DEMONOLOGÍA
VocTEO
 

 Este término hace referencia a la re flexión sobre la existencia de seres espirituales, dotados de personalidad sobrehumana, creados buenos y pervertidos luego por su propia culpa, enemigos de Dios y del hombre. La revelación los considera como realmente existentes, hasta el punto de que Dios comienza la historia de la redención del hombre para sustraerlo del influjo y del dominio tiránico de Satán y de los demonios.

La demonología bíblica está ciertamente influida por las demonologías semíticas, pero hay que subrayar fuertemente que la Biblia critica que se dé a la demonología un papel tan importante como en aquellas culturas y religiones. Así pues, en la Biblia la demonología está sometida a una severa desmitificación que excluye toda exageración: no existe ningún dios del mal opuesto a Yahveh (dualismo absoluto), se condena toda práctica de adivinación, magia o hechicería, espiritismo, etc., que tenga que ver con la demonología. Todo queda sometido al principio teológico y antropológico de fondo de la Escritura: el señorío absoluto de Dios sobre las realidades creadas. La demonología del Antiguo Testamento es bastante sobria. Se hace más rica en la literatura intertestamentaria, donde son más evidentes las influencias acríticas mesopotámicas, pero también los motivos internos de la apocalíptica del judaísmo tardío: la ansiosa espera de la venida del personaje que habrá de recapitular la historia. El Nuevo Testamento inaugura la forma mejor de hablar de demonología: en relación con la misión cristológica. El Mesías es aquel que ha venido a luchar y a vencer a las potencias malignas que afligen al hombre (explícitamente en 1 Jn 3,18) y ~ a establecer, por el contrario, un dominio positivo en favor totalmente del hombre: el Reino de Dios. Por tanto, Cristo combate a los demonios, los echa del hombre, y ellos le temen y lo atacan en los miembros de su comunidad: pero en vano, ya que ninguna potencia puede oponerse a la llegada del Reino escatológico de Dios (/ Apocalipsis). El mismo Pablo los considera como seres reales y exhorta a sus comunidades a que les resistan y combatan con las armas cristológicas (Ef 2,12; 6,11ss; 2 Tes 2,11; 2 Cor4,4: etc.). El cristiano, como Cristo, puede oponerse a los demonios y vencerlos.

La demonología fue desarrollada  por los Padres y luego por los teólogos medievales, que investigan cuál es la condición del demonio dando interpretaciones y formulando conjeturas sobre la naturaleza de su ser, su manera de conocer, sus poderes y facultades reales, los motivos de su culpa y de su caída, su estado colectivo jerarquico,  etc. Pero estas investigaciones tienen la limitación de que alejan la reflexión demonológica de la soteriológica para tratarla de forma autónoma. Por otra parte, es constante la sobriedad de las intervenciones magisteriales; los demonios existen, son potencias personales finitas, que fueron creadas buenas y luego se hicieron malas por su culpa, están al servicio de Satanás, tienen objetivos perversos, su condición es la condenación irreversible, son causa de una gran parte de los males del hombre. No se dice nada sobre su naturaleza, su esencia, su pecado, etc.

 T Stancati

 

 Bibl.: D. Zahringer Los demonios, en MS  1112, 1097-1119; K. Rahner, Diablo, en SM, 1, 248-254; F. J Schierse - J Michl, Satán, en CFT 1V 2207-224; H. Haag, El diablo; su existencia como problema, Herder Barcelona 1978; cf. la revista Concilium 103 (1975), dedicado a este tema.