Santa Sede

 

El Papa: El problema del hambre no es la falta de alimentos

Mensaje pontificio para la Jornada Mundial de la Alimentación

CIUDAD DEL VATICANO, 18 oct (ZENIT.org).- Liberar a los pueblos de las guerras para liberarles del hambre. Es el gran desafío del nuevo milenio que ha propuesto Juan Pablo II en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Alimentación, que se celebró el lunes pasado, y que fue leído en la sede del Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Roma por el arzobispo Agostino Marchetto, observador permanente de la Santa Sede ante este organismo.

El Papa reconoce que «liberar del hambre a centenares de millones de seres humanos, víctimas de este flagelo, no es empresa fácil» y «supone en primer lugar el compromiso de extirpar de raíz las causas del hambre y de la desnutrición».

En este sentido, el Pontífice subraya, con el informe anual de la FAO, que «la primera causa de las carencias alimentarias son las guerras y los conflictos internos», los cuales con «más devastadoras que las guerras internacionales».

La superación del problema, además, está según el Papa en una adecuada distribución de los productos alimentarios y en «un tenor de vida razonablemente austero» por parte de cuantos disponen de bienes materiales en abundancia, «para poder ayudar a quienes no tienen con qué nutrirse».

La oración del cristiano, dice concluyendo Juan Pablo II, «es auténtica si se traduce en un compromiso de concreta solidaridad».

El 16 de octubre, Jornada Mundial de la Alimentación, ha sido un cumpleaños amargo para la FAO fundada exactamente hace 55 años. Y la amargura nace tanto de las palabras del director general de la organización, Jacques Diouf, como del Informe de la FAO publicado en ese día sobre el estado de inseguridad alimentaria en el mundo.

Del informe se desprende que hay un serio riesgo de que fracase el objetivo que se fijaron 186 gobiernos hace cuatro años en Roma, en la Cumbre mundial de la alimentación. En aquella conferencia internacional se decidió hacer disminuir a la mitad el número de hambrientos en el mundo antes del año 2015. Son un total de 826 millones de personas quienes sufren hambre en el planeta. Pero si seguimos a este paso no se llegará al objetivo antes del 2030.

Trazando un mapa del hambre, la FAO indica que el grupo de los países más indigentes comprende 24 naciones: 18 países africanos además de Yemen, Afganistán, Bangladesh, Haití, Mongolia y República Popular Democrática de Corea. En estos países quienes tienen más problemas de nutrición son las mujeres y precisamente la insuficiente alimentación de las madres es la causa de la muerte de muchos niños en los países en vías de desarrollo. 


Juan Pablo II: El gran escándalo de la Eucaristía

El pontífice continúa sus meditaciones sobre el mayor milagro de la historia

CIUDAD DEL VATICANO, 18 oct (ZENIT.org).- Juan Pablo II sorprendió a más de un peregrino esta mañana, durante la tradicional audiencia general del miércoles, con palabras realmente atrevidas: «Nos hemos convertido en Cristo. De hecho, él se ha hecho la cabeza y nosotros los miembros, el hombre total es él y nosotros».

Alguno de los 45 mil peregrinos de 30 países presentes en la plaza de San Pedro del Vaticano para escuchar las palabras del pontífice pensaba que al Papa se le había escapado una herejía. El pontífice, sin embargo, no hizo más que citar a uno de los clásicos del cristianismo, san Agustín de Hipona, y constatar uno de los misterios más incomprensibles del cristianismo: la Eucaristía.

Con su meditación sobre este sacramento, el obispo de Roma continuaba con la serie de meditaciones que está ofreciendo los miércoles en esta fase final del Jubileo sobre el milagro más grande de todos los tiempos: la presencia real de Jesús en el pan y en el vino.

«Estas atrevidas palabras de san Agustín exaltan la comunión íntima que en el misterio de la Iglesia se crea entre Dios y el hombre, una comunión que, en nuestro camino histórico, encuentra su signo más elevado en la Eucaristía», explicó el Santo Padre.

Una unión de sangre «La alianza, que en el Sinaí unía a Israel con el Señor con un vínculo de sangre, presagiaba la nueva alianza, de la que deriva --dijo el Papa utilizando una expresión de los Padres griegos de la Iglesia-- una especie de unión consanguínea entre Cristo y el fiel».

Esta unión es tan íntima, que transforma al cristiano en Cristo, insistió el Papa citando a una de las figuras más eminentes de la literatura cristiana, san Cirilo de Alejandría:(376-444)«Cristo nos forma según su imagen de manera que los rasgos de su naturaleza divina resplandezcan en nosotros, a través de la santificación, de la justicia y de una vida recta y conforme con las virtudes. La belleza de esta imagen resplandece en nosotros que somos en Cristo, cuando demostramos que somos hombres rectos con las obras».

La santidad: manifestación de la intimidad divina De este modo, añadió el pontífice, «El camino de la santidad, del amor, de la verdad es, por tanto, la revelación al mundo de nuestra intimidad divina, vivida en el banquete de la Eucaristía».

El Papa sintetizó su meditación con una cita de un gran místico y poeta de la Iglesia armenia, Gregorio de Narek (s. XI): «No tengo nostalgia de sus dones, sino del que los dona. No aspiro a la gloria, lo que quiero es abrazar al Glorificado... No busco el descanso, sino que pido con súplicas el rostro de quien da el descanso. No languidezco por el banquete de bodas, sino por el deseo del Esposo».


Jubileo de las Misiones: ¿Se puede anunciar a Cristo en un mundo pluralista?

Dos congresos preparan en Roma la cumbre misionera

ROMA, 18 oct (ZENIT.org).- El Congreso teológico dedicado a las misiones, que se inauguró ayer en Roma, en la Universidad Pontificia Urbaniana, en preparación del Jubileo de las Misiones (22 de octubre), se ha convertido en un interesante debate sobre la declaración de la Congregación para la doctrina de la fe «Dominus Iesus», con la que la Santa Sede recordó a inicios de septiembre el carácter único y universal de la salvación traída por Cristo.

El debate quiere responder en nuestros días a una pregunta que lanzó el mismo Cristo hace dos mil años a sus apóstoles: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».

La respuesta del cardenal Tomko 

El primero en responder a esta pregunta fue el responsable último de las misiones de la Iglesia católica, el cardenal Jozef Tomko, prefecto de la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos, al inaugurar el congreso.

El purpurado recordó que en el evangelio Jesús había planteado poco antes otro interrogante a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?». De este modo, el cardenal eslovaco afirmó que esa pregunta «implica una sugerencia importante: la respuesta de la fe cristiana debe tener también en cuenta la búsqueda de los que no han llegado a compartirla. Esta es, por otra parte, la postura del Concilio Vaticano II cuando invita a la Iglesia a no rechazar nada de cuanto bueno y santo hay en las otras religiones».

Desde el Concilio en adelante, recordó el cardenal, la Iglesia ha enseñado que «el diálogo con las otras religiones es parte de la misión evangelizadora de la Iglesia».

Ahora bien, cuando Jesús planteó a los suyos la pregunta: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?», Pedro tomó la palabra y «confesó su fe en Jesús como Cristo, el Hijo de Dios vivo».

En coherencia con la afirmación del primer obispo de Roma, añadió el cardenal Tomko, «el reciente documento "Dominus Iesus" alerta ante la tentación de considerar a la Iglesia como un camino de salvación junto a los constituidos por las otras religiones, que serían complementarias a la Iglesia, más aún, sustancialmente equivalentes a ella, aunque convergentes con ella hacia el Reino de Dios escatológico. Esta alerta no pone límites a la actuación salvífica de Dios, sino que pide que se la considere globalmente».

La respuesta del arzobispo Kasper 

A continuación, respondió en el Congreso sobre las misiones a esa misma pregunta el arzobispo Walter Kasper, secretario del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.

El pluralismo actual, dijo el arzobispo, uno de los más grandes teólogos alemanes del postconcilio-- «interroga a los cimientos auténticos de la cristiandad y constituye un nuevo desafío para las Iglesias. En el Concilio Vaticano II, la Iglesia católica se define a sí misma precisamente como signo e instrumento de unidad y de paz. Por tanto el mundo actual representa para ella un desafío inmenso».

De este modo, Kasper hizo un recorrido por el desarrollo del pensamiento católico a propósito del pluralismo religioso, señalando cómo en virtud del «fuerte énfasis puesto en la unidad y unicidad de Jesucristo y de su Iglesia por una parte, y de la condición pluralista del mundo moderno y postmoderno por otra, no es sorprendente que, dentro y fuera de la teología, se haya desarrollado un amplio y áspero debate sobre la cuestión del carácter único y universal de la salvación en Cristo».

El ponente, estigmatizando todas aquellas «derivaciones» teológicas que han acabado por «anular» las diferencias entre las religiones, subrayó que, por las mismas razones expresadas en la profesión de fe, «la proclamación de la unidad y unicidad de la salvación anunciada por el cristianismo no es una tesis imperialista que domina u oprime a las otras religiones. Y mucho menos representa una base para animar a una práctica imperialista de la misión. No tiene nada que ver con un "orden mundial", aunque desde el inicio de la historia esto haya sido a menudo el origen de malentendidos y abusos».

Cristianismo y otras religiones 

Lejos de todo riesgo de sincretismo y de relativismo, es justamente en el valor universal de la proclamación el fundamento del diálogo con las demás religiones. Estas relaciones, según el teólogo, deben tener tres características: «El cristianismo afirma, respeta y defiende todo lo que en las otras religiones es verdadero, bueno, noble y santo; critica, en espíritu de profecía, todo contenido que vaya en detrimento de la gloria de Dios y de la dignidad humana; y, por último, quiere invitar a las otras religiones a enriquecerse en la fe en Jesucristo y a través de la participación en su plenitud».

El Congreso internacional dedicado a la teología de la misión concluirá el próximo viernes y prevé intervenciones de teólogos de los cinco continentes.

En el mismo marco del Jubileo de las Misiones, se abrió esta tarde, en el Centro Mariápolis de Castel Gandolfo, localidad situada a unos 30 kilómetros de Roma, el Congreso Misionero Mundial, que, a diferencia del otro encuentro teológico, tendrá más bien un carácter de celebración y pastoral. Reúne a 1.200 delegados de todo el mundo, entre los que se encuentran 47 obispos y más de 300 sacerdotes.

Los dos Congresos son organizados por la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.


La reina Isabel II y el Papa: El diálogo ecuménico es irreversible

La soberana británica se encuentra por tercera vez con el pontífice

CIUDAD DEL VATICANO, 17 oct (ZENIT.org).- 24 minutos. Esta ha sido la duración del coloquio privado que mantuvieron esta mañana Juan Pablo II e Isabel II, reina de Inglaterra en el Vaticano.

En el encuentro, bastante cordial, especialmente después de que se rompió el hielo de los saludos iniciales, el Papa y la reina prefirieron entregarse los discursos sigilados en un sobre en vez de leerlos integralmente. En el texto, Isabel subraya la coincidencia entre esta visita y el año jubilar, y reconoce el apoyo que la Santa Sede ha ofrecido al proceso de paz en Irlanda del Norte.

Refiriéndose a cuestiones religiosas, la cabeza de la Iglesia de Inglaterra constata «el importante progreso que se ha dado para superar las históricas diferencias entre anglicanos y católicos romanos».

«Confío en que continuaremos avanzando por el camino que lleva a la unidad cristiana», añade.

Por su parte, Juan Pablo II, en el discurso entregado a la reina, considera que «no puede haber un retroceso en el objetivo ecuménico que nos hemos propuesto en obediencia al mandamiento del Señor»

El Papa afirma que tanto el pasado como el futuro «exigen de nosotros el sentido de un propósito compartido», especialmente en Europa «que busque una unidad capaz de excluir para siempre la clase de conflictos que durante tanto tiempo han formado parte del pasado».

«Sólo defendiendo y dando un vigor nuevo a los más altos ideales y logros de este patrimonio --en la política, en el derecho, en el arte, en la cultura, en la moralidad y en la espiritualidad-- la Europa del futuro será una empresa viable y digna de valor», considera el pontífice.

El discurso de Juan Pablo II es de amplias miras. Afronta también el argumento candente de la globalización señalando «la promesa de mayor prosperidad y cohesión» y lamentando «la distancia cada vez más grande entre ricos y pobres» en tantas partes del mundo.

«Este preocupante fenómeno tiene muchas causas --añade--, pero el problema ciertamente no se resolverá a menos que los pueblos y sus líderes consideren la solidaridad y la cooperación a nivel mundial como imperativos éticos que impulsan y movilizan a las conciencias de los individuos y de las naciones». En este sentido expresa su «estima por el reciente compromiso de Gran Bretaña de efectuar una condonación total de la deuda de los países más pobres fuertemente endeudados».

Ha sido el tercer encuentro entre la soberana británica y el obispo de Roma, después del de 1980, en el Vaticano, y del de 1982, en Buckingham Palace, cuando el pontífice visitó el Reino Unido.

Como es tradición, durante la audiencia tuvo lugar un intercambio de regalos. Isabel II regaló cincuenta copias de gran valor de pinturas del artista veneciano Canaletto, provenientes de su biblioteca privada del castillo de Windsor, mientras que Juan Pablo II le entregó una reproducción de una Biblia del XIII siglo («Codex vaticanum 39»).

La reina y su consorte, el duque Felipe de Edimburgo, fueron recibidos por monseñor James Michael Harvey, prefecto de la Casa Pontificia, en el Patio de San Dámaso del Vaticano, mientras la banda vaticana tocaba el «Dios salve a la reina».

Al final de la audiencia papal, la soberana tuvo un encuentro privado con el secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal italiano Angelo Sodano.

Antes de dejar el Vaticano, la pareja real visitó brevemente la Capilla Sixtina, pues cuando visitaron Roma no había sido todavía restaurada. 


«La reina se está interesando mucho por el catolicismo»

Paul Johnson, historiador inglés, opina sobre el encuentro con el Papa

LONDRES, 17 oct (ZENIT.org).- Para la Reina de Inglaterra el encuentro con el Papa tiene un significado espiritual que va más allá de la visita de Estado, lo afirma hoy el historiador inglés Paul Johnson.

«Más que como jefe de la Iglesia Anglicana, Isabel II se encuentra con Juan Pablo II como una creyente apasionada por los problemas del mundo». Aclara Johnson, quien durante años se ha consagrado a estudiar la historia del cristianismo en declaraciones publicadas hoy por el diario italiano católico «Avvenire».

«En los últimos años, la Reina se ha hecho más religiosa y se ha interesado muchísimo por el punto de vista católico, donde encuentra puntos de referencia no siempre presentes en la Iglesia Anglicana», indica el intelectual inglés.

Por lo que se refiere al papel religioso de la soberana como jefe de la Iglesia anglicana, Paul Johnson explica que, a diferencia de las otras iglesias protestantes del norte, la Iglesia de Inglaterra tiene escaso espesor teológico. El cisma, recuerda, nació por razones de poder, la voluntad de sustraer las tierras inglesas a la jurisdicción de Roma, y en consecuencia la iglesia que nació ha sido siempre una iglesia-estado, con la función de apoyo a la monarquía y, como máximo, de garantía de reglas morales de comportamiento para mantener unida a una sociedad.

«La dimensión espiritual, esa fe que es al mismo tiempo paradoja y misterio, que a menudo rompe las convenciones de una sociedad, más que reforzarlas, se ha perdido en gran parte en la Iglesia anglicana», añade Paul Jonhson. Según el historiador, muchísimos anglicanos, como ya ha sucedido en el pasado, miran ahora a la Iglesia católica con curiosidad e interés.

«El mérito del cardenal Basil Hume, el jefe de la Iglesia católica en Inglaterra, fallecido hace un año y medio, fue justamente el de garantizar un refugio espiritual a muchas almas anglicanas inquietas», subraya Johnson, recordando las conversiones al catolicismo de destacados personajes, que han escocido mucho a la sociedad inglesa, como la de la duquesa de Kent, prima de la Reina, y de ministros del Gobierno.

«En diciembre de 1995, la Reina Isabel participó en un servicio de vísperas en la catedral de Westminster, la iglesia madre del catolicismo. Fue el primer soberano que hizo una cosa así desde 1685 cuando reinaba un rey católico, Santiago II --explica Jonhson--. Y para hacerlo tuvo que desafiar a una buena parte de la Iglesia anglicana, que consideró este gesto como una traición».


El Papa: Hace 50 años comenzaba en Calcuta el milagro de la Madre Teresa

Mensaje pontificio en el aniversario de las Misioneras de la Caridad

CIUDAD DEL VATICANO, 17 oct (ZENIT.org).- Juan Pablo II recuerda el extraordinario testimonio de amor hacia «los más pobres de los pobres» dejado en herencia por la Madre Teresa de Calcuta, en un mensaje que ha enviado a su sucesora en la guía de las Misioneras de la Caridad, la hermana Nirmala Joshi, con motivo del quincuagésimo aniversario de fundación de esta congregación religiosa.

Las hijas de la Madre Teresa, fallecida el 5 de septiembre de 1997, celebraron el 7 de octubre pasado sus bodas de oro con celebraciones en todo el mundo (Cf. «50 años de vida de la congregación fundada por la Madre Teresa de Calcuta»). La Sala de Prensa de la Santa Sede publicó hoy el mensaje del pontífice con esta ocasión precisamente en el aniversario en que se confirió a la religiosa albanesa el Premio Nobel de la Paz, el 17 de octubre de 1979.

En su mensaje, Juan Pablo recuerda aquel 7 de octubre de 1950, en el que en una capillita de Calcuta, el arzobispo Perier, instituyó las Misioneras de la Caridad como congregación religiosa de derecho diocesano. Junto a la fundadora, se encontraban sus primeras once compañeras. Un minúsculo arroyo que «se transformó en un impetuoso torrente de gracia» con un desarrollo imposible de predecir hace cincuenta años, reconoce el Papa.

Quince años después, sigue recordando el mensaje pontificio, el 1 de febrero de 1965, con el «Decreto de alabanza» («Decretum Laudis») de Pablo VI, las Misioneras de la Caridad se convirtieron en una congregación de derecho pontificio.

Aquel río caudaloso está compuesto ahora, según las últimas estadísticas oficiales que se remontan a finales de 1998, por unas 4.400 hermanas, distribuidas en 615 casas en 124 países.

El Papa recuerda el carisma de la Madre Teresa, «dispuesta a servir con prontitud y generosidad, una voluntad para dar la bienvenida a los demás, tal y como son, sin juzgarles», sin olvidar nunca las palabras del Señor: «cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis».

Precisamente por este motivo, recuerda Juan Pablo II, el mismo Pablo VI asignó a la Madre Teresa el Premio por la Paz Juan XXIII: la motivación mística y evangélica le llevaba a reconocer en el pobre, en el hambriento, en el niño enfermo, en el leproso o en el moribundo «el rostro misterioso de Cristo».

Ante los desafíos del nuevo milenio, Juan Pablo II alienta a las misioneras de la Caridad a «dar constante testimonio de genuino amor evangélico», y pide a la Virgen María que encienda en cada una de ellas un «deseo cada vez más ardiente de servir al Señor en los más pobres de los pobres».


Juan Pablo II, primer Papa que asistirá a un partido de fútbol

El Jubileo de los Deportistas, un acontecimiento lleno de sorpresas

ROMA, 17 oct (ZENIT.org).- Espíritu de lealtad, manifestación de valor, respeto a los adversarios: son los valores más profundos que están en la base del Jubileo de los Deportistas que tendrá lugar en Roma del 28 al 29 de octubre. Se trata de un acontecimiento que implicará a miles de atletas provenientes de todos los países del mundo.

El programa está lleno de citas atrayentes pero el momento más significativo tendrá como escenario el estadio Olímpico, en el que los atletas harán un homenaje al Papa. Habrá una carrera de 100 metros lisos y un partido de fútbol en el que se enfrentarán la selección nacional italiana y una representación de jugadores extranjeros que juegan en Italia, en primera división. La selección de los campeones del «Resto del Mundo» será guiada por los entrenadores del Roma y el Lazio, Fabio Capello y Sven Goran Eriksson.

Juan Pablo II entra así por segunda vez en el estadio Olímpico (el 31 de mayo de 1990 inauguró el estadio renovado para los Mundiales de Fútbol) y será el primer pontífice de la historia en asistir personalmente a un partido de fútbol.

«Se trata --ha explicado a «Zenit» el secretario de Comité central del Año Santo, monseñor Crescenzio Sepe-- de una cita que el Papa ha deseado fuertemente para abrazar al mundo del deporte y para celebrar el Jubileo de los Deportistas. Un acontecimiento que quiere también subrayar la importancia del deporte como instrumento de cohesión social. La Iglesia, por otra parte, ha estado siempre atenta a la actividad deportiva, sobre todo por los valores que lograr expresar como la honestidad, la hermandad, la alegría y el sacrificio».

Para la ocasión, se ha revolucionado el calendario de la Liga italiana de fútbol: la primera división no jugará el domingo 29 de octubre y lo recuperará el miércoles 1 de noviembre. El partido, que comenzará a las 12,30, tendrá dos tiempos de treinta minutos cada uno.

«Tanto la exhibición de los cien metros, como la manifestación reservada a los minusválidos o el partido de fútbol --explicó el presidente de la Liga de Fútbol Franco Carraro-- darán forma, a través del lenguaje cuerpo-acción, al gesto deportivo y expresarán al Santo Padre el sentido del deporte como momento de alegría de vivir, de naturalidad y de gratuidad».

Durante la exhibición, se entregará al Papa el «Manifiesto del Deporte para el Tercer Milenio», el documento con el que el movimiento deportivo internacional asume el compromiso de respetar algunos valores éticos fundamentales de la actividad deportiva.

«Para el mundo de deporte --comenta a nuestra redacción el presidente del Comité Olímpico Italiano, Gianni Petrucci-- el Jubileo dedicado a los atletas representa un momento de reflexión, de parada. Estamos siempre ocupados con nuevas empresas, nuevas metas, nuevas polémicas y nunca hay tiempo para una pausa, para comprender efectivamente cuáles son los valores reales del deporte. Por esto la presencia del Papa en el Olímpico será la ocasión justa para vivir un momento de reflexión».

El programa prevé también, el sábado 28 de octubre, en el Aula Pablo VI, un congreso internacional con el título «En el tiempo del Jubileo: el rostro y el alma del deporte». Participarán entre arios campeones de las Olimpiadas de Sidney y el presidente Comité Olímpico Internacional Juan Antonio Samaranch. Este último estará también presente en la jornada del domingo en el estadio Olímpico.


22 años de pontificado de Juan Pablo II: Balance del cardenal Poupard

Ha cambiado la forma de ser Papa, afirma el purpurado francés

CIUDAD DEL VATICANO, 16 oct (ZENIT.org).- El Vaticano estaba hoy de fiesta con motivo del vigesimosegundo aniversario del pontificado de Juan Pablo II. La tarde del 16 de octubre de 1978 la gente reunida en la plaza de San Pedro escuchó un nombre en latín poco conocido después del famoso «Habemus Papam», Carolum Wojtyla. Algunos pensaron que era un cardenal africano.

Aquel día, día comenzaba el pontificado de Karol Wojtyla, el más largo del siglo XX. Detenta una cantidad impresionante de records: ha realizado 92 viajes internacionales visitando 123 países; además, ha emprendido 138 visitas pastorales a Italia; ha visitado 291 parroquias de su diócesis, Roma; ha escrito 13 cartas encíclicas, 12 exhortaciones apostólicas, ha presidido 123 ceremonias de beatificación y 41 de canonización con 994 beatos y 447 santos; ha ofrecido 996 audiencias generales en las que han participado 15 millones de fieles de todos los países del mundo.

Y, sin embargo, el momento más importante de este pontificado es el Jubileo, preparado ya por el Papa Wojtyla en el inicio de su primera encíclica. El cardenal francés Paul Poupard, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, ha hecho ante los micrófonos de «Radio Vaticano» un interesante balance de este año único.

--¿Cuáles son los eventos jubilares que usted considera más importantes?

--Cardenal Poupard: Citaré, entre otros muchos, tres acontecimientos particularmente significativos. El primero es, sin duda, la peregrinación apostólica a Tierra Santa. El segundo, la Jornada Mundial de la Juventud, no sólo por el número, sino también por la atmósfera y testimonio de los jóvenes, las confesiones en el Circo Máximo, fue un auténtico evento de gracia. Dos millones de rostros radiantes, que permiten entrever la realidad de la Buena Noticia del amor de Cristo. En tercer lugar, entre los muchos Jubileos por categoría, como el de los obispos o el de las familias, quisiera señalar uno que quizá fue modesto en números de participación, pero que es especialmente relevante por su importancia histórica: el Jubileo de los científicos . Me parece que constituye la conclusión de un proceso difícil de aclaración dentro de la Iglesia sobre la relación fecunda entre razón, ciencia y fe que comenzó con el concilio Vaticano I.

--Todos los pontificados hacen historia. ¿Por qué será recordado el pontificado de Juan Pablo II?

--Cardenal Poupard: Este pontificado tiene una fuerza realmente excepcional. Con palabras, gestos y viajes me parece que ha alterado literalmente la geografía del mundo, la imagen de la Iglesia, las relaciones entre las naciones y las religiones, integrando a la Iglesia en el dinamismo de la modernidad y presentándose a veces como la única voz valiente en defensa de la humanidad y de sus valores más profundos. Al hacer suya la herencia del Concilio Vaticano II, este pontificado, el más largo del siglo, ha introducido a la Iglesia en el tercer milenio cristiano, inaugurado con el gran Jubileo del año 2000. Por último, diría que si Juan XXIII es el padre del Concilio, y Pablo VI su artífice, Juan Pablo II es su hijo primogénito. De este mod o, ha inaugurado una nueva manera de ser Papa, un papado caracterizado por su sentido pastoral.

--Últimamente se ha criticado a Juan Pablo II por la beatificación de Pío IX o por la publicación de la declaración «Dominus Iesus» sobre el carácter único y universal de la salvación traída por Cristo. Usted, ¿qué opina?

--Cardenal Poupard: Así como Pablo VI fue alabado por la «Populorum Progressio» e injuriado por la «Humanae Vitae», así este pontífice es elogiado por las peticiones de perdón, por los viajes y por tantos otros gestos y criticado por la revelación del tercer secreto de Fátima, por esta beatificación, o por la «Dominus Iesus». Yo diría que el hecho de ser signo de contradicción caracteriza el servicio apasionado a la verdad.

Por lo que se refiere al caso de Pío IX hay que decir que una beatificación no canoniza actos de gobierno, sino más bien las virtudes cristianas vividas. Además, no cometamos errores históricos. En definitiva, algunos ambientes no aceptan esta beatificación por el rechazo de Pío IX del modernismo. Pero todos saben que el modernismo no es lo mismo que modernidad, como la pulmonitis no es lo mismo que el pulmón, sino más bien una inflamación del pulmón.

Por lo que se refiere a la declaración «Dominus Iesus», acabo de regresar de París donde he participado en un congreso sobre el teólogo Henri De Lubac y el diálogo con los budistas. He citado su pensamiento. Así decía el padre De Lubac: «Las religiones no son como otros muchos senderos que se alzan por las laderas de una montaña. Deberían ser comparadas más bien con cimas diferentes, separadas por abismos, y el peregrino que se ha alejado de la dirección justa corre el riesgo de quedarse en el punto más alejado de la meta. El método de la oposición --dice De Lubac--, al suscitar contrastes, procura al creyente una inteligencia más nítida de su fe, por encima de interpretaciones mediocres». 


6 mil peregrinos polacos festejan con el Papa sus 22 años de pontificado

Agradece las oraciones y felicitaciones que ha recibido en estos días

CIUDAD DEL VATICANO, 16 oct (ZENIT.org).- Juan Pablo II comenzó su vigesimotercer aniversario de pontificado rodeado esta mañana de seis mil peregrinos polacos que le hicieron una conmovedora fiesta en el Vaticano.

El encuentro tuvo lugar en la sala de audiencias generales del Vaticano. Entre los participantes se encontraban muchos niños, que habían venido con sus padres para participar este fin de semana en el Jubileo de las familias. Arrancaron del Papa la nostalgia al entonar algunos de esos cantos polacos que auspician la bendición de Dios para el futuro.

Conversando con sus huéspedes, el Papa Wojtyla recordó el acontecimiento que explicaba la presencia de todos estos polacos en Roma: el Jubileo del año 2000, un evento que recuerda a la humanidad entera la salvación traída por Cristo.

Haciéndose hombre --explicó en su lengua materna el primer obispo de Roma nacido en Polonia-- mostró de manera clara la profunda dignidad de la criatura humana y el gran valor que tiene ante los ojos de Dios: valor propio de todo ser humano, «incluso cuando todavía no ha nacido, aunque ya está vivo en el seno de la madre».

Por ello, el pontífice agradeció la labor de todos los que defienden la dignidad de la vida, del matrimonio y de la familia. Un compromiso que el Santo Padre definió como una «gran misión» confiada por la Providencia, y que invitó a continuar con una vibrante exhortación: «¡Ánimo!».

Por último, el Papa agradeció vivamente las oraciones que han a Dios por él sus compatriotas y todas las personas que le han hecho llegar en estos días mensajes de felicitación: «Siento su fuerza y sus frutos», confesó, «para mí es un precioso regalo espiritual» 


La mayor cumbre misionera de la historia

El domingo 22, el Papa preside la Misa de la Jornada Misionera Mundial

ROMA, 16 oct (ZENIT.org).- El próximo 22 de octubre Roma será testigo del encuentro más importante de misioneros de la historia. En esa fecha, se celebra precisamente Jubileo de las Misiones que coincide con el DOMUND (Domingo Mundial de las Misiones).

«Dos mil años después del inicio de la misión son todavía vastas las áreas geográficas, culturales, humanas o sociales en las que Cristo y su Evangelio no han penetrado aún --constata Juan Pablo II en el mensaje que ha enviado con motivo de esta jornada--. ¿Cómo no escuchar la llamada que emerge de esta suituación? (Cf. «Mensaje del Santo Padre para la Jornada Mundial de las Misiones»).

La Misa de la Jornada Misionera Mundial del Año Santo será celebrada por Juan Pablo II a las 10 de la mañana en la Plaza de San Pedro. Este día el Papa festejará el 22 aniversario del inicio público de su pontificado (la elección tuvo lugar tal día como hoy de 1978).

Para responder a esta pregunta, y para preparar este Jubileo, se celebrarán dos grandes encuentros en Roma. En primer lugar, se ha organizado un Congreso Misionero Mundial que tendrá lugar del 18 al 21 de octubre en el Centro Mariápolis de Castel Gandolfo. Al mismo tiempo, se ha convocado el Congreso Misiológico Internacional, programado del 17 al 20 de octubre en la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma.

El cardenal Jozef Tomko, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, presentó el viernes, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el Jubileo de las Misiones. El purpurado eslovaco a quien el Papa ha confiado la guía de todos los territorios de primera eangelización del mundo comenzó recordando el lema que el mismo Santo Padre propone en su mensaje: «Celebrar los 2000 años del nacimiento de Jesús, quiere decir también celebrar el nacimiento de la misión».

Y se preguntó: «Por qué la Iglesia dedica tantos esfuerzos a la misión de los pueblos? ¿Por espíritu de conquista territorial, por el placer de la aventura, por una manía de grandeza o de fácil proselitismo? Sencillamente porque ha recibido como última petición de su fundador el gran mandato: "Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo».

«Este --dijo-- es el secreto de los tantos heroísmos que la misión suscita todavía y también la explicación de tantos sacrificios hasta el martirio, en el pasado y hoy de forma aún mas creciente».

El cardenal Tomko afirmó que la competencia de la congregación vaticana que dirige «se extiende a aquellos pueblos y grupos que todavía no han recibido el anuncio del Evangelio. Se encuentran sobre todo en Asia, Africa y Oceanía, pero todavía hay amplias zonas en América Latina (74 diócesis) y en Norteamérica (8 diócesis en Canadá, 1 en Alaska). En Europa hay 12 diócesis, todas en los Balcanes, excepto una».

Monseñor Ambrogio Spreafico, rector de la Pontificia Universidad Urbaniana, presentó el Congreso Internacional sobre las Misiones que se celebrará en dicha universidad sobre el tema «Y vosotros, ¿quien decís que soy yo?». El rector afirmó que el congreso tiene «un carácter ecuménico» y habrá dos grupos de estudio, uno sólo para profesores y otro para el resto de los participantes.

El Congreso se presenta como un «forum científicamente cualificado donde es posible estudiar el papel salvífico de Jesucristo a la luz de los contextos socioculturales de los diversos continentes». Se tocará, por tanto, uno de los temas más discutidos por la teología en los últimos años, la «inculturación», es decir, ¿cómo es posible anunciar el Evangelio con un lenguaje asiático o africano sin desvirtuar para nada la fuerza de la persona y mensaje de Cristo?

Intervendrán el arzobispo alemán Walter Kasper, secretario del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, el mismo cardenal Jozef Tomko, monseñor Ambrogio Spreafico y el arzobispo Crescenzio Sepe, secretario general del Comité vaticano para el Jubileo.

También es cristológico el argumento del Congreso Misionero Mundial: «Jesús Fuente de Vida para todos». Participarán 1.200 personas, entre las que se cuentan 47 obispos y más de 300 sacerdotes. El teólogo Bruno Forte, de la Comisión Teológica Internacional, y la especialista en Sagrada Escritura sor Maria Ko, fma, teóloga, tratarán los principales temas.

Por su parte, monseñor Bernard Prince, secretario general de la Pontificia Obra para la Propagación de la Fe, explicó a los periodistas que el objetivo de este congreso es fomentar una «mayor toma de conciencia sobre la dimensión de la misión de la Iglesia, y no sólo la necesidad de llevar el Evangelio donde todavía no ha sido recibido, sino especialmente para profundizar en el compromiso en la fe de todos los católicos».

Los temas serán: Anunciar a Jesús, el Salvador, Cristo Señor (día 19); Anunciar a Jesús, el consagrado en el Espíritu (día 20); Anunciar a Jesús, el don de amor del Padre (día 21). El espacio reservado a las experiencias de los diversos continentes tendrá como hilo conductor la pregunta: «¿Cómo haces misión en tu país?». Además de los cantos típicos de cada país, se presentarán series de diapositivas, coreografías, danzas, anuncios televisivos, etc. sobre cómo se anuncia a Cristo en las diversas regiones del mundo.

Cantos tradicionales y expresiones litúrgicas particulares resonarán también en las Basílicas romanas durante la peregrinación de los congresistas, el viernes 20 de octubre. La visita a la Exposición Misionera 2000 y una tarde de fiesta animada por el grupo «Gen Rosso» se tendrá el 21 de octubre.

Al final de la misa presidida por Juan Pablo II en la plaza de San Pedro el domingo 22 de octubre, en la que se prevé que participarán 2.000 sacerdotes. Las 112 naciones presentes en el Congreso ofrecerán al Papa tierra de sus países para que plante un pequeño olivo, símbolo de paz y de fraternidad.


El Papa y María: un flechazo en plena dominación nazi

El pontífice revela cómo comprendió el papel de la Virgen en su vida

ROMA, 13 oct (ZENIT.org).- Juan Pablo II hizo confesiones inéditas esta mañana sobre los años de juventud, en los que, en plena dominación nazi, siendo seminarista, trabajaba en la fábrica Solvay de Cracovia: allí descubrió, el papel que tiene María en su vida y en la de todo cristiano.

El pontífice abrió su corazón a las confidencias al recibir a los participantes en el VIII Coloquio internacional de mariología, organizado en Roma. El encuentro ha servido para lanzar de manera oficial la petición al Papa para que declare doctor de la Iglesia a Luis María Grignion de Montfort (1673-1716), uno de los clásicos de la espiritualidad cristiana, de quien el Papa ha tomado prestado el lema de su pontificado: «Totus Tuus» («Todo tuyo»).

En aquellas circunstancias trágicas para Polonia, evocó el Papa Wojtyla: «Leí y releí muchas veces y con gran provecho espiritual este precioso libro ascético de portada azul, que se había manchado de sodio».

Leyendo este texto, explicó, el joven seminarista comprendió que la presencia de María en la vida espiritual de un cristiano no está en competencia con la persona de Cristo, sino que deriva de él y está a su servicio.

«Entonces comprendí que no podía excluir a la Madre del Señor de mi vida sin desantender a la voluntad de Dios-Trinidad --aclaró--, que ha querido comenzar y cumplir los grandes misterios de la historia de la salvación con la colaboración responsable y fiel de la humilde Sierva de Nazaret».

Juan Pablo II subrayó, de este modo, cómo Grignon de Monfort invita a vivir una espiritualidad que estimula a entregarse con decisión completa y conscientemente a Cristo y, mediante Él, al Espíritu Santo y al Padre.

Continuando con sus confidencias, el Papa explicó por qué escogió como lema de episcopado y pontificado las palabras «Todo tuyo», un acto de entrega a María: «Al repetirle cada día "Totus tuus", y al vivir en sintonía con ella, se puede llegar a la experiencia del Padre en la confianza y en el amor sin límites, a la docilidad al Espíritu Santo y a la transformación de sí según la imagen de Cristo».

Como recordó el obispo de Luçon, monseñor François Garnier, en su saludo al Papa, Juan Pablo II, durante su visita a Vandea, el 9 de septiembre de 1996, fue a Saint Laurent sur Sevre para a rezar ante la tumba de san Luis María Grignon de Monfort. La influencia de este personaje en su pensamiento ya había quedado clara también en la encíclica «Redemptoris Mater». El mismo monseñor Garnier, al saludar al Papa en nombre de las tres congregaciones religiosas que fundó este santo, pidió oficialmente que sea proclamado doctor de la Iglesia.

Doctor de la Iglesia es un título que otorga el Papa o un concilio ecuménico a ciertos santos para reconocerlos como eminentes maestros de la fe para los cristianos de todos los tiempos. En la actualidad hay 33 doctores, entre los que se encuentran 3 mujeres (santa Teresa de Ávila, santa Catalina de Siena y santa Teresa de Lisieux).

En estos momentos, según ha revelado el postulador de oficial de la causa, el padre Battista Cortinovis, a los micrófonos de «Radio Vaticano», la Congregación para las Causas de los Santos está consultando a la Congregación para la Doctrina de la Fe la conveniencia de hacer un pronunciamiento de esta importancia. La Congregación que dirige el cardenal Joseph Ratzinger ha nombrado a una comisión de consultores quien, en un determinado período de tiempo, tendrán que dar una respuesta. Si el parecer es positivo, la Congregación para las Causas de los Santos preparará una «positio», es decir, toda la documentación necesaria para demostrar la eventual proclamación. En ese momento, al Santo Padre le corresponderá tomar la última decisión.

Luis María Grignon de Monfort fue beatificado por León XIII y canonizado por Pío XII. 


El Vaticano pide a la ONU luchar contra las redes de abuso sexual de niños

Aplaude las medidas encaminadas eliminar el recurso a niños-soldado

ROMA, 13 oct (ZENIT.org).- Al tomar la palabra ante la asamblea general de las Naciones Unidas, el representante de la Santa Sede puso en evidencia que no se puede pensar en lanzar amplios programas de defensa de los derechos de los niños, en particular los que sufren a causa de las guerras, sin promover proyectos de ayuda a la familia.

Monseñor Francis Chullikatt, representante de la Misión permanente de la Santa Sede en las Naciones Unidas, intervino el miércoles pasado ante el tercer Comité de la ONU que afrontaba el tema de la promoción y protección de los derechos de los niños.

El delegado vaticano anunció al inicio de su intervención la firma, por parte de la Santa Sede, el 10 de octubre pasado, de dos protocolos de la Convención de los derechos de los niños, adoptados por la Asamblea General de la ONU el 25 de mayo de este año. Los dos documentos se refieren tanto a los niños víctimas de conflictos armados, como a la venta y abuso sexual de menores en el contexto de la prostitución o pornografía.

Ya el 2 de enero pasado, con motivo del Jubileo de los niños, Juan Pablo II invitó a no olvidar a estas pequeñas víctimas de la violencia y de horrendas formas de abuso (Cf. Zenit, 2 de enero de 2000). Ahora, monseñor Chullikatt confirma que, en coherencia, para defender a los niños la familia desempeña un papel decisivo: «Los niños son separados con frecuencia de sus familias, convirtiéndose en fuerza vulnerable de reclutamiento como niños soldados, esclavos del sexo víctimas manipuladas de otras formas de abuso».

Niños-soldado La Santa Sede pidió a la comunidad internacional un esfuerzo mayor para continuar por la senda de la defensa de los menores, tal y como auspició el informe «Niños y conflictos armados», del secretario general de la ONU, Kofi Annan. El documento considera que en el mundo unos 300 mil niños soldados. «Estos niños no sólo han sido privados de su inocencia y derechos, sino que además tienen que afrontar niveles tremendos traumas emocionales inmediatos y a largo plazo»

Para acabar con esta plaga, el delegado vaticano se dirigió a los gobiernos y productores de armas ligeras para que estos instrumentos de muerte no caigan en manos de los niños, ni sean utilizados contra ellos. Ofreció el apoyo de la Iglesia a la recomendación dada a los gobiernos por el informe de Kofi Annan de encontrar incentivos para eliminar la posibilidad de que individuos, organizaciones, corporaciones y gobiernos comercien armas a cambio de oro, diamantes, madera o moneda fuerte.

Monseñor Chullikatt recordó, en este sentido, la necesidad de continuar avanzando en la prohibición de la producción, venta, almacenamiento y uso de minas antipersonales que siguen asesinando todos los años a unos diez mil inocentes. «La imposición de medidas preventivas no sólo mitigaría el impacto de los conflictos armados sobre los niños, sino que, además, aseguraría el presente y el futuro de generaciones que pueden utilizar los recursos naturales de sus países con fines productivos».

Comercio sexual de menores La delegación vaticana, por último, alabó el trabajo de UNICEF (El fondo de las Naciones Unidas para la infancia) y de otras agencias que se esfuerzan por combatir el tráfico y el comercio sexual de niños con campañas públicas de prevención. «Ahora bien -, para que el problema del tráfico y comercio de abusos sexuales de mujeres y niños sea más eficaz, se requieren leyes firmes para remover los incentivos económicos de quienes lo controlan, así como afrontar las raíces que causan este tráfico, incluyendo aspectos sociales, económicos y morales». 


La Comisión Teológica continúa analizando los problemas del diaconado

Su secretario, «teólogo del Papa», analiza las reacciones a «Dominus Iesus»

ROMA, 13 oct (ZENIT.org).- Del 2 al 7 de octubre se reunió en el Vaticano la Comisión Teológica Internacional para analizar dos argumentos de especial importancia: el diaconado y la relación entre «revelación e inculturación».

El encuentro estuvo presidido por el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y presidente de esta Comisión, que agrupa a la flor y nata de la teología católica.

Entre los miembros de este organismo se encuentran el cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena; el padre Avery Dulles, de Estados Unidos; el padre Santiago del Cura, de España; el sacerdote italiano monseñor Bruno Forte, encargado de la subcomisión que preparó el borrador del último documento publicado por esta Comisión: «Memoria y reconciliación. La Iglesia y las culpas del pasado» (7 de marzo de 2000) .

Por lo que se refiere al tema del diaconado una subcomisión creada para afrontar este argumento, presidida por el profesor Noronha Galvâo, presentó un documento de trabajo («Instrumentum laboris»), de 60 páginas, que lleva por título «Problemas relativos al diaconado».

En una entrevista concedida a «Radio Vaticano», el secretario y moderador de la Comisión, el padre Georges Cottier, quien es también teólogo de la Casa Pontificia (comúnmente conocido como el teólogo del Papa) ha explicado la manera en que se han desarrollado las discusiones.

--Comencemos dando una ojeada al tema del diaconado, que se encontraba en el primer lugar de su agenda de trabajo...

--Georges Cottier: Hemos trabajado bien, pues la preparación de la subcomisión era de óptima calidad. Pasamos, entonces, a la primera votación del texto. Normalmente hacemos dos votaciones, la primera con la posibilidad de introducir modificaciones. En este sentido, han emergido numerosas peticiones de modificaciones. De modo que esperamos poder votar el año próximo el texto definitivo.

La discusión ha sido muy interesante, pues el problema es complejo: no todos están de acuerdo en la interpretación de la documentación que existe sobre el tema del diaconado desde los primeros años del cristianismo. Ahora bien, ha sido un intercambio muy fructuoso.

--Y, por lo que se refiere al tema «revelación e inculturación», ¿qué es lo vieron?

--Georges Cottier: Hemos dedicado mucho tiempo a este tema. Estamos en la etapa preparatoria: escuchamos las relaciones de los miembros de la subcomisión y, a continuación, tuvo lugar una amplia discusión. Esto dará pie a un primer borrador que será votado el próximo año. Teníamos previsto discutir un tercer argumento sobre la Creación, pero sólo pudimos mencionarlo. Será el argumento de examen para el próximo año.

--¿Puede darnos su impresión sobre las reacciones que se han dado a la publicación de la declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe, «Dominus Iesus»?

--Georges Cottier: Para mí ha sido algo muy doloroso la filtración de noticias: tenemos que reflexionar sobre nuestra relación con los medios de comunicación. Ciertamente se dan con demasiada frecuencia filtraciones de noticias: ¿qué sucede cuando hay una filtración? Se toman frases aisladas sin ver el contexto. Mucha gente ha hablado y ha tenido reacciones violentas antes de leer el texto. Es un documento que tiene que leerse con atención: constituye una denuncia del peligro del relativismo en la teología, frente a los misterios esenciales de la fe cristiana. Esperamos que con el tiempo y el estudio atento y sin pasiones todo encuentre su auténtica dimensión y la gente sepa comprender el objetivo de este documento.

--¿Cuál es, según usted, el eje de la declaración «Dominus Jesus»?

--Georges Cottier: El eje es la preocupación por algunas tendencias --algunas, no todas-- que se abren camino en el diálogo interreligioso. No es un texto que afecta al ecumenismo: afecta al diálogo con las religiones, en el que se corre el riesgo de perder de vista lo esencial: el papel central de Jesucristo, Hijo de Dios, hecho hombre. Esto es algo vital para el cristianismo. El documento no está, ni mucho menos, contra el diálogo; al contrario, se alienta claramente el diálogo.


El Papa alienta a Canadá a seguir luchando contra las minas antipersonales

Piensa ya en la próxima Jornada Mundial de los Jóvenes en Toronto

CIUDAD DEL VATICANO, 13 oct (ZENIT.org).- Juan Pablo II aplaudió ayer los esfuerzos que ha realizado Canadá en la lucha contra las minas antipersonales e hizo un llamamiento a la solidaridad como respuesta a la mundialización, en línea con la actitud que demostró ese país de América del Norte en la última reunión de Praga a favor de la reducción de la deuda externa de los países pobres.

Las palabras de aliento del Papa al pueblo canadiense se encuentran en el discurso que el pontífice entregó al nuevo embajador de este país ante el Vaticano, Wilfrid-Guy Licari, nacido en 1947 en Túnez, diplomático de carrera y especialista en el África francófona y en el Magreb.

Armas de muerte El gobierno canadiense ha sido el país líder del proceso que busca la prohibición de la producción, almacenamiento, venta y utilización de minas antipersonales. Un proceso que ha culminado significativamente con la Convención internacional de Ottawa, firmada por 107 países (entre los que no se encuentran ni EE. UU., ni Rusia, ni China) (Cf. «La Santa Sede adhiere al llamamiento para eliminar las minas antipersonales»).

Dirigiéndose a Licari, el Papa manifestó su aprecio por «el compromiso de su país a favor de la paz y de la lucha contra las minas antipersonales; estas últimas hacen todavía demasiadas víctimas a través del mundo, especialmente entre los niños que quedarán marcados para siempre en su carne por las decisiones irresponsables de países en guerra». Cada 20 minutos una persona muere o queda mutilada por la explosión de una mina.

«En este año jubilar --dijo el obispo de Roma--, en el que Cristo nos invita a ser más responsables los unos de los otros, renuevo una vez más mi llamamiento a la comunidad internacional para que se haga todo lo posible para suprimir cuanto antes los campos en los que se han instalado esas armas horribles y para detener su fabricación. Los hombres son la riqueza primordial del planeta y atentar contra uno de ellos implica correr riesgos para toda la humanidad».

Jornadas de la Juventud en Toronto, 2002 Ahora bien, en su discurso, Juan Pablo II dedicó amplio espacio a preparar la próxima Jornada Mundial de la Juventud que tendrá lugar en Toronto el mes de julio de 2000 (Cf. «Nos vemos en Toronto»). Un tema que se encuentra en el orden de la asamblea de obispos canadienses que precisamente comenzó ayer.

Consideró que estas Jornadas son ocasiones únicas para estimular a los jóvenes a formarse en los valores. En este sentido, reconoció ante el embajador canadiense que «es necesario que el conjunto de la comunidad educativa de un país se movilice para transmitir a las futuras generaciones, con la enseñanza y el testimonio de vida, no sólo el saber, sino también un saber hacer y los valores que permiten reconocer el sentido profundo de toda existencia, así como los elementos necesarios para el discernimiento, las decisiones y el actuar humano concreto».

El Papa invitó, de este modo, a prestar atención no sólo a la «formación intelectual y profesional» de los jóvenes sino también «a su educación humana, moral y espiritual». Una educación que implica el respeto de la vida. «Hay que enseñarles el valor de la vida, de toda vida, desde la concepción hasta su ocaso natural --indico--, pues la vida es un don de Dios del que nosotros no somos los dueños».

Por último, cabe señalar que Juan Pablo II recordó el carácter multiétnico de Canadá, en el que viven las comunidades francófona y anglófona, las poblaciones Inuit y los amerindios, así como numerosos inmigrantes procedentes del África, América Latina, Asia, y Europa. Este es uno de los secretos de la «rica» realidad «cultural y humana» canadiense. Por eso, consideró que «es necesario que todas estas culturas, entre las que se encuentran algunas de las más antiguas del continentes, sean plenamente reconocidas y puedan tomar parte activa en la vida social, en el respeto de su carácter específico y con la solicitud natural por la equidad y la solidaridad fraternal» (Cf. «Los obispos piden a Canadá ratificar la convención sobre los migrantes» ).

Juan Pablo II hizo una mención especial al antiguo primer ministro canadiense, Pierre Trudeau, fallecido a inicios de septiembre.