JERARQUÍA
VocTEO
 

Este término se deriva de la expresión griega iera arché que, literalmente, significa gobierno sagrado. Aparece por primera vez en el Pseudo Dionisio Areopagita (De coelesti et ecclesiastica hierarchiaj y pasa a la teología occidental a través de la traducción que hizo de esta obra Juan Escoto Eriúgena (t 877). En el lenguaje teológico el término designa aquella institución articulada que, en la Iglesia, según la unidad estructurada de cuerpo y cabeza, hace presente al Señor invisible: en sentido personal designa a aquellos que en nombre de Cristo y con su autoridad ejercen en la Iglesia el oficio de pastores como maestros de la fe, sacerdotes del culto sagrado y ministros del gobierno. Tales son en primer lugar los obispos, unidos entre sí bajo la autoridad del obispo de Roma, sucesor de Pedro. El canon 6 del decreto tridentino sobre el sacramento del orden (DS 1776) afirmó que en la Iglesia está instituida por ordenación divina la sagrada jerarquía, que consta de obispos, presbíteros y ministros (no se menciona explícitarnente a los diáconos). La tradición teológica distinguía una jerarquía « de orden » (transmitida mediante la sagrada ordenación) y una jerarquía «de jurisdicción» (conferida mediante mandato de la autoridad superior). Hoy se afirma con más claridad que el orden sagrado es el presupuesto indispensable para toda auténtica jurisdicción en la Iglesia. El tercer capítulo de la Constitución sobre la Iglesia del Vaticano II, titulado La constitución jerárquica de la Iglesia, enseña que «el ministerio eclesiástico de institución divina se ejerce en diversos órdenes por los que va desde antiguo se llaman obispos, présbíteros y diáconos» (LG 28).

El término «jerarquía» no está presente en el Nuevo Testamento, pero sí que se encuentra ciertamente el fundamento positivo que describe el concilio Vaticano II en LG 19-20: Jesús escogió a los Doce como titulares de su misma autoridad, los mandó como había sido mandado él mismo por el Padre, los constituyó a manera de colegio o de grupo estable poniendo al frente del mismo a Pedro, elegido de en medio de ellos. Como la misión divina que confió Cristo a los apóstoles es el principio de toda su vida a lo largo de los tiempos, ellos se preocuparon de constituir sucesores. La tradición de la Iglesia dice que estos sucesores de los apóstoles son los obispos que, según una expresión de Tertuliano, poseen el sarmiento de la semilla apostólica. "Así pues, los obispos asumieron el servicio de la comunidad con sus colaboradores, los sacerdotes y los diáconos... Por tanto, lo mismo que permanece el oficio del Señor, concedido singularmente a Pedro, el primero de los apóstoles, y que había que transmitir a sus sucesores, así también permanece el oficio de los apóstoles de apacentar a la Iglesia, que ha de ejercitarse perpetuamente por el orden sagrado de los obispos».

De la jerarquía forman parte ante todo el obispo de Roma y los obispos que, junto con él y bajo su autoridad, constituyen el colegio episcopal. Su oficio es llamado ministerio o servicio jerárquico, expresión con la que se entiende la dignidad y la autoridad de la que está revestido, así como el espíritu y la modalidad de su ejecución. Para la Iglesia universal este servicio jerárquico es ejercido personalmente por el obispo de Roma y colegialmente por el orden de los obispos. Cada uno de los obispos, a su vez, es titular en la Iglesia particular que preside. En el servicio jerárquico del orden episcopal en el ministerio de la Palabra, del culto y del gobierno, colaboran los presbíteros, unidos a los obispos por un vínculo ontológico, basado en la ordenación sagrada. «En un grado inferior de la jerarquía están los diáconos, a quienes se les imponen las manos "no para el sacerdocio, sino para el ministerio » (LG 29). Así pues, la jerarquía en la Iglesia está constituida por todos los que han recibido el sacramento del orden sagrado. El único ministerio jerárquico se participa sacramentalmente en diversos grados: episcopal, presbiteral y diaconal.

M. Semeraro

 

Bibl.: K. Morsdorf, Jerarquía, en SM, 1V, 7-12; P. Eicher. Jerarquía, en DCT 1, 549-564; E. Schillebeeckx, El mirtisterio eclesial. Responsables en la comunídad cristiana, Cristiandad, Madrid 1983; J, A. Estrada, La iglesia, ¿institución o carisma', Sígueme, Salamanca 1984, l4l~186; y Congar, Santa Iglesia, Estela, Barcelona 1966.