MISIÓN
VocTEO
 

Del latín mittere (enviar, mandar). En la reflexión teológica la palabra ocupa un lugar importante en la doctrina trinitaria, va que expresa la relación que liga al Padre con el Hijo y con el Espíritu Santo. Se distingue entre las "misiones ad intra" (el Hijo procede del Padre; el Espíritu Santo, según la fórmula occidental del Símbolo, ex Patre Filioque procedit) y las "misiones ad extra'": para llevar a cabo la comunicación íntima entre sí mismo y los hombres y la unión de los hombres entre sí, el Padre envió a su Hijo al mundo; Cristo, a su vez, envió de parte del Padre al Espíritu Santo para que cumpliera desde dentro su obra de salvación.

A este significado trinitario el término "misión» añadió posteriormente otro que indica la acción evangelizadora de la Iglesia entre las poblaciones que no conocen todavía el Evangelio, En este sentido se habla en plural de las misiones ad gentes (y también de "misiones extranjeras»); se trata de llevar el Evangelio a todos los que todavía no conocen a Cristo, redentor del hombre.

La historia de las misiones de la Iglesia católica es una historia muy rica. La Edad Media conoce las misiones entre los pueblos germanos, en las islas británicas, entre los pueblos eslavos. En el siglo XiII comienzan las misiones en Oriente y en Asia. En el siglo xv, sobre todo por obra de los misioneros españoles y portugueses, comienzan las misiones en el nuevo continente y en las Indias. En 1549 san Francisco Javier llega al Japón. En 1622 se funda una Congregación romana (de propaganda fide) para dirigir expresamente la actividad misionera. En la época contemporánea los papas pro mueven las misiones, dedicándoles diversos actos magisteriales. Recordemos particularmente la carta Maximum illud ( 1919), de Benedicto XV las encíclicas Rerum Ecclesiae (1926), de pío XI, la Evangelii praecone (1951) y la Fidei donum (1957), de pío XII, la Princeps pastorum (1959), de Juan XXIII, y la Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (1975), de Pablo VI. Muchas órdenes religiosas tendrán como finalidad la misión ad gentes. En el ámbito del trabajo teológico se desarrollará la misionología como disciplina especial. Examinando la historia de la misión de la Iglesia, es posible trazar la actuación de una variedad de modelos a lo largo de los siglos y en los diversos contextos culturales. S. Dianich ha indicado algunos, descubriéndolos en la praxis eclesial, en la espiritualidad y en la reflexión teológica, y dándoles una denominación indicativa: el modelo de la misión "cumplida», "diferida», "escondida" , "contra gentes"' "ad gentes"' e "histórico-salvífica». Esta distinción, que debe entenderse sin rígidas esquematizaciones, va dirigida a la necesidad de elaborar una criteriología para la misión de la Iglesia.

Por lo que se refiere al momento actual de la vida de la Iglesia, se dirá que ha conocido un nuevo desplazamiento de significado y que el término "misión"' ha pasado a indicar todo el aspecto histórico-dinámico de la Iglesia. En otras palabras, de señalar una actividad de la Iglesia este término ha pasado a indicar la naturaleza misma de la Iglesia. El punto principal de referencia en este sentido será el decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia del concilio Vaticano II (Ad gentes):

«La Iglesia peregrinante es misionera por su naturaleza, puesto que procede de la misión del Hijo y de la misión del Espíritu Santo según el designio de Dios Padre» (n. 2). Se trata de un texto en el que el término «misión» se vincula con el significado que tiene en su primer empleo trinitario. De la naturaleza misionera de la Iglesia se deriva su actividad misionera. A este propósito ha escrito Juan Pablo II: «El llamado "reingreso" de las misiones en la misión de la Iglesia, la confluencia de la misionología en la eclesiologia y la inserción de ambas en el proyecto trinitario de la salvación, han dado un nuevo aliento a la misma actividad misionera, concebida no ya como una tarea al margen de la Iglesia, sino como inserta en el corazón de su vida, como compromiso fundamental de todo el Pueblo de Dios» (RM 32). Con la encíclica Redemptoris missio, publicada el 7 de diciembre de 1990 en el XXV aniversario del decreto Ad gentes, Juan Pablo 11 quiso no sólo recordar la enseñanza conciliar, sino también contribuir a superar algunas tendencias negativas. Los ámbitos confiados a la misión son de tipo territorial (en cuanto que se ejerce en territorios y entre grupos humanos bien delimitados), pero no sólo. Sus lugares privilegiados son los espacios en que surgen nuevas costumbres y modelos de vida, nuevas formas de cultura y de comunicación. Todas las formas de la actividad misionera de la Iglesia deben caracterizarse, además, por la fidelidad a Cristo y por el empeño de promoción de la libertad del hombre, Vinculado al tema de la misión está el de la encarnación del Evangelio en las culturas de los pueblos.

M. Semeraro

Bibl.: G. Coffele, Misión, en DTF 968-985; J Masson, Misión, en DTI, 111, 529-544; N. Silanes, Misión, misiones, en DCDT 879890; Íd" La Iglesia de la Trinidad Secretariado Trinitario, Salamanca 1981, 179-200; AA. VV, Trinidad y misión, Secretariado Trinitano. Salamanca 1981; A, Cañizares, La evangelización hoy, Madrid 1977; Obras M. Pontificias, La misión universal de la Iglesia y la educación de la le, Verbo Divino, Estella 1994; A. Santos, Teología sistemática de la misión, Verbo Divino, Estella 1991.