DIOS
VocTEO
 

El conocimiento y las relaciones que la humanidad tiene con Dios pueden verse desde tres ángulos diferentes: el fenomenológico (¿qué es lo que de hecho ha entendido Y entiende la humanidad con el término "Dios" y cómo se ha referido a él?): el filosófico (¿qué ha comprendido y dicho la inteligencia humana, en su ejercicio crítico, de Aquel a quien todos llaman Dios?): y el de la fe, como acogida de la revelación que Dios ha hecho de sí mismo (¿qué es lo que Dios nos ha dicho de sí y qué es lo que nosotros podemos conocer y decir de él, a partir de esa revelación?-

1. Dios en la fenomenologia del hecho religioso.- La experiencia de Dios es un dato original e indiscutible de la experiencia humana. Resulta más plausible aislar la estructura fundamental, común a todas las experiencias religiosas (con la "especificidad» de la religión judía, cristiana e incluso islámica). La creencia religiosa responde a la necesidad de sentido global del hombre y tiene una estructura vertical (en cuanto que divide al mundo en dos esferas, la de lo "sagrado» y la de lo "profano», entre las cuales se da una auténtica "ruptura de nivel», pero también una comunicación) y otra estructura horizontal, hecha del conjunto de creencias y de ritos que constituyen la fuerza íntima de cohesión de la convivencia social. Sobre esta base común se distinguen luego (cronológica y fenomenológicamente) diversas especificaciones de la experiencia religiosa. Podríamos reducirlas a tres fundamentales: a} las religiones primitivas o arcaicas, llamadas también tradicionales (África, pueblos amerindios, Australia...), que conservan más o menos la estructura descrita; b} las religiones del Extremo Oriente, que representan una evolución peculiar en una dirección que podríamos llamar mística, en el sentido de que intentan reducir lo profano a lo Absoluto, disolviéndolo en él (hinduismo, budismo, taoísmo...); c) las religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo, islamismo), que presentan dos novedades peculiares: la afirmación de la revelación de Dios en la historia, la fe en un Dios único y personal.

 

2. El conocimiento de Dios en la investigación filosófica.- La filosofía es una creación peculiar del genio griego, pero al situarse en el universo cultural occidental, se caracteriza también por el encuentro con la tradición judeocristiana. La búsqueda de Dios constituye su tema original (como crítica de la religión popular y afirmación de la arché del cosmos) Y radical (como objeto de la más alta de sus disciplinas, la metafísica). A lo largo de la evolución filosófica del tema de Dios, podemos distinguir tres etapas fundamentales: la griega precristiana, la cristiana patrístico-medieval, la moderna.

a} En la primera, se identifica a Dios como el principio de la realidad e inteligibilidad de todo cuanto existe, bien sea viéndolo - en Platón y luego sobre todo en Plotino- como el Uno que está más allá de todo ser y de toda denominación; o bien demostrándolo - en Aristóteles- como el «motor inmóvil» que mueve como objeto de amor (éros) a todas las cosas, conociéndose de modo perfecto solamente él a sí mismo; o bien, imaginándolo como «alma» de vida y de cohesión del cosmos, como en el estoicismo.

b} Con la llegada del cristianismo, la búsqueda filosófica de Dios se entrecruza con dos temas fundamentales derivados de la revelación: el de la trascendencia absoluta de Dios respecto al mundo, que se deriva de él por creación «de la nada». y el de un Dios que es Vida trinitaria y que interactúa en la historia hasta encamarse y morir por los hombres. El primer tema estará en la base del teísmo metafísico cristiano patrístico y medieval: santo Tomás, especialmente, afirmará la posibilidad de la razón humana de afirmar la existencia de Dios como Ipsum Esse per se subsistens. Esta doctrina será sancionada dogmáticamente, sobre la base del testimonio escriturístico (cf. Sab 13,1-9. Rom 1,18-21), por el concilio Vaticano I, en la Dei Filius (DS 3004).

c} En dialéctica con la visión metafísica de inspiración cristiana -pero siempre, en el fondo, remitiéndose a la tradición anterior- se mueve la filosofía moderna. Asume concretamente tres direcciones : el deísmo (a partir de la Ilustración) como afirmación de un Dios lejos de la creación y de la historia, que no interviene en ella y sigue siendo incognoscible; el panteísmo o monismo, como afirmación de la identidad de Dios y de la realidad; y el ateísmo. Última en orden cronológico, pero importante, es la crítica dirigida por Heidegger al «dios» de la onto-teología, es decir, a la afirmación de Dios como origen y garantía de la serie de entes que caen bajo nuestra experiencia.

 

3. El conocimiento de Dios a partir de su autorrevelación.- La fe y, en consecuencia, la teología cristiana, aunque no infravaloran la aportación necesaria de la razón, en conformidad con el Vaticano I, tienen sin embargo otro punto de partida: la acogida de la autorrevelación libre e indeducible de sí mismo hecha por Dios a los hombres.

a} La revelación con que Dios nos habla de sí en el Antiguo Testamento puede leerse diacrónicamente en sus diversas fases, o sincrónicamente en los rasgos característicos que nos presenta como propios de Dios. En el primer caso, hay que recordar al menos las siguientes etapas: la revelación del Dios de los Padres (Abrahán, Isaac y Jacob): el momento central de la revelación del Dios de Moisés y del Éxodo, con la «entrega» de su Nombre, Yahveh (cf. Éx 3,1-15), y la consecuencia del «mono-yahvismo» (cf. Éx 20,1-11); la profundización de la identidad de Yahveh como Dios de la santidad (qadosh) y de la misericordia (hesed, rahamin) en la época de los reyes y de los profetas, con la afirmación decidida del monoteísmo (cf. 1s 40,18-23); entre tanto, cada vez se pone más de manifiesto la realidad de su espíritu (ruah), a través del cual guía la historia (profetas), y de la sabiduría con la que creó y ordenó el mundo (libros sapienciales); finalmente, en la literatura apocalíptica, Yahveh se presenta como el Señor de la historia y de su cumplimiento.

b} En el Nuevo Testamento, ciertamente, el Dios de Jesucristo es el de los Padres, el de Moisés y el de los profetas, pero el mismo Jesús se presenta como el revelador escatológico de la proximidad de Dios como Padre (Abba), que perdona y libera. Sin embargo, la novedad decisiva está representada por la figura misma de Jesús - el Mesías crucificado y resucitado- como Hijo unigénito del Padre, así como por la presencia y acción del Espíritu dado en Pentecostés como el Otro enviado por el Padre: en otras palabras, por la imagen trinitaria de Dios, que no contradice, sino que expresa «escatológicamente» la unidad-unicidad de Dios como Agapé (cf. 1 Jn 4,8.16), a partir del acontecimiento pascual de muerte-resurrección-efusión del Espíritu (Trinidad}.

P. Coda

 

Bibl.: M. Eliade, Tratado de historia de las religiones, 2 vols., Cristiandad, Madrid 1974; A. Deissler, La revelación personal de Dios en el Antiguo Testamento, en MS 111 1, 263-311; E, Jungel, Dios, como misterio del mundo, Sígueme, Salamanca 1984; W. Kasper, El Dios de Jesucristo, Sígueme, Salamanca 1985; K, Rahner Theós en el Nuevo Testamento, en Escritos de teologia, 1, Taurus, Madrid 1963, 93-167,