ATEÍSMO

 Para hacer una reflexión sintética  sobre el ateísmo como negación teórica y/o práctica de la existencia de Dios - en el aspecto teológico y como fenómeno típicamente moderno -, nos referiremos como hilo conductor a un texto autorizado: el breve pero lúcido análisis desarrollado por la Gaudium et spes, nn. 19~21, un texto que J Ratzinger ha definido como "una de las declaraciones más importantes del concilio ».

1. Formas y causas del ateismo.- Ante todo, se hacen tres afirmaciones de carácter general: la relación entre el hombre y Dios es primigenia y esencial en el ser del hombre; el ateísmo nace, o bien del hecho de que algunos no consiguen percibir la presencia de Dios (conocimiento), o bien del hecho de que lo rechazan con un acto libre (reconocimiento); «el ateísmo es uno de los fenómenos más graves de nuestro tiempo». Se pasa luego a una fenomenología del ateísmo moderno en sus principales manifestaciones: negación explícita de Dios; agnosticismo; neopositivismo lógico; ciencismo; relativismo; historicismo; nihilismo; antropocentrismo; negación de un Dios que no es el del evangelio; indiferencia religiosa; protesta violenta contra el mal; idolatría... Finalmente, se propone una pauta de lectura de la génesis del ateísmo y se explicitan sus tres causas fundamentales: la causa moral, la reacción crítica contra las religiones, el contexto sociocultural moderno que, al centrarse en el valor de la inmanencia histórica, oscurece la percepción del misterio de Dios. 

2. El ateismo sistemático moderno.- A continuación se intenta señalar cual es la forma fundamental del ateísmo de nuestro tiempo. El análisis tiene en cuenta dos características que lo especifican respecto a los fenómenos conocidos en la época premodema: se trata de un fenómeno generalizado y no de élite, y de un fenómeno práctico, y no sólo teórico.

A. La "autonomía» del hombre como afirmación de libertad.- En la raíz del fenómeno moderno del ateísmo está el descubrimiento de la autonomía del sujeto humano. Nace del reconocimiento de la libertad que el hombre no sólo tiene, sino que es, y que se expresa como no-dependencia de otros y como compromiso por la transformación del cosmos y la proyección de la historia; del descubrimiento cartesiano del sujeto, hasta la concepción demiúrgica del hombre en clave hegeliano-marxiana; de la liberación psicoanalítica de los condicionamientos del inconsciente, hasta la afirmación absoluta de la libertad en Nietzsche y Sartre. El punto clave es que esta "historia de la libertad del sujeto-hombre» se lleva a cabo como emancipación de la tutela religiosa, que mantiene al hombre en estado de perenne minoría de edad , por consiguiente, en dialéctica con la fe en el Dios cristiano.

B. De la afirmación de la libertad y compromiso por la liberación histórica de la humanidad.- El descubrimiento de la reivindicación de la autonomía del sujeto lleva al compromiso por la liberación histórica, económica y social del sujeto hombre (marxismo). De aquí nace una ulterior crítica radical de la religión, que apartaría al hombre del compromiso por la liberación social, al precisar la fuga mundi y el refugio en Dios, más allá de la historia. Y precisamente por esto adormece las conciencias, las aliena o, peor aún, justifica ideológicamente el status quo de injusticia: la religión es «opio del pueblo» y esclava del sistema injusto. Por lo demás, más allá de la crítica marxista a la religión, también la crítica ilustrado-liberal pone totalmente entre paréntesis la referencia a Dios en el desarrollo de la persona y de la sociedad.

C. Un ateismo «humanista» y «postulatorio».- En síntesis, en la raíz del ateísmo moderno está la aspiración a la libertad-liberación del hombre emancipado y adulto. Por consiguiente, se trata de un ateísmo humanístico, es decir, de afirmación y de liberación del hombre, y también de un ateísmo postulatorio, a saber, que nace de un "postulado» para que el hombre goce de autonomía y realice su liberación, hay que postular la no-existencia de Dios, ya que -si existiera- Dios no sólo aplastaría al hombre con su omnipotencia infinita (y por tanto no permitiría al hombre ser libre), sino que lo apartaría además del compromiso de proyectar una historia de liberación de la humanidad: si Dios es «alguien que está arriba, donde no existe ningún hombre», es un Dios absolutamente inaceptable (E. Bloch).

D. De una lógica "de conflicto» a una lógica «del amor».- Así pues, en la raíz del ateísmo moderno se da una variante del problema fundamental del hombre. El hombre siente la tentación permanente de interpretar sus relaciones con Dios según una lógica dual-conflictiva del aut-aut: o Dios o el hombre, o yo o el otro. Una lógica de la que no es extraña la experiencia del pecado, sino todo lo contrario. ¿No consiste precisamente en esto la esencia de la .rebelión» contra Dios, que se nos describe en el Génesis: querer ser "como Dios», sin él e incluso contra él. Esto supone una imagen alienante de Dios mismo, acuñada sobre un modelo antropológico viciado : lo mismo que el hombre se auto-afirma, así también Dios es auto-afirmación absoluta de sí mismo, en contra del hombre. A veces, una presentación no plenamente evangélica del rostro de Dios ha sido la causa de esta reacción de rechazo. Solamente un Dios que derribe esta lógica del conflicto, estableciendo una lógica del amor -ya que sólo el amor hace posible la afirmación simultánea del vo y del otro--, mostrando un nuevo róstro de sí mismo y del hombre, podrá responder al reto del ateísmo moderno. Y por otra parte, sólo un hombre que, acogiendo este rostro de Dios, proyecte su mismo existir en esta luz, podrá ser realmente hombre. 

3. Actitudes de la Iglesia frente al ateismo.- La respuesta conciliar se articula según las dos características fundamentales del ateísmo ya señaladas: Dios no se opone a la dignidad-libertad del hombre; la esperanza en Dios no va contra el compromiso por la liberación en la historia. Y esto porque el hombre es un interrogante misterio que remite radicalmente más allá de sí mismo; por eso, la dignidad del hombre y su libertad exigen, para poder establecerse y realizarse plenamente, la existencia de Dios. En efecto, Dios es la "condición» para que el hombre sea hombre: Dios es «la libertad del hombre» (N. Berdjaev). La respuesta al ateísmo moderno, tanto para los creyentes como para los no-creventes, surge entonces de una aproximación sin prejuicios ni ideas preconcebidas a la persona y al mensaje de Jesucristo; «Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de la vocación" (GS 22). Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, es el «lugar" personal y escatológico para penetrar en aquella revelación auténtica y definitiva de Dios como Aquel que, en una lógica de amor fundamenta y salva la dignidad-libertad del hombre. En esta perspectiva - como afirma O. Clément -, quizás el ateísmo contemporáneo, cuando no se trata de actitud obtusa sino de rebelión purificadora, podría aferrarse y transformarse en un camino hacia el conocimiento purificado del verdadero rostro de Dios como Trinidad de amor.

P. Coda

 

Bibl.: AA. VV , El ateísmo contemporáneo, 4 vols., Cristiandad, Madrid 1971; W Kasper, El Dios de Jesucristo, Sígueme, Salamanca 31990; E, JUngel, Dios como misterio del mundo, Sígueme, Salamanca 1984.