INFORMES ESPECIALES

CUMPLEAÑOS DEL PAPA


LA CONCELEBRACION MAS GRANDE DE LA HISTORIA, REGALO DE CUMPLEAÑOS AL PAPA

El Papa conmovido reza por los sacerdotes que han abandonado el ministerio

CIUDAD DEL VATICANO, 18 mayo (ZENIT.org).- La fiesta de los ochenta años de Juan Pablo II no tiene precedentes. Al pontífice le gusta celebrar estos acontecimientos personales en la intimidad, sin embargo, su cumpleaños coincidía en esta ocasión con el Jubileo de los Sacerdotes. De este modo, presidió la concelebración más numerosa de la historia. Los organizadores habían preparado diez mil sillas para los presbíteros, pero tuvieron que añadir más.

«Cantaré siempre el amor del Señor --dijo con emoción el Papa Wojtyla dirigiéndose a ellos al comenzar la misa en la plaza de San Pedro, bajo un sol implacable--: esta es mi confesión de fe y mi himno de acción de gracias al padre de la vida, que me permite celebrar hoy con vosotros la eucaristía con la exultación de la perenne juventud del espíritu, en la fiesta de mi 80° cumpleaños».

«Gracias por esos cabellos blancos»
En nombre de los presentes y de toda la Iglesia, el cardenal Darío Castrillón Hoyos, prefecto de la Congregación vaticana para el Clero, agradeció al pontífice su testimonio de fidelidad a Cristo con estas palabras: «¡Gracias! Gracias por esos cabellos blancos, por el sufrimiento, que le hace aún más querido a nuestros ojos. Gracias, Santidad, por sus pasos físicamente cansados pero espiritualmente intrépidos; por habernos exhortado con vigor hace 22 años a abrir de par en par las puertas a Cristo, sin miedo, y por habernos abierto ahora la Puerta Santa, mostrándonos los inmensos horizontes de Cristo, Señor de la historia, por guiarnos en la empresa misionera de la nueva evangelización».

En la homilía, el primer Papa polaco de la historia dio gracias a Dios por sus cincuenta años de sacerdocio y, tras recordar los intensos momentos que pasó a finales de marzo pasado en el Cenáculo de Jerusalén, donde Jesús instituyó la Eucaristía y el sacerdocio, dijo mirando a los presbíteros que le circundaban: «¡Os abrazo con gran cariño, queridos sacerdotes del mundo entero! Es un abrazo que no tiene fronteras y que se extiende a los presbíteros de cada Iglesia particular, hasta llegar de manera especial a vosotros, queridos sacerdotes enfermos, solos, probados por las dificultades».

El recuerdo de quien ha abandonado el sacerdocio
Juan Pablo II dirigió también su pensamiento a todos aquellos sacerdotes que han dejado de ejercer el sagrado ministerio, pero que siguen llevando en sí esa configuración especial con Cristo, propia del carácter indeleble del orden sagrado. «Rezo mucho también por ellos y os invito a todos a recordarles en la oración --exhortó-- para que, gracias a la dispensa alcanzada de manera regular, mantengan vivo en sí el compromiso de la coherencia cristiana y de la comunión eclesial».

El espectáculo que ofrecía la plaza de San Pedro era imponente: ante todo destacaba ese mar de albas blancas que vestían los miles de sacerdotes concelebrantes y que sobresalía aún más a causa de la luminosa luz de la mañana romana. La columnata de Bernini abrazaba además a miles de fieles venidos de todos los continentes con pancartas en las que felicitaban al pontífice por su cumpleaños. Coros de Calabria con seiscientas personas vinieron a Roma para animar la celebración eucarística.

Juan Pablo II quiso celebrar la comida de su cumpleaños con invitados muy especiales. Se trata de doce sacerdotes que también festejaban los ochenta años. A ellos se les unieron los cardenales presentes en Roma. Al cardenal africano Bernardin Gantin, decano del Colegio Cardenalicio, le tocó dirigir las palabras de felicitación. Concluyó con una frase latina que nunca envejecerá: «Sólo cuento las horas serenas» («Horas non numero nisi serenas»).

La fiesta de cumpleaños continuó después, cuando la Orquesta Filarmónica de Londres, dirigida por el maestro Gilbert Levine, ejecutó el Oratorio para tres voces solistas, coro y orquesta «La Creación» de Joseph Haydn.

El próximo 16 de octubre el Papa Juan Pablo II cumplirá 22 años en el solio pontificio. Se convertirá entonces en el séptimo Papa que durante más tiempo ha gobernado la Iglesia. Un mes antes, superará a Silvestre I (314-335) y a Alejandro III (1159-1181), que ocuparon la Cátedra de San Pedro durante veintiún años y once meses.


 

UNA INOLVIDABLE VIGILIA DE CUMPLEAÑOS DEL PAPA

Música, oración y testimonios en el Jubileo de los sacerdotes

CIUDAD DEL VATICANO, 18 mayo (ZENIT.org).- La presencia de miles de sacerdotes en Roma, con motivo de su Jubileo, ha sido sin duda el mejor regalo de cumpleaños que podía recibir este Papa. Lo demostró ayer el brillo de sus ojos cuando, a las 7.30 de la tarde, se asomó a la ventana de su despacho que da a la plaza de San Pedro para darles las gracias y dedicarles un cariñoso saludo.

Los miles de presbíteros que estos días se han congregado en Roma culminaban así, junto al pontífice, un día intenso de actividades. El acto, sencillo y emocionante, fue organizado por la Congregación para el Clero, organismo vaticano presidido por el cardenal Darío Castrillón Hoyos.

El acto comenzó con el rezo del rosario. Los misterios fueron intercalados por estupendos cantos, en ocasiones tomados de los escritos de santa Teresita del Niño Jesús, o ejecutados por un coro de niños y por una orquesta de Baviera. Un sacerdote alemán, el padre Albert Gutberlet, interpretó una conmovedora canción titulada «Morir para estar contigo», que él mismo escribió inspirándose en el beato Karl Leisner, fallecido en el campo de concentración de Dachau.

Después del Rosario, tuvo lugar una serie de testimonios ofrecidos por fundadores o superiores generales de congregaciones religiosas y nuevos movimientos. El padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo y del Movimiento Regnum Christi, tras recordar cómo nació su vocación en tiempos de la persecución religiosa en México, afirmó: «Los grandes retos que el mundo y la Iglesia tienen planteados han estimulado mi trabajo y reforzado la convicción de que la vida es una, se vive una sola vez, y en ella hay que responder con integridad y constancia a la misión que Dios nos ha dado, cuando, en su bondad, ha querido necesitar de los hombres para realizar su obra de salvación en el mundo. Recuerdo que solía decir a los primeros que se unieron a mi proyecto de fundación que era preferible una vida corta, pero vivida con intensidad a una vida larga pero desperdiciada en la mediocridad».

Monseñor Luigi Giussani, fundador de Comunión y Liberación, no pudo participar personalmente en el encuentro. En su nombre, leyó un representante su tocante testimonio. «Toda nuestra fuerza no viene de recursos humanos, sino de eso que el Catecismo con una palabra sumamente humilde, popular, materna, paterna, fraterna, llamada "Gracia". Lo que el pueblo cristiano en todas las épocas, pero especialmente en los momentos terribles, va a pedir a los santuarios de la Virgen, Madre de Cristo, Madre del hombre nuevo. La Gracia es fuerza de victoria, no elimina la batalla, pero es el manantial último de la paz».

A continuación el monseñor Javier Echeverría, prelado del Opus Dei, tomó la palabra para ofrecer el testimonio de vida sacerdotal de Josemaría Escrivá, quien había sido beatificado exactamente ocho años antes, un 17 de mayo de 1992, en esa misma plaza de San Pedro en que tenía lugar el encuentro. Ilustró sus palabras con una serie de pasajes tomados de los escritos del beato.

Poco después, Juan Pablo II se asomaba a su ventana para saludar a los sacerdotes que con sus aplausos le felicitaban por su cumpleaños. El Santo Padre recordó los testimonios de santidad que a y través de la historia y particularmente en este siglo han dejado los presbíteros. «Sigamos sus huellas --dijo-- pues de esto depende la eficacia de nuestro ministerio. Este es el pensamiento --el auspicio-- que os dejo».

Tras la bendición del Papa, intervino el dominico Eugenio Heinrichs, sacerdote de San Petersburgo, quien dio testimonio del renacimiento de la Iglesia católica en Rusia. Evocó la conmovedora historia vivió su parroquia tras la reconsagración de la iglesia en 1993. Hay una tradición en Europa del Este por la que se pone una estola roja en el Crucifijo con motivo de la fiesta Pascua. «Precisamente, el día de Pascua de hace siete años --explicó-- encontramos una antigua estola roja, bordada en oro. En la parte de atrás se encontraba un monograma que demostraba que pertenecía a mi sucesor, monseñor Konstanty Budkiewicz, quien fue fusilado por la NKVD (policía política secreta) en la noche de Pascua de 1923. Es decir, exactamente setenta años antes de nuestra primera noche de Pascua». «¿Acaso no es un milagro?», preguntó el padre Heinrichs.

Por último, intervino un matrimonio de Cuenca (España), que tiene diez hijos, cuatro de ellos sacerdotes. Todos ellos estaban presentes, detrás de sus padres. Los señores Martínez contaron su sorpresa, cuando el primero de ellos, sin que se lo esperasen, les anunció que quería ser sacerdote. Cada una de las vocaciones fue una sorpresa. Confesaron que al casarse habían pedido a Dios que al menos uno de sus hijos fuera sacerdote. Como siempre, Dios gana en generosidad.


 

EL MUNDO ENTERO FELICITA A JUAN PABLO II POR SUS OCHENTA AÑOS

Mensajes de Bono de U2, de los políticos, de sor Nirmala...

CIUDAD DEL VATICANO, 18 mayo (ZENIT.org).- «Feliz cumpleaños, Santo Padre». En esta sencilla y cariñosa fórmula se resumen los miles y miles de telegramas y cartas que en estos días han enviado al Vaticano políticos, estadistas, hombres del espectáculo y de la cultura, personalidades de todo tipo, raza y nación para transmitir sus felicitaciones a Juan Pablo II por sus ochenta años. Los empleados de los correos del Vaticano ya han programado una jornada especial de trabajo para clasificar los miles de mensajes de felicitaciones de todo tipo de personas que están llegando al Papa.

El matrimonio Clinton han deseado al Papa «salud y felicidad», mientras el mensaje del secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, le augura largos años de vida guiando el «difícil camino hacia la paz y la justicia». El canciller alemán Gerhard Schröder y el presidente polaco Aleksander recuerdan su contribución fundamental en la «caída de los muros» en el Este europeo, mientras que el líder de la OLP, Yasser Arafat, le llama «pionero a la hora de promover la recíproca comprensión entre los pueblos».

Entre los mensajes más cariñosos procedentes del mundo católico, cabe destacar las palabras de sor Nirmala y de todas las Misioneras de la Caridad, quienes se encuentran al servicio de los pobres en más de 643 casas esparcidas en todo el mundo. «Le deseamos un feliz cumpleaños --ha afirmado la sucesora de la Madre Teresa de Calcuta en un mensaje lanzado por «Radio Vaticano»--. Rezamos por su salud y por una larga vida, así como por la gracia que necesita para continuar en su gran misión de llevar la luz de Dios --vida, amor, esperanza y paz-- a las personas de toda nación en este nuevo milenio».

Entre los mensajes enviados por los líderes religiosos de otras confesiones cabe destacar el de Elio Toaff, rabino jefe de la comunidad judía de Roma. «Santidad, le deseo que pueda continuar así durante muchos años. No olvidaremos el recuerdo de su visita a Jerusalén, que ha conmovido al universo entero. Creo que al augurarle el que continúe todavía durante muchos años por este camino, que es el de la paz, la serenidad, la colaboración y la armonía, se puede llegar verdaderamente a una comprensión total entre las religiones y a una colaboración al servicio del bien común. Yo le deseo, Santidad, una vida larga y feliz: que pueda continuar durante muchos años esta vida estresante que ha llevado hasta hoy, pues como puede ver, el mundo le sigue y le quiere mucho».

En una ficha sencilla, escrita a mano, ha llegado al Vaticano la felicitación de Jerzy Kruger, un señor judío que en la infancia escuchaba con su amigo Lolek los cuentos que les contaba el padre de éste último, el señor Wojtyla. Se trata, sin duda, de una de las felicitaciones más conmovedoras para el Papa.

El mundo del espectáculo y del arte también ha querido felicitar al obispo de Roma. El premio Nobel Saul Bellow escribe: «Nunca hubiera imaginado el que escribiría mi felicitación al Papa pero, por más extraño que parezca, hoy me parece la cosa más natural del mundo». El tenor Luciano Pavarotti desea que el mundo felicite al Papa, pero no con palabras, sino con hechos, renunciando, aunque sólo sea por un minuto, a la lógica de la violencia y del odio. El director de orquesta Riccardo Muti se ha dirigido a él como «hombre enviado verdaderamente por Dios». Sin embargo, el mensaje más original de los que ha recibido Juan Pablo II ha sido el que le ha enviado Bono, líder de U2, que define al Papa «un poeta en la burocracia, un político en el clero, un campesino en los pasillos del poder, un portero en la final de copa, un cómico con niños y una estrella de rock, un gran hombre, un gran "showman", un hombre santo en el Vaticano».

«Santo Padre, mi voz es tenue en el coro del mundo, pero mi felicitación no tiene fronteras y nace del corazón de una ferviente creyente que reza a Dios para siga siendo nuestra luz y guía durante muchos años. De nuevo muchas, muchas, muchas felicidades». Eran palabras de Sofía Loren.


 

LAS NACIONES UNIDAS ORGANIZAN UNA FIESTA PARA EL PAPA

El palacio de cristal celebra sus ochenta años

NUEVA YORK, 18 mayo (ZENIT.org).- También las Naciones Unidas han querido recordar los ochenta años del Papa. La ceremonia debía comenzar a las 18.30 de Nueva York, en la «Trusteeship Council Chamber», una de la salas más importantes del Palacio de Cristal.

El discurso principal ha sido confiado al sustituto de la Secretaría de Estado vaticana, el arzobispo Giovanni Battista Re, quien ha trabajado junto al Papa durante estos 22 años de pontificado. Entre las personas que habían reservado su presencia se encontraban Kofi Annan, y el observador permanente de la Santa Sede, el arzobispo Renato Martino.

Durante la ceremonia se proyectó el vídeo «Juan Pablo II: testigo del invisible», realizado por el Centro Televisivo Vaticano con motivo de los ochenta años del Papa. La película, que dura una media hora, se divide en tres partes: en la primera se presenta al Papa del Jubileo, con las imágenes recientes de la apertura de la Puerta Santa y de los viajes a Egipto y Tierra Santa. A continuación sigue una serie de imágenes de este pontificado «itinerante» y de la huella que ha dejado en el mundo de hoy. Por último, la tercera parte se detiene en los aspectos más cotidianos de la vida del Papa y en su personalidad.