SANTA SEDE

 

EL PAPA CONCLUYE EL CONGRESO EUCARÍSTICO INTERNACIONAL

Los animadores de la última misa fueron los niños

CIUDAD DEL VATICANO, 25 junio (ZENIT.org).- Juan Pablo II concluyó esta tarde, con una Eucaristía presidida en la plaza de San Pedro al atardecer, el Congreso Eucarístico Internacional, que en esta semana ha reunido a representantes de 80 Conferencias Episcopales de todo el mundo, 50 cardenales, 250 obispos y más de mil sacerdotes.

En la celebración eucarística participaron más de diez mil niños, que han hecho este año su primera comunión. Diez de ellos, procedentes de varios países, llevaron al Papa en el ofertorio, el pan y el vino para la consagración. Correspondió también a los niños la animación de la Eucaristía con los cantos.

La plaza de San Pedro se encontraba verdaderamente vestida de fiesta: el atrio se encontraba «alfombrado» por una auténtica obra de arte, un tapiz de flores realizado por expertos floristas del pueblo italiano de Genzano. El Papa se encontraba en discreta forma física y, de hecho, recitó cantando con fuerza algunos pasajes importantes de la liturgia eucarística.

De este modo, Juan Pablo II ha puesto el punto final a una semana, que según él, es el «corazón» del gran Jubileo del año 2000: siete días en los que toda la Iglesia se ha unido en torno a Roma para recordar que su vida y misión no tiene sentido sin la Eucaristía y para adorar el sacramento de día y de noche.

«Desde esta plaza queremos repetir a los hombres y a las mujeres del tercer milenio el anuncio extraordinario --dijo el Papa concluyendo el Congreso Eucarístico Internacional--: el Hijo de Dios se ha hecho hombre por nosotros y se ha ofrecido en sacrificio por nuestra salvación. Él nos da su cuerpo y sangre como alimento de nueva vida, de una vida divina que no está sometida a la muerte».

Por eso, el obispo de Roma invitó a todos los cristianos, en la homilía de la misa conclusiva de este Congreso Eucarístico, a recibir «de nuevo con emoción de las manos de Cristo este don para que, a través nuestro, llegue a toda familia y a toda ciudad, en los lugares del dolor y en los laboratorios de la esperanza de nuestro tiempo. La eucaristía es un don infinito de amor».

A ellos, a los peregrinos, les pasó el testigo al final del Congreso. Deseó que la Eucaristía dé paciencia en la prueba a los enfermos; fidelidad en el amor a los esposos; perseverancia a los consagrados; fortaleza y generosidad a los niños --los protagonistas de esta misa--. Por último, dirigió palabras especiales a los jóvenes y les pidió que preparen para participar en la Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar en agosto en la Ciudad Eterna, una cita en la que, como él mismo dijo, más de un millón de jóvenes afrontarán «los desafíos del nuevo milenio».

Al final de la misa, el Papa dio la primera comunión a algunos niños: la mejor manera para concluir esta semana mundial de la Eucaristía. 


 

GUADALAJARA (MÉXICO), SEDE DEL CONGRESO EUCARISTICO INTERNACIONAL DE 2004

Juan Pablo II saca las conclusiones de la semana grande del Jubileo

CIUDAD DEL VATICANO, 25 junio (ZENIT.org).- La Iglesia está en diálogo con las demás religiones, pero proclama que Cristo es el único salvador del hombre. Esta fue la conclusión que sacó Juan Pablo II al concluir el Congreso Eucarístico Internacional que se celebró en Roma en la semana pasada. Al mismo tiempo, al encontrarse a mediodía con los peregrinos en la plaza de San Pedro, anunció que el próximo Congreso de estas características tendrá lugar en Guadalajara (México) el próximo 2004.

El Congreso Eucarístico, que como dijo el Papa «ha hecho de Roma la "ciudad de la Eucaristía"», ha reunido en estos días a miles de peregrinos (participaron delegaciones de ochenta países, incluida Rusia) y fieles de las diócesis de Roma en torno al sacramento que Cristo dejó a los cristianos antes de morir. Durante las veinticuatro horas del día, peregrinos y fieles de Roma se han detenido en adoración ante la Eucaristía en varias iglesias de la capital italiana. Cardenales de varios continentes y laicos han ofrecido su testimonio sobre la manera en que viven su relación con Cristo sacramentado en este momento de finales de siglo. El jueves, más de 70 mil personas participaron en procesión, el día del Corpus Christi, al caer de la noche, por las calles de Roma. Todas estas actividades han sido acompañadas por actividades culturales, como la representación, ayer en el Vaticano, de «El gran teatro del mundo» de Calderón de la Barca.

Juan Pablo II había definido, este Congreso, al inaugurarlo el pasado 18 de junio, como el «corazón del Jubileo». Hoy puso sus frutos en manos de María y le confió «ya desde ahora --dijo--, el próximo Congreso Eucarístico Internacional, que, si Dios quiere, se celebrará en el 2004, en Guadalajara, en México» y aprovechó para saludar a los peregrinos mexicanos, que acogieron con entusiasmo la noticia.

Esta semana busca recalcar una de las realidades vitales de la vida cristiana, pues según el Evangelio, «en el misterio eucarístico, en efecto, el Resucitado ha querido seguir viviendo entre nosotros, para que todo ser humano pueda conocer su verdadero nombre, su verdadero rostro, y experimentar su infinita misericordia», dijo el Papa.

«A la luz de esta verdad --añadió--, la Iglesia no desprecia todo lo que hace el hombre en las diferentes expresiones religiosas para acercarse a Dios y recibir la purificación, es más, favorece un provechoso diálogo interreligioso. Al mismo tiempo, sin embargo, no puede dejar de decir claramente que Cristo es el único Redentor, Hijo de Dios, que se encarnó, murió y resucitó por nosotros».

Una verdad que los cristianos no pueden ocultar egoístamente, sino que les debe llevar «a ponerse al servicio de los hermanos para construir una nueva humanidad más justa y fraterna». 


 

«EL GRAN TEATRO DEL MUNDO» SEDUCE EN EL VATICANO

Representada la obra de Calderón durante el Congreso Eucarístico

CIUDAD DEL VATICANO, 25 junio (ZENIT.org).- El sábado pasado, 24 horas antes de concluir el Congreso Eucarístico Internacional, se representó en la sala de las audiencias generales del Vaticano «El gran teatro del mundo», el famoso auto sacramental de Pedro Calderón de la Barca, en una versión de José Tamayo.

Los autos sacramentales son obras de teatro religioso que pretenden establecer un lazo profundo entre el misterio de la Eucaristía y la existencia humana. Su representación, que puede tener lugar tanto en grandes edificios religiosos como al aire libre, ha requerido desde siempre el empleo de ingentes medios técnicos y la participación de un gran número de actores y comparsas. La ocasión ideal para su ejecución es el día de Corpus Christi, después de la solemne procesión eucarística.

La representación de este auto sacramental en el Vaticano sirvió también para homenajear a Pedro Calderón de la Barca --se celebra en este año el cuarto centenario de su nacimiento (1600-1681)--, uno de los mayores dramaturgos de la literatura española (escribió unas ciento veinte comedias, más de ochenta autos y varias piezas cortas, que figuran entre las mejores obras del barroco europeo). Sus composiciones más conocidas son «La vida es sueño», «El alcalde de Zalamea», y precisamente «El gran teatro del mundo».

La representación en el Vaticano estuvo dirigida por José Tamayo, considerado como el personaje más famoso del teatro español contemporáneo. Comenzó su actividad hace cincuenta años fundando la Compañía Lope de Vega, encargada de interpretar la obra. Ha sido director del Teatro Nacional Español y del Bellas Artes, además de colaborar con los Festivales de España, Edimburgo, Amsterdam y París.

Entre los actores que representaron «El gran teatro del mundo», se encontraba el popular Pepe Bueno. A sus espaldas tiene 50 películas y 80 comedias. En declaraciones ofrecidas antes de que tuviera lugar la representación, Bueno consideró que este auto sacramental tiene mucho que decir al público de hoy: «Es una obra que no tiene tiempo y que puede interesar particularmente a los jóvenes, y al público en general del año 2000. Es un trabajo de actualidad válido para el año 2000 y para el 3000. Calderón de la Barca escribió esta obra hace 350 años, pero los problemas son siempre los mismos».

«Yo lo he podido constatar en otras ocasiones --añade el actor--: el espectáculo, como tal, les gusta a todos, pero por su espiritualidad tiene un impacto particular en los creyentes».

La obra representada en el Vaticano pudo contar con el esplendor y la grandiosidad de las mejores representaciones de autos sacramentales: los vestidos, de Pedro Moreno, la Música de Antón García Abril, la Coral Polifónica de Madrid... Las próximas representaciones de esta obra tendrán lugar en otros lugares históricos, como las catedrales de Salamanca, Toledo, Huesca y Tarragona.

La representación en el Vaticano de «El gran teatro del mundo» tuvo lugar gracias al apoyo de los Ministerios de Educación y Cultura y de Asuntos Exteriores de España y al patrocinio de un importante instituto de crédito.


 

GORBACHOV PRESENTA LAS MEMORIAS DEL CARDENAL CASAROLI EN EL VATICANO

Fue secretario de Estado de Juan Pablo II y el «agente 007» del Vaticano

CIUDAD DEL VATICANO, 27 junio (ZENIT.org).- La Sala de Prensa del Vaticano hoy estaba llena hasta los topes: personajes como Mijaíl Gorbachov, el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado del Papa, o Romano Prodi, presidente de la Comisión Europea, se reunieron para presentar un libro excepcional: las memorias del cardenal Agostino Casaroli, el hombre que durante la guerra fría entretejió las relaciones de la Santa Sede con el bloque soviético.

Tras la segunda guerra mundial, la Iglesia en los países de Europa del Este tuvo que experimentar la persecución, la prisión y la deportación. Fueron veinte años de infierno. A inicios de los años sesenta, algo parecía cambiar. Juan XXIII se encontraba en la sede de Pedro y el Concilio Vaticano II abría tímidas esperanzas de diálogo entre la Iglesia y los regímenes totalitarios.

De este modo, sin que se lo esperara, el papa Roncalli pidió, en 1963, a un joven diplomático al servicio de la Santa Sede, monseñor Agostino Casaroli (1914-1998), que se presentara en la frontera de Austria con Hungría para establecer los primeros contactos con las autoridades comunistas. Sus contactos se concentraron sobre todo en los países en los que la presencia católica era más representativa: Hungría, Checoslovaquia, Yugoslavia y Polonia. Todo esto lo cuenta, en primera persona, el cardenal Casaroli, quien de 1979 a 1990 fue secretario de Estado de Juan Pablo II, en el libro «El martirio de la paciencia» (Il martirio della pazienza», Enaudi), que por el momento se publica en italiano.

Su sucesor en este cargo, el cardenal Angelo Sodano, al introducir la presentación del libro, subrayó que conocía a Casaroli desde hace cuarenta años y evocó los contactos que mantuvo con él hasta el momento de su muerte. A continuación añadió: «El libro que hoy se presenta al público nos revela la gran pasión de su vida: salir al encuentro de los católicos de los países del régimen comunista y contribuir de este modo a llevar en sus tierras nuevos aires de libertad. No es casualidad el que en aquellos años Juan XXIII recordara que la libertad es uno de los cuatro pilares sobre los que debe regirse al convivencia humana. En realidad, ésta puede ser ordenada y fecunda sólo cuando se funda sobre los pilares de la verdad, de la justicia y del amor, así como en el igualmente insustituible pilar de la libertad».

«El martirio de la paciencia» es «un título que expresa bien el espíritu que animaba al cardenal Casaroli», añadió el cardenal Angelo Sodano. «En algunos casos la paciencia es un auténtico martirio. Es la aceptación de la prueba con el espíritu de los fuertes... Los veinticinco años de trabajo silencioso y paciente del cardenal Casaroli son un ejemplo de esta actitud interior».

Después de recordar algunos episodios de la vida de este hombre, que en un primer momento fue el «agente 007» de la Santa Sede en la Europa comunista --llegaba vestido de civil a las fronteras donde le esperaban los funcionarios comunistas--, y después el gran estratega de la mal denominada «Ostpolitik» del Vaticano en el Este, el cardenal Sodano añadió que su nombre «quedará ligado para siempre al de la ajetreada historia de este siglo y a la actividad incansable de la Santa Sede al servicio de la libertad del hombre».

En la rueda de prensa tomó la palabra el ex presidente soviético Mijaíl Gorbachov, quien recordó sus encuentros personales y «agradables» con Casaroli, al que definió como una «gran personalidad no sólo de la Iglesia católica, sino del mundo entero». Reconoció que tenía una gran visión y una gran apertura. En particular, evocó aquel momento en el que, en 1988, Casaroli le llevó, en nombre de Juan Pablo II, un mensaje personal: entonces comenzó una serie de grandes cambios. El purpurado italiano desempeñó, de ese modo, un papel clave en el diálogo que se instauró entre la Unión Soviética y Occidente. «No podemos volver atrás», dijo Gorbachov, «después de los pasos que dio Casaroli hacia una nueva Europa».

Por su parte, Romano Prodi, presidente de la Comisión Europea, amigo personal de Casaroli, le situó entre los artífices de la unidad europea, y su lección, aseguró, «sirve para inspirar la construcción de la Europa del mañana».

En pocas ocasiones la Sala de Prensa ha estado tan abarrotada: entre el público se encontraba incluso el que hasta hace poco era presidente de Italia, el actual senador Oscar Luigi Scalfaro. 


 

EL PAPA HABLA CON GORBACHOV DE PAZ Y ECUMENISMO

El ex presidente soviético subraya la aportación del pontífice a Europa

CIUDAD DEL VATICANO, 27 junio (ZENIT.org).- Juan Pablo II recibió esta mañana en audiencia privada a Mijaíl Gorbachov durante unos quince minutos, poco antes de que el ex presidente de la Unión Soviética participara en el mismo Vaticano en la presentación a la prensa de las memorias del cardenal Agostino Casaroli, ex secretario de Estado de este Papa.

Gorbachov mismo ha revelado algunos pormenores del encuentro. Ha explicado que el Papa Wojtyla «se ha interesado mucho en el tema de la necesidad de que Europa respire con dos pulmones, el occidental y el oriental».

«Estuvimos de acuerdo en recalcar la necesidad de que las autoridades políticas y religiosas hagan esfuerzos para evitar nuevos conflictos bélicos o ecuménicos» y de que todos colaboren para que «el pasado del continente no emerja como un peso negativo ni para que acabemos formando una Europa en la que los ricos sean cada vez son más ricos y los pobres más pobres».

El ex secretario del Partido Comunista Soviético coincidió con el obispo de Roma en expresar la necesidad de que «los llamamientos de los líderes religiosos y de las Iglesias más grandes encuentren cada vez mayor respuesta».

Al final del encuentro, el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado de la Santa Sede, quiso reconocer públicamente el histórico papel desempeñado por Mijaíl Gorbachov a favor del «triunfo de la libertad».

En declaraciones al diario de Turín «La Stampa», Gorbachov afirmaba hoy: «Yo consideró al Papa el primer socialista de Europa, pues nadie ha tenido nunca tanto valor para denunciar con firmeza las desigualdades del mundo contemporáneo». El Papa, añade el ex presidente soviético, «ha traído una nueva dimensión a Europa, que era demasiado occidental, él ha traído la conciencia de que tiene que respirar con dos pulmones: el de Occidente y el del Este, dos culturas, dos historias, dos espiritualidades complementarias».

«Pero su gran mérito --añade-- está en haber entendido que los grandes desafíos no terminaron con la muerte de la URSS». 


 

CHINA DESAFÍA AL VATICANO Y ORDENA OTRO OBISPO

Navarro-Valls: Una herida a la comunión eclesial

CIUDAD DEL VATICANO, 27 junio (ZENIT.org).- China sigue ordenando obispos católicos sin el consentimiento del Papa. El domingo pasado, la Asociación Patriótica Católica --una especie de Iglesia controlada por el Partido Comunista-- nombró obispo de Hangzhou (Zhejiang, sudeste de China) al sacerdote Matteo Cao Xiangde, de 73 años.

Horas antes de que tuviera lugar la ordenación, un comunicado oficial de la Sala de Prensa de la Santa Sede, emitido por Joaquín Navarro-Valls, explicaba que «una ordenación episcopal conferida sin el mandato apostólico representa una herida dolorosa a la comunión eclesial y una grave violación de la disciplina canónica».

«La gravedad de un gesto del género --añadía el comunicado--, que atañe a la constitución misma de la Iglesia, explica porqué el Derecho Canónico establece duras sanciones específicas, tanto para el obispo que consagra como para el que recibe la ordenación».

Navarro-Valls aclara que «Las ordenaciones episcopales conferidas fuera de la comunión con el sucesor de Pedro, representan obstáculos posteriores sea en el arduo camino de la normalización de la vida de la Iglesia en China, sea en el de las relaciones entre la República Popular China y la Santa Sede, tan deseadas por los católicos de todo el mundo».

La sorpresa de la Santa Sede fue aún mayor pues en fechas recientes el primer ministro chino había declarado su intención de promover el diálogo con la Santa Sede

Según un cálculo realizado por «Asia News», la ordenación episcopal del padre Cao constituye la 138 consagración episcopal realizada en abierta contraposición con Roma, la décima en este año. La más polémica fue la ordenación de cinco obispos, el 6 de enero, día en el que el Papa también presidía ordenaciones episcopales en Roma.

Actualmente la Iglesia patriótica china cuenta con cuatro millones de fieles, mientras que la clandestina, según datos de la agencia «Fides», supera los seis millones.


 

EL VIERNES: MENSAJE DEL PAPA A TODOS LOS ENCARCELADOS DEL MUNDO

El pontífice visitará el 9 de julio una de las cárceles de Roma

CIUDAD DEL VATICANO, 27 junio (ZENIT.org).- Se titula «Mensaje del Sumo Pontífice Juan Pablo II para el Jubileo en las cárceles». Se trata del esperado documento pontificio sobre el problema de los detenidos y de los problemas sociales y pastorales que plantea su condición.

El documento será presentado en la Sala de Prensa de la Santa Sede el próximo 30 de junio. Se trata de una reflexión general sobre la condición de quienes viven en las cárceles a la luz de este año santo.

El Mensaje sale días antes de la visita del Papa a la prisión romana de «Regina Coeli», prevista para el 9 de julio, con motivo del Jubileo del mundo de la cárcel.

Hace un mes, Joaquín Navarro-Valls, portavoz de la Santa Sede, había explicado que el documento no pretende formular peticiones concretas como amnistía o indultos, aunque podrían estar presentes como sugerencias o ideas. «Se trata de un documento dirigido a la Iglesia universal --añadió el portavoz vaticano-- que será enviado a todas las Iglesias locales, y que no se refiere a situaciones particulares. Ciertamente afronta el tema de la condición de los encarcelados en el mundo, desde el punto de vista humano, social y pastoral. Es un texto complejo que no hace peticiones concretas, sino que ofrece ideas sobre todos los problemas y no sólo sobre peticiones de clemencia».

Al visitar el próximo 9 de julio la cárcel de Roma, el Papa se encontrará con Salvatore Grigoli, asesino de una de las ramas más despiadadas de la mafia siciliana, «Cosa Nostra», quien el 15 de septiembre de 1993 asesinó en Palermo al sacerdote Pino Puglisi. Durante el encuentro, el asesino pedirá perdón al Papa por este y por otros crímenes cometidos. Ha sido condenado a 14 años de cárcel por el asesinato de ese sacerdote que denunció repetidamente la cultura mafiosa y el chantaje en el que vivía la gente de su parroquia.