LEY MORAL
VocTEO
 

Es una norma -del latín lex- que enuncia el orden vigente en una realidad y que se pone como regla de comportamiento en armonía con esa realidad. Se dan leyes en todo el ancho campo de la realidad: a nivel pre-humano en la necesidad física y a nivel humano en la libertad proyectiva. En este nivel se sitúa la ley moral: «regla y medida de los actos humanos» (Santo Tomás, 5. Th. 1-11, q.90, a. 1).

El hombre es un ser dinámico tenso a la consecución de un fin a través de su obrar. Se trata del fin propiamente humano, que consiste en la realización integral de su ser: fin último, trascendente. La relación medios-fin se establece en esta ocasión por la ley moral. Ésta dispone el obrar para la realización del hombre en cuanto tal. Las leyes morales en su conjunto interpretan y expresan las exigencias dinámicas de la naturaleza humana. El fin no es más que la misma naturaleza de un ser dinámicamente considerada y asumida como tarea: como deber-ser. La ley es la expresión de este deber-ser. En otras palabras, es el sentido mismo de la vida -la verdad de la vida que hace de esencia y de finalidad, de principio y de fin- traducido en normas de conexión operativa entre la esencia y el fin, de manera que reconocer y cumplir la ley moral es fidelidad a la realización del propio ser.

Comprendida de este modo, la ley moral tiene una fundamentación autónoma. Sus exigencias se derivan de la naturaleza humana, de manera que se configura esencialmente como ley natural: una ley imperada no por un orden heterónomo que tenga que sufrir el sujeto como un dictamen exterior, sino por la ontología misma de la persona, en su riqueza de ser, que la conciencia reconoce y la libertad cumple como deber-ser y como autorrealización. En este sentido santo Tomás puede afirmar que los hombres «son ley para ellos mismos» (Comm. im 111 Sem., d. 37, q. 1) y definir la ley como «ordinatio rationis» (5. Th. 1-11, q. 90, a. 4): ordenamiento del obrar humano alcanzado y - trazado por la razón (cf.Ibíd. a. 1).

Pero la autonomía de la naturaleza humana y de la razón, que capta sus significados dinámicos, no está cerrada ni replegada sobre sí misma, sino que está en relación con la teonomía. En efecto, el hombre expresa un ser, como naturaleza y como fin, que no se ha dado a sí mismo y - que por tanto no se puede autosalvar: un ser creado y redimido por la gracia creadora y redentora divina: «por la gracia de Dios soy lo que soy» (1 Cor 15,10). El hombre es y se realiza a sí mismo en Dios; se comprende como ser de Dios y para Dios.

La ley natural, expresión dinámica de este ser que tiene en Dios su centro fontal y final, es a su vez reflejo de la ley eterna, o sea de la sabiduría divina que la ha pensado y querido. Es -escribe santo Tomás- ("participación de la ley eterna en la criatura racional» (5. Th. 111, q. 91, a. 2). La razón humana, en la inteligencia de la ley, participa de la razón ordenadora y finalizadora de Dios.

Así pues, Dios está en el origen de la ley moral, no como el legislador y el juez que dicta al hombre las condiciones salvíficas, sino como el creador y redentor es decir, como aquel por el cual el hombre se encuentra a sí mismo en la autonomía de su propio ser creatural y en la capacidad de su razón para captar en sí mismo el proyecto divino. Herida por el pecado, pero no suprimida, esta capacidad ha sido sanada y robustecida por la gracia del Espíritu Santo, inspirador de la ley mueva o ley de la gracia en el corazón de los creyentes. No es una ley añadida a la ley natural, sino su mas alta inteligencia y posibilidad, como moción a partir de las profundidades del hombre nuevo en Jesucristo.

La ley moral, inscrita en el ser del hombre (ley natural), expresión de la razón ordenadora divina (ley eterna), significada de nuevo por la gracia del Espíritu Santo (ley nueva), es una ley divina, porque tiene su origen primero y último en Dios creador y redentor del hombre. El hombre la percibe con su razón (ley natural), iluminada por la gracia del Espíritu Santo (ley nueva). La ley moral divina toma forma temática en la Palabra de Dios como ley revelada: ley moral divina positiva,- por haber sido expresada formalmente y promulgada en la revelación del Antiguo y del Nuevo Testamento.

Además de la formulación y promulgación divina, hay otra promulgación de la ley moral. La ley humana es una traducción temática y positiva (lex scripta) de la ley natural (lex indita) por obra de una autoridad moral.

La formulación de la ley moral puede hacerse en términos negativos o positivos. En el primer caso se tienen leyes de prohibición o de veto, que establecen unos límites concretos que no es posible superar, ya que más allá de los mismos está el mal moral. En el segundo caso se tienen leyes imperativas o de acción, que ordenan comportamientos prácticamente ilimitados en el cumplimiento del bien.

M. Cozzoli

Bibl.: Santo Tomás, Summa theologica, 1-11, qq, 90- 108: B. Haring, Norma y ley, en La ley de Cristo, 1, Herder, Barcelona -1965, 261270 y 325-339. M. Vidal, Moral de actitudes, 1: Moral fundamental, PS, Madrid 1990, 447-483; AA, VV , Percepción de los valores y normativa ética, en Concilium 120 ( 1976), número monográfico.