DOLOR
VocTEO
 

 El dolor es una sensación desagradable como consecuencia de un mal corporal o bien de un estado de profunda infelicidad debida a la imposibilidad de satisfacer las necesidades y las aspiraciones personales, o a la privación de lo que procura placer, o a las desventuras que caen sobre una persona.

El dolor es personal, porque tiene la  misma extensión que la corporeidad y es percibido de ese modo (aspectos psicosomáticos). Mueve a mirar cara a cara la propia situación existencial para asentir a ella y asumir con el propio consentimiento libre el destino mortal al que estamos llamados. A lo largo de la existencia el dolor puede tener también un aspecto funcional. Sin embargo, lo que hay que evitar es un dolorismo injustificado, ya que es contrario al proyecto de Dios y es capaz de llevar al individuo hacia formas de grave autodestrucción. El dolor puede conducir a la desesperación, pero puede convertirse también en un lugar privilegiado por la pedagogía divina para una profunda comprensión de sí mismo y de los demás. Desde el punto de vista filosófico el dolor de los inocentes ha sometido al pensamiento humano a una dura prueba. En la Biblia el dolor es la consecuencia del orgullo del hombre, que no ha reconocido a Dios y ha incurrido en pecado (Gn 3,14). El dolor interpela a la existencia humana: los profetas no pueden comprender la fortuna de los impíos, y los justos perseguidos se creen olvidados por Dios.

Progresivamente los profetas y los sabios van entrando en el misterio del dolor. Se descubre el valor purificador del sufrimiento y se aprende a recibir en el dolor la revelación de un designio divino: «Ahora te han visto mis ojos» (Job 42,1 -6). En la pasión de Cristo el dolor adquiere un significado absolutamente nuevo. Es el camino real, ya que «la pasión basta por sí sola para dar una dirección segura a toda nuestra vida" (Expos. irt 5ymb., a. 3, n. 919). "Para que ningún género de muerte asustase al hombre que vive rectamente, fue oportuno demostrarlo con la cruz de Cristo» (5. Th. 111, q. 46, a.4).

Unidos en la experiencia con Cristo, los creyentes se configuran a él (Flp 3,10) y llevan siempre y por todas partes los sufrimientos de Jesús, para que se manifieste en ellos su vida (2 Cor 4, 10).

B. Marra

 

Bibl.: J. Moltmann, El Dios crucificado, Sígueme Salamanca 1975; K. Kitamori, Teología de1 dolor de Dios, Sígueme, Salamanca 1975; J M. Cabodevilla, La impaciencia de Job. Estudio sobre el sufrimiento humano, BAC, Madrid 1967; AA.VV.Sufrimiento. vfe cristiana, en Concilium 1 19 (1976).