ILUMINACIÓN
VocTEO
 

La iluminación va ligada históricamente al problema gnoseológico y más en particular a la cuestión de como se puede dar un conocimiento cierto de la realidad. En este contexto la iluminación es la teoría que liga el conocimiento a una intervención de la luz divina sobre el entendimiento humano para conferirle aquella capacidad cognoscitiva que de lo contrario no tendría por sí solo.

El origen de esta teoría se remonta a la filosofía de Platón y a su visión del mundo. La verdad de las cosas reside en las ideas ejemplares presentes en el hiperuranio, del las que tuvieron origen y de las que son espejo las realidades visibles. Pues bien, conocer significa poder captar intelectivamente ese mundo ejemplar el único verdadero por ser inmutabl~ y eterno, superando así la mutabilidad de las cosas.

La corriente platónica de los siglos III y IV d.C. desarrollaron y sistematizaron esta visión, cuando, especialmente con Plotino, se llegó a elaborar una teoría gnoseológica más concreta de la iluminación, que emana sobre el alma a partir del Uno.

Agustín, en estrecho contacto con el neoplatonismo, recogió esta teoría dándole un sello cristiano. Si las cosas se derivan del acto creativo de Dios, entonces es solamente en él donde tienen su inteligibilidad, ya que en él están las "rationes aeternae». Éstas, en cuanto que que son participadas por Dios al hombre en forma de iluminación, constituyen para el conocer humano la capacidad de ir más allá de la mutabilidad de las cosas y realizar así un conocimiento cierto. Si se conoce algo como verdadero, se le conoce en Dios.

La iluminación platónico-agustiniana, aceptada comúnmente por el mundo cristiano hasta el siglo XIII, se vio fuertemente discutida y entró en crisis cuando penetró en Occidente Aristóteles con sus teorías gnoseológicas, basadas en la percepción de los sentidos y de la capacidad abstractivo-lógica del hombre.

La cultura cristiana del siglo XIII es decir, del período clásico de la escolástica, se encontró así frente a dos gnoseologías profundamente diversas: la primera basada en la autoridad espiritual de Agustín y la filosófico-científica de Aristóteles. Fueron diversas las posiciones que se adoptaron frente a las dos propuestas gnoseológicas.

Por una parte estaban los que proponían de nuevo el principio de la iluminación, revisado a través de la filosofía de Avicena, el cual, interpretando a Aristóteles a partir de elementos neoplatónicos, hablaba de un entendimiento agente (de tipo aristotélico), separado y exterior al hombre, que influye en el entendimiento pasivo del hombre y le permite un conocimiento cierto. Muchos autores, sobre todo franciscanos (Bacon, y no franciscanos, como por ejemplo Alberto Magno), recogen esta teoría platónico-aristotélica, pero identificando al entendimiento agente con Dios, que ilumina al hombre y le permite conocer "certe ».

Una postura opuesta es la de Tomás de Aquino, que, asumiendo la gnoseología aristotélica, rechaza la teoría de la iluminación, para relegarla al momento creativo, cuando Dios, por participación iluminativa, imprime en el hombre un entendimiento agente con su capacidad " natural » de abstraer conceptos verdaderos de lo que ha percibido con el entendimiento pasivo en su encuentro con la realidad.

Entre estas dos posiciones se da una actitud intermedia, representada por Buenaventura. Con Tomás, el doctor franciscano reconoce en el hombre la presencia de una "vis activa» de carácter cognoscitivo (entendimiento agente y pasivo); sin embargo, fiel también a Agustín, piensa que esa capacidad innata en el hombre de conocer no podría por sí sola asegurar un conocimiento cierto, si en el mismo acto no se diera también una influencia iluminativa de Dios.

La teoría iluminativa no resistió por mucho tiempo el choque con la propuesta gnoseológica aristotélica. Debido a la afirmación progresiva del tomismo y del pensamiento escotista en el mundo franciscano, la teoría iluminativa fue diluyéndose poco a poco para reducirse a la experiencia mística.

P. Maranesi

 

Bibl.: Iluminación, en DF 1, 908-910; A, Kudenkampff Conocer, en CFF 1, 403-416: É. Gilson, El espíritu de la Filosofía medieval Rialp, Madrid 1981; Íd., La Filosofía en la Edad Media, Gredos, Madrid 21989; P P Gilbert, Introducción a la teologia medieval. Verbo Divino, Estella 1993.