SANTA SEDE

 

NUESTROS HIJOS NOS PEDIRÁN CUENTAS POR EL USO QUE HACEMOS DEL AGUA

Juan Pablo II: «La Iglesia no es una agencia de ayuda humanitaria»

CIUDAD DEL VATICANO, 2 julio (ZENIT.org).- «La carencia de agua será quizá  la cuestión principal que tendrá que afrontar la humanidad en el próximo  futuro». Son palabras del mismo Juan Pablo II que pronunció esta mañana al  recibir a los Consejos de administración de las Fundaciones «Juan Pablo II  para el Sahel» y «Populorum Progressio».

«No basta pensar en las necesidades presentes --añadió--; tenemos una seria  responsabilidad con las generaciones venideras, que nos pedirán cuentas por  nuestro compromiso en salvaguardar los bienes naturales que el Creador nos  ha confiado a los hombres para que los valoremos de manera atenta y  respetuosa».

Compromiso del Papa en la lucha contra el desierto Juan Pablo II ofreció estas reflexiones de ecología cristiana pues muchos  de los presentes en la audiencia, miembros de la Fundación «Juan Pablo II  para el Sahel», están comprometidos directamente en la lucha contra la  desertización. Esta institución comenzó sus actividades por petición del  Santo Padre en 1984, quien cuatro años antes, en Ouagadogou, había pedido a  la comunidad internacional movilizarse para detener el avance del desierto  en los países del Sahel. «Por desgracia, veinte años después, aquel  llamamiento no ha perdido actualidad --afirmó el Papa--: no sólo en las  zonas desérticas de África septentrional, sino también, en todo el planeta,  el problema del agua se ha hecho más grave y urgente». En estos años, la  Fundación pontificia ha financiado proyectos en el Sahel por un valor  superior a los 13 millones de dólares.

Compromiso a favor de los indígenas y afromericanos La otra Fundación creada por Juan Pablo II, cuyos miembros estaban  presentes en la audiencia, es la «Populorum Progressio», nacida en el  contexto de las celebraciones del quinto centenario de la evangelización de  América (1992). Su objetivo consiste en promover el desarrollo integral  entre las poblaciones campesinas pobres de América Latina y el Caribe,  especialmente indígenas o afromaericanas. En estos ocho años, la Fundación  ha financiado proyectos por un valor de unos 9 millones de dólares.

Juan Pablo II aprovechó el encuentro con estas dos Fundaciones, que  dependen del Consejo Pontifico «Cor Unum», organismo vaticano encargado de  promover y alentar la actividad caritativa de las instituciones católicas  en el mundo, presidido por el arzobispo alemán Paul Josef Cordes, para  profundizar en los motivos que llevan a los cristianos a entregarse sin  reservas a promover el desarrollo humano.

La Iglesia no es una agencia humanitaria En particular, el Santo Padre insistió en que «el Jubileo, además de ser  una ocasión de conversión, es también una invitación a hacer gestos de  solidaridad concreta al servicio de los necesitados. Ante la enormidad de  las necesidades del mundo de hoy, la Iglesia quiere ofrecer su  contribución. Ciertamente con los pocos medios con los que cuenta, no puede  afrontar todas las necesidades, pero se esfuerza en ofrecer algunos signos  de esperanza concreta que pueden servir como muestras de la presencia  amorosa de Cristo. El Evangelio narra cómo Cristo con sus milagros  pretendía manifestar la misericordia de Dios por el hombre. Así, a través  de su acción, la Iglesia quiere indicar que Dios está cerca de quien se  encuentra en dificultad para volverle a dar esperanza y dignidad. La  Iglesia no quiere ser simplemente una agencia de ayuda humanitaria, más  bien quiere testimoniar con todos los medios la caridad de Cristo, que  libera al ser humano de todo mal».

Por último, el Santo Padre afirmó que en el «desierto» de nuestro tiempo,  resecado por «la violencia, las calamidades, y el egoísmo», la Iglesia  quiere dar a Cristo, «hecho hombre por amor del hombre». «A quien vive en  este "desierto" de nuestro tiempo la Iglesia quiere dar el agua de la  verdad y del amor».

«Cuando los cristianos se asumen el sufrimiento de las problemáticas de sus  hermanos y hermanas pobres y necesitados --concluyó--, quieren ayudarles  sobre todo a experimentar que Dios les ama y quiere que sean protagonistas  de su desarrollo». 


 

EL PAPA RECIBE AL PRESIDENTE DE CROACIA

Stipe Mesic, de centro-izquierda, sucedió a Franjo Tudjman

CIUDAD DEL VATICANO, 4 julio (ZENIT.org).- Un Papa de buen humor y en buena  forma recibió esta mañana en audiencia al presidente de la República de  Croacia, Stipe Mesic.

Juan Pablo II recibió a Mesic dándole los buenos días en croata. El  encuentro privado duró unos quince minutos. Al final del mismo, el  presidente presentó a su séquito, se tomaron las fotos, y se pasó al  intercambio de dones. Mesic entregó al Papa una escultura de esmalte que  representaba a Jesús y un libro sobre el primer rey de Croacia. Juan Pablo  II le correspondió con las medallas de su pontificado.

Mesic, que ya había venido al Vaticano en 1990, cuando era presidente de la  Federación Yugoslava, poco antes de la disolución, en un breve intercambio  de palabras con los periodistas, deseó volver a ver cuanto antes a Juan  Pablo II. El pontífice ya visitó su país en 1994 y en 1998 para beatificar  al cardenal Alojzije Stepinac, testigo de la fe en este siglo en tiempos de  los regímenes nazi, en un primer momento, y comunista después. En esa  ocasión, el pontífice pidió «una nueva primavera de fe», indicando a los  cristianos la tarea urgente de dar un «nuevo rostro» a la patria.

Mesic, apoyado por una coalición de centro-sinistra, de la que forman parte  muchos antiguos comunistas, sustituyó el año pasado al fallecido Franjo  Tudjman, el protagonista de la independencia de Croacia de Yugoslavia.  Tudjman fue criticado por la concentración de poderes. De hecho, hoy el  gobierno croata presentó el borrador de reforma constitucional que limita  el papel y los poderes del presidente. 


 

VATICANO: LA CUMBRE DE LA ONU PARA EL DESARROLLO DEBE CUMPLIR SUS PROMESAS

En cinco años, la comunidad internacional no ha aplicado sus compromisos

GINEBRA, 4 julio (ZENIT.org).- La Asamblea general extraordinaria de las  Naciones Unidas dedicada al desarrollo social y a la lucha contra la  pobreza (Copenhague+5), que se celebró en del 26 de junio al 1 de julio en  Ginebra, terminó con un documento final de unas setenta páginas y una  declaración de buenas intenciones de tres folios. El miedo de todos ahora  es que la cumbre se quede en eso: buenas intenciones.

Los debates entre las delegaciones de los 160 países --estaban ausentes los  representantes de unas treinta naciones-- duraron hasta la tarde del sábado  pasado. Los resultados, según algunos observadores, podrían ser  considerados como «modestos», aunque confirman el programa y los objetivos  que se adoptaron en la cumbre mundial de Copenhague sobre el desarrollo  social de 1995.

Es interesante constatar que una Conferencia tan importante para combatir  el hambre y la pobreza en el mundo ha recibido mucha menos atención por  parte de los medios de comunicación que las cumbres de la ONU (por ejemplo,  la precedente asamblea sobre la mujer) en las que se habla de argumentos  ligados a la «salud reproductiva», o en las que se busca promover la  legalización del derecho al aborto y el reconocimiento de las parejas de  hecho.

Buenas intenciones, pocos compromisos 
La declaración política final de esta Asamblea de la ONU de Ginebra exige  que se apliquen los compromisos adoptados en la Conferencia mundial de  Copenhague, a pesar de que en estos cinco años se han alcanzado muy pocos  resultados. Entre otras cosas, se ha confirmado el deber de la luchar por  reducir a la mitad la pobreza en el mundo para antes del 2015 y el  compromiso para aumentar la asistencia al desarrollo por parte de los  países más ricos hasta llegar al nivel del 0,7 por ciento de su producto  nacional bruto.

En Ginebra, la comunidad internacional se ha propuesto asegurar los  servicios sociales básicos --particularmente educación y sanidad--, cuando  hay que afrontar crisis financieras. Sin embargo, no se ha tomado ninguna  medida para aligerar el problema de la deuda de los países más pobres: la  Asamblea se ha limitado en este sentido a hacer llamamientos y a acelerar  el diálogo para alcanzar resultados concretos. No se dio ningún paso  positivo en la apertura de los mercados de los países ricos a los productos  de las naciones pobres.

Se están buscando todavía nuevas estrategias para crear puestos de trabajo  y desarraigar la pobreza, única respuesta posible a los 1.500 millones de  seres humanos que viven con menos de un dólar al día. En el encuentro  participaron casi 7 mil delegados, sin embargo, la presencia de jefes de  Estado y de Gobierno fue muy baja, especialmente entre los países del norte.

Intervención vaticana 
El jefe de la delegación de la Santa Sede en la Asamblea, el obispo  Diarmuid Martin, intervino para dejar claro que de nada sirve el que en  estos encuentros de la ONU se hagan mil promesas, si después no hay  voluntad real para cumplirlas. Por ello, denunció la «incapacidad de la  comunidad internacional para adoptar las medidas necesarias --tanto a nivel  financiero como a nivel de voluntad política-- para alcanzar ciertos  objetivos y metas proclamados solemnemente y considerados como abordables y  deseables».

Una grave pérdida de confianza por parte de los ciudadanos «Un requisito para que se dé una auténtica comunidad de naciones es que  cumplan las promesas tanto por parte de los fuertes como de los débiles  --explicó el representante del Papa ante la Asamblea de la ONU--. Hoy más  que nunca necesitamos un orden internacional, en el que las relaciones  entre los Estados estén basadas en el papel del derecho y el respeto por  las normas y compromisos internacionalmente asumidos».

«Todos los Estados --dijo monseñor Martin--, ricos y pobres, tienen que  tener un acceso justo a los procesos de decisiones del mundo globalizado.  El fracaso de las naciones para aplicar los compromisos solemnemente  proclamados debilita la confianza de los ciudadanos del mundo en las normas  e instrumentos internacionales, precisamente en un momento en el que su  importancia para la cooperación mundial aumenta día a día».

«Un mundo que deja a millones de ciudadanos al margen del progreso no tiene  derecho a llamarse "global" --denunció Martin--. ¡El término "global" tiene  que convertirse en sinónimo de "inclusivo"! Por decirlo con palabras de  Juan Pablo II, necesitamos "globalización con solidaridad, globalización  sin marginación". De hecho, no hay una alternativa sostenible a la  solidaridad. La otra opción sería un mundo basado en relaciones de  proteccionismo, fundadas en el miedo, las suspicacias, y la exclusión». 


 

EL JUBILEO DE LA CÁRCEL NO ES SOLO PARA LOS PRESOS

La Santa Sede pide involucrar a todas las comunidades cristianas

CIUDAD DEL VATICANO, 4 julio (ZENIT.org).- Los organizadores del Jubileo  del mundo de las cárceles, que tendrá lugar el próximo 9 de julio, han  hecho un llamamiento para que todas las parroquias se unan durante la misa  a esta celebración, pues no sólo está pensada para los presos, sino que  debe interpelar a todos los cristianos.

Monseñor Giorgio Caniato, coordinador del Comité para el Jubileo en las  Cárceles, ha distribuido un comunicado en el que explica que Juan Pablo II  quiere que este Jubileo no sólo sirva para ayudar a los encarcelados.  Quiere que lo vivan todos, en especial, los cristianos que viven y trabajan  en la cárcel y en el mundo penal: agentes, magistrados, abogados,  voluntarios, capellanes, y personal administrativo...

«Sería oportuno invitar a los "trabajadores del mundo penal" que no  pudieran celebrar el Jubileo en la cárcel, a que lo hicieran en una Iglesia  jubilar de la ciudad», explica el organizador de este acontecimiento eclesial.

En particular, el Caniato propone «Imprimir carteles y carteleras para  exponerlos en todas las Iglesias donde se diga "Jubileo en las Cárceles del  Mundo"».

Además explica que es preciso preparar el Jubileo: «en la cárcel con  catequesis y confesiones; fuera de ella con conferencias y momentos de  oración».


 

DIOS BUSCA AL HOMBRE, PERO EL HOMBRE PUEDE RECHAZARLO

Juan Pablo II: el primer paso en el amor es siempre de Dios

CIUDAD DEL VATICANO, 5 julio (ZENIT.org).- ¿Cómo se puede encontrar a Dios? Esta es la pregunta que todo hombre se ha hecho a lo largo de la historia y a la que respondió esta mañana Juan Pablo II durante la audiencia general con 33 mil peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro.

Ahora bien, la respuesta fue sorprendente, trastocó los términos del interrogante: antes de que el hombre se ponga en búsqueda de Dios, Dios ya lo está buscando. Por eso, la auténtica pregunta es: ¿cómo sale Dios al encuentro del hombre? El pontífice comenzó así una nueva serie de reflexiones en este Jubileo del año 2000. Hasta ahora, sus intervenciones de los miércoles habían buceado en el misterio de los misterios del cristianismo: la Trinidad. Dios, que es tres personas, y que sólo puede tratar de definirse con la palabra amor.

El pontífice comenzó citando a san Pablo y un sorprendente oráculo de Isaías que dice: «Me encontraron los que no me buscaban; me manifesté a quienes no preguntaban por mí». Es Dios quien toma la iniciativa. «Perseguido por Dios, el hombre ya advierte su presencia, ya es irradiado por la luz que está detrás, a sus espaldas, ya es interpelado por esa voz que le llama desde lejos. De este modo, comienza a buscar él mismo al Dios que le busca: buscado se pone en búsqueda; amado comienza a amar», explicó el Santo Padre.

Juan Pablo II comenzó esa serie de pinceladas con las que busca ilustrar «esa sugerente intersección entre la iniciativa de Dios y la respuesta del hombre» y la presentó como «componente fundamental de la experiencia religiosa». En efecto, se trata de una experiencia que no sólo hacen los cristianos. Testimonios de otras religiones, incluso de hace 2700 años, lo confirman. El obispo de Roma citó, por ejemplo, una sorprendente oración del rey Nabucodonosor, enemigo del pueblo de Israel y destructor de Jerusalén, quien en el año 587 antes de Cristo se dirigía a Dios en una oración que ha sido conservada como al único que puede hacer recta su existencia. El Corán de «nuestros hermanos musulmanes» --así les considera el Papa-- comienza constatando cómo es Dios quien guía los pasos del hombre. El Antiguo Testamento, está lleno hasta los topes de testimonios del pueblo judío en el que aparece «la conciencia de la primacía de Dios que se pone en búsqueda del hombre para llevarle al horizonte de su luz y de su misterio».

Ahora bien, Dios da el primer paso, pero no sustituye al hombre, quien tiene que «dejarse alcanzar por Dios y a abrirle la puerta de su vida; es más, tiene la posibilidad de cerrarse a estas invitaciones».

«Si Cristo no se pusiera en camino por las sendas del mundo, nosotros quedaríamos solitarios en nuestro pequeño horizonte», añadió el Papa.

De hecho, «el itinerario del encuentro entre Dios y el hombre tendrá lugar bajo la égida del amor», concluyó el pontífice. «A nosotros se nos pide el amor fraterno como respuesta al amor de Dios». De este modo, «del abrazo entre el amor divino y el humano florecen la salvación, la vida, la alegría eterna». 


 

EL JUBILEO CON OJOS DE MUJER

Una exposición subraya la participación en el Año Santo del género femenino

ROMA, 5 julio (ZENIT.org).- La otra mitad del Jubileo: peregrinas, pías mujeres, anfitrionas, benefactoras aristocráticas y otras innumerables figuras femeninas que pueblan el amplio fresco del transcurrir de los años santos, ha sido puesta de relieve en una exposición inaugurada en Roma.

La original muestra, abierta hoy en el Museo Vittoriano de Roma, saca a la superficie la historia sumergida de un fenómeno de devoción y costumbres que a menudo ha visto a las mujeres en el papel de protagonistas.

«Las mujeres en los tiempos del Jubileo» ve la luz por iniciativa de la Fundación Bellisario, con la colaboración del Ayuntamiento de Roma, la Agencia para el Jubileo y los ministerios de los Bienes Culturales y de Igualdad de Oportunidades.

Una muestra rica y heterogénea que pasa de las pinturas a los vestidos y a las imágenes votivas, para reconstruir con cuidado las transformaciones del «estilo» femenino en la participación en los años santos. El recorrido expositivo se articula en cuatro partes. La primera, a modo de introducción, se centra sobre las figuras clave de Santa Helena, madre del emperador Constantino, y la Verónica. Esta última representada por la creatividad de genios como Durero, Vasari, Vouet y Parmigianino.

La siguiente sección está dedicada a las peregrinas, cuya presencia a partir de la mitad del siglo XVI, gracias al desarrollo de los viajes organizados de las cofradías, se hace más consistente y activa en las celebraciones. La tercera parte de la muestra se concentra en el tema de la acogida reservada al peregrino.

La última etapa del itinerario se centra en tres mujeres-clave de tres años santos: Santa Brígida, llegada a Roma para el Jubileo de 1350; la princesa Olimpia Pamphilij, protagonista del Año Santo del 1650, mujer que fue objeto de burlas por su amor por el juego, pero que promovió iniciativas de caridad durante los Jubileos imitadas por las mujeres de la nobleza romana; y Cristina de Suecia, la soberana que renunció al trono para hacerse católica y que la Roma jubilar acogió festiva en 1675.


 

ÚLTIMOS PREPARATIVOS PARA LAS VACACIONES DEL PAPA

Las vacaciones de verano del Papa serán más breves en este Jubileo

CIUDAD DEL VATICANO, 5 julio (ZENIT.org).- La audiencia general de este miércoles ha sido la última que ha dado el Papa en el Vaticano antes de salir de vacaciones veraniegas. En el Valle de Aosta, sumergido en los Alpes italianos, ya está todo preparado para acoger a Juan Pablo II por octava vez.

En esta ocasión, sin embargo, en el pueblecito de montaña de Introd, le espera una nueva casa. Hasta ahora, el Papa se alojaba en un pequeño chalet de piedra. Ahora, en ese mismo terreno propiedad de los Salesianos, a unos cien metros de distancia, se ha construido una casa de dos pisos, con aires arquitectónicos típicos de esta región.

En el interior, un ascensor evitará que el Santo Padre tenga que subir continuamente las escaleras, como sucedía en la casa en la que se alojaba los años anteriores. La vivienda se encuentra en una planicie sobre la que domina el monte Gran Paraíso y desde donde se puede admirar el Mont Blanc, el Monte Rosa, el Gran Combin y la Punta Chaligne.

La gente del lugar, en general muy callada, subraya el carácter reservado de estos parajes, algo que sin duda aprecia Karol Wojtyla. En sus recorridos por la montaña, el Papa suele encontrarse con turistas o gente de los parajes, y en más de una ocasión se sienta a conversar con los lugareños. Las únicas citas públicas del Papa durante estos días de descanso serán el rezo de la oración mariana del «Angelus», el domingo.

El Papa dedica sus días de descanso a la oración (para él la contemplación de la naturaleza siempre ha sido un momento particular de elevación trascendente), a la lectura, a los ratos de conversación con amigos de toda la vida --es posible que venga alguno de Polonia--, y a pasear entre los bosques. Suele ser también el momento privilegiado para preparar algún documento o discurso particularmente importante.

Albert Cerise, consejero regional y compañero del Papa en sus excursiones por la montaña, ha preparado una serie de itinerarios con diferentes grados de dificultad y extensión para que el obispo de Roma pueda escoger sus excursiones. Estos recorridos, sin embargo, permanecen en las vísperas totalmente secretos.

Las vacaciones del Papa en este año del Jubileo serán breves. Llegará el 10 de julio, 24 horas después de haber visitado la cárcel romana «Regina Coeli» en un avión con capacidad para 32 personas hasta el aeropuerto de Aosta. Desde allí, llegará a la localidad de Introd en coche. Está previsto que se quede sólo hasta el 22 julio. En años anteriores, el Papa pasaba unos quince días de vacaciones en la montaña. Los compromisos del Jubileo, le obligan en esta ocasión a regresar antes a Castelgandolfo, la localidad situada a unos 30 kilómetros de Roma donde pasará el resto de los días del verano, manteniendo su ritmo de trabajo ordinario.


 

EE.UU.: «ENCUENTRO 2000» O LA CONTRIBUCIÓN DE LOS CATÓLICOS HISPANOS

Juan Pablo II les pide contribuir en la nueva evangelización en el país

LOS ÁNGELES, 6 julio (ZENIT.org).- Del 6 al 9 de julio tiene lugar, en el Centro de Convenciones de Los Ángeles (California), «Encuentro 2000», un acontecimiento eclesial de carácter histórico, pues constituye un paso decisivo para la integración en la Iglesia estadounidense de los católicos hispanos, la comunidad con el mayor crecimiento en el país.

La cita, organizada por el Secretariado de Asuntos Hispánicos, contará con la participación de los máximos representantes de la Iglesia estadounidense, y es considerada como un acto celebrativo nacional del Jubileo.

En el pasado, esta conferencia ya había sido organizada por la comunidad católica hispana del país. Se trataba de ocasiones particularmente interesantes para promover el diálogo entre los hispanos de Estados Unidos. Esta vez, sin embargo, los obispos han pedido a los promotores que la cita se transforme en una reunión nacional, para celebrar la riqueza de la diversidad étnica y cultural de la Iglesia en EE. UU. El lema del encuentro es «Muchos rostros en la casa de Dios: una visión católica para el tercer milenio».

Con este motivo, Juan Pablo II ha enviado una carta a los obispos católicos de Estados Unidos, hecha pública hoy, en la que subraya cómo «Encuentro 2000» es la ocasión para «señalar la importante contribución que todos los católicos juntos tienen que ofrecer a la misión de la Iglesia en Estados Unidos».

«En la aurora del nuevo milenio, cuando la comunidad católica en América asume el desafío de la nueva evangelización --dice el Papa--, todos están llamados a encarnar esa fecunda unidad en la diversidad que tiene sus orígenes en la comunión de la Trinidad y que es la fuente dinámica de la misión de la Iglesia en el mundo».

«Mi esperanza --confiesa el pontífice-- es que este "Encuentro", al reunir a representantes de muchos grupos lingüísticos y culturales que conforman la Iglesia en Estados Unidos, lleve a un testimonio más efectivo del Evangelio y todos los niveles de la sociedad estadounidense».

La decisión de confiar este encuentro nacional al Secretariado para los Asuntos Hispánicos demuestra la importancia creciente de los habitantes de origen latino en el país. Según revelaba un estudio de marzo pasado publicado por la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, la mayoría de los católicos de Estados Unidos, en los próximos años, serán de origen hispano. En los últimos cuarenta años los católicos latinos han aumentado en un 71 por ciento.

Se calcula que de los 30 millones de hispanos que vivían en Estados Unidos en 1998, entre el 67 y el 71 por ciento son católicos (entre 20.1 y 21.3 millones). Esto significa que constituyen el 30 o el 38 por ciento de los católicos norteamericanos.

El estudio revela, además, que, en el 50 por ciento de las diócesis del país, los hispanos experimentan la acción militante de otros grupos religiosos proselitistas que les invitan a convertirse y abandonar su fe. Este dato es cuatro veces superior al registrado en 1990.

Puede consultar el estudio en la página web http://www.nccbuscc.org/hispanicaffairs/study.htm


 

EL PAPA RECUERDA A POLÍTICOS Y CATÓLICOS LA OPCIÓN PREFERENCIAL POR LOS POBRES

Fiesta de 30 mil polacos en el Vaticano con el pontífice

CIUDAD DEL VATICANO, 6 julio (ZENIT.org).- «Reformas económicas justas», «en beneficio de todos, especialmente de los pobres», para alejar «el fantasma de la pérdida del trabajo, de un techo, de la salud o de la posibilidad de educarse». Este es el llamamiento que lanzó esta mañana Juan Pablo II al participar en el Jubileo nacional de Polonia.

Ha sido un encuentro extraordinario: treinta mil peregrinos polacos procedentes no sólo de Polonia, sino también de Ucrania, Rusia y Estados Unidos, esperaban desde la aurora la llegada del Papa al atrio de la basílica de San Pedro, adornado con estupendas flores. Participaron todas las autoridades del país: el presidente de la República, Aleksander Kwasniewski, el primer ministro Jerzy Buzek, los presidentes de la Cámara de diputados Maciej Plazynsksi y del Senado Alicja Grzeskowiak.

Ahora bien el llamamiento del Papa no sólo se dirigía «a políticos, empresarios y organizaciones caritativas», sino que interpelaba también «a todos aquellos que pueden remediar la indigencia de los demás».

Los madrugadores polacos comenzaron a animar la espera del Papa a las 6:30 de la mañana. Cuando llegó el pontífice, a las 8:00, le acogieron con cantos montañeros, mientras en una soleada plaza de San Pedro los peregrinos enarbolaban las banderas del Estado pontificio y de Polonia o mostraban iconos de la Virgen de Jasna Gora.

«El hoy de la Iglesia --dijo el Santo Padre a sus compatriotas-- tiene que ser vivido como un "hoy" de los pobres, de los oprimidos, de los que están solos, de los enfermos». «Que se les proclame este año de gracia --añadió-- a través de obras de amor activo, a través del esfuerzo por formar una cultura de la solidaridad y de la colaboración».

«Que el fantasma de la pérdida del trabajo, de un techo, de la salud o de la posibilidad de educarse --continuó diciendo el Papa-- no se convierta en una sombra para la alegría de vivir el año jubilar. Es necesario que todos los responsables de la vida social de nuestro país hagan todos los esfuerzos para que la introducción de reformas económicas justa se realice con provecho para todos, especialmente para los más pobres».

«El año jubilar --concluyó-- es una ocasión particular para que todos los miembros de la comunidad de la Iglesia --eclesiásticos y laicos-- emprendan obras de misericordia a favor de los hermanos. Al preparar programas pastorales en el país, en la diócesis, en la parroquia, es necesario volver constantemente a la idea de la opción preferencial a favor de los pobres y necesitados».


 

EL VATICANO RECUERDA QUE LOS DIVORCIADOS VUELTOS A CASAR NO PUEDEN COMULGAR

Declaración del Consejo Pontificio para la Interpretación de los Textos Legislativos

CIUDAD DEL VATICANO, 6 julio (ZENIT.org).- La Santa Sede ha recordado hoy con una declaración oficial del Consejo Pontificio para la Interpretación de los Textos Legislativos que los divorciados que se han vuelto a casar no pueden recibir la comunión.

«Se trata de salvaguardar los sacramentos de la Eucaristía y del Matrimonio, instituidos por Cristo para la santificación de los fieles y la salvación del mundo», explica en declaraciones a «Zenit», monseñor Julían Herranz, presidente del Consejo Pontificio para la Interpretación de los Textos Legislativos, que firma la declaración.

«Hacía falta --continúa explicando monseñor Herranz-- recordar el carácter sagrado de la Eucaristía, de la recepción del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, y que es necesario prepararse de manera adecuada para ello. Pero la tendencia actual consiste en no hacer un examen de conciencia apropiado. San Pablo recomienda a los corintios que no deben comulgar "indignamente" y esto mismo es lo que quiere recordar la declaración».

Al mismo tiempo, monseñor Herranz insiste en la belleza del matrimonio cristiano, «la gran victoria del cristianismo frente a la mentalidad pagana y su concepción de un amor precario». «La Iglesia propone una visión del matrimonio estupenda --añade--, realmente poética, que sin embargo no es un "sueño", no es una "utopía". Es el don recíproco de un hombre y de una mujer para siempre. Hace un llamamiento a los cónyuges a dar lo máximo del amor, en todas las circunstancias, sabiendo que toda vida humana en común exige comprensión y perdón».

No hay novedades A la luz de esta visión sumamente positiva, enraizada en el amor, ha de leerse, según monseñor Herranz, la declaración que hoy ha publicado. En ella, no hace más que recordar lo que dice el Código de Derecho Canónico, el Catecismo de la Iglesia Católica y otros documentos de Juan Pablo II y de la Santa Sede. Por tanto no hay novedades. Ahora bien, el Consejo Pontificio para la Interpretación de los Textos Legislativos ha tenido que volver a recordar esta doctrina ante la cantidad de consultas que ha recibido su organismo, así como la Congregación para la Doctrina de la Fe y la Congregación para el Culto Divino y los Sacramentos.

Algunos autores, reconoce la declaración firmada por monseñor Herranz, hacen algunas interpretaciones de los documentos de la Iglesia, según las cuales, en una época en la que el divorcio se ha convertido en una costumbre, se habría perdido la conciencia de su gravedad y ya no sería motivo de escándalo para la gente. Por este motivo, podría pensarse en aceptar la comunión para los divorciados que se han vuelto a casar.

Ley de Dios y de la Iglesia La declaración aclara que no se trata de una prohibición que hace ahora la Iglesia, por motivos de oportunidad, «deriva de la ley divina y trasciende el ámbito de las leyes eclesiásticas positivas: éstas no pueden introducir cambios legislativos que se opongan a la doctrina de la Iglesia». Y ante algo que ha sido expresado claramente por la Revelación de Dios la Iglesia no tiene ninguna facultad para hacer cambios.

« En efecto, recibir el cuerpo de Cristo siendo públicamente indigno constituye un daño objetivo a la comunión eclesial; es un comportamiento que atenta contra los derechos de la Iglesia y de todos los fieles a vivir en coherencia con las exigencias de esa comunión», explica el documento. «Tal escándalo sigue existiendo aún cuando ese comportamiento, desgraciadamente, ya no cause sorpresa: más aún, precisamente es ante la deformación de las conciencias cuando resulta más necesaria la acción de los pastores, tan paciente como firme, en custodia de la santidad de los sacramentos, en defensa de la moralidad cristiana, y para la recta formación de los fieles».

Caridad Por último, el texto pide a los sacerdotes que sepan explicar los motivos de esta norma, con mucha caridad, sin herir a las personas. «Pero cuando se presenten situaciones en las que esas precauciones no hayan tenido efecto o no hayan sido posibles, el ministro de la distribución de la Comunión debe negarse a darla a quien sea públicamente indigno. Lo hará con extrema caridad, y tratará de explicar en el momento oportuno las razones que le han obligado a ello. Pero debe hacerlo también con firmeza, sabedor del valor que semejantes signos de fortaleza tienen para el bien de la Iglesia y de las almas».

Cuando Cristo utilizó estas palabras sobre el carácter de entrega total y para siempre del matrimonio, sus discípulos le dijeron: «Si tal es la condición del hombre respecto de su mujer, no trae cuenta casarse» (Mateo, 19, 10). Pero su mensaje sólo puede entenderse a la luz de la fe. O, como diría Jesús, «No todos entienden este lenguaje, sino aquellos a quienes se les ha concedido».