PALABRA DE DIOS
VocTEO
 

Fórmula común en la tradición judeocristiana, que hunde sus raíces en la importancia del papel que se le confía a la "'palabra» y en la multiplicidad de sinónimos utilizados para expresar la relación Dios-hombre.

La experiencia de Israel puede condensarse en la expresión «palabra de Dios», en hebreo: dabar Yahveh, Dabar significa comúnmente "'palabra-hecho», es decir, el acontecimiento que surge de la comunicación verbal; pero utilizado de forma absoluta indica la comunicación en sí. Según este significado, la expresión palabra de Dios indica que Dios es el autor de una comunicación.

Aunque la idea de una palabra de origen divino no es exclusiva de Israel, en el Antiguo Testamento lo que la caracteriza es el hecho de ser dicha: se convierte entonces en acontecimiento histórico. Desde la palabra de la creación hasta la palabra de liberación de alianza, desde la palabra profética a la palabra de la sabiduría, siempre se dé una presencia de Dios que actúa y entra en relación dialogal con el hombre No es palabra sobre Dios, sino de Dios, y goza de su irresistible eficacia (Is 5.10-11). Esta idea se diferencia de las concepciones del mundo antiguo particularmente de las del mundo griego y helenista. Aquí la palabra es logos, significativa por su contenido y no por su capacidad de interpelar, anclada en la lógica del discurso y de la escucha. En el Nuevo Testamento se da un salto cualitativo insuperable en la comprensión de la Palabra de Dios; Jesús de Nazaret es el hic et nunc (Jn 1 ,1 - 14, Heb 1,1) de la Palabra de Dios, que en su acaecer pone en movimiento el amor de Dios al hombre. Fuera de esta palabra en la que Dios se autocomunica, es imposible ver a Dios y es improbable captar la nueva economía de la salvación.

En la reflexión teológica, si por un lado la Palabra de Dios no es objetivable, es decir, precede al hablar y determina el hablar humano, por otro lado tiene una dimensión objetiva que indica que se puede hablar de Dios. Por eso mismo es principio objetivo de la reflexión teológica que se caracteriza por la vinculación entre la Palabra y la Escritura. Tanto la Torá como el Kerigma viven en una forma escrita, sin identificarse con ella. En este sentido se da una circularidad hermenéutica entre Palabra y Escritura: la Palabra precede a la Escritura, que permite al hombre poder encontrar siempre la Palabra. Sin la Escritura la Palabra sería tan sólo un flatus vocis. Y al revés, sin la Palabra, la Escritura no sería inspirada y normativa, ya que no sería eco de la experiencia de la Iglesia y de su interpretación elaborada en virtud del Espíritu Santo.

La teología reconoce que la Palabra de Dios es un concepto análogo. C. M. Martini señala en ella cinco significados: a) la Palabra de Dios expresa la comunicabilidad de Dios que es el Verbo de Dios; b) la Palabra de Dios es sobre todo Jesucristo, en quien la comunicación de Dios tiene su expresión extensiva e intensiva; c) es palabra en plural: palabra profética y apostólica; d) es palabra escrita, por lo que la Biblia es Palabra de Dios; e) es la palabra de la predicación cristiana.

La liturgia, el Magisterio, la vida son lugares en los que la Palabra es meditada, interpretada, actualizada.

C Dotolo

Bibl.: AA, vv , Palabra, en DTNT 111, 249-282; L, Alonso Schokel, LCI palabra inspirada, Herder Barcelona 1975; A M Artola - M. Sánchez Caro, Biblic, y palabra de Dio", Verbo Divino, Estella 1995; R Bultmann, El concepto de Palabra de Dios en el Nuevo Testamento, en Creer y comprender, Studium, Madrid 1974, 253-254.