JOSUÉ
VocTEO
 

El título de este libro se debe a su protagonista Josué, hijo de Nun, de la tribu de Efraín: «y Moisés dio a Oseas (hOSua', salva), hijo de Nun, el nombre de Josué (yehosua' Yahveh salva)" (Nm 13,8.16; cf. Jos í949.50), un cambio de nombre que en la Biblia alude a una misión especial.

Ministro de Moisés, Josué sobrevive a la generación infiel del desierto. La investidura que recibe al morir el legislador se ve confirmada por la bajada sobre él de un «espíritu de sabiduría" (Dt 34,9). Una vez asumido el poder, conquista la tierra y se la asigna a las doce tribus. Son éstas las dos empresas que se narran en el libro, que por tanto puede dividirse fácilmente en dos partes: cc. 1-12: la conquista; cc. 13-24: el reparto de la tierra.

En la primera parte (cc. 1-12), después de los preparativos adecuados (c, 1) y del envío de unos exploradores a la ciudad de Jericó (c. 2), las doce tribus guiadas por Josué y precedidas por el arca atraviesan el Jordán, que se divide en dos partes para que pase el pueblo (c. 3); erigen doce piedras en el lecho del Jordán y acampan en Guilgal, cerca de Jericó (c. 4). Aquí Josué ordena circuncidar a todos los hombres que habían nacido durante la peregrinación en el desierto; celebra la pascua el 14 de Nisán; ordena comer -por primera vez desde el éxodo- la carne de los corderos y los panes ázimos, y el maná deja de caer del cielo (c. 5). Viene luego la conquista de Jericó (c. 6), un primer intento de apoderarse de Ay, que falló por el sacrilegio de Acán, que es lapidado (c. 7); a continuación Josué conquista la ciudad con una hábil estratagema y mata a sus doce mil habitantes. Tomadas estas dos plazas fuertes de la frontera de Canaán, Josué llega a Siquén, erige un altar en el monte Ebal y proclama la ley (c. 8). Después del truco de la alianza con los gabaonitas (c.9), Josué derrota a la liga de cinco reyes cananeos, gracias a la intervención de Yahveh, que hace llover piedras del cielo y detiene el sol; procede a continuación a la conquista de la zona del sur de Canaán (c. 10) y ataca luego a las ciudades cananeas del norte (c. 11). El c. 12 nos ofrece una lista de los 31 reyes vencidos en la campaña militar de Josué.

Una vez terminada la conquista, Josué, ya anciano, piensa en la distribución de las tierras, echándolas a suerte (cc. 13-21). A las dos tribus de Rubén y de Gad y a la mitad de Manasés les asigna la Transjordania (c. 13), Luego, al oeste del Jordán, coloca a Judá, con una atención especial a Caleb (cc. 1415). Efraín y la otra mitad de Manasés ocupan también la parte occidental del Jordán (cc. 16-17). En la gran asamblea de Siló, Josué asigna el restante territorio de la Cisjordania a las otras siete tribus: Benjamín, con la que se tiene también una consideración especial (c. 18); luego Simeón, Zabulón, Isacar, Aser, Neftalí y Dan (c. 19). Josué piensa además en asignar algunas ciudades-refugio (c. 20), así como 48 ciudades para los levitas dispersos por los territorios de las otras tribus. Una vez terminada la solemne ceremonia de la distribución de tierras, Rubén, Gad y la mitad de Manasés vuelven al otro lado del Jordán a tomar posesión de sus territorios (c. 22). En sus últimos años Josué reúne a los jefes de 1srael y les dirige su último mensaje (c.23). Finalmente, en Siquén, convoca a las tribus, empeña a su pueblo en un nuevo pacto de fidelidad con Yahveh, dicta nuevas leyes y erige una estela como testimonio perenne. Muere a la edad de 110 años.

El cuadro descrito en el libro de Josué es fruto de una simplificación e idealización de los datos históricos, así como de una prolongación de la función del protagonista. El libro de los Jueces mostrará ya en el capítulo 1 que la conquista de la tierra no fue una empresa homogénea y lineal, realizada de común acuerdo entre las tribus. En efecto, la crítica literaria capta no pocas oscuridades, contradicciones, lagunas y duplicados. A la hipótesis documental, que une a Josué con el Pentateuco para formar el Hexateuco (7,), encontrando los mismos documentos en los dos conjuntos, Noth contrapone la tesis del Deuteronomista (7,) y de su obra histórica, que abarca Deuteronomio-2 Reyes. En este marco el libro recoge tradiciones orales y documentos escritos de género, procedencia y épocas distintas. El conjunto más antiguo son los cc. 2- 1 1, con una serie de etiologías (especialmente en los capítulos 2-9) y episodios de guerra (10,1-15; 1 1, 1 -14), que tuvieron lugar en el territorio de Benjamín. Muy pronto, por el año 900 a.C. se recogieron estas tradiciones y documentos para ser incorporados más tarde a la gran obra histórica deuteronomista, con el añadido del c. 1 como introducción. En la base de los capítulos 12-21 hay documentos sobre posesiones tribales y listas de fronteras, que se remontan a la época monárquica y premonárquica, revisados en el momento de su inserción en la historia deuteronomista.

Y Gatti

 

Bibl.: G. Auzou, El don de una conquista, Estudio del libro de Josué, F AX, Madrid 1967; G. Pérez Rodríguez, Josué en la historia de salvación, Casa de la Biblia, Madrid 1972; J. Sanmartin Ascaso, Las guerras de Josué. Estudio de semiótica narrativa, Institución San Jerónimo, Valencia 1982,