HOMILÍA V

 

La salida de los hijos de Israel.

1. AT/INTERPRETACION: Doctor de los pueblos en la fe y en la verdad 1, el apóstol Pablo ha transmitido a la Iglesia, cómo deben ser usados los libros de la Ley, que fueron recibidos por otros y que eran desconocidos y muy extraños para ella, para que, al recibir enseñanzas ajenas y sin conocer la regla de estas enseñanzas, no vacile con un escrito extraño. Por eso él mismo, en algunos pasajes, pone ejemplos de interpretación, para que nosotros hagamos de modo semejante en otros casos, de modo que en razón de la similitud de la lectura y del escrito de los judíos, no creamos que nos hemos convertido en discípulos suyos.

Él quiere que los discípulos de Cristo se diferencien de los discípulos de la sinagoga en que si ellos interpretaron mal la Ley y por eso rechazaron a Cristo, nosotros, interpretándola espiritualmente, mostremos que ha sido dada para la instrucción de la Iglesia. Pues los judíos entienden simplemente que los hijos de Israel partieron de Egipto 2, que su primera partida fue desde Ramesés, que desde allí llegaron a Sukot 3, y que de Sukot llegaron a Etam cerca de Epauleum junto al mar 4; después entienden sin más, que allí les precedió la nube y les siguió la roca, de la que bebían el agua 5, que pasaron a través del mar Rojo y que llegaron al desierto del Sinaí 6.

Nosotros, sin embargo, veamos qué regla para interpretar estas cosas nos ha transmitido el apóstol Pablo. Escribiendo a los corintios en algún pasaje dice así: En efecto, sabemos que todos nuestros antepasados estuvieron bajo la nube, y que todos fueron bautizados en Moisés en la nube y en el mar, y todos comieron la misma comida espiritual y bebieron la misma bebida espiritual. Bebían de la roca espiritual que les seguía; esta piedra era Cristo 7. Ya veis cuánto se distingue la. lectura histórica de la interpretación de Pablo: lo que los judíos piensan que es el paso del mar, Pablo lo llama bautismo; lo que ellos consideran nube, Pablo lo presenta como el Espiritu Santo; y de este mismo modo que éste quiere que sea entendido lo que el Señor manda en los Evangelios diciendo: El que no renazca de agua y de Espíritu Santo, no puede entrar en el Reino de los cielos 8.

Aún más, el maná, que los judíos consideran como alimento del vientre y saciedad de la garganta, Pablo lo llama alimento espiritual 9. Y no sólo Pablo, también el Señor dice Él mismo en el Evangelio: Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. El que coma del pan que yo le daré, no morirá para siempre 10. Después de esto, añade: Yo soy el pan que ha bajado del cielo 11.

En cuanto a la roca que les seguía, dice abiertamente Pablo: La roca era Cristo 12. ¿Qué haremos, pues, nosotros que hemos recibido de Pablo, maestro de la Iglesia, tales reglas de interpretación? ¿Acaso no es justo que observemos en diversos casos esta regla que nos ha transmitido en un ejemplo similar? ¿O bien, como algunos quieren, debemos volver a las fábulas judaicas 13, abandonando lo que nos ha transmitido tan grande e ilustre Apóstol? A mí, ciertamente, exponer otra cosa distinta de lo que parece enseñar Pablo, creo que es tender las manos a los enemigos de Cristo y sería lo que dice el profeta: ¡Ay del que da a beber a su prójimo su veneno embriagante! 14 Por tanto, cultivemos las semillas de la inteligencia espiritual recibidas del santo apóstol Pablo, en la medida en que se digne iluminarnos el Señor gracias a vuestras oraciones.

2 Partiendo de Ramasés los hijos de Israel—dice— llegaron a Sukot, y de Sukot llegaron a Etam 15. Si hay alguno que se prepara para marcharse de Egipto, si hay alguno que desea abandonar las obras oscuras de este mundo y las tinieblas de los errores, debe salir ante todo de Ramesés. Ramesés significa «erosión de la polilla». Si, pues, quieres llegar a que el Señor sea tu guía y te preceda en la columna de nube 16 y te siga la piedra que te ofrece un alimento espiritual y una bebida espiritual 17, debes escaparte y salir de Ramesés y no guardar tesoros allí donde la polilla roe y los ladrones socavan y roban 18. Esto es lo que dice claramente el Señor en los Evangelios: Si quieras ser perfecto, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; después ven y sígueme 19. Esto es partir de Ramesés y seguir a Cristo.

Veamos pues cuál es el lugar del campamento, al que se llega desde Ramesés. Llegaron —dice— a Sukot 20. Los intérpretes de los nombres afirman que entre los hebreos Sukot significa «tiendas». Por tanto, cuando, abandonando Egipto, apartes de ti las polillas de toda corrupción y rechaces las excitaciones de los vicios, vivirás en tiendas. En efecto, habitamos en tiendas, de las que no queremos ser despojados, sino revestidos 21. El que vive en tiendas, disponible y sin equipajes, es el que corre hacia Dios.

Pero no hay que permanecer aquí, sino que urge partir, levantar también los campamentos de Sukot y apresurarse hasta llegar a Etam 22. Etam en nuestra lengua se traduce por: «signos para ellos». Y con razón, puesto que oirás decir aquí: Dios marchaba delante de ellos, durante el día en la columna de nube y por la noche en la columna de fuego 23; verás que los signos divinos no se realizaron junto a Ramesés, ni junto a Sukot, que son los segundos campamentos de los que partieron, sino que se produjeron en el tercer campamento. Recuerda lo que se ha leído antes, cuando Moisés decía al Faraón: Haremos un camino de tres días por el desierto, y allí ofreceremos sacrificios al Señor Dios nuestro 24. Éste era el triduo al que Moisés se apresuraba y al que se oponía el Faraón, que decía: No vayáis demasiado lejos 25. El Faraón no permitía que los hijos de Israel llegasen al lugar de los signos, no les permitía avanzar hasta el punto de poder gozar de los misterios del tercer día. Escucha al profeta que dice: Después de dos días nos resucitará, y al tercer día resurgiremos y viviremos en su presencia 26.

Para nosotros el primer día es la pasión del Salvador, el segundo, el día en que Él descendió al infierno y el tercero es el día de la resurrección 27, y por eso en el día tercero Dios marchaba delante de ellos, durante el día en la columna de nube, por la noche en la columna de fuego 28. Ahora bien, si, según hemos dicho antes, el Apóstol nos enseña con razón que en estas palabras se contienen los misterios del bautismo 29, entonces es necesario que los que han sido bautizados en Cristo, hayan sido bautizados en su muerte y con Él hayan sido sepultados 30, y con El al tercer día resuciten de entre los muertos aquellos que, según lo que dice el Apóstol, Él ha resucitado consigo y los ha hecho sentar en los cielos 31.

Por tanto, cuando hayas sido recibido en el misterio del tercer día, Dios comenzará a conducirte y El mismo te mostrará el camino de la salvación.

3. Veamos ahora qué se dice a continuación a Moisés, qué camino se le manda elegir. De Etam, cambiando de dirección, dirigid el camino entre Epauleum y Magdolum, que está frente a Beelsefon 32. Esto significa: Epauleum, «subida tortuosa»; Magdolum, «torre»; Beelsefon, «subida de la atalaya» o «que tiene una atalaya». Quizá tú pensaras que el camino que Dios muestra es un camino llano y fácil, sin ninguna dificultad ni esfuerzo: no, es una subida, y una subida tortuosa. No es un camino descendente el que conduce a las virtudes, se trata de una ascensión, una angosta y difícil ascensión. Escucha al Señor cuando dice en el Evangelio: El camino que conduce a la vida es estrecho y angosto 33. Observa, pues, qué consonancia hay entre el Evangelio y la Ley. En la Ley se muestra que el camino de la virtud es una subida tortuosa; en el Evangelio se dice que el camino que conduce a la vida es estrecho y angosto 34.

¿Acaso no es verdad que hasta los ciegos pueden ver claramente que la Ley y el Evangelio han sido escritos por uno y el mismo Espiritu? El camino por el que marchan es, por tanto, una subida tortuosa, y una subida de atalaya o que tiene una atalaya; la subida se refiere a los actos, la atalaya a la fe. Muestra que tanto en las obras como en la fe hay mucha dificultad y mucho esfuerzo. En efecto, a los que quieren obrar según Dios se les oponen muchas tentaciones, muchos estorbos. Así, te encontrarás en la fe con muchas cosas tortuosas, muchas preguntas, muchas objeciones de los herejes, muchas contradicciones de los infieles. Éste es el camino que deben recorrer los que siguen a Dios; pero en este camino hay una torre.

¿Qué es esta torre? Seguramente, la que dice el Señor en el Evangelio: ¿Quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no comienza por sentarse y calcular los gastos, a ver si tiene para terminar? 35 Esta torre es, por tanto, el trono arduo y excelso de las virtudes. Escucha lo que dice el Faraón al ver estas cosas: Éstos se equivocan 36. Para el Faraón, el que sigue a Dios se equivoca, porque, como ya hemos dicho, el camino de la sabiduría es tortuoso, tiene muchas curvas, muchas dificultades y muchas angosturas. De este modo, cuando confiesas que hay un solo Dios, y en la misma confesión afirmas que el Padre, el Hijo y el Espiritu son un solo Dios, ¡cuán tortuoso, cuán inextricable parece esto a los infieles! Aún más, cuando dices que el Señor de la majestad 37 fue crucificado y que el Hijo del hombre es el que ha bajaudo del cielo 38, ¡cuán tortuosas y difíciles parecen estas cosas! El que las oye, si no las oye con fe, dice que éstos se equivocan; pero tú mantente firme y no dudes de esta fe, sabiendo que Dios te muestra el camino de esta fe. En efecto, Él mismo dice: Levantad el campamento de Etam, plantadlo entre Epauleum y Magdolum frente a Beelsefon 39.

Huyendo pues de Egipto llegas a estos lugares, llegas a las subidas de las obras y de la fe, llegas al edificio de la torre, llegas también al mar y las olas vienen a tu encuentro. En efecto, el camino de la vida no se recorre sin tentaciones, como dice el Apóstol: Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo, sufrirán persecución 40. También Job proclama: Tentación es nuestra vida sobre la tierra 41. Esto es lo que significa el haber llegado al mar.

4. Si, siguiendo a Moisés, esto es, la Ley de Dios, recorres este camino, el egipcio te perseguirá y te atacará, pero mira lo que ocurre: Se levantó el ángel del Señor, que marchaba delante del campamento de Israel y se puso tras ellos. Se levantó también la columna de nube de delante de ellos y se colocó tras ellos, entrando entre el campamento de los egipcios y el de los israelitas 42.

Esta columna de nube se convirtió en muralla para el pueblo de Dios, pero impuso a los egipcios tinieblas y oscuridad. En efecto, no se dirige la columna de nube a los egipcios para que vean la luz, sino para que permanezcan en las tinieblas porque amaron las tinieblas más que la luz 43. También tú, si te marchas de Egipto y huyes del poder de los demonios, mira cuántos auxilios te son divinamente preparados, mira de cuántos auxilios dispondrás. Hasta tal punto que si, permaneces fuerte en la fe, ni te aterrorizarán la caballería y las cuadrigas de los egipcios, ni te quejarás contra Moisés—la Ley de Dios—, ni dirás, como algunos de ellos dijeron: Como si no hubiese sepulcros en Egipto, nos ha sacado para morir en el desierto. Mejor nos habría sido servir a los egipcios que morir en este desierto 44. Éstas son palabras de un alma que decae en la tentación.

Pero ¿quién es tan feliz que esté libre del peso de las tentaciones, de modo que ningún pensamiento de duda sorprenda su alma? Mira lo que el Señor dice al gran fundamento de la Iglesia, a aquella roca solidísima sobre la cual Cristo fundó la Iglesia: Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado? 45 Las palabras: Mejor nos habría sido servir a los egipcios que morir en el desierto 46, son palabras de tentación y de fragilidad. Por otra parte, es falso. Es mucho mejor morir en el desierto que servir a los egipcios. El que muere en el desierto, precisamente a causa de haberse separado de los egipcios y de haberse alejado de los rectores de las tinieblas 47 y de la potestad de Satanás, ha hecho algún progreso, aunque no haya podido llegar a la plenitud. Es mejor morir en el camino buscando una vida perfecta que no partir en búsqueda de la perfección. Por tanto, parece falsa la opinión de los que, mientras exponen que el camino de la virtud es demasiado arduo y mientras enumeran sus muchas dificultades, sus muchos peligros y caídas, no juzgan necesario recorrerlo o comenzarlo. Sin embargo, es mucho mejor morir en este camino, si fuera necesario, que, por permanecer entre los egipcios, ser entregado a la muerte y ser engullido por saladas y amargas olas.

Entre tanto, Moisés clama al Señor. ¿Cómo clama? No se oye la voz de su grito y sin embargo, Dios le dice: ¿Por qué clamas a mi? 48 Querría yo saber cómo lo santos claman a Dios sin usar la voz. El Apóstol enseña: Dios nos ha dado el Espíritu de su Hijo que grita en nuestros corazones: ¡Abba, Padre! 49, y añade: el mismo Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables 50. Y también: el que escruta los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, porque intercede en favor de los santos según Dios 51. El clamor silencioso de los santos se oye en el cielo por la intercesión del Espíritu Santo.

5. ¿Qué hay después de esto? Se manda a Moisés golpear el mar con su vara 52, para que, al entrar el pueblo de Dios, ceda y se abra, de modo que la obediencia de los elementos se ponga al servicio de la voluntad divina y las temidas aguas, formando una muralla a derecha y a izquierda 53 de los siervos de Dios, no sólo no produzcan daño, sino que aseguren su protección.

Asi pues, las olas se recogen reunidas en un lugar, y las aguas agitadas, contenidas en sí mismas, se curvan. El líquido adquiere solidez y el fondo del mar se seca como polvo. Comprende la bondad de Dios Creador; si obedeces a su voluntad, si sigues su Ley, Él obliga a los elementos a servirte aunque sea contra su propia naturaleza. He oído que los antiguos han transmitido que al retirarse las aguas se produjeron divisiones de aguas para todas y cada una de las tribus de Israel, de modo que en el mar se abrió un camino para cada tribu. Esto muestra lo que está escrito en los Salmos: ¿Quién dividió en partes el mar Rojo? 54 Se nos enseña con ello que se hicieron muchas divisiones, no una.

Así mismo, esta otra palabra: allí se encuentra Benjamfn, el más joven, fuera de sí, los príncipes de Judá con sus jefes, los príncipes de Zabulón, los príncipes de Neftalí 55, parece indicarnos también un camino propio para cada tribu. Me ha parecido piadoso no callar esta observación de los antiguos sobre las divinas Escrituras. ¿Qué se nos enseña con ello? Ya antes hemos hablado del pensamiento del Apóstol sobre esto. Él dice que es un bautismo cumplido en Moisés, en la nube y en el mar 56, para que tú, que has sido bautizado en Cristo, en agua y en Espiritu Santo 57, sepas que los egipcios, es decir, los jefes de este mundo y los espíritus del mal 58, de los que antes fuiste esclavo, te atacan por detrás y quieren llamarte de nuevo a su servicio. Ellos intentan perseguirte, pero tú desciendes al agua, te levantas incólume y, borradas las manchas de los pecados, asciendes como hombre nuevo 59, preparado para cantar un cántico nuevo 60.

Los egipcios, en cambio, mientras te persiguen, serán sumergidos en el abismo, aunque parezcan rogar a Jesús para que nos los arroje en él 61. Podemos también hacer otra lectura de estos hechos. Si huyes de Egipto; si abandonas las tinieblas de la ignorancia y sigues a Moisés—la Ley de Dios—; si viene a tu encuentro el mar y se oponen a ti las olas de los contradictores; entonces, golpeando fuertemente las aguas con la vara de Moisés, esto es, con la palabra de la Ley, ábrete un camino por en medio de los adversarios, discutiendo atentamente sobre las Escrituras. Entonces cederán las aguas, y las olas, vencidas, dejarán paso a los vencedores; quedarán admirados, asustados y atónitos los que poco antes eran tus adversarios; abrirás el recto camino de la fe, empleando los justos términos en las discusiones; y harás tales progresos en la doctrina y con la palabra que tus mismos oyentes, a los que has enseñado con la vara de la Ley, se levantarán como las olas del mar contra los egipcios y no sólo los atacarán, sino que los vencerán y anegarán. En efecto, anega al egipcio el que no hace las obras de las tinieblas 62; anega al egipcio el que no vive carnal sino espiritualmente; anega al egipcio el que expulsa de su corazón los pensamientos sórdidos e impuros, o bien no los acoge de ninguna manera, como dice el Apóstol: Tomando el escudo de la fe, para que podamos apagar los dardos ardientes del maligno 63.

Así, de este modo podemos hoy ver a los egipcios muertos y yaciendo en el polvo 64, anegados sus caballos y sus cuadrigas. Podemos también ver anegado al mismo Faraón, si vivimos con una fe tan grande que Dios destruya velozmente a Satanás bajo nuestros pies 65 por Jesucristo Señor nuestro; a Él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén 66.
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1 Cf. 1 Tm 2, 7.
2 Cf Ex 12, 37
3 Cf. Ex 12, 37; 13, 20. 
4 Cf. Ex 13.20: 14. 2.
5 Cf. Ex 17, 6. 
6 Cf Ex 14, 22; 16, 1. 
7 1 Co 10, 1-4. 
8 Jn 3, 5.
9 Cf. 1 Co 10, 3.
10 Cf. Jn 6, 49.50.
11 Jn 6, 51.
12 1 Co 10, 4.
13 Cf. Tt 1, 14.
14 Ha 2, 15.
15 Cf. 12, 37; 13, 20
16 Cf. Ex 13, 21. 
17 Cf. 1 Co 10, 3-4. 
18 Cf. Mt 6, 20. 
19 Mt 19, 21. 
20 Cf. Ex 12, 37. 
21 Cf. 2 Co 5, 4. 
22 Cf. Ex 13, 20. 
23 Ex 13, 21. 
24 Ex 5 3. 
25 Ex 8 28. 
26 Os 6, 2.
27 Cf Mt 16, 21 (cf. 1 P 3, 18-19).
28 Cf. Ex 13 21
29 Cf. 1 Co 10, 2.
30 Cf. Rm 6, 3-4.
31 Ef 2, 6.
32 Ex 14, 2.
33 Mt 7, 14. 
34 Cf. Mt 7, 14. 
35 Lc 14, 28. 
36 Cf. Ex/05/17/ORIGENES
37 Cf. Sal 29 (28), 3; 1 Co 2, 8.
38 Cf Jn 3, 13; 6, 33
39 Cf. Ex 14, 2. 
40 2 Tm 3 , 12. 
41 Jb 7, 1. 
42 Ex 14, 19-20.
43 Jn 3 19.
44 Ex 14, 11-12
45 Cf Mt 16, 18, 14, 31.
46 /Ex/14/12/ORIGENES
47 Cf. Ef 6, 12. 
48 /Ex/14/15/ORIGENES
49 Ga 4, 6.
50 Rm 8, 26.
51 Rm 8, 27.
52 Cf. Ex 14, 26
53 Cf. Ex 14, 29. 
54 Sal 136 (135), 13.
55 Sal 68 (67), 28
56 Cf. 1 Co 10, 2
57 Cf. Rm 6, 3
58 Cf. Ef 6 12
59 Cf. Ef 2 15, 4, 24
60 Cf. Is 42, 10; Sal 33 (32), 3; 40 (39), 4; 96 (95), 1; 98 (97), 1; 144 (143), 9; 149, 1; etc.
61 Cf. Lc 8, 31
62 Cf. Rm 13, 12
63 Ef 6, 16. 
64 Cf. Ex 14, 30
65 Cf Rm 16, 20. 
66 Cf. 1 P4, 11.