SACERDOCIO MINISTERIAL
VocTEO
 

El sacerdocio cristiano fluye del sacerdocio de Cristo. Sólo él es el sacerdote eterno y universal. Jesús es siempre el sacerdote y el agente principal en el sacrificio eucarístico y en los diversos sacramentos que sus ministros realizan en el tiempo.

La LG 5 afirma que "Jesús, después de haber sufrido la muerte en la cruz por los hombres, resucitó, se apareció como Señor Y Mesías Y como Sacerdote eterno".

Cristo es el sacerdote, el sacrificio, la víctima, porque cumple la voluntad del Padre (cf. Heb 10,7). Él es el pastor, el guía y el rey que lleva a cabo su misión en la Pascua y realiza así la nueva alianza, revelándose como " sumo sacerdote" (Heb 3,1). Cristo es el profetasa-cerdote-pastor que se sacrifica por su pueblo (cf. Jn 10,14-15), lo reúne y lo alimenta con su palabra de verdad,

1 Ministerio ordenado. La existencia de un ministerio en la Iglesia va ligada a la constitución del grupo de los Doce por parte de Jesús. Los Doce están dentro de la Iglesia, de la que Cristo es "la piedra angular"', en cuanto que forman su base (cf. Ef2,20), su comienzo, su fundamento, su apoyo por medio de su fe y de su servicio ministerial. Ellos son "al mismo tiempo la semilla del nuevo Israel y el origen de la sagrada jerarquía» (AG Sa). De esta manera se va de Cristo a la Iglesia, constituida por los creyentes en su nombre, a través de los apóstoles que por el bien del pueblo de Dios ejercen un servicio específico, destinado a prolongarse a través de los siglos en el ministerio ordenado, articulado en episcopado, presbiterado Y diaconado.

2. In persona Christi. La expresión in persona Christi se encuentra en la Vulgata para traducir una frase griega que significa "bajo la mirada" o "en presencia"' de Cristo (2 Cor 2,10). El sacerdote ocupa en su ministerio el puesto de Cristo, actúa con la autoridad de Cristo: también puede decirse que es vicario de Cristo, legado suyo (LG 27), que lo representa (0T 4) y cumple sus funciones (LG 28). El Magisterio conciliar y posconciliar intenta expresar la convicción de que el sacerdote, en virtud del sacramento del orden, está en disposición de representar sacramentalmente la persona y la misión de Cristo resucitado, actuando como ministro suyo y dispensando sus misterios.

3. In persona Ecclesiae. El sacerdote, representando a Cristo, representa y hace visible al mismo tiempo al cuerpo que está indisolublemente unido a él. La constitución Sacrosanctum concilium afirma: "Las oraciones dirigidas a Dios por el sacerdote que preside la asamblea in persona Christi se dicen en nombre de todo el pueblo santo de Dios y de todos los presentes» (SC 33b). El decreto Presbiterorum ordinis informa que "a través del ministerio de los presbíteros es como el sacrificio espiritual de los fieles se une al sacrificio de Cristo, único mediador; en efecto, este sacrificio se ofrece en la eucaristía de manera incruenta y sacramental por manos de los presbíteros y en nombre de toda la Iglesia, hasta el día de la venida del Señor» (PO 2d). El sacerdote actúa in persona Ecclesiae y representa a la Iglesia, no va en el sentido de que actúe en lugar de la Iglesia o derive de la comunidad su delegación como ministro, sino en el sentido de que su obra se convierte en signo e instrumento mediante el cual se hace presente la Iglesia, actuando en la distribución de los frutos de la salvación.

A. Tomkiel

Bibl.: J Esquerda Bifet, Teología de la espiritualidad sacerdotal, Ed, Católica, Madrid 1976; G. M. Garrone, El sacerdote, Central Catequética Salesiana, Madrid 1977; Y Congar, Ministerios y comunión eclesial, FAX, Madrid 1973; E, Schillebeeckx, El ministerio eclesial, Cristiandad, Madrid 1983.