PUDOR
VocTEO
 

El pudor en general puede defínirse como «temor a la desaprobación de los demás». Para evitarla, el individuo se ve instintivamente llevado a ocultar todo lo que puede ser causa más o menos directa de la misma, Lógicamente, esto puede ocurrir por diversos motivos, en cuanto que el temor por la desaprobación de los otros puede referirse a todo lo que de negativo puede afectar a la propia persona, a nivel físico, moral, intelectual, social, etc. El pudor se relaciona con los sentimientos de verguenza, de recato, de reserva en general de todo lo que atañe al respeto de la esfera íntima del individuo. El pudor afecta de manera especial a la esfera sexual, por la reserva que la caracteriza y por la importantísima y delicada función que desempeña en la vida humana. Y esto sucede, aunque de maneras diversas, en todos los pueblos, incluso primitivos, como atestiguan la historia y la antropología cultural. La realidad del pudor aparece ya en las primeras páginas del Génesis, donde se narra el pecado de Adán. Después de la creación «el hombre y la mujer estaban desnudos, pero no se avergonzaban» (2,25); pero, después del pecado, se manifiesta en ellos el sentido del pudor como verdadero pudor sexual ("se dieron cuenta de que estaban desnudos»: 3,7) y como vergüenza, y más en general, como sentido de culpabilidad («tuve miedo porque estoy desnudo y me escondí,". 3,10). Así pues, en la perspectiva bíblica el pudor aparece dirigido esencialmente a la protección de la esfera sexual del desorden introducido en ella por el pecado. Sin embargo, se vislumbra también (como en el episodio de la desnudez de Noé que se narra en Gn 9,22) una finalidad distinta y más profunda del pudor, como delimitación y al mismo tiempo como respeto de una zona de intimidad y de reserva de la persona, que a nadie le es lícito traspasar.

El aprecio del pudor continúa en toda la tradición cristiana, que ve en el pudor un baluarte y una custodia de la castidad. Santo Tomás distingue entre el movimiento natural del pudor (verecundia: 11-11, q. 144) y el pudor como virtud (pudicitia: 11, q. 151, a. 4). Para guardar la castidad, aunque sea de gran ayuda, no basta el sentimiento natural del pudor, sino que se necesita la virtud del recato (pudicitia}. El pudor, convertido en recato, hace al hombre muy sensible a los peligros contra la castidad tanto en ciertas actitudes interiores (pensamientos, deseos, imaginaciones) como en la conducta externa.

Tras la negación del valor y del significado del pudor que se ha llevado a cabo en los dos últimos siglos por parte de la cultura dominante en Occidente, que vio en él no un dato natural sino un dato adquirido y, por tanto, con un significado esencialmente relativo y convencional, el pensamiento contemporáneo, gracias sobre todo a la aportación del personalismo, ha llegado a descubrir de nuevo el sentido del pudor como "revelación del ser". Se ve el pudor como un elemento esencial constitutivo de la persona y revelador del misterio de la misma, más allá de toda reducción de la persona a una corporeidad cerrada. El pudor es la negativa a presentarse ante los demás totalmente disueltos en la propia corporeidad, de aparecer y de ser para los otros todo y solamente corporeidad, ofrecimiento total sin velos ni misterios. Ofrecerse a la mirada de los otros como mera corporeidad, es decir, impúdicamente, significa renunciar a ser persona y hacerse aceptar solamente como objeto.

El pudor, en cuanto que afecta a la relación del hombre consigo mismo, con los demás, con el mundo, adquiere una importancia ética importante. Es un elemento esencial e insustituible del amor, no sólo de lo sexual, hasta el punto de que sin pudor no hay amor El pudor es el guardián vigilante del auténtico encuentro de amor interpersonal, no reducido a la mera dimensión corpórea; permite a la sexualidad desarrollarse armónicamente y hacerse disponible al otro en el amor. La finalidad de toda educación auténtica en el pudor consiste en hacer a la persona capaz de darse al otro en el amor conyugal , en el caso de la virginidad, de ofrecer el propio cuerpo en el don total a Dios.

G. Cappelli

Bibl.: G, Campanini - A. Autiero, Pudor, en NDTM, 1582-1593; A. Zarri. Pudor, en DTI, 111, 983-994; Y Marcozzi, El sentido del amor, Studium,'Madrid 1959; J Rey, El pudor, Sal Terrae, Santander 1962; K. Wojtvla, Amor y responsabilidad, F AX, Madrid 1969.