EXPERIENCIA RELIGIOSA
VocTEO
 

1. Concepto.- La categoría «experiencia" es polivalente, lo cual hace que este concepto resulte sumamente complejo. Generalmente, el término « experiencia" supone un conocimiento práctico específico, adquirido con la repetición prolongada de determinadas acciones, hasta alcanzar en ellas una habilidad consumada. Es la experiencia del «experto". Otras veces el término indica el conjunto de acontecimientos vividos, que han influido de forma positiva en la persona del individuo, enriqueciéndolo con un sentido iluminado de la existencia. Mediante el desarrollo moral, intelectual y cultural al que ha llegado, el experto en este sentido actúa como «sabio", En sentido filosófico la experiencia es una forma de conocimiento, que se distingue tanto de la pura intuición (conocimiento inmediato dentro del mismo entendimiento y que forma cuerpo con él) como del simple conocimiento discursivo, o del conocimiento aceptado sólo por autoridad, o finalmente del sentimiento como distinto del mismo conocimiento. Positivamente, la experiencia se especifica como un conocimiento vivido de una situación o de una idea, más genéricamente de un dato cognoscible. Es conocimiento ,'vivido", en cuanto que es un conocimiento obtenido precisamente mediante la vida misma. En esta perspectiva se supera la reducción semántica del empirismo, que identificaba la experiencia con la percepción sensorial del mundo empírico y la oponía al conocimiento racional. El conocimiento por experiencia engloba más bien comprensivamente a la una y a la otra, De todas formas, la experiencia como percepción cognoscitiva no pertenece al conocimiento puramente conceptual, sino al metaconceptual, ya que capta la realidad de un modo que pertenece realmente al orden intelectual, pero se realiza siempre en unidad existencial con la voluntad y con el conjunto global de las energías interiores del individuo. Por esta razón, en el proceso de la experiencia entran como elementos de composición las diversas dimensiones del conocimiento humano: la visión, la observación, el contacto vivido, la intuición, la comprensión, el sentimiento.

2. Las características.- a} La globalidad: supone que la experiencia no es simplemente afectiva (que excluya el conocimiento) , y que tampoco es puramente subjetiva o inmanente (que prescinda de la objetividad y de la trascendencia). Es más bien viva y refleja y se presenta como una estructura de la conciencia personal precisamente y tan sólo en la apertura a la realidad En el plano subjetivo la experiencia engloba todos los tipos de conocimiento, aunque en una medida que varía según las circunstancias. Y en el plano objetivo, en su punto inicial la experiencia es la apertura de toda la persona a la totalidad del ser. b} La inmediatez: la experiencia es un conocimiento inmediato, en cuanto que es una modalidad de comprensión que supone siempre un contacto inmediato y vivo con el objeto que se da a sí mismo sin mediaciones ni símbolos, Los símbolos intervienen sólo como mediación para los demás y como concienciación refleja posterior del sujeto experimentante. El conocimiento experiencial se realiza en el encuentro de toda la persona con el objeto experimentado, encuentro que se hace acogida inmediata y viva del mismo. c} La certeza o la seguridad: esta actitud interior nace del modo en que el individuo llega al conocimiento experiencial, es decir, de su encuentro personal con la presencia inmediata del mismo dato, impacto que envuelve a toda la persona y le da una especie de certeza de evidencias indiscutible. Es sólo este dato el que se consigue comunicar a los demás, ya que la experiencia en su contenido inmediato no puede compartirse ni representarse exteriormente

3. La experiencia religiosa.- La experiencia religiosa puede entenderse rectamente sólo partiendo de un concepto preciso y adecuado de "religión". Entendemos aquí por "religión" la relación de toda la persona, en su dimensión individual y comunitaria, en cuanto interioridad y exterioridad, con el Absoluto visto como sagrado o con el Ser captado como Persona divina.

Esta relación personal tan global tiene su fundamento en el reconocimiento de la propia dependencia radical como criatura del mismo. El Absoluto, es decir, lo sagrado de la perspectiva religiosa, que se llama "Dios", es captado, bien como la plenitud absoluta que supera infinitamente al hombre, bien como su fin último. De este hecho se deriva la doble actitud de la adoración, vista como expresión de sumisión y de homenaje absolutos, y la del amor incondicionado. Estas dos actitudes constituyen finalmente la « oración", que es el corazón de toda religión.

La experiencia religiosa, como punto de confluencia del aspecto relacional de la religión y del aspecto personal de la experiencia, es el conjunto de los actos con que el hombre se comprende en relación con Dios. Es la experiencia más personal que pueda darse, ya que se inserta en el encuentro de la persona creada con la Persona creadora y se identifica con el encuentro mismo, lo cual supone la implicación del yo humano en su realidad global más profunda.

4. Las características de la experiencia religiosa.- Son fundamentalmente las mismas que las de la experiencia en general, con el añadido del colorido específico que asumen cuando la experiencia se refiere al hecho religioso: a} La globalidad: la experiencia religiosa afecta a toda la persona en sus elementos principales. Se ve comprometido el entendimiento en la acogida de Dios como plena verdad para el individuo y en la adhesión a la verdad del propio ser en relación con él. Está presente el elemento volitivo, que hace que la actitud anterior no sea un gesto puramente racional, sino que se convierta en un acto de libertad y de generosidad, y se transforme en un gesto de servicio. También las potencialidades afectivas se ven solicitadas en su más alto grado en el encuentro con el Infinito, el único capaz de crear y de renovar continuamente el asombro de la existencia. Incluso el elemento sensitivo y corporal tiene su propia función, debido a la unión tan profunda que existe entre el cuerpo y el espíritu. b} La inmediatez: ésta se basa en el modo peculiar en que el contenido de la experiencia religiosa (la presencia de Dios) se hace presente a la conciencia del sujeto. Dios, el «Totalmente-Otro", no puede estar directamente presente al hombre en el sentido de un contacto inmediato de esencia a esencia. Pero su presencia no es sólo indirecta. El modo específico en que Dios se hace presente a través de los signos, que no remiten a Él como a Uno que está fuera de ellos, ya que ellos contienen realmente su presencia. La inmediatez de la experiencia religiosa consiste por tanto en encontrar la presencia de Dios, no a través de estos signos, sino más bien en ellos, ya que en la óptica de fe del creyente todos los elementos de su existencia adquieren un significado religioso muy concreto en cuanto que reciben una referencia real a Dios. De este modo la experiencia religiosa evita tanto el peligro de caer en el subjetivismo de una religión puramente intelectual o sentimental como el de caer en un puro formalismo cultual. c} La receptividad: esta nota adquiere un mayor relieve en la experiencia religiosa, ya que aquí toda iniciativa proviene de Dios; por eso, en el hecho religioso el individuo se experimenta constantemente en situación de res puesta a una llamada precedente del Creador. Este dato resulta más claro en la religión revelada, donde la iniciativa proveniente de Dios revelador se concreta en los acontecimientos de la historia de la salvación y hace percibir con mayor incisividad cómo en la relación religiosa todo es gracia. Esto no anula en lo más mínimo el elemento de dinamicidad que postula la propia experiencia; y la experiencia religiosa es dinámica, por ser la vivencia de la relación más absorbente que pueda darse, teniendo a Dios como término. d} La certeza o seguridad: esta característica reviste en la experiencia religiosa un tono peculiar de sentido absoluto, que se deriva de la naturaleza misma de su contenido (el absolutamente Santo, que es Dios) y tiene diversos matices. En primer lugar, la inefabilidad de la conciencia: si toda experiencia humana en su núcleo central es inexpresable, esto vale más todavía para la experiencia suprema, donde el hombre encuentra su máxima realización en el contacto con el misterio de Dios. Está luego el carácter ilimitado de la aspiración, ya que la tensión hacia el Absoluto está inscrita en la misma estructura ontológica de la criatura racional. Le hace eco la incondicionalidad de la obediencia en la entrega, ya que el Abismo divino es ilimitado en sus exigencias y sólo encuentra una medida adecuada en la totalidad de la respuesta humana. Pero, para que se  tenga una verdadera experiencia religiosa, no es preciso que estas cualidades absolutas tengan que ser vividas como tales desde el principio. Pueden percibirse ya incoativamente sólo de manera implícita; luego, a medida que se va haciendo más honda la experiencia, afloran cada vez con mayor claridad a la conciencia del sujeto que experimenta.

A. Dalbesio

 

 Bibl.: J. Martín Velasco, Experiencia religiosa, en CFC, 478-496; L. Duch, La experiencia religiosa e" el contexto de la cultura contemporánea, Madrid 1979, , A, Dou (ed,), La experiencia religiosa, Madrid 1989: X. Zubiri, El hombre y Dios, Madrid 1984; X. Pikaza, Experiencia religiosa y cristianismo, Sígueme, Salamanca 1981; F, Cultrera, Hacia una religiosidad de la experiencia, Atenas, Madrid 1984,