NÚMEROS
VocTEO


Cuarto libro del Pentateuco, describe parte del viaje de Israel después de la liberación de Egipto (Éxodo) y antes de llegar a la tierra prometida (Josué).

El título «números» (griego arith moi) proviene, a través de la Vulgata, de la traducción griega (llamada de los Setenta) del Antiguo Testamento, y se debe al contenido de los cuatro primeros capítulos dedicados al censo de la comunidad israelita según las órdenes que Yahvéh dio a Moisés. En la tradición hebrea, como ocurre con los otros libros de la Torá (Ley), el título se saca de las primeras palabras de la obra: bemidbar (en el desierto).

Estos dos títulos distintos dan ya razón en parte de su contenido: el censo-organización y la peregrinación por el desierto constituyen realmente los dos aspectos fundamentales de la obra en que se presenta la organización y la estructura de Israel como pueblo de Dios. Israel es desde su origen, según la presentación de los Números, una sociedad teocrática; su camino en la historia y su futuro están guiados por Yahveh.

A estos temas se añaden algunos otros que son característicos de la descripción de las relaciones de Israel con su Dios, como el tema tan importante de la continua infidelidad del pueblo que ya se conocía en la narración del Exodo.

La formación del libro de los Números, como la de los otros libros del Pentateuco, liberada de la atribución tradicional a Moisés como «autor" en el sentido moderno de la palabra, es fruto de un largo proceso de composición literaria, en el que se fueron fundiendo paulatinamente entre sí varias tradiciones de tipo histórico, jurídico y litúrgico.

La forma final de la obra se atribuye al llamado redactor sacerdotal (con la sigla «Pn, del siglo VI a.C.). A este redactor le debemos no sólo la aportación de algunas tradiciones propias, sino también la forma definitiva de la obra, a través de la sistematización de las fuentes precedentes Yahvista, siglo x a.C., y Elohísta, siglos IVIII a.C.). La compleja formación del libro y su naturaleza teológica no permiten, evidentemente, una reconstrucción simple de los acontecimientos, tal como son narrados. Pensemos a este propósito en los problemas histórico-geográficos que plantea el intento de reconstruir el itinerario del viaje por el desierto. Tampoco se puede prescindir del carácter histórico de la revelación, que constituye un aspecto fundamental del relato bíblico. Sobre esta base las narraciones deben ser releídas para distinguir, donde sea posible, los acontecimientos de su interpretación teológica. Una sumaria articulación del libro, en el que la trama histórica se ve interrumpida continuamente por leyes y reglamentos, presenta tres partes principales:

a} 1,1-10,10: los últimos diecinueve días de estancia en el Sinaí. Esta sección suele atribuirse a la tradición sacerdotal.

b} 10,11-22,1: la larga peregrinación por el desierto (38 años). El tema principal de esta sección es la marcha progresiva de Israel entre asechanzas e infidelidades. Forman parte de esta sección algunos episodios conocidos de la peregrinación por el desierto; las codornices (1 1,31-35); las aguas de Meribá (20,1 - 1 1); la serpiente de bronce (21 ,4-9); son relatos que ya conocemos por el libro del Éxodo, pero en los que se pone aquí de relieve el elemento de juicio y de castigo divinos con vistas a la conversión. En esta sección central es donde suele identificarse la aportación más significativa de la tradición yahvista.

c} 22,2-36, J3: es la parte más heterogénea, en la que se narran los acontecimientos relativos a la permanencia del pueblo en Moab, en las fronteras de Canaán, la tierra prometida. En esta última parte se inserta el conocido ciclo de Balaán (22,2-24,25), fruto de la fusión de las tradiciones yahvista-elohísta, particularmente importante para las relecturas tanto judías como cristianas en clave mesiánica.

Los temas teológicos de este libro, el itinerario de Dios con su pueblo, la presencia de Yahveh que se manifiesta de varias maneras, entre ellas la "nube», la «morada», constituyen otros tantos temas centrales de la teología tanto hebrea como cristiana. Esta última, ya desde los escritos del Nuevo Testamento, aplica al pueblo de la nueva alianza el concepto de «pueblo de Dios» (asamblea: hebreo qahal; griego: ekklesía), así como el tema del pueblo en camino hacia la presencia de Dios, que ha alcanzado tanto relieve en la teología que animó al Vaticano II (cf. en especial, la Lumen gentium).

G. Castello

Bibl.: G. Ravasi, Números (libro de los}, en NDTB, 1306-1313; A. González Lamadrid, Números. Texto y comentario, La Casa de la Biblia, Madrid 1990: Ph. J King, Los Números, Mensajero/Sal Terrae, Bilbao/Santander 1969; J. Briend, El Pentateuco, Verbo Divino, Estella "1995,