SANTA SEDE

 

ALI AGCA INDULTADO: «SATISFACCION PERSONAL» PARA EL PAPA

El Presidente de Italia firma la gracia para el ex «lobo gris»

CIUDAD DEL VATICANO, 13 junio (ZENIT.org).- El presidente de la República  Italiana, Carlo Azeglio Ciampi, concedió hoy el indulto a Ali Agca,  condenado a cadena perpetua tras el atentado que cometió contra Juan Pablo  II, en la plaza de San Pedro, el 13 de mayo de 1981.

Satisfacción personal de Juan Pablo II «La concesión de la gracia, que tiene lugar durante la celebración del  Jubileo, hace más intensa la satisfacción personal del Santo Padre»,  declaraba esta tarde el director de la Sala de Prensa de la Santa Sede,  Joaquín Navarro-Valls. Juan Pablo II ya había acordado públicamente su  perdón, el domingo siguiente al atentado, desde su cama del Hospital  Gemelli, y había visitado a Ali Agca, en su prisión, en 1983.

El sueño de Ali Agca «Es un sueño», ha declarado Ali Agca al recibir la noticia desde su prisión  en Ancona. «Doy gracias al Papa, al Vaticano, al presidente Ciampi». Hoy  mismo ha sido extraditado a Turquía, donde debe descontar varias penas por  delitos cometidos antes de 1981, cuando entró en Italia. El 13 de mayo  pasado, en declaraciones a la RAI, Ali Agca declaró que cuando esté libre  querría peregrinar a Fátima y pasar allí cuarenta días.

Una insistente petición de perdón Navarro-Valls ha explicado que desde hace tiempo «el Papa ya había  comunicado a las autoridades italianas que era favorable a un acto de  clemencia, en caso de que así lo contemplara el ordenamiento jurídico  italiano. Este auspicio ha sido renovado recientemente».

Desde hacia varios años, Ali Agca, miembro del grupo terrorista turco de  extrema derecha «Lobos grises», venía pidiendo el indulto, alegando que  tras pasar 19 años y un mes encerrado en una cárcel, ya ha pagado «su  grandísimo error».

El juez italiano Rosario Priore, que durante años siguió el atentado de  plaza de San Pedro, dijo hoy tras conocer el indulto, que Agca fue el  último eslabón de un complot internacional y que por ser el último eslabón  no conoce toda la trama y que ello se puede comprobar en el hecho de que ha  dado varias versiones de los hechos. «Creo que todavía, 19 años después no  creo que conozca toda la trama», precisó Priore.


 

ASI CONVENCIO LA SANTA SEDE A LOS DELEGADOS DE LA ONU EN «MUJERES  2000»

La intervención de una mujer nigeriana rompió todas las previsiones

CIUDAD DEL VATICANO, 13 junio (ZENIT.org).- La situación de hambre,  analfabetismo, violencia... que sufren millones de mujeres no se resuelve  con recetas ideológicas. Es necesario abordar directamente estos problemas  urgentes y dramáticos. Esta es, en síntesis, la propuesta que hizo la Santa  Sede en la asamblea especial de las Naciones Unidas que se celebró del 5 al  10 de junio pasado y que cambió todos los pronósticos de las vísperas.

La cumbre mundial, en la que participaron 10 mil delegados y delegadas de  180 naciones, terminó más tarde de lo previsto, pues las negociaciones se  extendieron hasta las 4 de la mañana del sábado 10 de junio, pocas momentos  antes de que se llegara a la hora límite. El día anterior,  muchos países en vías de desarrollo se rebelaron ante el interés de las  delegaciones de Estados Unidos y de algunos países europeos, entre los que  destacó Alemania, de utilizar esta plataforma para imponer «derechos  sexuales», incluido el aborto, o el reconocimiento legal de las parejas de  hecho, incluida la adopción de niños por parte de parejas homosexuales.

El gran cambio ¿Qué es lo que hizo que en 24 horas se alteraran todas las previsiones?  ¿Cómo fue posible que los argumentos de las potencias económicas no fuesen  acogidos por la gran mayoría de la asamblea? El 9 de junio, las delegadas y  delegados escucharon una intervención que se convertiría en decisiva. Una  mujer nigeriana, Kathryn H. Hoomkwap, tomó la palabra en representación de  la delegación de la Santa Sede --el discurso acaba de ser publicado por la  Oficina de Información de la Santa Sede--, para explicar a la luz de su  experiencia de mujer, madre, y cristiana la gravedad de la situación de la  mujer en el mundo y la necesidad de adoptar medidas urgentes que sirvan  para acabar con estas injusticias.

Comenzó reconociendo, que en la batalla por la promoción de la mujer la  clave está en ofrecer auténticos servicios «de educación para niñas y  mujeres», garantizando el derecho a la escuela, así como «los servicios  básicos sociales que necesitan para perseguir sus objetivos en su vida y en  la de sus familias». Se trata de un elemento prioritario para toda labor de  desarrollo, en la que la Iglesia está comprometida en primera línea en  todos los países de desarrollo y cuya labor fue reconocida por las  delegaciones de la inmensa mayoría de los países. En este sentido, la  señora Hoomkwap explicó que la Iglesia apoya los apartados del documento de  esta conferencia en los que se afrontan «las necesidades de las mujeres  pobres, el final de la violencia contra las mujeres, la educación, el  empleo, la tierra, el capital y la tecnología».

Una situación insostenible
Como madre y mujer, la representante del Papa, deploró el estado de «la  salud y el bienestar de la infancia en Africa», «la continua prevalencia de  enfermedades» (incluida la pandemia del sida), «el número de personas,  sobre todo niños, aquejados por la mala alimentación, los conflictos  crecientes» y los dramáticos números de personas que «no pueden leer ni  escribir».

«Mi delegación --prosiguió la mujer nigeriana que tomó la palabra en el  nombre del Vaticano-- respalda con firmeza las disposiciones de los  documentos que condenan toda forma de violencia contra los mujeres y apoya  los derechos de las mujeres al acceso al poder económico y político, sus  medidas contra la pobreza y sus referencias --no obstante sean breves-- al  alto porcentaje de mortandad entre mujeres y chicas debidas a las  enfermedades crónicas y a la difusión de infecciones, entre ellas las  enfermedades tropicales».

Por el auténtico desarrollo
Ahora bien, denunció --y aquí encontró la solidaridad de muchos países--:  «el documento "Mujeres 2000" al igual que la Plataforma de Pekín  (conclusiones de la Conferencia de la ONU celebrada en la capital china  hace cinco años), subraya, interminablemente, una materia --la salud  reproductiva y sexual-- en detrimento de una visión global de la salud de  las mujeres y de sus familias, que es desesperadamente necesaria para  aliviar las preocupaciones de las mujeres».

En este momento, ante las propuestas de delegaciones occidentales de  ofrecer a los países en vías de desarrollo la implantación de clínicas  abortivas o de ayudarles a reconocer legalmente las parejas de hecho, estas  naciones optaron por la propuesta vaticana de dar prioridad a la educación,  al desarrollo económico, que tenga en cuenta particularmente a la mujer.

Esta madre nigeriana fue aún más lejos: «Debemos alcanzar un desarrollo  humano completo, que no sea sólo social y económico si no también  espiritual --dijo--. La Santa Sede renueva su petición para poner fin al  hambre, para encontrar un camino para la igualdad de oportunidades  educativas para todos, para hallar remedios y consuelos para cuantos sufren  por causa de la enfermedad y las calamidades, y a través de estos medios  proseguir en la búsqueda de la extinción del miedo que nos impide celebrar  la vida como el regalo que es».

Claridad de posiciones «En conclusión --subrayó la señora Hoomkwap--, la delegación de la Santa  Sede desea declarar que nada de cuanto la Santa Sede ha llevado a cabo en  el programa "Mujeres 2000" debería entenderse como una atribución de  conceptos que no respalda por razones morales. Nada hay que deje entender  que la Santa Sede apoya el aborto o que haya cambiado de alguna manera su  posición moral respecto al aborto o a los anticonceptivos. La Santa Sede  reafirma su convicción de que la vida comienza en la concepción y de que  cada ser humano debe ser protegido desde los primeros momentos hasta el  final de su ciclo vital».

Senegal en esos momentos ya se había opuesto a las imposiciones que querían  incluir en el documento final algunas delegaciones occidentales -- llegaban  a negar el derecho a la libertad de conciencia de los médicos--. A este  país se le unieron buena parte de países africanos y muchos otros en vías  de desarrollo. La acusación que en las vísperas se había hecho al Vaticano  de hacer una «santa alianza» con países islámicos fue desmentida por la asamblea. Algo que algunos periódicos, de manera  quizá algo parcial, pero agudamente bautizaron como «la rebelión de la  dignidad de los pobres».


 

EL PAPA A INDONESIA: LA VIOLENCIA EN NOMBRE DE LA RELIGION ES UNA PARODIA

Pide paz para Molucas y Timor Oriental al recibir al embajador de Yacarta

CIUDAD DEL VATICANO, 13 junio (ZENIT.org).- «El recurso a la violencia en  nombre de la religión es una parodia de los principios de las grandes  religiones». Con claridad rotunda, Juan Pablo II pidió ayer al país con el  mayor número de musulmanes, Indonesia, que siga esforzándose por respetar  uno de los derechos fundamentales, el derecho a la libertad religiosa.

«El diálogo entre las religiones presentes en un territorio es esencial  para que todos vean que la auténtica creencia religiosa inspira paz,  alienta a la solidaridad, promueve la justicia y sostiene la libertad»,  dijo el Papa al recibir ayer las cartas credenciales del nuevo embajador de  Yacarta ante el Vaticano, Widodo Sutiyo.

El diplomático representa a un país de más de doscientos millones de  habitantes, de los cuales los musulmanes son el 86%. El Estado obliga por  ley a todos los ciudadanos a registrar su pertenencia religiosa. Dos  decretos de 1978 habían prohibido la propaganda religiosa destinada para  obtener conversiones. En el último año se ha registrado un polvorín de  focos de tensión, surgidos por razones más bien económicas, étnicas y  políticas, pero que han tenido consecuencias nefastas para el entendimiento  entre musulmanes y cristianos (en buena parte pertenecientes a las Iglesias  surgidas de la Reforma).

Por este motivo, Juan Pablo II hizo un llamamiento para que cese el  conflicto en las Islas Molucas, «donde de nuevo recientemente se han  registrado atrocidades, masacres y destrucción». «La comunidad  internacional --dijo el Papa-- espera que Indonesia adopte las medidas  necesarias para rechazar las tensiones, asegurar que todos los ciudadanos  sean tratados como iguales ante la ley y poner fin inmediato a la violencia».

El Papa habló después de Timor Oriental, país que se ha independizado de  Indonesia tras haber sufrido un auténtico baño de sangre al término del  referéndum en el que la población declaró su voluntad para construir su  propio futuro. El Santo Padre pidió a las autoridades de Dili y Yacarta que  se esfuercen por «construir una relación de amistad y cooperación basada en  los principios de justicia, respeto mutuo y solidaridad».

«Una solución justa que respete la libertad de los refugiados y que  garantice la disponibilidad de la ayuda humanitaria exige una mayor  cooperación entre las partes implicadas», aseguró.

El obispo de Roma subrayó que «la auténtica democracia se fundamenta en el  reconocimiento de la dignidad inalienable de todas las personas, de la que  derivan los derechos y deberes humanos». La falta de respeto de esta  dignidad, añadió, se traduce en la discriminación, explotación y en el  conflicto nacional e internacional.


 

ACOGIDA Y VERDAD, PALABRAS CLAVE, SEGUN EL PAPA, PARA VIVIR LA  CONFESION

La Santa Sede publica un libro con intervenciones del Papa sobre el tema

CIUDAD DEL VATICANO, 13 junio (ZENIT.org).- Un «vademécum» para confesores  y penitentes: así podría titularse el libro que ha presentado esta mañana a  la prensa internacional la Penitenciaría Apostólica, en el que se recogen  las enseñanzas de Juan Pablo II sobre la confesión afrontadas en los  discursos que ha pronunciado el pontífice a este tribunal supremo de la  Iglesia para cuestiones de conciencia.

El texto recoge doce intervenciones del Papa sobre el sacramento de la  penitencia ofrecidas al dirigirse a partir de 1981 a la Penitenciaría  Apostólica, a los confesores de las basílicas patriarcales de Roma y a los  sacerdotes que participan todos los años en un curso que ofrece la misma  Penitenciaría, institución de la Santa Sede a la que se dirigen obispos,  sacerdotes y fieles para consultar cuestiones prácticas de conciencia,  muchas veces ligadas al sacramento de la confesión, como, por ejemplo, la  absolución de los pecados reservados. Los recursos a la Penitenciaría  pueden ser presentados por todos los fieles, y dado que la materia es muy  delicada, puede hacerse en todo momento y en cualquier idioma, tanto  personal como anónimamente, y siempre de manera gratuita.

El libro se publica con motivo del Jubileo, pues el Santo Padre presenta la  reconciliación que se deriva de este sacramento como uno de los frutos más  importantes del año santo. De hecho, la relación entre el Jubileo y la  Penitenciaría Apostólica es histórica e institucional. Las dos  instituciones nacieron y se desarrollaron a través de los siglos para  responder a las necesidades de los peregrinos de Roma y particularmente a  sus cuestiones de conciencia (lo que en términos técnicos se llama el «foro  interno»).

Los doce documentos tienen como primer objetivo salvaguardar y vivir  plenamente la práctica del sacramento de la reconciliación. La variedad de  los argumentos tratados ofrece al pontífice la posibilidad de tratar  asuntos doctrinales fundamentales y ofrecer orientaciones iluminadoras para  los que están en los dos lados del confesionario: penitentes y sacerdotes.

Estas intervenciones del Papa se pueden resumir en dos palabras: acogida y  verdad. Acogida del penitente por parte de Dios, de Cristo, de la Iglesia y  del confesor. Acogida que también implica el respeto total del penitente.  El confesor no puede proceder arbitrariamente al conceder o negar la  confesión, pero debe aplicar las normas de la Iglesia.

El respeto de la verdad es la otra columna sobre la que se apoya la  reflexión del Santo Padre. Todo el misterio de la reconciliación se funda  en la verdad y la sinceridad: verdad del penitente consigo mismo, en la  sinceridad e integridad de la confesión de sus pecados; en el  arrepentimiento y en el compromiso de enmienda, a pesar de la conciencia de  la propia fragilidad humana.


 

RECONSTRUIDA LA FE DE ANTIGUOS CRISTIANOS GRACIAS A SUS EVANGELIOS

Sorprendente exposición organizada por la Biblioteca Vaticana

CIUDAD DEL VATICANO, 13 junio (ZENIT.org).- «Los evangelios de los pueblos»  es el título de la exposición que ofrece la Biblioteca Apostólica Vaticana  con el objetivo de recorrer de nuevo la historia de la difusión del  cristianismo, sirviéndose de la difusión que tuvieron su textos sagrados  entre los pueblos y culturas de la antigüedad, hasta llegar al umbral de la  edad moderna.

La iniciativa, que tiene lugar en colaboración con el Ministerio italiano  para los Bienes Culturales, se expone en el Palacio de la Cancillería de  Roma hasta el próximo 10 de diciembre.

Para ilustrar y hacer casi tangible el camino de los evangelios en la  historia, la exposición no sólo se sirve de los tesoros de la Biblioteca  Vaticana, sino también de excepcionales documentos puestos a disposición  por otras importantes bibliotecas europeas. Se trata dibros transcritos con  extremo cuidado por los cristianos en los que se pasaban el tesoro más  grande para sus vidas. De este modo se pueden admirar algunos de los más  antiguos manuscritos griegos de los evangelios, como el famoso «Códice B»  de la Biblioteca Vaticana, del siglo IV d.c., así como el Papiro Chester  Beatty 1, de la Chester Beatty Library de Dublín, que se remonta al siglo III.

La exposición ofrece amplio espacio al antiguo fenómeno de los manuscritos  purpúreos de los Evangelios, preciosos códices escritos en oro y plata  sobre pergaminos que estaban coloreados precisamente con tinta de color  púrpura. Junto al fragmento vaticano del «Códice N», se pueden ver otras  riquezas, como el «Codex Sinopensis» de la Bibliothèque Nationale de París,  elegantemente miniado, y un manuscrito que hasta ahora nunca había sido  expuesto al público occidental, el Codex Beratinus, actualmente conservado  en el Archivo Central del Estado en Tirana (Albania).

Una parte importante de la exposición está dedicada a las traducciones más  antiguas de los Evangelios, en los idiomas del Oriente cristiano. Las  traducciones siria, copta, armenia, etíope, árabe y eslava están  documentadas por códices escogidos entre los más antiguos o los más  representativos de una particular tradición de miniaturistas. Entre algunos  de los espléndidos ejemplares ilustrados, se pueden ver el Evangelio sirio  de Rabbula, de la Biblioteca Laruenciana de Florencia, del año 586, y el  Evangelio armenio de la Reina Mlk'e, del Monasterio de San Lázaro en  Venecia, del año 862, auténticas obras maestras de estos dos pueblos de  antiquísima fe cristiana.

La tradición decorativa e ilustrativa, tanto de Bizancio como de Occidente,  desde la Edad Media al Renacimiento, está representada por una rica serie  de obras maestras, que van desde los Evangelios carolingios de Lorsch hasta  la Biblia Urbinate, desde el Códice visigodo Cavensis hasta un famoso  Leccionario constantinopolitano del siglo XI, desde el Tetravangelio de los  emperadores bizantinos Juan II y Alejo Commeni a la Biblia alemana «Pauperum».


 

NAVARRO-VALLS: EL INDULTO DE ALI AGCA, UN SIGNO DEL JUBILEO

El portavoz de la Santa Sede revela los sentimientos del pontífice

CIUDAD DEL VATICANO, 14 junio (ZENIT.org).- Después de casi 20 años ha regresado a Turquía. No hubiera podido recibir el indulto del presidente  italiano Carlo Azeglio Ciampi si no lo hubiera pedido el mismo Juan Pablo  II. De este modo, la repatriación del antiguo lobo gris, que atentó contra  el Papa Wojtyla, el 13 de mayo de 1981, se convierte en un gesto fuerte de  este Jubileo.

Así lo ha confirmado Joaquín Navarro-Valls, portavoz de la Santa Sede,  quien en declaraciones concedidas a «Radio Vaticano» ha explicado que la  satisfacción del Papa es «evidente». «Ya desde hace tiempo el Papa había  comunicado a las autoridades italianas que era favorable a un acto de  clemencia. Siempre y cuando esto estuviera de acuerdo con el ordenamiento  jurídico italiano».

Sin embargo, según reconoce, el pontífice intervino con mayor énfasis hace  unos meses. Ahora bien, el portavoz vaticano explica que el Santo Padre  nunca quiso «hacer presión, pues la decisión italiana era autónoma. El Papa  consideró simplemente que había llegado el momento de renovar su auspicio  cuando se lo pidieron las autoridades italianas».

Para Navarro-Valls existe una relación directa entre el indulto concedido  al Santo Padre, gracias sobre todo al perdón del pontífice, y este año del  Jubileo. «La Santa Sede está preparando un documento sobre la situación de  los presos que será hecho público próximamente en el contexto del año  jubilar --recuerda--, de modo que esto también es una señal que se integra  en un contexto muy particular».


 

JUAN PABLO II Y ALI AGCA, 19 AÑOS DE PERDON

Reconstrucción de la relación entre el pontífice y el terrorista turco

CIUDAD DEL VATICANO, 14 junio (ZENIT.org).- Le perdonó enseguida. Se fue a  la cárcel a visitarle. En varias ocasiones ha recibido a su madre y a su  hermano que pedían su liberación. Desde hace tiempo se había mostrado  favorable a ofrecer el indulto, y recientemente presentó una petición  oficial a las autoridades italiana. De este modo, cuando ayer por la tarde  llegó la noticia de que el presidente de Italia, Carlo Azeglio Ciampi,  había concedido la gracia a Ali Agca, el hombre que disparó contra el  pontífice, la satisfacción del Papa Wojtyla no fue una sorpresa.

Joaquín Navarro-Valls subrayó ayer, en un comunicado oficial, que la  satisfacción del sucesor de Pedro era «todavía más intensa» por el hecho de  que el indulto ha sido ofrecido en el año del Jubileo, año que el mismo  Papa ha querido dedicar al perdón y la reconciliación, de manera especial.

Exponentes de la Iglesia católica, como el Teólogo de la Casa Pontificia,  George Cottier, o el cardenal Pio Laghi, que fue nuncio en Estados Unidos y  prefecto de la Congregación para la Educación Católica, también han hecho  en las últimas horas declaraciones de apoyo a esta medida del presidente  italiano.

En los días que siguieron al atentado, la actitud del Santo Padre fue clara  y evangélica. Así como las dramáticas imágenes del atentado en la plaza de  San Pedro de aquel 13 de mayo de 1981 están grabadas indeleblemente en el  subconsciente de todos los cristianos, todos recuerdan también con emoción  la voz todavía débil del Papa convaleciente que, desde su cama del Hospital  Gemelli, rezaba ante los micrófonos de canales de Radio y Televisión de  todo el mundo por «el hermano que me ha disparado», al que, añadió, «he  perdonado».

Un perdón que Juan Pablo II quiso llevarle personalmente después el 27 de  diciembre de 1983, en la cárcel romana de Rebibbia. De aquel cara a cara no  quedan más que algunas fotografías y las imágenes de las cámaras de la  televisión. Pero nunca se ha sabido qué es lo que se dijeron estos dos  hombres. Unos años después, se supo que el terrorista turco exclamó con  estupor: «¿Por qué no se murió usted? Yo estoy seguro de que había apuntado  bien, que la bala era mortal... ¿Por qué no murió? ¿Qué es lo que dicen en  Fátima?».

Al escoger el día del atentado, el musulmán no podía saber que el 13 de  mayo era el aniversario de la primera aparición de la Virgen a los tres  pastorcillos en un pueblito portugués. Ni tampoco podía saber el fragmento  del tercer secreto, que acaba de ser revelado en el último viaje del Papa a  Portugal, y que parece prefigurar, con un estilo simbólico, la profecía del  atentado.

Si bien desde aquel encuentro en Rebibbia el Papa no pudo volver a  encontrarse con su asesino fallido, esto no significa que no se haya  preocupado por su situación, eso sí, respetando con escrúpulo la actuación  de la justicia italiana, de quien depende el caso. Esta preocupación se  hace todavía más sorprendente si se tiene en cuenta que el turco ha  cambiado en numerosas ocasiones de versión al ser interrogado por los jueces.

El 20 de febrero de 1987, el Papa recibió a la madre y al hermano de Ali  Agca. La señora Muzeyyen fue recibida otras dos veces, el 3 de diciembre de  1994 y el 15 de mayo de 1996, mientras que su hermano Adnan vio al Papa de  nuevo el 12 de noviembre de 1997. Joaquín Navarro-Valls, en dos de los  encuentros de la madre del terrorista con el Santo Padre, aseguró la  «cercanía» del obispo de Roma con las «preocupaciones» de la mujer.

El 26 de febrero del año pasado, el mismo Ali Agca escribió al Papa para  pedir «humildemente que intervenga con un acto de misericordia ante las  autoridades italianas» para que acojan la petición de gracia y le concedan  la extradición con motivo del Jubileo del año 2000. La respuesta del  Vaticano no se hizo esperar. El 18 de marzo, Navarro-Valls declaró a los  periodistas que tras una petición del entonces ministro de Justicia  italiano, Giovanni Maria Flick, la Santa Sede ya había declarado en 1997  que no tenía nada que objetar ante una posible extradición.

En las últimas semanas, Agca había renovado sus llamamientos. «Santidad,  necesito una palabra suya para ser liberado», escribió el turco en un  periódico. Ahora se sabe también que el Papa volvió a pedir clemencia a las  autoridades italianas recientemente. El mismo Navarro-Valls, al ser  interpelado ayer por los periodistas sobre asuntos de la intrincada  cuestión del atentado que todavía se desconocen, respondió: «Creo que la  prioridad fundamental, en este momento, es el acto de clemencia en sí. Pero  creo que la historia arrojará luz sobre este atentado».


 

LOS POBRES DE ROMA COMERAN MAÑANA CON EL PAPA

Les ha enviado una invitación personalizada y les ha preparado regalos

CIUDAD DEL VATICANO, 14 junio (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha enviado una  tarjeta de personalizada a unos doscientos pobres de Roma para invitarles a  comer con él mañana en el Vaticano. Al final de la comida, les quiere  obsequiar también con regalos.

Lo confirma hoy la Oficina de Información de la Santa Sede, explicando que  los invitados son «hombres y mujeres de todas las edades, de todas las  edades, cristianos, pero también de otras religiones, entre los que se  encuentran algunos musulmanes italianos y extranjeros, representantes de  los cinco continentes, escogidos por la Comunidad de San Egidio, por la  Cáritas de Roma y por la Casa "Don de María"» que fue fundada por la Madre  Teresa de Calcuta en el mismo Vaticano.

«Con esta iniciativa --continúa explicando la Oficina de Información de la  Santa Sede--, el Papa pone una vez más en primer plano la caridad como  "signo" del gran Jubileo y confirma la opción preferencial de la Iglesia  por los pobres y los marginados, como lo indican los documentos jubilares  fundamentales».

La fecha escogida por el Papa ha sido el Jueves de la Cena del Señor, una  fiesta que se encuentra a caballo entre Pentecostés y el Congreso  eucarístico internacional.

Las mesas están pensadas para trece personas. En cada una de ellas, habrá  diez pobres que se sentarán a comer con un cardenal y obispo y con dos de  los voluntarios que les asisten.

Además, el comunicado de prensa vaticano, explica que «para representar el  ministerio sacerdotal como servicio, la comida será servida por los  seminaristas del Seminario Romano, mientras que una orquesta de Legionarios  de Cristo tocará y cantará algunas piezas musicales».

La iniciativa forma parte del Jubileo de las personas pobres, sin techo,  marginadas. Mañana por la mañana atravesarán la Puerta Santa de la Basílica  de San Pedro y se detendrán en oración ante la tumba del príncipe de los  apóstoles. Después se encontrarán todos juntos en la Sala de audiencias del  Vaticano. El Papa se unirá a ellos a la hora de la comida. Al final les  ofrecerá unos regalos y ellos también tratarán de ofrecerle un simbólico  presente.

El menú previsto es el de una típica familia italiana: pasta fresca con  queso, ternera con patatas al horno, mozzarella con ensalada fresca, un  pastel y macedonia de frutas con helado, además de vino, bebidas sin  alcohol, vino blanco espumoso y café.


 

¿QUE DIFERENCIA A LA IGLESIA DEL RESTO DE LAS ORGANIZACIONES?

Juan Pablo II profundiza en la presencia de Dios Trinidad en ella

CIUDAD DEL VATICANO, 14 junio (ZENIT.org).- La Iglesia no es una  organización gobernada por hombres (en su gran mayoría varones) dedicada a  promover o preservar una religión. La Iglesia es ante todo un «pueblo  congregado por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo». Lo  afirmó Juan Pablo II esta mañana al continuar con la serie de reflexiones  que viene ofreciendo los miércoles de este año santo sobre el misterio de  los misterios del cristianismo: la Trinidad.

De este modo, el Papa quiso subrayar ante los 30 mil peregrinos de unos 25  países que se encontraban reunidos en la plaza de San Pedro, soportando un  fuerte sol veraniego, que la Iglesia no es una organización como otras, por  más nobles que sean sus fines; es, ante todo, una «comunidad de salvación  por la presencia de Dios Trinidad». Esta dimensión constituye la esencia de  su peculiaridad. Esta presencia de las tres personas de Dios, hace que la  Iglesia sea una, santa, católica y apostólica.

La Iglesia es una, pues «si bien en la historia esta unidad ha  experimentado la prueba dolorosa de muchas divisiones» (en otras ocasiones  el Papa ha definido este fenómeno como el escándalo más grande de la  historia del cristianismo), «el inagotable manantial de la Trinidad lleva a  la Iglesia a vivir cada vez más profundamente la comunión que resplandecía  en la primera comunidad de Jerusalén», los primeros cristianos. Por tanto,  la unidad de los cristianos, al igual que la esencia misma de la Iglesia,  sólo tiene sentido si éstos viven en comunión con el Padre, el Hijo y el  Espíritu.

La Iglesia, además, es santa, pero no porque sus hijos sean santos, algo  que la historia se ha encargado de desmentir, sino porque «la presencia  divina consagra en la verdad a la comunidad de los creyentes». La  consagración de la Iglesia por y para Dios es la clave de su santidad. «Y  el signo más elevado de esta presencia está constituido por la liturgia,  que es la manifestación de la consagración del pueblo de Dios».

La Iglesia es católica, es decir, «es misionera por su naturaleza, puesto  que toma su origen de la misión del Hijo y del Espíritu Santo, según el  designio de Dios Padre». Este misterio de amor de Dios, tan grande y tan  profundo, no podía ofrecerse a unos pocos hombres, está destinado para todos.

La Iglesia, por último, según recordó el Papa es «apostólica», pues es  continuadora de la misión que recibieron los apóstoles de Jesús. «Esta  misión se extiende a toda la Iglesia, quien a través de la palabra, hecha  viva, luminosa y eficaz por el Espíritu Santo y los sacramentos realiza el  designio de Dios», explicó el Papa, es decir, continúa su misma obra.

«La Iglesia una, santa, católica y apostólica es pueblo de Dios, cuerpo de  Cristo y templo del Espíritu Santo», añadió el Santo Padre. En definitiva,  la Iglesia es una «epifanía», es decir, una manifestación de la gloria de  la Trinidad. Por eso concluyó citando las famosas palabras de san Ambrosio:  «Levántate y ven corriendo a la Iglesia: aquí está el Padre, aquí está el  Hijo, aquí está el Espíritu Santo».


 

ROMA DEPARA SORPRESAS LAS JORNADAS MUNDIALES DE LA JUVENTUD

Se ofrecerán a los chicos y chicas «Cafés» de oración, música y arte

ROMA, 14 junio (ZENIT.org).- El periódico «Le Monde» la calificó como la  iniciativa más interesante de las Jornadas Mundiales de la Juventud de  París, en 1997. Ahora, la Ciudad Eterna vuelve a repetir esos mismos  encuentros de jóvenes que buscan preparar la gran cita de la juventud con  el Santo Padre previstos para el próximo mes de agosto.

La iniciativa ha sido tomada por el Comité italiano encargado de preparar  la Jornada Mundial de la Juventud. De este modo, mañana, en la basílica de  San Anastasio de Roma chicos y chicas de Roma, así como los peregrinos más  jóvenes que se encuentran en la Ciudad Eterna, se reunirán para vivir  intensos momentos de adoración y de cantos. En el encuentro participará  monseñor Renato Boccardo, responsable de la sección de jóvenes del Consejo  Pontificio para los Laicos.

Estos momentos de oración y encuentro estarán animados por organizaciones  que forman parte del Comité de preparación de las Jornadas de la Juventud,  entre las que se encuentra «Jubilatio», con sus 700 voluntarios.

«Jubilatio» se prepara para acoger el 16, 17 y 18 de agosto a miles de  jóvenes que participarán en las Jornadas Mundiales de la Juventud en diez  «cafés» temáticos, a cielo abierto, en diferentes lugares de la ciudad de  Roma. En estos lugares de encuentro se ofrecerá además animaciones  musicales, teatrales, exposiciones, y visitas guiadas para los peregrinos,  en un espíritu de alegría y amistad.

Estos setecientos voluntarios son estudiantes, o jóvenes que ya han  comenzado a formar parte de la vida profesional, así como religioso  dominicos, benedictinos, agustinos, capuchinos, franciscanos, mínimos,  miembros de monasterios y de comunidades contemplativas, etc., que quieren  compartir su fe a través del arte y del encuentro.

Cada uno de estos «Cafés Jubilatio» estarán apoyados por la iglesia más  cercana en que se encuentran situados. De este modo, los jóvenes podrán  vivir momentos de regeneración espiritual, gracias a la oración, a la  música sagrada, a la escucha y al sacramento de la reconciliación.

«Jubilatio» ha explicado a «Zenit» que el objetivo de estos «cafés  temáticos» en el contexto de la Jornada Mundial consiste en «atraer a los  jóvenes a la belleza de Dios, y de ayudarles a vivir en la verdad y la  libertad, y guiarles en la contemplación del amor infinito de Dios».