SINÓPTICOS
VocTEO


El término "sinóptico» se deriva del griego synopsis, que significa "mirada unitaria» : se refiere a la posibilidad de observar simultáneamente dos o más objetos, puestos en situación "paralela». En la historia de la exégesis, el primero en utilizar este término, refiriéndolo a los evangelios, fue J J Griesbach ( 1789), en el mismo periodo en que empezaba a tomar consistencia, con G. E. Lessing y G. C. Storr, la llamada "cuestión sinóptica»

De hecho, antes del siglo XVIII no puede hablarse de una valoración crítica del material literario que tienen en común Mt, Mc y Lc y que, por otra parte se diferencia notablemente del evangelio de Juan; seguía siendo válida la presentación iniciada sobre todo por Papías de Gerápolis (siglo 11 d.C.i, que consideraba a Mt como el evangelio más antiguo, y que serviría de base por consiguiente al evangelio de Lc y de Mc, De forma análoga, Agustín, en su De consensu evangelistarum 1, 2, confirmaba como válida la prioridad de Mt, diciendo que Mc no era más que un evangelio abreviado de Mt y de Lc.

Por otra parte, las mismas reflexiones primitivas de Griesbach sobre el material sinóptico no se apartaban mucho de esta concepción tradicional.

Con el siglo XIX (cf. C. Lachmann, C. G. Wilke y H. Weisse), y sobre todo con el siglo xx (cf. G. Bornkamm, P. Vielhauer), se puso en discusión la relación sinóptica clásica y poco a poco fue adquiriendo prioridad cronológica, no ya el evangelio de Mateo, sino el de Marcos. Bien mirado, aunque en la exposición clásica se hace referencia a un evangelio arameo de Mateo, son muchos los que hablan de él pero ninguno lo cita. Además, de hecho, el 90% del evangelio de Marcos se encuentra presente en el de Mateo, y el 50% del mismo puede verse en el de Lucas. Sobre todo, con la Formgeschichte (Evangelios FG y RG), el mismo material sinóptico adquiere una metodología y una terminología más adecuada. En efecto, se considera como «triple tradición" (TT) el material sinóptico que puede hallarse en los tres evangelistas (cf. el bautismo de Jesús en Mc 1,9-11; Mt 3,13-17. Lc 3,21-22; las tentaciones en Mc 1,12-13; Mt 4,1-11; Lc 4,1-13; la muerte en la cruz en Mc 15,33-39. Mt 27 45-54; Lc 23,44-48). A su vez, por «doble tradición" (DT) se entiende el material común a dos de los tres evangelistas (cf las genealogías en Mt 1,2-17 y Lc 3,23-28; las bienaventuranzas en Mt 5,3-12 y Lc 6,2023; el «Padre nuestro" en Mt 6,9-13 y Lc 11,2-4; el camino de Jesús sobre las aguas en Mt 14,22-23 y Mc 6,45-52).

Finalmente, el Sondergul (S) o «bien propio" se refiere al material presente solamente en uno de los tres evangelistas (cf. la curación del ciego de Betsaida en Mc 8,22-26; el juicio escatológico en Mt 25,31-46; las parábolas de la misericordia en Lc 15,8-32), Naturalmente, los evangelios de Mt y de Lc contienen más «bienes propios" que Mc: Mt tiene unos 300 versículos que consisten sobre todo en material narrativo, mientras que Lc tiene unos 500 versículos, que comprenden tanto narraciones como discursos.

Debido a la prioridad de Mc respecto al material sinóptico, que se reconoce generalmente, el itinerario de la vida de Jesús sigue el esquema presente en el segundo evangelio. Así, tras el ministerio en Galilea (cf. Mc 1,21 -7 23) vienen las excursiones por el territorio de la Decápolis (cf. Mc 7 24-27) y sobre todo el viaje a Jerusalén (Mc 10,1-52).

Finalmente, la permanencia de Jesús en Jerusalén y los acontecimientos de la pasión que culminan con la muerte y la resurrección (Mc 1 1,1 - 16,8) caracterizan a la última parte del material sinóptico. Una comparación, incluso superficial, con el evangelio de Juan da asimismo razón de este itinerario globalmente presente en los sinópticos.

Sin embargo, un análisis más detallado de este material hace surgir el problema de las fuentes diversas presentes en Mt y en Lc, pero totalmente ausentes en Mc. Nace así, en la segunda mitad del siglo XIX, la hipótesis de «las dos fuentes". Mc y la «fuente de los dichos," o Redenquélle, de aquí la sigla « Q" (.ver Fuente). Quizás convenga precisar enseguida que no tenemos ningún testimonio de esta fuente; por eso, no solamente la fuente Q sigue siendo hipotética, sino que la misma «teoría de las dos fuentes", prescindiendo de sus resultados positivos o negativos, se configura como hipótesis de trabajo. De hecho, esta fuente permite dar una motivación de los muchos discursos de Jesús presentes en Mt-Lc pero ausentes en Mc. Por tanto, de forma autónoma, Mt y Lc no solamente se habrían referido a Mc, sino también a Q, como segunda fuente. Esta hipótesis se confirmaría, por otro lado, por la comparación con los discursos de Jesús en Jn, que se caracterizan como largos y simbólicos (cf. Jn 13,1217 26), mientras que los discursos de la fuente Q serían breves y más bien de tipo didáctico.

La naturaleza hipotética de la teoría de las dos fuentes respecto al material sinóptico se ve confirmada por las continuas evoluciones a las que ha estado sujeta sobre todo en el siglo xx. En efecto, algunos prefieren no referirse simplemente a Mc como fuente primera, sino a un Urmarkus o Mc primitivo, que se diferenciaría del mismo evangelio de Mc que hoy tenemos (así y a H. J Holtzmann en 1863). Además, de un análisis más detallado de O se deduce que O no comprendería solamente los «dichos" de Jesús, sino también algunas secciones narrativas ausentes en Mc, pero presentes en Mt y Lc. Sobre todo con las rectificaciones de P. Benoit y de L. Vaganav, vuelve hoy a valorarse seriamente la hipótesis de un Mt arameo, que constituiría el nuevo fundamento sinóptico. Pero el principal talón de Aquiles de la teoría de las dos fuentes está representado por aquello mismo que sólo resuelve parcialmente: en otras palabras, Mc+Q permiten en cierto sentido explicar el material de la «doble tradición" presente en Mt y Lc, pero no explican absolutamente el tipo de relación entre Mt y Lc. ¿De dónde habrían venido los materiales propios de Mt y de Lc2 Esta problemática se hace consistente sobre todo para Lc, que, como se ha indicado, contiene el mayor Sondergut de los sinópticos. De hecho, incluso una simple comparación con el relato de la pasión, entre Lc 22,1-24,53 y Mc 14,1-16,8, permite destacar cómo, prescindiendo de la secuencia sinóptica de los acontecimientos, el contenido de las perícopas resulta bastante distinto en cada evangelio. Además, ¿cómo explicar a partir de la teoría de las dos fuentes el «gran inserto lucano'", mejor conocido como «itinerario del viaje" hacia Jerusalén, que en Lc ocupa hasta 10 capítulos (9,51 - 19,46), mientras que en Mt-Mc se describe en un breve espacio (Mt 19,1-21,11; Mc 10,1-52)2 Estos datos han hecho pensar también en un «Protolucas" que, según algunos, contenía va algún material propio. De hecho, éstos límites se explican reconociendo que la «teoría de las dos fuentes", respecto al material sinóptico, nació como hipótesis y está quizás destinada a seguir siéndolo.

Naturalmente, esto no disminuye la validez de esta hipótesis, que, por otro lado, si no hubiera producido resultados alentadores, difícilmente podría haber sobrevivido al siglo xx.

Volviendo a los sinópticos, considerados en sus mutuas conexiones, quizás sea necesario dar mayor consistencia, no solamente a la confrontación de las microunidades literarias, a través de la cual se pone siempre de relieve el mensaje de cada evangelio, sino sobre todo a las relaciones teológicas entre los diversos evangelistas. En definitiva, quizás no todo el material sinóptico resulta comprensible y justificable a partir de la presencia de dos o más fuentes. Más aún, con o sin estas hipótesis sigue en pie la centralidad del mensaje presente en los evangelios sinópticos, que no deberían ser analizados solamente siguiendo un itinerario «diacrónico", sino también mediante un recorrido «sincrónico".

A. Pilla

Bibl.: P. Benoit - M. E. Boismard - J L. Malillos, Sinopsis de los cuatro evangelios, 2 vols., DDB, Bilhao 1975; F. Gast, El problema sinóptico, en Comentario biblico San Jerónimo, 111, Madrid 1971, 1 1-24; P Grelut, Les evangelits, Verbo Divino, Estella .1993 G. Segalla, Redacción y teología de los evangelios sinópticos, en R Fabris (ed ), Problemas y perspectivas de las ciencias biblicas, Sígueme Salamanca 1983, 317-341