LAICISMO
VocTEO
 

Laico (del griego laós) indica a una persona que pertenece al pueblo, que no goza por tanto de la autoridad sacerdotal. En el mundo judío/clásico no existía esta conciencia de franca contraposición, ya que los ministros del culto eran también con frecuencia oficiales del Estado, es decir, pertenecían a aquella comunidad de ciudadanos que se identificaba con el pueblo.

El choque se produjo con la entrada del cristianismo en la historia mediterránea, con una religión revelada que, a lo largo de los siglos, tenía que acentuar el desnivel profundo entre la jerarquía y el pueblo, estimulando en el mismo diversas actitudes de protesta contra el cristianismo-doctrina y contra el cristianismo-institución o Iglesia. En el sueño teocrático que alimentaba la Iglesia medieval, ésta se autocomprende casi exclusivamente como jerarquía-clero; por eso no es de extrañar que incluso en manuales-diccionarios recientes la voz laicus se explicase tan sólo con la explicación non clericus. Así pues, el laicismo empezó a definirse como actitud de protesta, o como conciencia conflictiva y , a menudo, como voluntad irritada de diferenciarse del contexto sacral dominado por una casta. En este contexto deben leerse las disputas entre la ciencia y la fe, entre la naturaleza y la razón, entre el Estado y la Iglesia. El laicismo llegó a su expresión más adulta en el racionalismo religioso de Kant, con La religión dentro de los límites de la razón pura (1793), dentro del cual cavó en las radicalizaciones inmanentistas, mientras que con Hegel se consumó el proceso que había comenzado la Reforma: el protestantismo llegaba a configurarse como laicismo en cuanto que rechazaba a la Iglesia, y toda forma de inmanentismo se convertía en actitud laicista como rechazo de Dios. «Iglesia libre en un Estado libre" quería significar tan sólo que era el Estado el que le daba a la Iglesia el derecho a subsistir, una actitud laicista-liberal que sólo en apariencia era una conciliación, pero que en realidad era un rechazo de la naturaleza misma de la Iglesia, relegando el hecho religioso al terreno individual.

El laicismo es distinto de la laicidad del Estado en la esfera de su competencia directa, que la Iglesia intentó respetar, pero muchas veces sin éxito, dada su inclinación a los sueños teocráticos. La Iglesia ante el laicismo tiene que afirmar constantemente la diversidad de su naturaleza respecto al Estado y su función peculiar en orden a los valores que propone. La laicidad es un valor siempre presente, incluso en los períodos más discutibles de la historia de la Iglesia, mientras que el laicismo es una actitud negativa de rechazo y de desprecio, que sólo en algunas ocasiones acepta la coincidencia de los valores propuestos por la Iglesia con los que él pregona.

G. Bove

Bibl.: A, Latreille, La laicidad, Taurus. Madrid 1963; J, M, Setién - J M, Díez-Alegría, Concordato y sociedad pluralista, Sígueme, Salamanca í972; E. Pavanetti, El laicismo superado, Oriens, Madrid 1963; J. Iribarren, Laicidad moderna: la contribución de la Iglesia a la secularización, PPC, Madrid 1980,