MEMORIA
VocTEO


La reproducción de las representaciones es un proceso de la fenomenogia psicosomática; hay algunas experiencias que pueden reproducirse imágenes, representaciones) y hay otras irreproducibles ( actos volitivos, sentimientos). Esta complejidad de funciones suele comúnmente identificarse con la memoria, llamada también reminiscencia, imaginación, o simplemente función mnemónica. A través de interacciones psicofísicas, de orden cerebral o neurofisiológicas, se intenta hablar hoy de los momentos etiológicos que están en la base del fenómeno, pero también de los momentos a través de los cuales es analizado metodológicamente el fenómeno: fijación de las representaciones, conservación, evocación, reconocimiento, fenómenos todos ellos que han llevado a los estudiosos a ciertas hipótesis como el asociacionismo de las representaciones, el estímulo intercelular en que se insertan como momentos mismos de explicación. En este plano psico-fisiológico todavía hay muchas incertidumbres, lo mismo que en el plano filosófico, donde todavía se discute sobre la naturaleza de la «memoria»: reminiscencia intelectual (Platón, Plotino), facultad del compuesto humano (Aristóteles, Hegel, Bergson), factor fisiológico (positivismo, evolucionismo).

En el campo cristiano, san Agustín distingue tres clases de memoria: del pasado (recuerdo), del presente (memoria de sí mismo y de Dios) y sensorial (de las sensaciones pasadas) (De Trinitate 14, lO). Santo Tomás de Aquino sostiene una doble memoria: una, llamada también reminiscencia, conserva atemporalmente las imágenes y no es distinta del entendimiento posible, ya que «ad rationem potentiae passivae pertinet conservare sicut et recipere» (5. Th. 1, q. 79, a. 7); la segunda es una potencia sensitiva que conserva las imágenes pasadas, como una colección de imágenes sensibles relativas al pasado : lo cual recuerda la célebre teoría del asociacionismo en la conservación de las imágenes. Tanto el simbolismo trinitario de la concepción agustiniana como el dualismo de la visión tomista son simples teorizaciones sin comprobación científica; es decir, estamos en un plano filosófico que no puede verificarse con ninguna metodología pertinente.

La memoria, en el terreno espiritual, debe considerarse como sedimentación experiencial del espíritu, que remite siempre a la luz; por tanto, éticamente concurre a la perfección del acto humano; en el campo de la teología espiritual, la memoria va unida a la esperanza, a la prudencia y a los dones del Espíritu Santo. Los maestros del espíritu, como san Juan de la Cruz, hablan con profusión de la purificación de la memoria, para que el hombre pueda lograr una profunda experiencia de Dios, libre de los afanes de la tierra; la memoria, en san Juan de la Cruz, es algo distinto del entendimiento y de la voluntad; estamos entonces ante una concepción agustiniana llevada hasta sus últimas consecuencias. Hoy se percibe más bien la memoria como un torbellino oprimente: Falta el silencio interior para poder advertir su mido y su importancia en la Fenomenología de la vida espiritual.

G. Bove

 

Bibl.: J. B. Metz, Memoria, en CFF, 11, 517 530; M. Fernández Manzanedo, Doctrina tomista sobre la memoria, en Revista de Filosofía 3 (Madrid 1960); H. Bergson, Materia y memoria, Aguilar, Madrid 1963; A. Lieury, La memoria, Herder, Barcelona 1978.