TEOLOGÍA BÍBLICA
VocTEO
 

1 Escritura y teología escriturística. La Escritura atestigua y vive la originalidad originante, fundacional y vivificante de la Palabra de Dios-revelación, que tiene su centro y su vértice en Jesús, el crucificado resucitado, señor del cosmos y de la historia. Pero, al ser una biblioteca concreta. se va expresando a lo largo de varios siglos, de varias lenguas, de varios géneros literarios que implican tanto en la fe, don divino, como en la comunidad de fe, fruto de la comunión, Y también don divino, una interpretación del creyente que no puede eludir la fatiga de leer los libros bíblicos, con los criterios histórico-literarios con que es posible abrir, leer y comprender cualquier libro antiguo por parte del lector contemporáneo. Todo ello con la viva conciencia de que son obra del Espíritu, que recuerda y da al Señor, a través de aquellas páginas, que la Iglesia de todos los tiempos nunca ha puesto al mismo nivel de las demás, aunque sean también venerables en la medida que están en consonancia con las páginas de la Biblia. Especial veneración merecen los cuatro evangelios.

2. Epistemologia de la teología bíblica.- El problema sigue abierto: más aún, sólo en este siglo ha sido estudiado con detención, aunque no se ha llegado todavía a resultados que hayan conseguido un consenso universal. Ha habido intentos en el campo católico y en el campo protestante que merecen la atención y sobre cuyo alcance ha escrito páginas muy interesantes G. Segalla en una obra que nos complacemos en citar (La teología biblica, Roma 1989, 14-42).

Hay un afán por reconocer y subrayar el siguiente deseo: la teología bíblica intenta y debe llegar a un modelo unitario, que puede encontrar su unidad en el sujeto de la teología bíblica, que es el teólogo, y en la metodología, que no puede ser otra más que la de la fe. Sólo una metodología teológica que considere a la Biblia como palabra de Dios dirigida al creyente en la Iglesia puede llegar a una teología bíblica. Pero semejante metodología que parte de la fe y llega a la fe, y que considera la tarea de la interpretación como una tarea eclesial, tendrá que valerse de los métodos disponibles para estudiar los textos bajo el perfil histórico, literario, hermenéutico, de manera que sea posible acercarse a la "verdad" de la revelación bíblica. Precisamente porque se trata de una metodología global, que da motivo y forma y significado a los diversos métodos empleados, los relativiza a todos en relación con el texto, que es lo absoluto... Por eso no hay que absolutizar la historia en sentido positivista (contra el positivismo de todo tipo); no hay que absolutizar la letra (contra todo tipo de fundamentalismo); no hay que absolutizar ni siquiera el espíritu, apartado de la letra (contra todo misticismo y espiritualismo exotérico, peligrosamente abierto al subjetivismo); ni hay que absolutizar siquiera el significado (contra toda hermenéutica absolutizante). De todas formas, la metodología teológica tiene que ser histórica (para respetar la relación de las tradiciones con el referente histórico); tiene que unir "la letra y el espíritu", ya que la palabra de Dios se ha encarnado en un texto concreto; y tiene que llegar, más allá del sentido, al significado para mí, para la Iglesia, para el mundo. Y todo este proceso metodológico tan complejo tiene que mirar luego a la "verdad". qué es lo que el Dios vivo, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. me quiere decir de sí mismo, de su misterio, de su misericordia y justicia con el hombre; qué es lo que dice del hombre, de la historia del mundo». Y añadimos nosotros: qué es lo que dice de la acción de la Iglesia de cada uno de los creyentes en orden a dar a conocer sobre todas las cosas a Jesús de Nazaret, Señor, revelador del Padre y donante generoso del Espíritu; y proponer, facilitar, promover aquellas condiciones históricas y aquellos dinamismos vitales que dejen sitio y faciliten una vida en la fe, visible y significativa" Concluyamos la cita: " Esta «verdad" tiene que buscarse como "verdad orgánica", es decir, como verdad única en la verdad de sus expresiones históricas; una verdad que se pone de manifiesto últimamente en Jesucristo. A esta verdad última, cristológico-escatológica, aunque basada en la creación, es a la que debe acercarse toda obra de teología bíblica, mostrando por medio de argumentos al único Dios vivo que se nos revela ya en el Antiguo Testamento y de forma completa en su Hijo Jesucristo».

3. Criterios.- De aquí se deduce cuánta es la importancia que tiene el "corazón», el " centro", pacíficamente poseído y vivido por los creyentes sencillos, por la Iglesia entera como tal, aunque no siempre de forma crítica. En segundo lugar, la unidad de la Biblia es constitutiva y se verifica como significado de la relación con los diversos datos, externos a la misma teología bíblica, como la vida de la comunidad y consiguientemente la misma acción pastoral. Hay en la Biblia una unidad que fundamenta y promueve una unidad en la historia y en la vida de cada creyente. En tercer lugar, hemos de convencernos de que "la historia sigue siendo, por un lado, el elemento absolutamente imprescindible de una teología bíblica y, por otro lado, no permite nunca elaborar un sistema definitivo de verdades en el sentido de una lógica que excluya nuestra corrección dentro de las tensiones.

L. Pacomio

Bibl.: J. J. Ferrero Blanco, Iniciación a la teología bíblica, Herder, Barcelona 1967. P Grelot, Biblia y teología, Herder, Barcelona 1979; E. Rasci, La teología bíblica: renovación e influjo en la formación teológica, en R. Latourelle, Vaticano II Problemas y perspectivas, Sígueme, Salamanca 1989, 10211068,