MÍSTICA PROFÉTICA
VocTEO
 

Aunque es intensa y profunda, la experiencia del profeta no es igual a la experiencia del místico; se trata de dos experiencias religiosas esencialmente diversas. Mientras que el místico anhela la unio mystica, el anonadamiento, el convertirse en una sola cosa con lo divino, la personalidad del profeta, lejos de disolverse, se hace presente con intensidad y se compromete fervorosamente en lo que percibe. Jeremías ve un objeto insignificante, un ramo de almendro; inmerso en la observación, siente que Dios lo llama y le invita a reflexionar en lo que está viendo en aquel instante (Jr 1,11-12). El acto profético es el encuentro de una persona concreta con el Dios vivo. La profecía es una confrontación : Dios es Dios, el hombre es hombre: los dos pueden encontrarse, nunca fundirse uno en el otro. Hay comunión, no fusión. El profeta, a diferencia del místico, recibe y participa al mismo tiempo. Su respuesta a lo que se le ha revelado transforma la revelación en diálogo.

El místico está totalmente tenso a vivir la experiencia del éxtasis, experiencia a la que llega sólo después de mucho esfuerzo: momentos preparatorios, escalones que hay que subir con fatiga. El profeta, por su parte, no se siente impulsado por el deseo de tener una experiencia profética. Mientras que la experiencia mística tiene un carácter estrictamente individual y privado, la profecía es una misión para guiar al pueblo; al profeta no le preocupa su salvación individual, sino la vida del pueblo.

F Raurell

Bibl.: L. Alonso Schokel - J. L. Sicre, Los profetas, Cristiandad, Madrid 1980; L. Monloubou, Profetismo y profetas, FAX, Madrid 1971; A. Neher, La esencia del profetismo, Sígueme, Salamanca 1975; W, H. Schmidt, Introducción al Antiguo Testamento, Sígueme, Salamanca 1983, 215-355; E. Beaucamp, Los profetas de Israel, Verbo Divino, Estella 1988.