EXPERIENCIA
VocTEO
 

Este término, que tiene como raíz semántica el griego peiro (pasar a través de), indica de manera inmediata la situación, la prueba, el acto gracias al cual se llega a captar alguna cosa; o bien indica el resultado, el conocimiento o el conjunto de los datos adquiridos gracias a esa prueba. En otras palabras, la experiencia indica por una parte el obrar, el vivir en su realización concreta; por otra. las adquisiciones hechas por el hombre gracias al ejercicio de sus facultades. En este sentido, experiencia « significa un conocer (erkennen) que no se deriva principalmente del pensamiento discursivo, sino ante todo del hecho de sentir inmediatamente una impresión o una vivencia» (B. Quelquejeu).

Aquello de lo que se tiene experiencia puede llegar al sujeto bien desde fuera o bien desde dentro de su conciencia. Bajo el aspecto cognoscitivo, la experiencia se presenta como "apertura, por parte del sujeto percipiente, frente a un dato» (G. Giannini), que puede ser bien intramundano o bien trascendente. En este último caso, se habla de experiencia religiosa; ésta, como cualquier otra experiencia, da lugar a un cierto conocimiento de la realidad con la que se entra personalmente en contacto; estimula y no mortifica ni debilita a la inteligencia. De manera particular, el contenido de la experiencia religiosa es aquella realidad que, a pesar de su trascendencia e inefabilidad, el hombre siente como el fundamento, el centro y el fin de su propia existencia; es el valor o bien supremo que da sentido y orientación a las decisiones de la persona. Es verdad que lo divino, como realidad que se ofrece a la experiencia del hombre, se esconde en el mismo momento en que se revela; siempre se escapa de la "captura» del hombre. Éste, en el temor y en el asombro, se ve atraído y siente admiración y gozo al percibir algunos rayos de la luz infinita que tiene delante de sí y en sí mismo. La experiencia de lo divino, como cualquier otra forma de experiencia y más que ella, es siempre más rica que cualquier intento de expresarla; se la puede evocar, narrar, expresar por medio de símbolos, pero nunca se la puede reproducir por completo.

En sentido teológico, el término experiencia se puede referir también a aquel contacto personal con el Dios que se autocomunica (revelación), que constituye el fundamento de la fe personal. En la Biblia, la experiencia se expresa con los términos gustar, saborear. En este sentido, la experiencia cristiana tiene que comprenderse, por lo que atañe a su origen, como contacto vivo y sabroso por parte de algunos hombres con la realidad singular de Jesús de Nazaret, que permite abrirse a Dios, conocerlo y participar de la salvación. Esta experiencia fue comprendida, profundizada, atestiguada y transmitida mediante la vida y la confesión de fe de la comunidad primitiva, con vistas a una perenne reactualización de la presencia liberadora de Cristo y de la adhesión a Él y a su Dios por parte de cada uno de los hombres.

En tiempos recientes, el Magisterio de la Iglesia rechazó la concepción modernista de la experiencia interior como fundamento de la certeza de fe.

G. M. Salvati

 

Bibl.: AA. VV , Revelación y experiencia, en Concilium 133 (1979); C. Vagaggini, Experiencia, en DE, 11, 84-90; K. Lehmann, Experiencia, en SM, 111, 72-78; M. Gelabert, Experiencia, en DCDT 525- 532; Íd., Valoración cristiana de la experiencia, Sígueme, Salamanca 1990; J L. Aranguren, La experiencia de la vida, Alianza, Madrid 1969; J B. Lotz, La experiencia trascendental, BAC, Madrid 1982,