GNOSTICISMO
VocTEO
 

Más que de un sistema, se trata de un movimiento de pensamiento orgánico, unitario, en el que se entremezclan diversos elementos orientales, griegos, judíos y cristianos. Todavía resulta difícil señalar su matriz: de todas formas, parece tratarse de una tendencia más amplia y, probablemente, más antigua que el propio cristianismo. Debido a su sincretismo, el gnosticismo no se afirmó como movimiento bien compacto, sino más bien como un conjunto de escuelas o de sectas distintas en cuanto a su culto, su organización y su doctrina. Además, dentro mismo de estas escuelas se daban a veces notables cambios doctrinales que alteraban la connotación original. Los elementos comunes de este movimiento son: el dualismo entre el mundo espiritual y el mundo material, considerado este último como intrínsecamente malo: el convencimiento de que el mundo material es fruto de la degradación de un ser divino y de que ha sido plasmado por los ángeles o por el demiurgo, que algunos identifican con el Dios del Antiguo Testamento: distinción de la humanidad en tres categorías de hombres: hílicos (o materiales), psíquicos y gnósticos (o espirituales). Solamenté estos últimos son los que poseen un elemento divino que anhela separarse de la materia para volver a su lugar de origen, al Pleroma; la expectativa de uno o de varios redentores con la tarea, no ya de salvar, sino de iluminar a los gnósticos en el descubrimiento de su identidad divina. El dualismo que caracteriza al gnosticismo afectaba también al campo moral. De allí se derivaban dos concepciones antitéticas: una marcada por un libertinaje descarado y motivada por el hecho de que el gnóstico está ontológicamente en posesión de una salvación que nada ni nadie le puede arrebatar. Al presentar esta concepción, Ireneo refiere que, «lo mismo que el oro, caído en el barro, no pierde su belleza, sino que conserva su propia naturaleza, dado que el barro en nada puede dañar al oro, así también (los gnósticos) afirman que ellos mismos, sean cuales fueren sus acciones ílicas (materiales) en las que están implicados, no reciben ningún daño ni pierden su fundamento espiritual » (Adv. haer. 1, 6, 2, 61). Frente a este libertinaje, dentro del movimiento gnóstico se afirma también una ascesis tan rigurosa que refrena toda expresión material en el hombre.

No cabe duda de que el gnosticismo constituyó para la comunidad cristiana de los primeros siglos el peligro más grave, tanto en el aspecto doctrinal como en el terreno de la ética. Se justifica por consiguiente la enérgica toma de actitud de autores como Justino, Ireneo, Tertuliano. Hipólito. Clemente Alejandrino y Orígenes que desde diversos ángulos, intentaron acabar con la interpretación gnóstica de la fe cristiana. Efectivamente, con el siglo III el gnosticismo comenzó su fatal y progresiva decadencia.

L. Padovese

Bibl.: A. Orbe, Cristología gnóstica, BAC, Madrid 1976: R. Kuntzmann - J D, Dubois, Nag Hammadi. Textos gnósticos de los orígenes del cristianismo, Verbo Divino, Estella 1988; U. Bianchi, La literatura gnóstica y el Nuevo Testamento, en Problemas y perspectivas de las ciencias bíblica, Sígueme, Salamanca 1983, 117-139,