TEOLOGÍA LIBERAL
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La teología liberal es ante todo un momento o una fase de la historia de la teología protestante, que corresponde más o menos al período que abarca el siglo XIX, con extensión al xx, caracterizada por una opción consciente en favor de la cultura moderna, por los ideales de pensamiento, políticos y éticos típicos de este período.

Se trata por tanto de un intento de convergencia de la fe cristiana con la nueva cosmovisión surgida de la Ilustración y que determinará el escenario social Y cultural de la llamada "modernidad". Podría hablarse también de «re-ediciones" o de "nuevas versiones" de la teología liberal, ya que se repiten continuamente estos intentos de encuentro y de asimilación de las propuestas modernas de progreso y de cambio.

La teología liberal encuentra su fundamento en la obra de Schleiermacher (1768-1834), que a comienzos del siglo XIX reflexionó sobre las características del hombre religioso, es decir, sobre todo lo que permite deducir los lazos que vinculan al hombre con Dios. La audacia del planteamiento radica en el hecho de que el cristianismo y su esencia no se describen partiendo del concepto de revelación, sino partiendo más bien del hombre Y de su realidad.

A todo esto se añade una idea importante: el cristianismo es la religión del hombre libre, es la posibilidad de realizar los ideales de la modernidad liberal, de madurar al hombre hasta llegar a su pleno desarrollo y capacidad, tal como lo concebía la nueva cultura.

El liberalismo teológico pasó por varias fases de desarrollo. Generalmente se resalta su afinidad, y hasta su identificación, con las investigaciones críticas sobre la historia de Jesús: en la base de estas investigaciones se encontraba el espíritu liberal, confiado en la capacidad de la ciencia histórica de discernir la verdad de las cosas y de ayudar a aclarar el sentido del mensaje de Jesús de Nazaret. Se divulgó una especie de " imagen histórico-liberal de la vida de Jesús": se trata de presentar a Jesús como un predicador de valores morales sublimes Y como el revelador de una forma de religión de tipo universal, superior a las demás religiones, no vinculada a límites culturales, nacionales o temporales. Jesús constituye el punto de referencia indispensable para esta religión, que no contradice a la razón y que permite la paz y el desarrollo moral y espiritual del hombre de manera armónica.

Otro tema de la teología liberal, sobre todo en sus versiones más recientes, es el reconocimiento de la autonomía y del valor de las ciencias, así como la aceptación de sus resultados Y de sus consecuencias respecto a la fe cristiana. Esto obliga a reconvertir el pensamiento teológico en algo comparable a los discursos científicos. Esta será la preocupación de von Harnack (1851-1930), según el cual la historia y la crítica permiten a la teología ser una verdadera ciencia y no sólo una predicación. Aunque el resultado de ello pueda ser un tipo de discurso desencarnado y sin garra, la teología obtendrá de todas formas el respeto de sus contemporáneos y sobre todo el reconocimiento de la comunidad científica, de la que se ve amenazada de exclusión.

La teología liberal ha sido acusada de excesivo optimismo histórico, de haber renunciado a los principios de la fe con tal de estar de acuerdo con la cultura moderna y científica, de ser una especie de ideología teológica burguesa Y conservadora que no percibía las tensiones y dificultades de la realidad, y se la asoció además a las maniobras intelectuales presentes al comienzo de la Primera Guerra Mundial. Pero fue la teología dialéctica, capitaneada por K. Barth (1886-1968), la que provocó su definitiva decadencia; según su crítica, se trataba de una teología de la que Dios estaba ausente, reemplazado prácticamente por el hombre Y por su historia y obligado a silenciar su propia Palabra, impidiendo que dijera su verdad al corazón de los hombres.

Viendo las cosas un poco de lejos, se puede afirmar que la teología liberal ha sido un elemento necesario de la teología dialéctica, y que estas dos tendencias eran de hecho complementarias, aunque se planteasen como alternativas. En efecto. a pesar de su decadencia, no se puede afirmar que la teología liberal haya sido solamente una parte de la história de la teología protestante.

Algunos interpretan el pensamiento de Bultmann ( 1884- 19761 como una reedición del pensamiento liberal, aunque esta vez en clave existencial. Pero las llamadas "teologías del mundo", o que impulsan a un encuentro con el mundo moderno, como por ejemplo las últimas obras de P Berger, no son más que nuevas ediciones del pensamiento de Schleiermacher. De todas formas, la teología liberal es un modelo de reflexión parcial Y limitada, que puede contribuir con bastante validez cuando se trata de pensar en las relaciones entre la fe cristiana Y el mundo moderno, pero que necesita algunos complementos, como los que provienen de una teología más kerigmática, para poder dar sus frutos, ya que el encuentro de la fe con el mundo moderno no se hace solamente partiendo del esfuerzo de una síntesis y de una búsqueda de elementos comunes, sino también del contraste capaz de hacer fecundas Y libres a las partes en cuestión.

L. Oviedo

 

Bibl.: H, Zahrnt, A vueltas con Dios, Hechos y Dichos, Zaragoza 1972; E. Vilanova, Historia de la teología cristiana, 111, Herder Barcelona 1992.