HIJO DEL HOMBRE
VocTEO
 

Expresión ambigua de usos distintos en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. Hijo del hombre es la traducción del arameo bar emash y del hebreo bem adam; semánticamente indica un «hombre», un ser que pertenece a la raza humana.

En el Antiguo Testamento se usa a menudo este nombre en el libro de Ezequiel, donde el profeta es llamado hasta 93 veces por Yahveh con la expresión «hijo de hombre»; en este contexto significa simplemente un «hombre". El uso peculiar de esta expresión como se encuentra en el libro de Daniel exige una explicación distinta. En Dn 7 13- 14 se dice: «Seguía yo contemplando estas visiones nocturnas y vi venir sobre las nubes a alguien semejante a un hijo de hombre; se dirigió hacia el anciano y fue conducido por él. Se le dio poder, gloria y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le servían, Su poder es eterno y nunca pasará, y su reino jamás será destruido ». Este texto ha recibido diversas interpretaciones y hasta hoy no es posible señalar una solución definitiva. El problema sobre la interpretación del «hijo de hombre' toca diversos problemas :¿quién es?, ¿es un individuo o una colectividad?, ¿cuál es su misión?, ¿de qué modo se relaciona este texto con el contexto más amplio? La crítica, de todos modos, puede ofrecer estos resultados; el personaje de la visión tiene un valor simbólico: además, es representativo de una realidad más amplia y compleja. La teoría de la corporate persomality es la que mejor puede explicar el enigma: el «hijo de hombre' de Daniel no puede reducirse ni a un individuo ni a una colectividad, sino que indica una personalidad colectiva. Con el personaje de esta visión se desea expresar la esperanza mesiánica que nunca había fallado en medio del pueblo y que en este período, caracterizado por la perspectiva escatológica, asume las facciones de aquel que vendrá a establecer el reino de Yahveh. Las características de la gloria, poder, juicio, que se describen, añaden a la figura del mesianismo que ya se tenía anteriormente la connotación de la gloria escatológica que hasta ahora no estaba presente en los textos.

Para el Nuevo Testamento, esta expresión asume un carácter todavía más importante y definitivo. Aparece sólo en los evangelios (exceptuando algunas citas del Apocalipsis, Hebreos y Hechos) en 82 ocasiones. Y solamente en labios de Jesús. Algunas observaciones de orden crítico permiten destacar lo siguiente:

1. Los textos presentan una simple transliteración del arameo hasta tal punto que, en contra de toda regla, insertan un doble artículo en el griego, que obliga a traducir «el hijo del hombre' para expresar ulteriormente la idea del determinativo.

2. Todos los textos relacionados con esta expresión se pueden reducir a tres categorías: a) el ministerio en la tierra del hijo del hombre; b) su pasión, muerte y resurrección; c) su gloria escatológica y el retorno correspondiente al final de los tiempos.

3. Se nota además un uso diferenciado. En algunos casos esta expresión indica sólo «un hombre", mientras que en otros se convierte en un verdadero título mesiánico; en otros casos, al menos 37 veces, el pronombre personal ha sido sustituido por el título y esto hace optar por el carácter arcaico de los textos con el pronombre.

4. En 13 casos en los que se usa «hijo del hombre» no se tiene ningún cotejo fuera de la expresión, que ha entrado entonces directamente en los evangelios desde su origen.

Estas observaciones permiten orientamos ya hacia un fuerte carácter arcaico de esta expresión. Hay que añadir además que en los evangelios se advierte un uso de «hijo del hombre» muy particular, sobre todo si lo comparamos con el texto de Dn7,13-14. En efecto, en el Nuevo Testamento «hijo del hombre» va referido directamente a la persona histórica de Jesús, que con esta expresión ha querido identificarse a sí mismo y su misión. No cabe ninguna duda sobre el hecho de que esta identificación se dirige y refiere a Jesús de Nazaret. Los evangelios añaden a ]a expresión de gloria que posee el Hijo del hombre, la del sufrimiento y la pasión, que eran totalmente desconocidas y que crean una profunda discontinuidad con la idea veterotestamentaria.

La expresión no es una creación de la comunidad primitiva - siguiendo las huellas de ciertos textos extrabíblicos que han resultado ser de una época posterior a los evangelios -, sino que ha sido más bien formulada por el mismo Jesús, que de este modo ha mantenido ininterrumpidamente su estilo revelativo: desvelar y velar al mismo tiempo.

«Hijo del hombre» se fue haciendo progresivamente un título mesiánico con el que la comunidad primitiva identificó a Jesús con el Señor escatológico, pero esto sólo porque lo había usado el propio Jesús para manifestar su misterio. En efecto, no se explica por qué la comunidad habría creado un título, si luego no lo utilizó en los himnos, en las oraciones ni siquiera en las profesiones de fe.

Con esta expresión Jesús pudo fácilmente señalar los rasgos de su misión: la obtención de la gloria, pero sólo a través de la pasión. Esto permite comprender la desorientación del pueblo y de los mismos discípulos que no le comprendían, cuando Jesús les hablaba de su pasión utilizando la imagen del «hijo del hombre' (Mc 8,3133). De todas formas, con «Hijo del hombre » los creyentes gozan de una de las expresiones más sagradas, ya que la utilizó el propio Maestro para hablar de sí mismo y de su misterio de salvación.

R. Fisichella

Bibl.: R. Fabris, Mesianismo escatológico y aparición de Cristo, en DTI, 111, 497-514; O. Michel, Hijo del hombre, en DTNT 11, 280292; B. Forte, Jesús de Nazaret, San Pablo, Madrid 1983; L. Sabourin, Los nombres, los títulos de Cristo, San Esteban, Salamanca 1965; R. Fisichella, La revelación, evento y credibilidad, Sígueme, Salamanca 1978.