los habitantes de la aldea, se celebró la Eucaristía con algunos cánticos de la Natividad del Señor. Los asistentes llevaban antorchas y velas a fin de "iluminar aquella noche que debería de alumbrar a los siglos como una estrella refulgente". Al año siguiente repitió la representación con éxito y desde entonces la costumbre se extendió a todos los pueblos cercanos. Con el paso del tiempo la falta de espacio obligó a sustituir a las personas y animales por figuras de madera o de barro.

En México, los nacimientos hicieron su aparición en Acolman, en el siglo XVI, como producto de las representaciones que se hacían de la Navidad, hasta la fecha, en la mayoría de los hogares católicos mexicanos, hay un nacimiento durante el tiempo de Adviento y las fiestas de Navidad.

  • Significado. Colocar un nacimiento en la casa es para recordar el escenario en el que Dios se hizo hombre en Belén. En los hogares en donde se acostumbra poner adornos navideños, éste debe ser el más importante, el que está al centro de todo, pues lo que celebramos en Navidad es precisamente el Nacimiento de Jesús. Es una forma muy atractiva para hablar a los niños de la Historia de la Salvación. Es un medio didáctico visual que difícilmente pasará desapercibido. En la celebración familiar de la Nochebuena, la reunión es en torno al Nacimiento de Jesús y si éste puede ser representado de algún modo, la celebración será más emotiva, disponiendo a los asistentes a recibir en su interior a Jesús que nos trae la Salvación.

 

Árbol de Navidad:

  • Origen. La costumbre de adornar árboles o ramas en los últimos días de diciembre tuvo su origen en el norte de Europa, muchos siglos antes de Cristo. El follaje verde y las luces que los adornaban estaban asociados con el solsticio de invierno, cuando la naturaleza parece muerta. Se pedía entonces al dios-sol que volviera revistiendo de luz y color los campos. Los escandinavos consideraban al árbol como símbolo de duración y renovación de vida. Los Egipcios usaban hojas de palma con 12 brotes como expresión sagrada de la terminación del año y del triunfo sobre la muerte. Los romanos celebraban sus fiestas decorando las casas con follaje verde, signo de fertilidad. Los judíos celebraban en invierno la Fiesta de las Luces, encendiendo durante 8 días velas que ardían constantemente. El cristianismo conocía todas estas tradiciones, pues muchos cristianos eran paganos convertidos. Comprendieron que era imposible arrancar las tradiciones y prefirieron darles un sentido cristiano. Así el árbol y las luces se utilizaron para evocar a Jesús, Árbol de la Vida, Luz del Mundo. Se cree que las primeras veces que se utilizó el árbol adornado con luces para celebrar la Navidad fue al norte de Europa, quizá en Alemania. A cada elemento se le dio un significado cristiano que hasta la fecha conservamos.

  • Significado. El árbol con sus ramas verdes, simboliza la vida eterna que trajo Cristo al mundo, la perpetua primavera de esperanza. Las velas encendidas –ahora focos de colores- y los objetos brillantes colgados, simbolizan el advenimiento de la luz y la gloria de Dios que se refleja a todas partes. La estrella que se pone en la cúspide, es recuerdo de la Estrella de Belén que atrajo a los hombres desde lejos. Los regalos que se colocan debajo de él, simbolizan la cantidad de dones que Dios nos trae con su Encarnación y que hemos de compartir unos con otros.

 

La piñata

 
  • Origen. La piñata tiene su origen en China. A México llegó por medio de los españoles, que a su vez la conocieron por los Italianos. Al principio en Europa la piñata se adoptó para las festividades de Cuaresma, ya en México, los misioneros agustinos la utilizaron para divertir, instruir y evangelizar a los indígenas y se proponía sobre todo para las fiestas de Navidad.

  • Significado. La piñata vestida de oropeles, representa al mundo con sus engaños y vanidades. La venda con que se tapa lo ojos de quien le va a pegar, significa la fe; el palo, significa la fuerza de la virtud que rompe la falsedad del mundo; el romperse la piñata, significa que se rompe con el pecado y la seducción del mundo; los dulces o frutas que caen de ella, significan la verdad y los dones que se derraman sobre el hombre que rompe con el pecado, significan también el premio a la fe y a la perseverancia y la gracia de Dios derramada sobre el hombre.

La Epifanía del Señor

 

 

LOS REYES MAGOS. 
Es una tradición muy arraigada en nuestro país, sobre todo en los estados del centro y sur, celebrar el 6 de enero a los "Reyes Magos", recordando aquel episodio del Evangelio en el que unos Magos de Oriente llegaron a adorar y dar regalos a Jesús "Rey de los Judíos", según la manifestación de una gran estrella. (Cf. Mt 2, 1-12) Esta fiesta es una tradición cargada de significado. En realidad celebramos la Manifestación del Señor a todo el mundo, es decir la Epifanía. Dios se les revela, no sólo a los pastores, no sólo a los judíos, también a aquellos hombres de ciencia, ricos y poderosos que se ponen en camino desde tierras lejanas, en busca de la estrella que interpretan como una manifestación de la presencia de Dios; significa que el Hijo de Dios debe ser reconocido por todos los hombres, de todos los lugares, de todos los tiempos.

 

Tradición

Historia

Significado

2 Feb. "La Candelaria" 
La presentación del Señor.

Los Magos de Oriente se postran ante Jesús Niño y lo adoran, con sus regalos hablan de lo que ellos encuentran en Él: El oro se le ofrece sólo a los reyes, por lo que reconocen en Jesús al Rey; el incienso se le ofrece sólo a Dios, por lo que revelan que Jesús es Dios; y la mirra es un perfume que reconoce en Jesús Rey, Hijo de Dios, también a un Hombre. 
Es una bella historia que merece nuestra reflexión. Además de que es una oportunidad para continuar meditando en el gran Misterio de la Encarnación, y para compartir en familia las bendiciones y gracias que este milagro nos trajo.

 Tradición.
La tradición mexicana nos invita a compartir la "Rosca de Reyes", costumbre también llena de significados importantes: el pan en forma de rosca evoca a Dios Eterno, que no tiene principio ni fin; las frutas dulces con que se decora nos recuerdan la gracia que Jesús nos trae; el muñequito escondido entre la masa representa al Niño Jesús que todos debemos buscar, quien lo encuentra se llena de tanto gozo que desea compartirlo con todos, por lo que promete una fiesta el próximo día dos de febrero, día de la "Candelaria" (luz) o Presentación del Señor. Jesús es la "Luz para iluminar a todos los pueblos" (Lc 2, 32). Y los bautizados hemos sido iluminados con esa Luz de Cristo. 
Los cristianos siempre tenemos el compromiso de buscar, encontrar y compartir a Jesús con los demás.

 

Historia. 
La fiesta de la Epifanía es de origen Oriental y surgió en forma similar a la Navidad de Occidente. 
Los paganos celebraban en Oriente, sobre todo en Egipto, la fiesta del solsticio invernal el 25 de diciembre y el 6 de enero el aumento de la luz. En este aumento de la luz los cristianos vieron un símbolo evangélico. Después de 13 días del 25 de diciembre, cuando el aumento de la luz era evidente, celebraban el nacimiento de Jesús, para presentarlo con mayor luz que el dios Sol. La palabra epifanía es de origen griego y quiere decir manifestación, revelación o aparición. Cuando la fiesta oriental llegó a Occidente, por celebrarse ya la fiesta de Navidad, se le dio un significado diferente del original: se solemnizó la revelación de Jesús al mundo pagano, significada en la adoración de los "magos de oriente" que menciona el Evangelio.

 

Significado.    
Hoy la Iglesia celebra la Epifanía para recordar la Manifestación del Señor a todos los hombres con el relato de los Magos de Oriente que nos narra el Evangelio (Mt 2, 1-12). Aquellos hombres que buscaban ansiosamente simbolizan la sed que tienen los pueblos que todavía no conocen a Jesús. 
La Epifanía, en este sentido, además de ser un recuerdo, es sobre todo un misterio actual, que viene a sacudir la conciencia de los cristianos dormidos. 
Para la Iglesia la Epifanía constituye un reto misional: o trabaja generosa e inteligentemente para manifestar a Cristo al mundo, o traiciona su misión. La tarea esencial e ineludible de la Iglesia es trabajar para llevar a Cristo a todos aquellos que no lo conocen. 
La llegada de los magos, que no pertenecen al pueblo elegido, nos revela la vocación universal de la fe. Todos los pueblos son llamados a reconocer al Señor para vivir conforme a su mensaje y alcanzar la salvación. 
La descripción que hace el Evangelio de la llegada de los magos a Jerusalén y luego a Belén, la reacción de Herodes y la actuación de los doctores de la ley, encierra una carga impresionante de enseñanza.

  • Unos hombres extranjeros que siguen el camino indicado por la estrella, para adorar al recién nacido Rey de los judíos.

  • Los conocedores de las Escrituras en Jerusalén que quedan indiferentes ante aquella luz del cielo, que anuncia el acontecimiento esperado por siglos.

  • La envidia del rey Herodes ante el temor de que surja un rey "mayor" que él.

Ante este relato tan cargado de significado, nos queda reflexionar seriamente:

  • ¿Somos como aquella Jerusalén, "conocedora de las Escrituras", pero incapaz de reconocer y menos de seguir el camino de la Luz de Cristo?

  • O ¿somos como los magos de oriente, en búsqueda siempre de la verdad y dispuestos a ponerse en camino hacia Jesús, Rey y Señor de la historia?

 

2 de Febrero "La candelaria". La presentación del Señor.   
Si encontraste el "muñequito" de la Rosca de Reyes, que representa al Niño Jesús, en este día 2 de febrero, haces una fiesta para compartir con los demás esa gran alegría. Jesús, la "Luz del Mundo", participa de esa luz a cada bautizado por lo que el cristiano tiene el deber de "iluminar" a los demás con la luz de Cristo.

Simeón dijo de Jesús que es "Luz para iluminar a todos los pueblos" (Lc 2, 32). En el siglo V se comenzaron a usar las veladoras para subrayar esas palabras del profeta, dándole más colorido a la celebración, por esto la tradición llama a la fiesta de la Presentación del Señor "día de la Candelaria". 
A esta fiesta se le llamó también de la Purificación de María, se celebra 40 días después del nacimiento de Jesús, cuando María y José, cumpliendo con la doble prescripción de Moisés, acuden al templo a presentar al Niño Jesús, para ofrecerlo a Dios y llevar ofrendas por la purificación de la Madre. 
Cada fiesta que los cristianos celebramos nos debe llevar a un compromiso, en este caso, hemos de recordar las palabras de Jesús:

"Ustedes son luz para el mundo. No se puede esconder una ciudad edificada sobre un cerro. No se enciende una lámpara para esconderla en un tiesto, sino para ponerla en un candelero a fin de que alumbre a todos los de la casa Así pues, debe brillar su luz ante los hombres, para que vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre de ustedes que está en los cielos". (Mt. 5, 14-16)

Es oportuno ahora reflexionar:

¿Qué hago con la Luz de la Fe que Dios me regaló en mi bautismo? 
¿Mi vida sirve para "iluminar" a otros, evitando que caminen en la oscuridad?

Tiempo ordinario

 

Santísima TrinidadEn el año litúrgico, llamamos tiempo ordinario al tiempo que no coincide ni con la Pascua y su Cuaresma, ni con la Navidad y su Adviento.

 


 

Son treinta y tres o treinta y cuatro semanas en el transcurso del año, en las que no se celebra ningún aspecto particular del misterio de Cristo. Es el tiempo más largo, cuando la comunidad de bautizados es llamada a profundizar en el Misterio Pascual y a vivirlo en el desarrollo de la vida de todos los días. Por eso las lecturas bíblicas de las misas son de gran importancia para la formación cristiana de la comunidad. Esas lecturas no se hacen para cumplir con un ceremonial, sino para conocer y meditar el mensaje de salvación apropiado a todas las circunstancias de la vida.

El Tiempo Ordinario del año comienza con el lunes que sigue del domingo después del 6 de enero y se prolonga hasta el martes anterior a la Cuaresma; vuelve a reanudarse el lunes después del domingo de Pentecostés y finaliza antes del Domingo Primero de Adviento. 
Las fechas varían cada año, pues se toma en cuenta los calendarios antiguos que estaban determinados por las fases lunares, sobre todo para fijar la fecha del Viernes Santo, día de la Crucifixión de Jesús, a partir de ahí se estructura todo el año litúrgico.

Cuaresma

 

Cuaresma: un tiempo de preparación intensiva a la Pascua; es un itinerario que lleva al cristiano a celebrar y vivir la Pascua del Señor.

            • No se trata de una celebración independiente, sino que se ordena a la preparación de la celebración de la Pascua. La Cuaresma hay que verla a la luz del Misterio Pascual.
            • Es tiempo fuerte de evangelización para llevar al Bautismo a los no cristianos y a la superación evangélica a los bautizados.
Son cuarenta días, recordando los muchos acontecimientos bíblicos que nos hablan de este número: los cuarenta días de ayuno de Jesús en el desierto; los cuarenta años que el Pueblo de Dios pasó en el desierto; los cuarenta días que Moisés transcurrió en el Monte Sinaí; los cuarenta días de marcha de Elías para llegar al Monte Horeb. 
Se cuentan a partir del Miércoles de Ceniza hasta antes de la Misa vespertina del Jueves Santo. Durante este tiempo no se canta el Aleluya ni el Gloria en las Misas. Se dividen en 1° al 5° Domingo de Cuaresma y el 6° se llama Domingo de Ramos o de la Pasión del Señor. 
Los ornamentos del altar y la vestidura del sacerdote son color morado.
 

Historia y finalidad

Miércoles de Ceniza

Normas sobre el ayuno y la abstinencia

Semana Santa: Domingo de ramos

Lunes a Miércoles Santo

Jueves Santo

Viernes Santo

Sábado Santo

  Cuaresma  Parte 2

Historia y finalidad    
En las primeras comunidades cristianas la preparación prebautismal (catecumenal), era intensiva y se dirigía también a los otros sacramentos de iniciación -Confirmación y Eucaristía-, que se acostumbraba recibir durante la Vigilia Pascual. Esa preparación pretendía todo un proceso de transformación integral y profunda de la persona a la luz de la palabra de Dios. Era durante el tiempo anterior a la celebración de la Pascua que se inscribían y seleccionaban los candidatos a recibir el Bautismo, que habían estado estudiando ya fuertemente la doctrina cristiana y que se sometían a escrutinios para purificarse y protegerse contra las tentaciones y para rectificar la intención y mover la voluntad. Con estos fines el sacerdote oraba sobre los catecúmenos*.

(*) Se les llama catecúmenos a las personas que están recibiendo preparación para recibir el bautismo y la confirmación.

La disciplina penitencial, se ejercía, naturalmente para los bautizados. Se trataba, en la mayoría de los casos de una disciplina muy rigurosa que se imponía a los que habían caído en pecado, con el fin de recuperarlos, mediante actos de purificación, que los preparaban a la reconciliación con Dios y con la Iglesia. 
El Miércoles de Ceniza, señalaba el inicio de la penitencia pública correspondiente a cada tipo de pecado, la penitencia continuaba por cuarenta días y consistía en ayunos, abstinencias, limosnas, hábito penitencial. 
Se pedía mayor oración, sacrificios y ejercicio de la caridad. Igual que hoy, el tiempo de la Cuaresma era un tiempo fuerte de oración, penitencia y ayuno.
Hoy, la Cuaresma es básicamente lo mismo, sólo se ha profundizado más en su sentido. La Cuaresma se ve como un camino que conduce a la Pascua, a través de:

  • Un llamado a la conversión, que llena el espacio de las primeras dos semanas, en las que las lecturas dominicales propician la respuesta del hombre, para que revise su vida y busque la forma de cambiarla, viviendo según el criterio del Evangelio de Cristo.

  • Nos invita a profundizar nuestra fe, escuchando la Palabra de Dios. Es tiempo privilegiado para la instrucción de los cristianos, mediante la meditación, ejercicios espirituales y cursos especiales de evangelización. En nuestra parroquia se ofrecen varias tandas de Ejercicios Espirituales de acuerdo a la edad y situación de las personas, te invitamos a checar el calendario.

  • Nos invita a una particular purificación e iluminación, mediante la práctica del sacramento de la Reconciliación (Confesión) y la mayor frecuencia al sacramento de la Eucaristía.

Miércoles de Ceniza   
Marca el inicio de la semana santa. Los católicos tenemos una tradición que recuerda las antiguas costumbres del pueblo hebreo. Cuando se sabían en pecado o cuando se querían preparar para una fiesta importante en la que debían de estar purificados, se llenaban el cuerpo de ceniza y se vestían con un saco de tela áspera. Esto era, por un lado, para recordar la pequeñez del hombre que procede del polvo y al polvo volverá; y también para hacer sacrificio (mortificando al cuerpo) en señal de que se reconocían pecadores y que deseaban, por medio de esa penitencia externa, manifestar su deseo de arrepentimiento y perdón de parte de Dios. 
Ahora, acudimos al templo para que se nos imponga un poco de ceniza en la frente al iniciar la cuaresma -tiempo de preparación para la más grande fiesta que es la Pascua- . Los significados son básicamente los mismos: reconocernos pequeños, pecadores y con necesidad del perdón de Dios. Esto es solamente un signo que debe expresar lo más importante, que es la actitud interior de arrepentimiento y deseo de convertirnos a Dios, viviendo según su voluntad. Vivimos otros signos de penitencia a lo largo de toda la cuaresma, como son el ayuno y la abstinencia, con el mismo deseo de que Dios nos dé su gracia para lograr la conversión y vivir plenamente la gran fiesta de los cristianos, que es la Pascua.

 

El Miércoles de Ceniza es un llamado a la conversión; Juan Bautista predicaba al Pueblo, hablando del bautismo y de la conversión para alcanzar el Perdón de los pecados (Marcos 1, 1-4). Jesús predica: El plazo se ha cumplido. El Reino de Dios se ha acercado. Tomen otro camino y crean en la Buena Nueva (Marcos 1,15).
Conviértete y cree en el Evangelio: llamado a convertirnos cada uno, a nivel familiar, a nivel de grupo de amigos, a nivel de comunidad. 
La Celebración de la Ceniza, no es algo meramente individual, sino que es una celebración comunitaria y eclesial. Es un llamado a convertirnos como Comunidad cristiana y como Iglesia. 
Convertirse es volverse a Dios, reconocer nuestros pecados y querer cumplir la Voluntad de Dios y comprometernos. 
El Miércoles de Ceniza es una celebración de Fe. Pero la Fe no solamente consiste en creer con la cabeza sino en entregarse con el corazón y con la vida.

 

Normas sobre el ayuno y la abstinencia
Originalmente, ayunar se refiere a no comer alimentos sólidos, ordinariamente se prescribe el ayuno para un día completo y la abstinencia se refiere a dejar de comer cualquier tipo de carnes.

  1. El Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, son días de ayuno y abstinencia.

  2. Todos los viernes de Cuaresma son días de abstinencia de carne. Pero el Episcopado Mexicano ha dispuesto que: "se puede suplir la abstinencia de carne, excepto la del Miércoles de Ceniza y Viernes Santo, por: 
    a) la abstinencia de aquellos alimentos que para cada uno significa especial agrado, sea por la materia o por el modo de preparación; 
    b) o por una especial obra de caridad; 
    c) o por una especial obra de piedad; 
    d) o por otro significativo sacrificio voluntario"

  3. Sujeto de la ley del ayuno y la abstinencia: 
    - Abstinencia de carne: todos los que han cumplido 14 años. La ancianidad, por sí sola, no exime de esta ley de abstinencia. 
    - Ayuno: todos los que han cumplido 18 años, hasta el comienzo de los sesenta.

Lo más importante al hacer este tipo de prácticas es darle su sentido verdadero: por una parte someter la voluntad para fortalecerla con virtudes como la templanza, la sobriedad y la humildad y por otra, favorecer el ejercicio de la caridad, pues todos los sacrificios que se hacen deben apuntar a hacer un bien o un servicio al prójimo y a toda la Iglesia. Hacer sacrificios y penitencia por costumbre o porque todos lo hacen, no tiene sentido y no favorecen el crecimiento del hombre, que en conclusión es lo que se pretende.
 

Semana Santa: Domingo de ramos
Con el Domingo de Ramos se inicia la Semana Mayor. En este día la Iglesia hace memoria de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, para llevar a cabo su misterio Pascual. En la liturgia se nos presentan los dos aspectos fundamentales de la Pascua:

  • La entrada triunfal de Jesús a Jerusalén como anuncio e imagen del triunfo de su Resurrección.

  • El recuerdo de su Pasión (el evangelio), que marcará la liberación de la humanidad del pecado y de la muerte.

Las lecturas bíblicas nos invitan a vivir en ese día los acontecimientos de entonces: aceptar a Cristo como el Señor y entrar vivencialmente al drama de la pasión.

 

Lunes a Miércoles Santo   
Son días propicios para la reflexión profunda, la Iglesia nos invita como en una "última llamada" a acercarnos al Sacramento de la Confesión con el fin de estar preparados para vivir la vigilia pascual y el gran acontecimiento de la Pascua. El cristiano debidamente preparado estará en gracia de Dios para participar con toda la Iglesia del gran banquete de la Eucaristía en la Misa más importante del año.

 

Jueves Santo
Hay dos celebraciones importantes:

  • La Misa Crismal: se celebra durante la mañana en la Catedral. Todos los presbíteros (sacerdotes) de la diócesis se unen al Obispo que preside la celebración eucarística y bendice los Santos Oleos (aceites o crismas) que se usan en los sacramentos durante todo el año. Esta celebración es como una fiesta de todos los sacerdotes, que se alegran por su propia consagración y que ven en Cristo, cuyo nombre significa consagrado por medio de la unción, su modelo y su guía. Durante esta Misa se hace la renovación de las promesas sacerdotales, para renovar su compromiso de fidelidad para el servicio del Pueblo de Dios. Los Oleos que se bendicen son: el Oleo de los Catecúmenos con el que los cristianos reciben su primera unción en el Bautismo; el Oleo de los Enfermos, para el sacramento de la Unción; y el Santo Crisma, utilizado también en el Bautismo, en la Confirmación y en la unción en el Orden Sacerdotal.

  • La Misa Vespertina: con la que se inicia el Triduo Pascual (se le llama víspera). En esta misa se celebra la Institución de la Eucaristía, del Sacerdocio y el Mandato del Señor sobre la caridad fraterna. Es la conmemoración solemne de la "Ultima Cena" de Jesús con sus Apóstoles, cuando Jesús:

    • "Da instrucciones" de cómo los cristianos hemos de recordar y actualizar su Sacrificio -la Eucaristía- "…hagan esto en memoria mía.." (Lc 22, 18-19)

    • Instituye formalmente el Ministerio de los Sacerdotes y pide por la unidad de su Iglesia "…que todos sean uno…" "Así como tú me enviaste al mundo, así yo también los envío al mundo….." (Jn 17, 11. 18)

    • Habla de lo más importante de la vida del cristiano: el amor "Ley doy este mandamiento nuevo. Que se amen unos a otros… como yo los he amado". (Jn 13,34.35)

 

Viernes Santo
Es el primer día del Triduo Pascual. La Iglesia no celebra un funeral, sino la muerte victoriosa del Señor. Es un día de amorosa contemplación del Sacrificio de Cristo. 
Es el único día del año en el que no se celebra la Eucaristía, es decir, no hay Misa, ni Consagración del pan y el vino, recordando que en estos días (viernes y sábado) los Apóstoles estuvieron escondidos y sumergidos en la tristeza por miedo a los judíos y por la pena de ver preso y condenado a su Maestro. Hay, sin embargo, celebraciones solemnes que convocan a todos los fieles para:

  • La Liturgia de la Palabra. Son lecturas Bíblicas del profeta Isaías (Antiguo Testamento), que anuncia detallando de manera sorprendente la pasión del Mesías, y del Nuevo Testamento, el relato de la Pasión de Cristo narrada por San Juan y de la exaltación de Jesús Crucificado como "sumo sacerdote que penetró en los cielos" (Hb 4, 14). En estas lecturas se subraya el aspecto glorioso de la Pasión, para manifestar a Cristo como Rey y como Dios. Se concluye con una solemne oración de los fieles por las grandes intenciones de la Iglesia y del mundo, poniéndolas al pie de la Cruz, sobre la cual muere Cristo por todos los hombres.

  • La Adoración de la Cruz. Es más bien la Adoración de la persona de Cristo Crucificado y el misterio significado por esta muerte por todos los hombres. No es el material de la cruz, sino lo que la cruz significa para nosotros lo que los cristianos adoramos. La Iglesia levanta el signo de la victoria del Señor para manifestar el cumplimiento de lo que Jesús había dicho: "Y yo cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí" (Jn 12,32). Al contemplar a Cristo Crucificado, vienen a la mente sus palabras. "Nadie tiene mayor amor, que el que da su vida por sus amigos" (Jn 15,13).

  • La Comunión. Aunque durante el viernes y sábado santos no se celebra ningún sacramento, se reparte entre los fieles la comunión, consagrada desde el día anterior, para permitir una mayor unión con el Cristo que nos salva con su muerte.

 

Sábado Santo 
Durante este día la Iglesia está en actitud de silencio, propicio para la reflexión y oración, esperando la hora de la víspera para dar inicio a la Vigilia Pascual esa noche.

 

La vida del cristiano Parte 2

Vigilia Pascual

 

Es la celebración central de todo el año litúrgico, ocurre al caer el sol del Sábado Santo. 
Es la "noche santa" en la que la Iglesia celebra, en la forma más expresiva, la obra de la redención como memoria, presencia y espera. 
Los cristianos recordamos la noche en la cual Cristo sale de la tumba, victorioso de la muerte y esta memoria se hace realidad, porque sabemos que el mismo Cristo resucitado está presente en la comunidad que celebra el gran acontecimiento. 
Lo llamamos "vigilia", por la actitud de espera que debe tener el cristiano, según la invitación del evangelio: "Tengan la ropa puesta y mantengan encendidas sus lámparas. Estén como hombres que esperan que su patrón regrese de un casamiento para abrirle la puerta. Dichosos los siervos que el Señor a venir, encuentre despiertos…" (Lc 12, 35-37) 
Para todo cristiano este velar adquiere el valor simbólico de la espera de la venida del Señor. Así la Vigilia Pascual se convierte en programa de vida: estar siempre alertas y preparados para nuestro encuentro final con el Señor.

 

Símbolos y ritos 
de la celebración

Domingo de resurrección

Cincuenta días de celebración pascual

La Pascua. 
Definición

Pascua judía

Pascua de Cristo

La Pascua 
de la iglesia

Significados antiguos 
de la Pascua

  La vida del cristiano Parte 2

Símbolos y ritos de la celebración  

  • BENDICIÓN DEL FUEGO 
    Es el inicio de la vigilia. Habla del paso de las tinieblas a la luz, de la noche al día. Las tinieblas simbolizan el pecado y la muerte; y la luz simboliza a Cristo Resucitado.

  • CIRIO PASCUAL. 
    Se enciende el Cirio Pascual, que simboliza a Cristo resucitado y se reparte su fuego para encender las velas que todos los fieles llevan a la celebración, significando que Cristo, "Luz del Mundo", ilumina la vida de los hombres con su Resurrección. Se coloca al frente, en el presbiterio, desde donde domina toda la asamblea.

  • PROCESIÓN 
    Consiste en entrar al templo o lugar de la celebración, precedidos por el Sacerdote que lleva el Cirio Pascual en Alto, significa que somos el Nuevo Pueblo de Dios, nacido de la Pascua; peregrinos seguimos a Cristo Resucitado, nuestro Jefe y Luz del Mundo a través del desierto de esta vida hacia la Patria Celestial.

  • LITURGIA DE LA PALABRA 
    El símbolo de la luz del cirio cede el lugar a la realidad de Cristo, luz del mundo, presente en su Palabra, proclamada en esta noche. En ninguna otra celebración hay tantos textos como en esta. Son nueve lecturas que presentan en síntesis la Historia de la Salvación. Las lecturas se hacen a manera de diálogo entre Dios y la comunidad, cada una está precedida de momentos de silencio, aclamaciones y cantos de salmos. Las siete primeras lecturas se hacen del Antiguo Testamento, para admirar la obra de la Creación (Génesis); recordar los prodigios que hizo Dios con Israel su Pueblo (Éxodo); leer a los profetas que anunciaron la Salvación que Dios realizaría para todos los hombres; las siguientes dos lecturas son, una de San Pablo que anuncia a la nueva Iglesia que Cristo resucitado de entre los muertos, ya no muere más y la más importante, el Evangelio, que narra la Resurrección del Señor.

  • LITURGIA BAUTISMAL 
    Momento en que se bendice el agua bautismal, se celebra el Bautismo a quienes se hayan preparado para ingresar en la comunidad cristiana y se renuevan las promesas bautismales por parte de todos los presentes.

  • LITURGIA EUCARÍSTICA 
    Como en todas las Celebraciones Eucarísticas (Misas), se prepara el altar con los dones del pan y el vino, para hacer presente la Pascua de Cristo, como Él nos lo enseñó. La celebración eucarística es el centro de toda la vigilia. La palabra eucaristía, significa "acción de gracias". En esta noche pascual, la Iglesia celebra su acción de gracias a Padre por habernos dado a su Hijo muerto y resucitado. En esta noche se comprende más que nunca el porqué los primeros cristianos llamaron Eucaristía a la Cena del Señor. Este es el momento en que nació la verdadera Eucaristía: ¡La Pascua!. Por esto, el Misterio de la Noche Pascual culmina en la Eucaristía, que ya no la ofrece Cristo solo, sino en compañía de su Iglesia.

 

Domingo de resurrección   
Hoy se celebra el acontecimiento pascual como "El Día del Señor". Este es el Domingo que da sentido a todos los domingos del año. Es el día del triunfo del Señor. 
El Cirio Pascual está colocado al frente, cerca del altar, encendido durante todas las celebraciones litúrgicas del tiempo pascual hasta Pentecostés, simbolizando que Cristo Resucitado está presente, presidiendo todas las acciones litúrgicas de su Iglesia. 
Las lecturas bíblicas de este día contienen lo que llamamos el Kerigma, es decir la proclamación novedosa del acontecimiento pascual y un llamado a vivir los compromisos con Cristo resucitado. 
Quien vivió la celebración de la víspera en la Vigilia Pascual, puede o no asistir a esta Misa dominical del día siguiente. Con asistir a la Misa solemne de Pascua se cumple el precepto dominical.

 

Cincuenta días de celebración pascual
Autores muy antiguos, como Tertuliano y Orígenes, que vivieron entre el segundo y tercer siglo de nuestra era, nos hablan de esta celebración de la Pascua prolongada por cincuenta días. Desde los primeros siglos, este tiempo se ha considerado propicio para la celebración de nuevos Bautismos. 
Es indudable que la Iglesia nace con la Pascua de Cristo, pero es a los cincuenta días cuando el Espíritu Santo se derrama en el corazón de aquella Iglesia naciente, para darle luz y energía en su caminar. Durante ese tiempo, los apóstoles debieron estar haciéndose a la idea de una nueva presencia de Cristo entre ellos, estaban preparándose a la recepción del Espíritu Santo, que les daría un nuevo estilo de vida. A través de sus apariciones, Jesús les enseña a comprender los nuevos signos de su acción en el mundo. 
También para nosotros, este tiempo pascual debe servir para profundizar la fe y los signos de la fe. Los domingos de este tiempo se llaman "Domingos de Pascua", durante los cuales las lecturas de las Misas nos recuerdan cómo aquella Iglesia aún temerosa iba comprendiendo que efectivamente Cristo había resucitado y se quedaría con ella para siempre. 
Durante este tiempo no hay lecturas del Antiguo Testamento -excepto los salmos-, la primera lectura se hace del libro de los Hechos de los Apóstoles, que narra la vida de la Iglesia de los primeros años. Las celebraciones tienen un carácter más festivo que el resto del año. Desde el siglo IV, está insertado en este tiempo la celebración de la Ascensión del Señor al cielo, una semana antes de la fiesta de Pentecostés, siguiendo las narraciones de San Lucas, tanto en su Evangelio como en el libro de los Hechos de los Apóstoles.

 

La Pascua. ( definición ).
Todo acontecimiento importante es conveniente que sea recordado. El pueblo de Israel alimentó su fe en el Señor, recordando las maravillas que Él realizó con sus padres. Ahora los cristianos recordamos la obra más maravillosa que Dios Padre ha hecho en su Hijo, por medio del Espíritu Santo: LA RESURRECCIÓN DE JESÚS, contenido fundamental y fundamento de nuestra fe. 
La Resurrección de Jesús es un acontecimiento absolutamente único y trascendente, sin embargo se inserta en nuestra historia humana y la afecta a través de un conjunto de sucesos históricamente comprobables que fueron manifestaciones del Resucitado y por tanto de la Resurrección. 
A diferencia de cualquier acontecimiento humano, el acontecimiento salvífico se hace presente, porque tiene como finalidad la salvación de los hombres de todos los tiempos. La Resurrección de Jesús, es lo que los cristianos celebramos en la Pascua, centro de todo el Año Litúrgico.

 

Pascua judía   
Para comprender mejor la Pascua que celebramos los cristianos, conviene recordar brevemente la Pascua Judía: el libro del Éxodo narra las penurias que el pueblo de Israel pasaba como esclavo en Egipto y cómo Dios llama a Moisés para que lo libere, prometiéndole una tierra próspera y fértil que Él les daría en propiedad si los israelitas se deciden a dejar la seguridad y esclavitud de Egipto. Después de muchos problemas, los hebreos emprenden el camino por el desierto hacia la "tierra prometida". 
Los judíos celebran solemnemente, cada año la Pascua, recordando el acontecimiento histórico de su liberación de la esclavitud y los acontecimientos portentosos que el Señor realizó para liberarlos. La palabra "pascua", significa "paso":

  • El paso del Señor por Egipto, sacrificando a los primogénitos egipcios y "respetando" las casas de los israelitas que estaban marcadas con la "sangre del cordero", que habían sacrificado por instrucciones de Moisés.

  • El paso del pueblo, de la esclavitud de Egipto a la libertad del camino hacia la tierra prometida.

  • El paso del pueblo por el Mar Rojo, que Dios había abierto para que escaparan de los Egipcios que los perseguían y que Dios cierra para ahogar ahí a los soldados y al faraón.

La Pascua que vivió aquel pueblo, anuncia la Pascua definitiva que vivirá Jesús para liberar al hombre de la esclavitud del pecado.

 

Pascua de Cristo
Los Evangelios nos hablan de la Pascua de Cristo y presentan dos puntos de vista distintos, que se complementan: San Juan nos dice que la Pascua de Cristo coincide con su muerte en la Cruz, para él, Jesús sustituye la inmolación del cordero con su propia inmolación en la Cruz. Los otros tres evangelistas nos presentan la Última Cena como la Pascua celebrada por Cristo, en la que sustituye la cena pascual por la Cena Eucarística. 
Para San Juan la Pascua de Cristo es su paso de este mundo al Padre, por eso presenta a Jesús como el "Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Jn 1,29). Une la muerte de Cristo con su glorificación: la Pascua es muerte que lleva a la Resurrección. La hora de la crucifixión es llamada "su hora" (cf. Jn 12, 23-33). 
Los otros evangelistas, por su parte, insisten describiéndola detalladamente, que Cristo celebró la Pascua con la institución de la Eucaristía (Cf. Lc 22, 8.15; Mc 14, 12-16). Hablan de la muerte de Cristo en función de la "remisión de los pecados" (cf. Mt 26,28; Mc 14,24; Lc 22,20). Y hablan también de una muerte que realiza una Nueva Alianza . 
La Pascua de Cristo consiste, por tanto en su inmolación al Padre, que Juan contempla en su momento real y en la institución de la Eucaristía, que los evangelios sinópticos contemplan en su momento sacramental, éstos insisten en el signo, aquél en la realidad significada. 
En Cristo encontramos el "Cordero Inmolado"; el Paso de Dios entre los hombres; la Humanidad liberada de la esclavitud del pecado para pasar a la Patria prometida, la Nueva Alianza fundada en el amor.

La pascua de la iglesia
La predicación de los Apóstoles se centra en el acontecimiento pascual. Desde tiempos apostólicos se habla de la Pascua Cristiana, -de la Iglesia de Cristo-, que celebraban en lugar de la Pascua Judía. (cf. 1Cor 5, 7.8; 1Pe 2,16). Por la Resurrección de Cristo, los cristianos son capaces de pasar de las tinieblas del pecado a la luz de la gracia, (Cf. 1Pe 2,9). 
Los primeros cristianos se reunían a "partir del pan" diariamente (cf. Hch 2, 42-46; 5,42). El misterio pascual para ellos, es vida de todos los días y no simple recuerdo. En un segundo tiempo encontramos la celebración dominical (cf. 1 Cor 16, 1.2; Ap 1,10; Hch 20, 7-12). Hay muchos documentos antiguos además, que presentan cómo los cristianos se reunían el domingo -día de la Resurrección del Señor- a celebrar la Eucaristía, en contraposición a la celebración judía del sábado. 
Una tercera etapa sería cuando se comenzó a celebrar la Pascua anual. A partir del año 135, primero en Jerusalén y luego en Alejandría, se celebraba el domingo siguiente al 14 de Nisán, (día en que los judíos celebraban su Pascua). Hasta durante todo el siglo III, la Pascua fue la única festividad anual de los cristianos. En ella condensaban y revivían la historia de la salvación que va desde la creación hasta la parusía. Era la fiesta de Cristo, del "Cristo de ayer, de hoy y de siempre" (Hb 13,8). 
Poco a poco esta fiesta se va desarrollando y estructurando. De una vigilia pascual precedida por unos días de ayuno, se llega progresivamente al triduo pascual del viernes, sábado y domingo; días dedicados respectivamente al recuerdo de Cristo muerto, sepultado y resucitado. Ese tiempo de ayuno fue alargándose hasta constituirse la Cuaresma. Con esto se estableció un período preparatorio de penitencia y oración con duración de 40 días. Esta estructura la encontramos a partir del siglo IV. En tiempo de pascua los ornamentos del altar y la vestidura del sacerdote son color blanco.

 

Significados antiguos de la Pascua
A lo largo de la historia de la Iglesia ha habido progresivas reflexiones teológicas a cerca del significado de la Pascua. Se puede resumir el pensamiento de los primeros Padres de la Iglesia en tres posiciones diferentes y complementarias al mismo tiempo:

  • Primero se daba a la Pascua el significado de Pasión, por lo que las primeras celebraciones fueron el 14 de Nisán, día de la muerte del Señor. La Resurrección es vista como una prolongación de la Pasión, como una consecuencia de la muerte victoriosa de Cristo. Se pensó que la Palabra Pascua viniese del verbo griego paschein, que significa "padecer". Era la época de las grandes persecuciones, cuando se consideraba la pasión como causa de nuestra resurrección.

  • La segunda reflexión fue presentada por Orígenes, que habla de que la Pascua no se coloca en el pasado, sino en el presente, este padre dice: "El cristiano que celebra su Pascua, es uno que pasa continuamente con el pensamiento, con la palabra y la acción de las cosas de esta vida a Dios y se apresura hacia su ciudad". Para él la Pascua es paso y ascensión. Coincide también esta etapa en la verdadera significación de la palabra Pascua, hecha por San Jerónimo, buen conocedor del idioma de los judíos: Pascua en hebreo se dice Phase y quiere decir "paso".

  • La tercera reflexión es de San Agustín, que hace una síntesis de las dos corrientes anteriores. Parte del texto de Juan 13, 1; en el que Jesús habla de su paso de este mundo al Padre, concluyendo que Cristo realiza este "paso" a través de la pasión: "Cristo pasa de la muerte a la vida y nos abre así el camino a nosotros que creemos en la resurrección para que pasemos también nosotros de la muerte a la vida". Para San Agustín, la Pascua es. Un Paso y fruto de la Pasión.

 

La vida del cristiano Parte 2

Significado de la Resurrección

 

Observa los cuatro puntos  por unos momentos y después observa una pared clara. ¿Qué ves?Primera y Principal VERDAD DE NUESTRA FE 
Los apóstoles de Jesús comenzaron su predicación anunciando este hecho indiscutible: Jesús de Nazaret, quien fue clavado en una cruz y sepultado RESUCITÓ. Todo su mensaje giró en torno de esta noticia; hoy la Iglesia también centra todo su trabajo apostólico en JESÚS RESUCITADO. A partir de esta VERDAD, se realiza la evangelización, hace dos mil años y hasta nuestros días. 
La resurrección de Jesús es el hecho más importante de toda la Historia de la Salvación. Es un asunto fundante -en él esta fundada nuestra fe- y fundamental -sin Resurrección sería absurda, y no tendría razón de ser nuestra fe-. Si Cristo no hubiera resucitado, la Iglesia no podría anunciar ninguna Buena Noticia de salvación para nadie. San Pablo lo afirma claramente: "Si Cristo no fue resucitado, nuestra predicación ya no contiene nada ni queda nada de lo que creen ustedes…. Y… ustedes no pueden esperar nada de su fe…. Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos…" (1Co 15, 14; 17; 20). La Resurrección de Jesús es una VERDAD, a la que de ninguna manera debemos renunciar si nos llamamos cristianos.

 

Pruebas de la Resurrección.

¿Qué se entiende por Resurrección de Jesús?

Significado de la Resurrección

El encuentro del hombre con el Resucitado

Se buscan testigos del Resucitado

Pruebas de la Resurrección.   
La máxima obra de Dios, la Resurrección de su Hijo, no tuvo testigos. Sin embargo sí se puede comprobar; hay "evidencias": 
El sepulcro vacío.- Los cuatro evangelistas lo mencionan. Lo reconocen incluso los soldados, los sacerdotes y las autoridades romanas. Aunque no es una prueba directa, es un signo especial, es el primer paso para el reconocimiento de la Resurrección. Juan dice: "vió y creyó (20,8). 
Las apariciones del Resucitado.- En ellas se basa el argumento definitivo para afirmar la Resurrección. NO FUERON VISIONES subjetivas, sino HECHOS OBJETIVOS, HISTÓRICOS. Se describen (en los últimos capítulos de los evangelios), como presencia real y hasta carnal de Jesús; come, camina, deja que lo toquen, platica con ellos. Son una base sólida de la fe en la Resurrección. 
El testimonio de los que creemos.- Aunque no hubo testigos de la resurrección, sí los hay del Resucitado. Quienes lo vieron comenzaron a decir que el "Crucificado estaba vivo" y así es como surge la Iglesia. Nuestra fe procede de los primeros que creyeron y continuamos hoy transmitiendo esa misma fe en Jesús de Nazaret que murió por nosotros, y que RESUCITÓ como primicia de lo que será nuestra propia resurrección. ¡desde hace dos mil años, hombres y mujeres han dado testimonio de la fe en la Resurrección y así seguirá ocurriendo hasta el fin de los tiempos! .

 

¿Qué se entiende por Resurrección de Jesús?.    
La Resurrección de Jesús es un HECHO REAL, HISTÓRICO -como todo lo que dicen los Evangelios sobre Jesús de Nazaret- y META HISTÓRICO, -vá más allá, pues anticipa nuestra propia resurrección-. Cuando pienses en esta VERDAD DE FE, toma en cuenta estas cuatro afirmaciones:

  1. La resurrección de Jesús no es una vuelta a su vida anterior, para volver a morir de nuevo. Jesús entra en la vida definitiva de Dios; es "exaltado" por Dios (Hch 2,23); es una vida diferente a la nuestra. (Rm 6, 9-10)

  2. Jesús resucitado no es una "alma inmortal", ni un fantasma. Es un hombre completo, con cuerpo, vivo, concreto, que ha sido liberado de la muerte, del dolor, de las limitaciones materiales, con todo lo que constituye su personalidad.

  3. Dios interviene, no para volver a unir el cuerpo y el alma de Jesús, sino que ocurre un nuevo prodigio, una intervención creadora de Dios. El Padre actúa con su fuerza creadora y poderosa, levantando al muerto Jesús a la vida definitiva y plena.

  4. No se trata de que Jesús resucitó "en la fe" de sus discípulos, o "en su recuerdo". Es algo que aconteció verdaderamente en el muerto Jesús y no en la mente o en la imaginación. Jesús realmente ha sido liberado de la muerte y ha alcanzado la vida definitiva de Dios.

 

Significado de la Resurrección 
Con la Resurrección de Jesús, Dios afirma cosas muy importantes:

  • Dios estaba de parte de Jesús, le da la razón en todo lo que hizo y dijo y se la quita a quienes estaban en su contra.

  • Rehabilita su causa y su persona: Jesús es su Hijo, el Cristo, el Mesías esperado.

  • Dice a la Iglesia naciente que su misión está fundada no solamente en el hecho histórico, sino en la experiencia pascual, en el encuentro de cada cristiano con Jesús Resucitado.

  • Es la anticipación de la meta de la historia; hace surgir una fuerza dinámica e invita a un programa de vida para cada hombre.

  • Hay un nuevo horizonte para la vida y nuevo sentido para la muerte. La vida es un camino que se puede andar con esperanza, pues la muerte no es el fin del hombre, sino el medio para volver a su destino final: Dios Padre.

 

El encuentro del hombre con el Resucitado
En los evangelios se describen varios "encuentros" de Jesús Resucitado con varios de sus discípulos; hay cosas en común en estas experiencias:

  1. Jesús se "deja ver", para que salgan de su incredulidad y de su desconcierto.

  2. El encuentro afecta a la totalidad de sus personas: transforma el miedo en celo por el evangelio; la ignorancia por sabiduría; la debilidad por fortaleza; la tristeza por alegría. (Gal 1,23)

  3. Les descubre los enigmas de la fe: "se les abren los ojos" "ven y creen".

  4. Los encuentros siempre conducen a una llamada a la evangelización "vayan y digan" (Mt 28, 18-20; Mc 16,15; Lc 24,28; Jn 20,21).

  5. Comprenden que deben vivir su vida cotidiana con otro sentido y otra profundidad, el encuentro con el Resucitado es una experiencia prolongada en la vida. (2Cor 4,10).

 

Se buscan testigos del Resucitado
Jesús dijo a Tomas: "Tu crees porque has visto. Felices los que creen sin haber visto" (Jn 20, 29)

Estas palabras de Jesús: "Felices los que creen sin haber visto", se refieren a nosotros, a los cristianos de hoy que seguimos encontrando a Cristo Resucitado, aunque "no lo veamos" con los ojos del cuerpo, los efectos que se producen son exactamente los mismos: somos "felices", porque tenemos la certeza de que creemos en algo real; porque tenemos una esperanza diferente a quienes no creen; porque vamos por la vida luchando por hacer realidad el sueño de Jesús: vivir el Reino de Dios entre los hombres.

Piensa, a quién le debes tu fe: ¿a tus padres?, ¿a un sacerdote?, ¿a un catequista?, ¿a algún amigo?. La fe es un don de Dios que recibimos en el bautismo, pero también es consecuencia del testimonio de alguien que ya se encontró con Jesús Resucitado. Quizá tú has sido la causa de la fe de alguna persona. ¡felicidades!, esa es la tarea de todos los cristianos.

Pero…. si tu eres alguien que siente que su fe no es firme, es probablemente porque no has hallado a alguien que te de testimonio de su encuentro con Jesús Resucitado, ¿o no lo has querido ver? ¡no te desanimes!. Vale la pena que busques entre las personas que conoces; busca a alguien que ya lo haya encontrado, desde luego tienes que entrar en el "ambiente" donde están estas personas: es gente común, pero se distingue en que vive los valores cristianos: la verdad, la justicia, el amor y la paz; seguramente están entre tus compañeros de trabajo o de escuela; quizá entre tus vecinos; ven a Misa los domingos, o acércate a algún grupo parroquial; puedes encontrar aquí a esos testigos de la Resurrección que viven inmersos en el mundo transmitiendo el amor de Jesús de Nazaret.

Cada vez que veas a alguien que vive esos valores del Reino de Dios, es porque es un Testigo del Resucitado; obsérvalo, pregúntale por qué cree y por qué vive de tal manera. Con toda seguridad su testimonio de contagiará y tú también serás un testigo más, ayudando a Jesús a transformar al mundo.

¡FELICES PASCUAS DE RESURRECCIÓN!

Pentecostés

 
"Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. 
De pronto vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban. 
Se les aparecieron unas lenguas como de fuego, las que, separándose, se fueron posando sobre cada uno de ellos; y quedaron llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar idiomas distintos, en los cuales el Espíritu les concedía expresarse" 

(Hch 2, 1-4)
.
 

Historia

Significado

¿Quién es 
el Espíritu Santo?

Formas de llamar 
al Espíritu Santo

Los símbolos del 
Espíritu Santo

El Espíritu Santo y 
la Iglesia

El Espíritu Santo y la vida cristiana

Experiencias del 
Espíritu Santo 
en la vida concreta

Oraciones al 
Espíritu Santo

 

Historia   
La palabra Pentecostés viene del griego y significa el día quincuagésimo. A los 50 días de la Pascua, los judíos celebraban la fiesta de las siete semanas (Ex 34,22), esta fiesta en un principio fue agrícola, pero se convirtió después en recuerdo de la Alianza del Sinaí. 
Al principio los cristianos no celebraban esta fiesta. Las primeras alusiones a su celebración se encuentran en escritos de San Irineo, Tertuliano y Orígenes, a fin del siglo II y principio del III. Ya en el siglo IV hay testimonios de que en las grandes Iglesias de Constantinopla, Roma y Milán, así como en la Península Ibérica, se festejaba el último día de la cincuentena pascual. 
Con el tiempo se le fue dando mayor importancia a este día, teniendo presente el acontecimiento histórico de la venida del Espíritu Santo sobre María y los Apóstoles (Cf. Hch 2). Gradualmente, se fue formando una fiesta, para la que se preparaban con ayuno y una vigilia solemne, algo parecido a la Pascua. Se utiliza el color rojo para el altar y las vestiduras del sacerdote; simboliza el fuego del Espíritu Santo.

Significado   
Los cincuenta días pascuales y las fiestas de la Ascensión y Pentecostés, forman una unidad. No son fiestas aisladas de acontecimientos ocurridos en el tiempo, son parte de un solo y único misterio. 
Pentecostés es fiesta pascual y fiesta del Espíritu Santo. La Iglesia sabe que nace en la Resurrección de Cristo, pero se confirma con la venida del Espíritu Santo. Es hasta entonces, que los Apóstoles acaban de comprender para qué fueron convocados por Jesús; para qué fueron preparados durante esos tres años de convivencia íntima con Él. 
La Fiesta de Pentecostés es como el "aniversario" de la Iglesia. El Espíritu Santo desciende sobre aquella comunidad naciente y temerosa, infundiendo sobre ella sus siete dones, dándoles el valor necesario para anunciar la Buena Nueva de Jesús; para preservarlos en la verdad, como Jesús lo había prometido (Jn 14.15); para disponerlos a ser sus testigos; para ir, bautizar y enseñar a todas las naciones. 
Es el mismo Espíritu Santo que, desde hace dos mil años hasta ahora, sigue descendiendo sobre quienes creemos que Cristo vino, murió y resucitó por nosotros; sobre quienes sabemos que somos parte y continuación de aquella pequeña comunidad ahora extendida por tantos lugares; sobre quienes sabemos que somos responsables de seguir extendiendo su Reino de Amor, Justicia, Verdad y Paz entre los hombres.

 

¿Quién es el Espíritu Santo?
"Nadie puede decir: ¡Jesús es el Señor! sino por influjo del Espíritu Santo" (1Co 12,3)

Muchas veces hemos escuchado hablar de Él; muchas veces quizá también lo hemos mencionado y lo hemos invocado. Piensa cuántas veces has sentido su acción sobre ti: cuando sin saber cómo, soportas y superas una situación, una relación personal difícil y sales adelante, te reconcilias, toleras, aceptas, perdonas, amas y hasta haces algo por el otro…. Esa fuerza interior que no sabes de dónde sale, es nada menos que la acción del Espíritu Santo que, desde tu bautismo, habita dentro de ti. 
El Espíritu Santo ha actuado durante toda la historia del hombre. En la Biblia se menciona desde el principio, aunque de manera velada. Y es Jesús quien lo presenta oficialmente:

"SI ustedes me aman, guardarán mis mandamientos, y yo rogaré al Padre y les dará otro Defensor que permanecerá siempre con ustedes. Este es el Espíritu de Verdad…. En adelante el Espíritu Santo Defensor, que el Padre les enviará en mi nombre, les va a enseñar todas las cosas y les va a recordar todas mis palabras. … En verdad, les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Defensor no vendrá a ustedes. Pero si me voy se lo mandaré. Cuando él venga, rebatirá las mentiras del mundo…. Tengo muchas cosas más que decirles, pero ustedes no pueden entenderlas ahora. Pero cuando Él venga, el Espíritu de la Verdad, los introducirá en la verdad total".

Estos son fragmentos del Evangelio de San Juan, capítulos 14, 15 y 16. Si quieres saber más sobre las últimas promesas y más profundas revelaciones de Jesús, lee con atención y mucha fe, esta parte del evangelio. 
Desde que éramos niños, en el catecismo aprendimos que "el Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad". Es esta la más profunda de las verdades de fe: habiendo un solo Dios, existen en Él tres personas distintas, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Verdad que Jesús nos ha revelado en su Evangelio. 
El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo de la historia hasta su consumación, pero es en los últimos tiempos, inaugurados con la Encarnación, cuando el Espíritu se revela y nos es dado, cuando es reconocido y acogido como persona. Jesús nos lo presenta y se refiere a Él no como una potencia impersonal, sino como una Persona diferente, con un obrar propio y un carácter personal .
 

 

Formas de llamar al Espíritu Santo
"Espíritu Santo" es el nombre propio de la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, a quien también adoramos y glorificamos, junto con el Padre y el Hijo. Pero Jesús lo nombra de diferentes maneras:

EL PARÁCLITO: Palabra del griego "parakletos", que literalmente significa "aquel que es invocado", es por tanto el abogado, el mediador, el defensor, elconsolador. Jesús nos presenta al Espíritu Santo diciendo: "El Padre os dará otro Paráclito" (Jn 14,16). El abogado defensor es aquel que, poniéndose de parte de los que son culpables debido a sus pecados, los defiende del castigo merecido, los salva del peligro de perder la vida y la salvación eterna. Esto es lo que ha realizado Cristo, y el Espíritu Santo es llamado "otro paráclito" porque continúa haciendo operante la redención con la que Cristo nos ha librado del pecado y de la muerte eterna.

EL ESPÍRITU DE LA VERDAD: Jesús afirma de sí mismo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida" 
(Jn 14,6). Y al prometer al Espíritu Santo en aquel "discurso de despedida" con sus apóstoles en la Última Cena, dice que será quien después de su partida, mantendrá entre los discípulos la misma verdad que Él ha anunciado y revelado. El Paráclito, es la verdad, como lo es Cristo. Los campos de acción en que actúa el Espíritu Santo, son el espíritu humano y la historia del mundo. La distinción entre la verdad y el error es el primer momento de dicha actuación. 
Permanecer y obrar en la verdad es el problema esencial para los Apóstoles y para los discípulos de Cristo, desde los primeros años de la Iglesia hasta el final de los tiempos, y es el Espíritu Santo quien hace posible que la verdad a cerca de Dios, del hombre y de su destino, llegue hasta nuestros días sin alteraciones.

Cada vez que rezamos el Credo, llamamos al Espíritu Santo: 
SEÑOR Y DADOR DE VIDA: El término hebreo utilizado por el Antiguo Testamento para designar al Espíritu es "ruah", este término se utiliza también para hablar de "soplo", "aliento", "respiración". El soplo de Dios aparece en el Génesis, como la fuerza que hace vivir a las criaturas, como una realidad íntima de Dios, que obra en la intimidad del hombre. Desde el Antiguo Testamento se puede vislumbrar la preparación a la revelación del misterio de la Santísima Trinidad: Dios Padre es principio de la Creación; que la realiza por medio de su Palabra, su Hijo; y mediante el Soplo de Vida, el Espíritu Santo. 
La existencia de las criaturas depende de la acción del soplo - espíritu de Dios, que no solo crea, sino que también conserva y renueva continuamente la faz de la tierra. (Cf. Sal 103/104; Is 63, 17; Gal 6,15; Ez 37, 1-14). Es Señor y Dador de Vida porque será autor también de la resurrección de nuestros cuerpos:
"Si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en ustedes, Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos dará también la vida a sus cuerpos mortales por su Espíritu que habita en ustedes" (Rom 8,11).

La Iglesia también reconoce al Espíritu Santo como: 
SANTIFICADOR: El Espíritu Santo es fuerza que santifica porque Él mismo es "espíritu de santidad". 
(Cf. Is. 63, 10-11) En el Bautismo se nos da el Espíritu Santo como "don" o regalo, con su presencia santificadora. Desde ese momento el corazón del bautizado se convierte en Templo del Espíritu Santo, y si Dios Santo habita en el hombre, éste queda consagrado y santificado. 
El hecho de que el Espíritu Santo habite en el hombre, alma y cuerpo, da una dignidad superior a la persona humana que adquiere una relación particular con Dios, y da nuevo valor a las relaciones interpersonales. (Cf. 1Cor 6,19) .

 

Los símbolos del Espíritu Santo   
Al Espíritu Santo se le representa de diferentes formas:

  • El Agua: El simbolismo del agua es significativo de la acción del Espíritu Santo en el Bautismo, ya que el agua se convierte en el signo sacramental del nuevo nacimiento.

  • La Unción: Simboliza la fuerza. La unción con el óleo es sinónima del Espíritu Santo. En el sacramento de la Confirmación se unge al confirmado para prepararlo a ser testigo de Cristo.

  • El Fuego: Simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu.

  • La Nube y la Luz: Símbolos inseparables en las manifestaciones del Espíritu Santo. Así desciende sobre la Virgen María para "cubrirla con su sombra". En el Monte Tabor, en la Transfiguración, el día de la Ascensión; aparece una sombra y una nube.

  • El Sello: Es un símbolo cercano al de la unción. Indica el carácter indeleble de la unción del Espíritu en los sacramentos y hablan de la consagración del cristiano.

  • La Mano: Mediante la imposición de manos los Apóstoles y ahora los Obispos, trasmiten el "don del Espíritu".

  • La Paloma: En el Bautismo de Jesús, el Espíritu Santo aparece en forma de paloma y se posa sobre Él.

 

El Espíritu Santo y la Iglesia
La Iglesia nacida con la Resurrección de Cristo, se manifiesta al mundo por el Espíritu Santo el día de Pentecostés. Por eso aquel hecho de que "se pusieron a hablar en idiomas distintos" , (Hch 2,4) para que todo el mundo conozca y entienda la Verdad anunciada por Cristo en su Evangelio.

La Iglesia no es una sociedad como cualquiera; no nace porque los apóstoles hayan sido afines; ni porque hayan convivido juntos por tres años; ni siquiera por su deseo de continuar la obra de Jesús. Lo que hace y constituye como Iglesia a todos aquellos que "estaban juntos en el mismo lugar" (Hch 2,1), es que "todos quedaron llenos del Espíritu Santo" (Hch 2,4).

Una semana antes, Jesús se había "ido al Cielo", y todos los que creemos en Él esperamos su segunda y definitiva venida, mientras tanto, es el Espíritu Santo quien da vida a la Iglesia, quien la guía y la conduce hacia la verdad completa.

Todo lo que la Iglesia anuncia, testimonia y celebra es siempre gracias al Espíritu Santo. Son dos mil años de trabajo apostólico, con tropiezos y logros; aciertos y errores, toda una historia de lucha por hacer presente el Reino de Dios entre los hombres, que no terminará hasta el fin del mundo, pues Jesús antes de partir nos lo prometió: "…yo estaré con ustedes, todos los días hasta el fin del mundo" (Mt. 28,20)

 

El Espíritu Santo y la vida cristiana
A partir del Bautismo, el Espíritu divino habita en el cristiano como en su templo (Cf. Rom 8,9.11; 
1Cor 3,16; Rom 8,9). Gracias a la fuerza del Espíritu que habita en nosotros, el Padre y el Hijo vienen también a habitar en cada uno de nosotros.

El don del Espíritu Santo es el que:

  • nos eleva y asimila a Dios en nuestro ser y en nuestro obrar;

  • nos permite conocerlo y amarlo;

  • hace que nos abramos a las divinas personas y que se queden en nosotros.

La vida del cristiano es una existencia espiritual, una vida animada y guiada por el Espíritu hacia la santidad o perfección de la caridad. Gracias al Espíritu Santo y guiado por Él, el cristiano tiene la fuerza necesaria para luchar contra todo lo que se opone a la voluntad de Dios. (Cf. Gal 5,13-18; Rom 8,5-17).

Para que el cristiano pueda luchar, el Espíritu Santo le regala sus siete dones, que son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu, estos dones son:

    • ð Sabiduría: nos comunica el gusto por las cosas de Dios.

    • ð Ciencia: nos enseña a darle a las cosas terrenas su verdadero valor.

    • ð Consejo: nos ayuda a resolver con criterios cristianos los conflictos de la vida.

    • ð Piedad: nos enseña a relacionarnos con Dios como nuestro Padre y con nuestros hermanos.

    • ð Temor de Dios: nos impulsa a apartarnos de cualquier cosa que pueda ofender a Dios.

    • ð Entendimiento: nos da un conocimiento más profundo de las verdades de la fe.

    • ð Fortaleza: despierta en nosotros la audacia que nos impulsa al apostolado y nos ayuda a superar el miedo de defender los derechos de Dios y de los demás.

 

Experiencias del Espíritu Santo en la vida concreta

  • Cuando se da una esperanza total que prevalece sobre todas las demás esperanzas particulares, que abarca con su suavidad y con su silenciosa promesa todos los cimientos y todas las caídas;

  • Cuando se acepta y se lleva libremente una responsabilidad donde no se tienen claras perspectivas de éxito y de utilidad;

  • Cuando se da como buena la suma de todas las cuentas de la vida que uno mismo no puede calcular pero que Otro ha dado por buenas, aunque no se puedan probar;

  • Cuando la experiencia fragmentada del amor, la belleza y la alegría se viven sencillamente y se captan como promesa del amor, la belleza y la alegría, sin dudar a un escepticismo cínico como consuelo barato del último desconsuelo;

  • Cuando el vivir diario, amargo, decepcionante y aniquilador se vive con serenidad y perseverancia hasta el final, aceptado por una fuerza cuyo origen no podemos abarcar ni dominar;

  • Cuando se corre el riesgo de orar en medio de tinieblas silenciosas sabiendo que siempre somos escuchados, aunque no percibamos una respuesta que se pueda razonar y disputar;

  • Cuando uno se entrega sin condiciones y esta capitulación se vive como una victoria;

  • Cuando se experimenta la desesperación, y misteriosamente se siente uno consolado sin consuelo fácil: Allí está Dios y su gracia liberadora, allí conocemos a quien nosotros, cristianos, llamamos Espíritu Santo de Dios".

Oraciones al Espíritu Santo
El hombre prudente, sabe que necesita luz en su inteligencia y fuerza en su voluntad para pensar y hacer lo que Dios quiere. Esa luz y esa fuerza solamente vienen de lo alto; es el Espíritu Santo quien provee al cristiano de todo lo que necesita para su caminar en la vida. Por eso, todos los días nos conviene invocarlo.

Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido, luz que penetras las almas, fuente de mayor consuelo. 
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego; gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. 
Entra hasta el fondo del alma, Divina Luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si tu le faltas por dentro, mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. 
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo. Doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. 
Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.AMÉN.

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía Señor, tu Espíritu y todo será creado y se renovará la faz de la tierra. 
¡Oh, Dios, que has instruido los corazones de tus fieles con la luz de tu Espíritu Santo!, concédenos que sintamos rectamente con el mismo Espíritu y gocemos siempre de su divino consuelo. 

Por Jesucristo, Nuestro Señor. AMÉN.

CRISTO REY DEL UNIVERSO

 

" Por eso Dios lo engrandeció y le concedió el Nombre que está sobre todo nombre, para que, ante el nombre de Jesús, todos se arrodillen, en los cielos, en la tierra y entre los muertos. Y toda lengua proclame que Cristo Jesús es el Señor, para Gloria de Dios Padre."
_______ Fil. 2, 9 -11

 



 


 

Cristo Rey del Universo

Cristo
piedra angular

"Yo soy Rey"

Oposición
al Señor

Cristo

Cristo reina ya mediante la Iglesia

       

Cristo Rey del Universo

La fiesta de Cristo Rey fue instituida en 1925 por el papa Pío XI, que la fijó en el domingo anterior a la solemnidad de todos los santos. La Iglesia, ciertamente, no había esperado dicha fecha para celebrar el soberano señorío de Cristo: Epifanía, Pascua, Ascensión, son también fiestas de Cristo Rey. Si Pío XI estableció esa fiesta, fue como él mismo dijo explícitamente en la encíclica Quas primas, con una finalidad de pedagogía espiritual. Ante los avances del ateísmo y de la secularización de la sociedad quería afirmar la soberana autoridad de Cristo sobre los hombres y las instituciones. Ciertos textos del oficio dejan entrever un último sueño de cristiandad.
En 1970 se quiso destacar más el carácter cósmico y escatológico del reinado de Cristo. La fiesta se convirtió en la de Cristo "Rey del Universo" y se fijó en el último domingo per annum. Con ella apunta ya el tiempo de adviento en la perspectiva de la venida gloriosa del Señor.

La transformación de la segunda parte de la colecta revela claramente el cambio introducido en el tema de la fiesta. La oración de 1925 pedía a Dios "que todos los pueblos disgregados por la herida del pecado, se sometan al suavísimo imperio" del reino de Cristo. El texto modificado pide a Dios "que toda la creación, liberada de la esclavitud del pecado, sirva a tu majestad y te glorifique sin fin".
 

Cristo, piedra angular.

El año litúrgico llega a su fin. Desde que lo comenzamos, hemos ido recorriendo el círculo que describe la celebración de los diversos misterios que componen el único misterio de Cristo: desde el anuncio de su venida (Adviento), hasta su muerte y resurrección (Ciclo Pascual), pasando por su nacimiento (Navidad), presentación al mundo (Epifanía) y la cadencia semanal del domingo. Con cada uno de ellos, hemos ido construyendo un arco, al que hoy ponemos la piedra angular. Este es el sentido profundo de la solemnidad de Cristo – Rey del Universo, es decir, de Cristo – Glorioso que es el centro de la creación, de la historia y del mundo. “Todos perciben en sus almas una alegría inmensa, al considerar la santa Humanidad de Nuestro Señor: un Rey con corazón de carne, como el nuestro; que es autor del universo y de cada una de las criaturas, y que no se impone dominando: mendiga un poco de amor, mostrándonos, en silencio, sus manos llagadas”. (San Josemaría Escrivá de Balaguer)

Pío XI, al establecer esta fiesta, quiso centrar la atención de todos en la imagen de Cristo, Rey divino, tal como la representaba la primitiva Iglesia, sentado a la derecha del Padre en el ábside de las basílicas cristianas, aparece rodeado de gloria y majestad. La cruz nos indica que de ella arranca la grandeza imponente de Jesucristo, Rey de vivos y de muertos. (P. Morales, I. L.)

La Iglesia anuncia hoy alborozada que “el Cordero degollado”, al entregar su vida “en el altar de la Cruz”, reconquistó con su sangre preciosa toda la creación y se la entregó a su Padre, aunque sólo al final de los tiempos esa “entrega” será plena y definitiva. Al anunciar y celebrar hoy el triunfo de Cristo, nos llenamos de alegría y esperanza, sabiendo que Él nos llevará a su reino eterno, si ahora damos de comer al hambriento, y de beber al sediento, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y enterrar a los muertos (Evangelio.)

“Yo soy Rey”

Esta fue la respuesta rotunda de Jesús a Pilato. Aunque la respuesta completa fue ésta: “Pero mi reino no es de aquí”.
Pero si el reino de Jesucristo no es de este mundo, se inicia y realiza germinalmente ya en este mundo. Es verdad que sólo al final de los tiempos y tras el juicio final alcanzará su plenitud definitiva, pues sólo entonces triunfará definitivamente del demonio, el pecado, el dolor y la muerte.
Pero ya ahora, “el reino instaurado por Jesucristo actúa como fermento y signo de salvación para construir un mundo más justo, más fraterno, más solidario, inspirado en los valores evangélicos de la esperanza y de la bienaventuranza, a la que todos estamos llamados” (JUAN PABLO II.) Los santos –únicos que se han tomado en serio su reinado- han sido grandes sembradores de comprensión, justicia, amor y la paz siempre y en todas partes. ¡Pobre tierra esta nuestra sin su acción y la de los demás seguidores de Jesús!. A pesar de sus debilidades y pecados.
“Jesucristo es Rey que hace reyes a sus seguidores coronándolos en el cielo.” (San Buenaventura)
La historia de los mártires de Cristo Rey se ha reproducido siempre que el amor de Dios se apodera de un alma

Oposición al Señor.

¿Por qué, entonces, tantos se oponen al reino de Jesucristo? Porque es evidente que son muchos los políticos, escritores, artistas, creadores de opinión, detentadores del dinero y del poder, gente de a pie, que gritan –con el más cruel y eficaz de los lenguajes: el de las obras- “¡No queremos que Él reine sobre nosotros!”. Ese es el grito que se esconde tras tantos diseños de la familia, de la educación, de la moda, de la cultura, de la sociedad actual (cf. San JOSEMARIA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, n. 179). Cierto que es un grito que no pocas veces es un eco del “no saben lo que hacen”. Pero no por eso menos real y doloroso.
Nosotros hemos de empeñarnos en lo contrario. Dejarle reinar en nuestra inteligencia, en nuestra voluntad, corazón, cuerpo, familia. Y hacer que reine en nuestros familiares, amigos, compañeros de trabajo y gente que se cruce en nuestro caminar. (José Antonio Abad, Comentarios Litúrgicos, Rev. Palabra)

Cristo
Viene de la traducción griega del término hebreo “Mesías” que quiere decir “ungido”. No pasa a ser nombre propio de Jesús sino porque Él cumple perfectamente la misión divina que esa palabra significa. En efecto, en Israel eran ungidos en el nombre de Dios los que le eran consagrados para una misión que habían recibido de Él. Jesús cumplió la esperanza mesiánica de Israel en su triple función de sacerdote, profeta y rey. (C.I.C 436)
Como Hijo de Dios, le correspondía por naturaleza un absoluto dominio sobre todas las cosas salidas de sus manos creadoras. “Todas han sido creadas por y en Él. En el cielo y en la tierra, todas las cosas subsisten por Él, las visibles y las invisibles”. Pero además es Rey nuestro por derecho de conquista. Él nos rescató del pecado, de la muerte eterna.

Cristo reina ya mediante la Iglesia
“Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor de muertos y vivos” (Rm 14,9). La Ascensión de Cristo al Cielo significa su participación, en su humanidad, en el poder y en la autoridad de Dios mismo. Jesucristo es Señor: posee todo poder en los cielos, y en la tierra. Él está “por encima de todo principado, Potestad, Virtud, Dominación” porque el Padre “bajo sus pies sometió todas las cosas”. (Ef 1, 20-22). Cristo es el Señor del cosmos (cf Ef 4, 10; 1 Co 15, 24.27-28) y de la historia. En él, la historia de la humanidad e incluso toda la Creación encuentran su recapitulación (Ef 1,10), su cumplimiento trascendente. (C.I.C 668)

Como Señor, Cristo es también la cabeza de la Iglesia que es su Cuerpo (cf Ef 1, 22). Elevado al cielo y glorificado, habiendo cumplido así su misión, permanece en la tierra en su Iglesia. La Redención es la fuente de la autoridad que Cristo, en virtud del Espíritu Santo, ejerce sobre la Iglesia (cf Ef 4, 11-13). C.I.C 669

Cristo es Señor de la vida eterna. El pleno derecho de juzgar definitivamente las obras y los corazones de los hombres pertenece a Cristo como Redentor del mundo. “Adquirió” este derecho por la Cruz.

Profundicemos llenos de agradecimiento, como aquellos colosenses a quienes Pablo dirige su carta, en el misterio de amor que es para nosotros Cristo Rey redimiéndonos: “Demos gracias a Dios Padre, que nos libró del poder de las tinieblas y nos hizo dignos de la herencia de los santos en la luz, introduciéndonos en el Reino del Hijo de su amor, en el cual tenemos redención por su sangre, perdón de los pecados”. (Col. 1. 12)
Él se ofreció en la cruz, como hostia inmaculada pacífica para que todos los hombres se sujetasen a su dominio. Y así poder entregar al Padre ese Reino eterno y universal formado con las almas que con Él y en Él se salvan siempre. Reino de verdad y de vida, Reino de Santidad y gracia, Reino de justicia, amor y paz.

“El Señor me ha empujado a repetir, desde hace mucho tiempo, un grito callado: serviré. Que El nos aumente esos afanes de entrega, de fidelidad, a su divina llamada –con naturalidad, sin aparato, sin ruido-, en medio de la calle. Démosle gracias desde el fondo del corazón. Dirijámosle una oración de súbditos, ¡de hijos!, y la lengua y el paladar se nos llenaran de leche y de miel, nos sabrá a panal tratar del reino de Dios, que es un Reino de libertad, de la libertad que El nos ganó”. (San Josemaría Escrivá de Balaguer)