APOLINARISMO

La herejía de Apolinar (por el 315-392), que fue obispo de Laodicea de Siria, tiene que colocarse en el marco de las controversias cristológicas del s. 1V. Después de haberse combatido entre los ss. II y III el docetismo, que decía que el verbo no se había hecho hombre de forma real y definitiva, y después de haberse definido en el primer concilio ecuménico, celebrado en Nicea en el 325, la verdadera divinidad de Cristo en respuesta a la tesis arriana, los Padres de la Iglesia se comprometieron en el debate sobre el modo con que se llevó a cabo la encarnación.

Los protagonistas de las discusiones,  que habrían de durar mas de un siglo, pertenecen generalmente a las dos escuelas teológicas mas importantes del Area oriental, la alejandrina y la antioquena. La primera propondrá una cristología del tipo «Verbo-carne”, reservando la mayor atención posible a la unidad personal de Cristo, en detrimento muchas veces de la plenitud y de la autonomía de la humanidad asumida por el Verbo. La segunda establecía una cristología del tipo «Verbo-hombre», donde la acentuación de la integridad de la naturaleza humana y de la distinción entre ésta y la naturaleza divina no iba siempre acompañada de la atención necesaria a la unidad de sujeto. La teoría propuesta por Apolinar pertenece al ámbito de la cristología alejandrina y representa en efecto, la versión más aceptable, tesis de fondo, consiste en afirmar que el Verbo, al encarnarse; habría tomado el puesto del alma humana de Jesús. No habría asumido una humanidad integral, sino sólo un cuerpo, convirtiéndose totalmente y para todos los efectos en el principio vital del mismo.

Así pues, Apolinar piensa en un Cristo que no es plenamente humano, ni únicamente Dios, sino un ser intermedio derivado de la unión substancial entre Dios, el Hijo, y un cuerpo inanimado. Pero es de la opinión de que esta concepción puede salvaguardar la unidad de Cristo y, sobre todo, su santidad personal. En efecto, al faltar el alma racional, llega a faltar aquel principio operativo autónomo que, al ser fuente de pasiones y de pecado, se encontraría inevitablemente en contraste con el Verbo. De aquí se sigue que el Verbo, al ser el gestor total de la «carne» asumida, puede realizar con eficacia la obra de la salvación.

Por el contrario, de las reacciones de sus adversarios se deduce claramente que una cristología semejante no es capaz de salvar el valor soteriológico de la encarnación, ya que no consigue prever ni admitir en este sentido la participación plenamente libre y gratuita del hombre Jesús.

La herejía apolinarista fue condenada en varios sínodos y luego, oficialmente, en el primer concilio de Constantinopla, que se celebró en el año 381.

Battaglia

 

Bibl.: Ch. Kannengiesser, Apolinar de Laodicea (Apolinarismo}, en DPAC 1. 174-176; A. Grillmeier, Cristo en la Tradición cristiana, 1, Sígueme, Salamanca.