RELIGIOSIDAD POPULAR
VocTEO
 

En nuestros días se ha hecho problemática la definición de religiosidad popular. No basta con decir que se trata de la religión del pueblo o de las clases subalternas, ya que el concepto mismo de "pueblo» ha conocido profundos cambios en el curso de las épocas históricas. El interés actual por la religiosidad popular es fruto de una sensibilidad completamente moderna y su estudio se hace hoy dentro de una optica multidisciplinar, sobre todo bajo el impulso de la antropología cultural y de la psicología social. Al mismo tiempo surge una conciencia más clara del hecho de que la religiosidad popular interpela a la teología, tanto en sus aspectos mejores y proféticos como en sus limitaciones evidentes.

Las formas clásicas de la religiosidad popular son las diferentes formas de devoción vinculadas a los santuarios (sobre todo las peregrinaciones), las fiestas patronales, las procesiones, las diversas formas de culto a los santos locales, los votos, las bendiciones, las variadas manifestaciones de culto mariano y de folclore religioso (que a menudo, como es sabido, constituyen reviviscencias palpables de cultos paganos, a veces disfrazadas muy superficialmente de ingredientes cristianos). Respecto a las formas oficiales de culto, la religiosidad popular se caracteriza sobre todo por unos gestos más intensos, de mayor implicación emotiva, de un sentido más fuerte de la fiesta; se encuentra a menudo un vínculo profundo entre la religión y los problemas concretos del grupo humano. Existe además una forma «mixta»: un modo popular de usar la religión tradicional de manera eminentemente supersticiosa y propiciatoria.

También son evidentes los límites y los riesgos de este tipo de religiosidad, que pueden sintetizarse en la tendencia a utilizar lo sagrado de manera formal y autotranquilizante, a menudo con resabios mágicos.

Superada va la actitud de suficiencia «ilustrada» que veía en la religiosidad popular solamente los aspectos infantiles, mágicos, supersticiosos y paganos (o todo lo más, formas atávicas de desahogo del sentimiento o de la angustia colectiva), así como la opinión de que se trataba de una mera manifestación de la "cultura del pueblo», alternativa a la oficial o hegemónica, portadora por tanto de contestación ( al contrario, muchas veces la religiosidad popular se presenta sumamente tradicionalista y conservadora), se empieza a comprender que es también portadora en su género de una experiencia humana y religiosa profunda y a menudo de una auténtica fantasía creadora y de «teología narrativa», aunque advertida y expresada de formas distintas de las habituales. Pablo VI en la Evangelii nuntiandi observa que en la religiosidad popular se manifiesta muchas veces una auténtica sed de Dios, que sólo pueden conocer los pobres y los sencillos. A veces se advierte en ella el eco de problemas existenciales no resueltos racionalmente. Diversas manifestaciones de religiosidad popular se configuran como rituales ligados a momentos de crisis y de transición, o dotados de especiales valores de liberación. En este sentido se puede recordar, aunque esto se salga de nuestro ámbito, la importancia especial que se atribuye a la celebración de ciertos sacramentos, percibidos también como ritos de afianzamiento o de paso, ligados a los momentos fuertes de la existencia biológica (el nacimiento, la muerte, la unión sexual, la fertilidad...).

L. Sebastiani

Bibl.: F A. Pastor, Religión popular, en DTF 1169-1172; L. Maldonado, Religiosidad popular. Nostalgia de lo mágico Cristiandad, Madrid 1975; R. Álvarez Gastón, La religión del pueblo. Defensa de sus valores, Ed. Católica, Madrid 1976; S, Galilea. Religiosidad popular - y pastoral, Cristiandad, Madrid 198