FE Y RAZON

"Omne verum, a quocumque dicatur, a Spiritu Sancto est"

Toda verdad, dígala quien la diga, viene del Espíritu Santo

(Santo Tomás de Aquino) 

Cortesía de http://www.feyrazon.org para la BIBLIOTECA CATÓLICA DIGITAL


Elementos de Teología Dogmática

 

Daniel Iglesias Grèzes

 

Nota previa:

Este trabajo es un desarrollo de las tesis correspondientes al examen final del bachillerato en teología del año 1997 en el Instituto Teológico del Uruguay Monseñor Mariano Soler (ITUMMS). Por la naturaleza del asunto se comprenderá que el "autor" de esta breve síntesis teológica no haya pretendido ninguna originalidad.

 

Índice

 

  1. Cristología.

  2. Dios uno y trino.

  3. Escatología.

  4. Sacramentos.

  5. Bibliografía.

 

Cristología

 

  1. Primera tesis:

El punto de partida de la cristología es esta confesión de fe: Jesús de Nazaret es el Cristo, el Hijo de Dios. Él es el Mesías y Señor anunciado por las Escrituras, que existía desde el principio y en la plenitud de los tiempos fue enviado por el Padre (cf. Gálatas 4,4-5).

    1. La confesión de fe cristológica ocupa un lugar central:
      1. En el Nuevo Testamento (cf. Marcos 1,1; Mateo 16,16; Lucas 3,22; Juan 20,31; Hechos 2,22-36).
      2. En el dogma de la Iglesia: "Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor" (Símbolo de los apóstoles, artículo 2).
    1. Análisis de los términos empleados en la confesión de fe cristológica (este párrafo reproduce CICa, nn. 452-455; profundizar en nn. 422-451).
      1. El nombre de Jesús significa "Dios salva". El niño nacido de la Virgen María se llama "Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mateo 1,21); "no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos" (Hechos 4,12).
      2. El nombre de Cristo significa "Ungido", "Mesías". Jesús es el Cristo porque "Dios lo ungió con el Espíritu Santo y con el poder" (Hechos 10,38). Es "el que ha de venir" (Lucas 7,19), el objeto de "la esperanza de Israel" (Hechos 28,20).
      3. El nombre de Hijo de Dios significa la relación única y eterna de Jesucristo con Dios su Padre: Él es el Hijo único del Padre (cf. Juan 1,14.18; 3,16.18) y Él mismo es Dios (cf. Juan 1,1). Para ser cristiano es necesario creer que Jesucristo es el Hijo de Dios (cf. Hechos 8,37; 1 Juan 2,23).
      4. El nombre de Señor significa la soberanía divina. Confesar o invocar a Jesús como Señor es creer en su divinidad. "Nadie puede decir: ‘¡Jesús es Señor!’ sino por influjo del Espíritu Santo" (1 Corintios 12,3).
    1. La cristología del Nuevo Testamento (cf. Carlos Ignacio González, 1987, pp. 235-236; profundizar en pp. 236-288).
      1. Mateo presenta a Jesús como el cumplimiento de las promesas davídicas, el nuevo Israel (que se realiza en la Iglesia universal), el Hijo de David, el Hijo del Hombre, el Hijo de Dios, el nuevo Moisés.
      2. Marcos subraya que Jesús es profundamente humano y, más que humano, Hijo de Dios. Durante su vida terrena Jesús conserva el "secreto mesiánico"; pero una vez resucitado, los discípulos reconocen en él al Hijo de Dios e Hijo del Hombre.
      3. Lucas presenta a Jesús como el cumplimiento del plan del Padre (en el Espíritu), el signo de la misericordia y el perdón del Padre (que se ofrece a todos los hombres), el profeta revestido del Espíritu, el Señor de la casa de David, el Señor y Cristo.
      4. Juan presenta a Jesús como el Logos de Dios preexistente, que se hizo carne (cf. Juan 1,1-18), el vencedor de Satanás, el que quita el pecado del mundo, la Luz, la Vida, el enviado del Padre para dar al mundo vida eterna.
      5. Pablo, reflexionando a partir del misterio pascual de Cristo, llega hasta el misterio de su preexistencia y su encarnación. Jesús resucitado nos revela al Padre porque es la imagen de Dios y nos revela también al Espíritu que actúa en la Iglesia, que es su Cuerpo.
    2. La esperanza mesiánica en el Antiguo Testamento (cf. Carlos Ignacio González, o.c., pp. 79-80; profundizar en pp. 80-105).
      1. La esperanza mesiánica de Israel consiste fundamentalmente en que Dios ha de reinar sobre su pueblo y en tal reinado encontrará Israel su salvación.
      2. En su desarrollo histórico se pueden distinguir las siguientes tres etapas:
        1. Durante el período del mesianismo regio se espera que el portador de la promesa divina de salvación sea el Rey-Ungido (Mesías).
        2. En el exilio todo el pueblo de Israel se siente el heredero y portador de las promesas mesiánicas; se perfila la índole escatológica de los tiempos mesiánicos.
        3. En épocas tardías se espera un portador personal de esta promesa, no siempre bien definido en sus rasgos. Sólo Jesucristo nos da la clave para comprender en su pleno sentido el significado de la promesa mesiánica.
      1. La figura profética es "tipo" de Cristo en cuanto a su vocación, su misión y su libre aceptación del sufrimiento (cf. Hebreos 1,1-4). En el Siervo de Yahvé del Deutero-Isaías descubrimos la más alta figura profética y tipo de Cristo.
  1. Segunda tesis:

Como Siervo de Yahvé Dios, Jesucristo se solidarizó con los hombres, menos en el pecado, vivió nuestra historia y nuestro mundo anunciando el Reino, murió en la Cruz por nuestra salvación y resucitó al tercer día para nuestra justificación por obra del Padre.

    1. Los misterios de la vida de Cristo (cf. CICa, nn. 561-570; profundizar en nn. 512-560).
      1. El misterio de Navidad nos muestra a Dios escondido en la debilidad de un niño.
      2. En su vida oculta en Nazaret, Jesús nos da el ejemplo de la santidad en la vida cotidiana de la familia y del trabajo.
      3. En su Bautismo, Jesús se manifiesta como el "Siervo" consagrado a la obra redentora que llevará a cabo en el "bautismo" de su pasión.
      4. En el misterio de sus tentaciones, Jesús, humilde Mesías, triunfa sobre Satanás mediante su total adhesión al designio de salvación del Padre.
      5. El Reino de los Cielos ha sido inaugurado en la Tierra por Cristo. "Se manifiesta a los hombres en las palabras, en las obras y en la presencia de Cristo" (Vat. II, constitución Lumen Gentium, n. 5). La Iglesia es el germen y el comienzo de este Reino. Sus llaves son confiadas por Jesús a Pedro.
      6. En su Transfiguración, Jesús fortalece la fe de los Apóstoles ante la proximidad de la pasión. Cristo, Cabeza de la Iglesia, manifiesta lo que su cuerpo contiene e irradia en los sacramentos: "la esperanza de la gloria" (Colosenses 1,27).
      7. En la subida de Jesús a Jerusalén, se revela que Él sabía que allí moriría de muerte violenta a causa de la contradicción de los pecadores.
      8. En la entrada de Jesús en Jerusalén se manifiesta la venida del Reino que el Rey-Mesías, recibido en su ciudad por los niños y por los humildes de corazón, va a llevar a cabo por la pascua de su muerte y de su resurrección.
    1. La muerte de Cristo (este párrafo reproduce CICa, nn. 619-623; profundizar en nn. 595-618).
      1. "Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras" (1 Corintios 15,3).
      2. Nuestra salvación procede de la iniciativa del amor de Dios hacia nosotros porque "Él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados" (1 Juan 4,10). "En Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo" (2 Corintios 5,19).
      3. Jesús se ofreció libremente por nuestra salvación. Este don lo significa y lo realiza por anticipado durante la última Cena: "Éste es mi cuerpo que va a ser entregado por vosotros" (Lucas 22,19).
      4. La redención de Cristo consiste en que Él "ha venido a dar su vida como rescate por muchos" (Mateo 20,28), es decir, "a amar a los suyos hasta el extremo" (Juan 13,1) para que ellos fuesen "rescatados de la conducta necia heredada de sus padres" (1 Pedro 1,18).
      5. Por su obediencia amorosa a su Padre, "hasta la muerte de cruz" (Filipenses 2,8), Jesús cumplió la misión expiatoria (cf. Isaías 53,10) del siervo doliente que "justifica a muchos cargando con las culpas de ellos" (Isaías 53,11; cf. Romanos 5,19).
    2. La resurrección de Cristo (cf. CICa, nn. 656-658; profundizar en nn. 638-655).
      1. La resurrección de Cristo es un acontecimiento históricamente atestiguado por los discípulos que se encontraron realmente con el Resucitado y misteriosamente trascendente en cuanto entrada de la humanidad de Cristo en la gloria de Dios.
      2. Los dos signos de la resurrección de Cristo son el sepulcro vacío y las apariciones del Resucitado.
      3. La resurrección de Cristo cumple las promesas del Antiguo Testamento y confirma la verdad de su divinidad.
      4. En su misterio pascual Cristo nos da la justificación y la adopción filial.
      5. Cristo, "el primogénito de entre los muertos" (Colosenses 1,18), es el principio de nuestra propia resurrección, ya desde ahora por la justificación de nuestra alma, más tarde por la vivificación de nuestro cuerpo.
  1. Tercera tesis:

    La Tradición de la Iglesia y la enseñanza de los Padres buscaron de diversas maneras expresar la fe cristológica. Los grandes Concilios fueron marcando los criterios y términos que permiten una recta comprensión del Misterio de Cristo, especialmente el Concilio de Calcedonia y la confesión de fe: "verdadero Dios y verdadero hombre: una persona en dos naturalezas" (la unión hipostática - Denzinger n. 148).

    1. Cristología de los Padres antenicenos (cf. Carlos Ignacio González, o.c., pp. 291-292; profundizar en pp. 292-319).
      1. Las principales herejías cristológicas del siglo I fueron el adopcionismo (que negaba la divinidad de Cristo) y el docetismo (que negaba su humanidad).
      2. Los Padres Apostólicos insistieron en la realidad de la carne de Cristo, asumida por el Verbo.
      3. Los Padres Apologistas presentaron ante los paganos a Jesucristo como cumplimiento y superación de la sabiduría humana.
      4. San Ireneo desarrolló una cristología basada en los principios del intercambio de naturalezas, la recirculación y la recapitulación.
      5. Los Padres Alejandrinos presentaron a Jesús como el Maestro y el Camino al Padre, enfatizando su divinidad.
    2. Cristología de los primeros Concilios Ecuménicos (cf. Carlos Ignacio González, o.c., pp. 321-322; profundizar en pp. 322-353).
      1. Las grandes controversias teológicas del siglo IV fueron principalmente trinitarias. En lo que se refiere al Hijo, versaron sobre todo acerca de la divinidad y la humanidad de Jesús.
        1. Arrio consideró al Logos como la primera y más excelsa criatura.
        2. El Concilio de Nicea (año 325) definió que el Hijo es consustancial (homoousios) al Padre y condenó el arrianismo.
        3. Apolinar sostuvo que el Logos ocupaba el lugar del alma humana en Jesús.
        4. El Concilio de Constantinopla I (año 381) reafirmó la fe de Nicea y definió la divinidad del Espíritu Santo.
      2. Las grandes controversias teológicas del siglo V fueron principalmente cristológicas y versaron sobre todo acerca de la unión de las dos naturalezas en Cristo.
        1. En este período se desarrollaron dos grandes corrientes teológicas: La escuela alejandrina partía de la unidad de la persona divina del Verbo, mientras que la escuela antioquena partía de las dos naturalezas de Cristo. En ambas corrientes se dejaba sentir un mismo peligro: Confundir "persona" y "naturaleza".
        2. Nestorio negó que María fuese "Madre de Dios" y tendía a afirmar dos personas unidas moralmente en Cristo.
        3. El Concilio de Éfeso (año 431) reafirmó la unidad personal de las dos naturalezas en Cristo y condenó el nestorianismo.
        4. Eutiques sostuvo que la naturaleza humana de Cristo había sido absorbida por su naturaleza divina en la encarnación (monofisismo).
        5. El Concilio de Calcedonia (año 451) definió que la unión hipostática de las dos naturalezas se realiza "sin confusión, sin cambio, sin división y sin separación" (FIC, n. 288) y condenó el monofisismo.
        6. El Concilio de Constantinopla II (año 553) precisó definitivamente la terminología, distinguiendo claramente entre "sustancia" y "persona".
        7. El Concilio de Constantinipla III (año 681) definió que hay dos voluntades y dos operaciones en Cristo (la divina y la humana), condenando el monotelismo.

 

Dios uno y trino

 

  1. Primera tesis:

En la misión del Hijo y del Espíritu Santo a las creaturas se nos ha anunciado la salvación y se nos ha revelado la divinidad y unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Para esta tesis, se ha consultado CICa, nn. 261-267 (profundizar en nn. 232-260).

    1. La Santísima Trinidad es el misterio central de la fe cristiana. Sólo Dios puede dárnoslo a conocer revelándose. Según el conocido axioma trinitario de Karl Rahner, la Trinidad económica es la Trinidad inmanente y recíprocamente (cf. CICa, n. 236).

    2. La encarnación del Hijo revela que Dios es el Padre eterno y que el Hijo es consubstancial al Padre, es decir, que es en Él y con Él el mismo y único Dios.

      1. El Nuevo Testamento contiene una cristología explícita (por ejemplo en Juan 1,1; 10,30; Filipenses 2,6).

      2. El Nuevo Testamento contiene también una cristología implícita: La divinidad de Cristo está implícita en su presentación como Hijo amado del Padre, en sus milagros, en su perdón de los pecados, en su autoridad, en la adoración de que es objeto, en su autoproclamación como "Yo soy", en su título de "Señor".

    3. La misión del Espíritu Santo, enviado por el Padre en nombre del Hijo (cf. Juan 14,26) y por el Hijo "de junto al Padre" (Juan 15,26), revela que Él es con Ellos el mismo Dios único. El Nuevo Testamento contiene una pneumatología:

      1. Jesús es el portador del Espíritu, lo cual se aprecia en su calidad de profeta, taumaturgo, exorcista y Mesías (según Isaías 61,1-4).

      2. El Espíritu Santo pertenece a la realidad de Dios. Es el Espíritu de Dios (Padre) y de Cristo (Hijo).

    4. Las fórmulas trinitarias del Nuevo Testamento permiten una aproximación al misterio trinitario:

      1. El bautismo "en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo" (Mateo 28,19).

      2. Un saludo de uso litúrgico (2 Corintios 13,13).

    5. Toda la historia de la salvación (especialmente el misterio pascual) es obra de la Trinidad. En la única operación divina cada una manifiesta lo que le es propio en la Trinidad, sobre todo en las misiones divinas de la encarnación del Hijo y del don del Espíritu Santo.

  1. Segunda tesis:

    La Iglesia ha elaborado la doctrina bíblica enseñando que debemos adorar una sola naturaleza o substancia (physis o ousía) de la Divinidad, en tres subsistencias o personas (hypostasis o prosopa).

    1. Las controversias trinitarias del siglo IV.

      1. Las principales herejías trinitarias son el triteísmo, el modalismo (Sabelio) y el subordinacionismo (Arrio, Macedonio).

      2. El Concilio de Nicea (año 325) define dogmáticamente la divinidad del Hijo (contra Arrio).

      3. El Concilio de Constantinopla I (año 381) define dogmáticamente la divinidad del Espíritu Santo (contra Macedonio).

    2. El Símbolo Quicumque (siglo V) expresa los siguientes desarrollos (cf. FIC, n. 1383-1386):

      1. Se centra en la Trinidad inmanente. Yuxtapone la unidad y la tripersonalidad divinas.

      2. La Trinidad es una: No se debe separar la sustancia (FIC, n. 1383; cf. Concilio de Toledo XI, FIC, n. 475-482).

      3. Las Personas divinas son realmente distintas entre sí: No se deben confundir las personas (FIC, n. 1383; cf. Concilio de Toledo XI, FIC, n. 483-486).

      4. Las Personas divinas son relativas unas a otras. Se distinguen entre sí por sus relaciones de origen opuestas (FIC, n. 1386; cf. Concilio de Toledo XI, FIC, n. 474.492-494).

    3. El Concilio de Constantinopla II (año 553) alcanza los siguientes desarrollos:

      1. Formulación definitiva del dogma trinitario.

      2. Distinción definitiva entre ousía e hypóstasis.

      3. Identificaciones: ousía-physis (sustancia-naturaleza); hypóstasis-prósopon (subsistencia-persona).

    4. El Concilio de Toledo XI (año 675) realiza los siguientes aportes (cf. FIC, n. 460-494):

      1. Determina las propiedades de las personas: El Padre es ingénito; el Espíritu Santo es amor y santidad.

      2. Insinúa el concepto de perijóresis (la distinción personal consiste en las relaciones recíprocas).

      3. Matiza el concepto de persona: sólo se aplica en cuanto designa una individualidad.

      4. Las Personas divinas, inseparables en su ser, son también inseparables en su obrar (FIC, n. 488).

    5. Breve historia del Filioque.

      1. Fue expuesto por Padres de la Iglesia: "El Espíritu Santo procede del Padre en cuanto fuente primera y, por el don eterno de éste al Hijo, del Padre y el Hijo en comunión" (San Agustín).

      2. Fue atestiguado en el Concilio de Toledo I (fórmula ampliada del año 447), en la carta de San León Magno (año 447) y en el símbolo Quicumque (siglo V).

      3. Fue agregado al Credo nicenoconstantinopolitano en Occidente (siglos VII-XI) y fue rechazado por Focio duurante el primer cisma de Oriente (siglo IX).

      4. Fue confirmado por los Concilios de Lyon II (año 1274) y Florencia (año 1439), que lograron sendas efímeras uniones con los griegos.

  2. Tercera tesis:

    La reflexión teológica acerca de la Santísima Trinidad afirma que las Personas Divinas, aunque no se distinguen realmente en la esencia, sin embargo se distinguen realmente entre sí por la oposición de relación; de aquí resulta que cada una posea propiamente nociones.

    La doctrina de la Trinidad en Santo Tomás de Aquino (cf. Maximino Arias Reyero, 1991, pp. 346-385):

    1. Santo Tomás parte de los datos bíblicos y dogmáticos sobre las dos procesiones intradivinas (generación y espiración) y concluye que en Dios hay relaciones. El concepto de relación se aplica a Dios analógicamente.

    2. En Dios hay una realidad subsistente absoluta (la única sustancia divina) y tres realidades subsistentes relativas (las relaciones subsistentes divinas, que se identifican con las Personas divinas). Sin embargo no se trata de cuatro realidades subsistentes, si por "cuatro" entendemos una distinción real, porque las tres relaciones subsistentes son realmente idénticas a la sustancia subsistente única. Sólo abstractamente, con distinción "de razón" (fundada in re) podemos distinguir entre las Personas y la Sustancia divina. La única distinción real es entre las Personas mismas.

      Las relaciones se dan en la esencia divina sin multiplicarla, distinguiéndose entre sí realmente en cuanto son opuestas. El estudio de las Personas divinas permite descubrir lo que es propio de cada Persona, lo que le es apropiado y lo que es común a las Tres.

    3. Definición de persona:

      1. Boecio define a la persona como sustancia individual de naturaleza racional.

      2. Santo Tomás define a la persona como subsistencia individual de naturaleza racional. Esta definición se aplica mejor que la anterior al dogma trinitario.

    4. Las Personas divinas: Nociones, relaciones, propiedades y apropiaciones.

      1. Las Personas divinas tienen cinco nociones que expresan su ser personal: Innascibilidad, paternidad, filiación, espiración activa y espiración pasiva.

      2. Hay cuatro relaciones reales de origen, porque la innascibilidad no es relación, sino negación de relación.

      3. Hay cuatro propiedades personales, porque la espiración activa no es propiedad personal (por ser del Padre y del Hijo).

      4. Hay tres relaciones reales de origen opuestas, que constituyen las personas.

      5. Apropiaciones:

 

Padre

Poder

De Él

El que es

Creación

Hijo

Sabiduría

Por Él

Verdad

Redención

Espíritu Santo

Bondad

En Él

Vida

Santificación

 

Escatología

 

  1. Primera tesis:

    La parusía es la manifestación de Cristo-Pascua, quien por su Espíritu recapitula la creación y la historia en el Padre.

    Escatología colectiva:

    1. Trata acerca de la Parusía, el fin de los tiempos, el juicio final, la resurrección de los muertos, los cielos nuevos y la tierra nueva (cf. Apocalipsis 21).

      1. "Parusía" significa "Presencia" o "Venida"; alude a la Segunda Venida del Hijo del Hombre (cf. notas de la BJ correspondientes a: Mateo 24,3; Lucas 17,22(a)).

      2. "Maranathá" significa "El Señor viene" o "Ven, Señor" (Apocalipsis 22,20).

    1. "Creo en la resurrección de la carne" (Símbolo de los apóstoles, artículo 11). Para este párrafo, cf. CICa, nn. 1015-1019; profundizar en nn. 988-1014.

      1. Como Cristo resucitó (Pascua), también nosotros resucitaremos (Parusía). Mateo 24-25 relaciona la Pascua y la Parusía.

      2. Jesús defiende la doctrina de la resurrección contra los saduceos.

      3. "La carne es soporte de la salvación" (Tertuliano). Creemos en Dios que es el creador de la carne; creemos en el Verbo hecho carne para rescatar la carne; creemos en la resurrección de la carne, perfección de la creación y de la redención de la carne.

      4. Por la muerte, el alma se separa del cuerpo, pero en la resurrección Dios devolverá la vida incorruptible a nuestro cuerpo transformado, reuniéndolo con nuestra alma. Así como Cristo ha resucitado y vive para siempre, todos nosotros resucitaremos en el último día.

      5. "Creemos en la verdadera resurrección de esta carne que poseemos ahora" (DS 854). No obstante se siembra en el sepulcro un cuerpo corruptible, resucita un cuerpo incorruptible (cf. 1 Corintios 15,42), un "cuerpo espiritual" (1 Corintios 15,44).

    1. "Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos" (Símbolo de los apóstoles, artículo 7):

      1. Parábolas sobre el juicio final:

        1. Mateo 13: La cizaña; la red.

        2. Mateo 25: Las vírgenes prudentes y las necias; los talentos; el juicio final.

      2. La recapitulación de todo en Cristo (cf. 1 Corintios 15,16-28; Vat. II, constitución Lumen Gentium, n. 51b).

      3. La teología contemporánea presenta dos tendencias con respecto a la relación del mundo presente con el mundo futuro:

        1. Encarnacionismo (transformación del mundo presente).

        2. Escatologismo (mundo totalmente nuevo).

  1. Segunda tesis:

"Cielo", Purgatorio" e "Infierno" representan los estadios definitivos de los hombres que se salvan, pasan por la purificación o se condenan eternamente.

Escatología individual: Muerte, juicio (particular), infierno, (purgatorio) y gloria.

    1. La muerte y el juicio particular:

      1. Como consecuencia del pecado original, el hombre debe sufrir "la muerte corporal, de la que el hombre se habría liberado, si no hubiera pecado" (Vat. II, constitución Gaudium et Spes, n. 18).

      2. Jesús, el Hijo de Dios, sufrió libremente la muerte por nosotros en una sumisión total y libre a la voluntad de Dios, su Padre. Por su muerte venció a la muerte, abriendo así a todos los hombres la posibilidad de la salvación.

      3. Al morir cada hombre recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular por Cristo, juez de vivos y de muertos.

      4. La retribución inmediata: Parábola del pobre Lázaro y el rico Epulón; Jesús y el Buen Ladrón.

    1. "Creo en la vida eterna" (Símbolo de los apóstoles, artículo 12). Para este párrafo, cf. CICa, nn. 1051-1060; profundizar en nn. 1020-1050.

      1. "Creemos que las almas de todos los que mueren en la gracia de Cristo... constituyen el Pueblo de Dios después de la muerte, la cual será destruida totalmente el día de la resurrección, en el que estas almas se unirán con sus cuerpos" (Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, n. 28).

      2. Las almas que pertenecen a la Iglesia celestial gozan de la bienaventuranza eterna, ven a Dios como Él es y participan en el gobierno divino de las cosas, por su intercesión y su fraterna solicitud por nosotros.

      3. La escatología intermedia se refiere al período entre el juicio particular y el juicio final. En ese período existen las almas separadas y el purgatorio. Los que mueren en la gracia de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su salvación eterna, sufren una purificación después de su muerte, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en el gozo de Dios.

      4. En virtud de la "comunión de los santos", la Iglesia encomienda los difuntos a la misericordia de Dios y ofrece sufragios en su favor, en particular el santo sacrificio eucarístico.

      5. Siguiendo las enseñanzas de Cristo, la Iglesia advierte a los fieles de la "triste y lamentable realidad de la muerte eterna", llamada también "Infierno".

      6. La pena principal del Infierno consiste en la separación eterna de Dios en quien solamente puede tener el hombre la vida y la felicidad para las cuales ha sido creado y a las cuales aspira.

      7. La Iglesia ruega para que nadie se pierda: "Jamás permitas, Señor, que me separe de ti." Si bien nadie puede salvarse a sí mismo, también es cierto que "Dios quiere que todos los hombres se salven" (1 Timoteo 2,4) y que para Él "todo es posible" (Mateo 19,26).

    2. La comunión de los santos:

      1. Es unión de todos con Jesucristo (Iglesia triunfante, purgante y militante).

      2. Es comunicación de bienes espirituales (sufragios por los difuntos, culto de veneración a los santos, intercesión).

    3. Errores principales en esta materia:

      1. El platonismo negó la resurrección.

      2. El origenismo enseñó la apocatástasis, el infierno medicinal, la preexistencia de las almas y la reencarnación.

      3. La reforma protestante negó la existencia del purgatorio y las indulgencias.

      4. Algunos protestantes del siglo XX enseñaron la doctrina de la muerte total y la recreación.

    4. Pronunciamientos del Magisterio:

      1. La constitución Benedictus Deus (Benedicto XII, año 1336) definió el dogma de la retribución inmediata (visión beatífica, purgatorio o penas infernales), a raíz de la controversia causada por el Papa Juan XXII.

      2. El Concilio de Trento supuso que la existencia del purgatorio es doctrina de fe definida.

      3. La carta Recentiores (Congregación para la Doctrina de la Fe, año 1979; FIC, n. 1373) rechazó la doctrina de la resurrección en la muerte.

 

Sacramentos

 

  1. Los sacramentos en general.

    1. Jesucristo, sacramento de Dios.

      1. "A Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, él lo ha contado." (Juan 1,18).

      2. "Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad." (Juan 1,14).

      3. "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre." (Juan 14,9).

      4. "Él es Imagen de Dios invisible". (Colosenses 1,15).

    2. La Iglesia, sacramento de Cristo.

      1. La Iglesia es el Cuerpo de Cristo y Cristo es su Cabeza.

      2. Cristo está siempre con ella y ella hace presente a Cristo.

      3. La Iglesia está animada por el Espíritu de Cristo. Es "un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (San Cipriano, citado en Vat. II, constitución Lumen Gentium, n. 4b).

      4. La Iglesia continúa la misión de Cristo; dilata el Reino de Cristo hasta la Parusía.

      5. Por eso la Iglesia (católica) es sacramento universal de salvación. Donde hay salvación, allí está la Iglesia.

    3. Los siete sacramentos de la Iglesia.

      1. La Iglesia se manifiesta y realiza plenamente en los siete sacramentos de la Nueva Alianza.

      2. En los sacramentos se actualiza el misterio pascual de Cristo por el poder del Espíritu Santo.

      3. Para contrarrestar los errores de los protestantes, el Concilio de Trento definió la doctrina sobre los sacramentos en general.

      4. Los sacramentos son signos eficaces de la gracia, instituídos por Cristo y confiados a la Iglesia.

      5. Se componen de ritos y palabras.

      6. Dan frutos personales y eclesiales.

      7. Son necesarios para la salvación.

  1. Algunas clases de sacramentos.

    1. Los sacramentos de curación.

      1. Llevamos la vida nueva de Cristo en "vasos de barro":

      2. Estamos sometidos al sufrimiento, la enfermedad y la muerte.

      3. Podemos debilitar o perder la gracia por el pecado.

      4. Jesucristo, médico de las almas y de los cuerpos, quiso que la Iglesia continuase su obra de salvación y curación.

      5. Ésa es la finalidad de los dos sacramentos de curación:

        1. Penitencia.

        2. Unción de los enfermos.

    2. Los sacramentos al servicio de la comunidad.

      1. Son los sacramentos de la fecundidad cristiana:

        1. Orden.

        2. Matrimonio.

      2. Están ordenados a la salvación de los demás.

      3. Confieren una misión particular en orden a la edificación de la Iglesia.

      4. Son necesarios con necesidad social, no individual.

  2. Unción de los enfermos.

Tesis: El sacramento de la unción de los enfermos otorga al enfermo la gracia del Espíritu Santo, con la cual la persona humana, en su totalidad, es socorrida en el camino de la salvación, elevada a la confianza en Dios y fortalecida contra las tentaciones del mal y las angustias de la muerte para que pueda, no solamente soportar con valentía la adversidad, sino también afrontarla activamente y lograr, incluso, el restablecimiento corporal, si conviene para su salvación. Este sacramento concede, además, el perdón de los pecados y la plenitud de la conversión cristiana (cfr. Constitución Apostólica Sacram unctionem infirmorum e Introducción al ritual de la Unción, 1972).

Para esta tesis, cf. CICa, nn. 1526-1532; profundizar en nn. 1499-1525.

    1. Nombre: El Concilio Vaticano II cambió el nombre de este sacramento, de "extremaunción" a "unción de los enfermos" (cf. Vat. II, constitución Sacrosanctum Concilium, n. 73).

    2. Institución:

      1. Cristo, médico, manda a sus Apóstoles curar a los enfermos (cf. Mateo 10,8; Marcos 6,13; 16,18).

      2. El rito de la unción de los enfermos fue practicado por la Iglesia primitiva (cf. Santiago 5,14-15).

      3. La Tradición ha reconocido en este rito uno de los siete sacramentos de la Iglesia (Concilio de Florencia, FIC, n. 1195; Concilio de Trento, FIC, n. 1197).

      4. La Constitución apostólica Sacram unctionem infirmorum (Pablo VI, año 1972) determinó lo esencial de este sacramento para el rito romano.

    1. Materia:

      1. Unción con óleo bendecido por el obispo (o por el presbítero que celebra, en caso de necesidad).

      2. Normalmente es el óleo de los enfermos bendecido por el obispo en la Misa crismal.

      3. Unción en la frente y las manos del enfermo (rito romano) o en otras partes del cuerpo (en Oriente).

    2. Forma: Oración litúrgica del sacerdote celebrante que pide la gracia especial de este sacramento (CICa, n. 1531).

    3. Ministros: Los sacerdotes (presbíteros y obispos).

    4. ¿Quién puede recibirlo?

      1. El fiel que comienza a encontrarse en peligro de muerte por causa de enfermedad o vejez (cf. Vat. II, constitución Sacrosanctum Concilium, n. 73).

      2. El cristiano gravemente enfermo que, después de haberlo recibido, ve agravada su enfermedad.

    1. Efectos:

      1. La unión del enfermo a la pasión de Cristo, para su bien y el de toda la Iglesia.

      2. El consuelo, la paz y el ánimo para soportar cristianamente los sufrimientos de la enfermedad o de la vejez.

      3. El perdón de los pecados, si el enfermo no ha podido obtenerlo por el sacramento de la penitencia.

      4. El restablecimiento de la salud corporal, si conviene a la salud espiritual.

      5. La consumación de la penitencia y de toda la vida cristiana, que debe ser penitencia continua (Concilio de Trento, FIC, n. 1196).

      6. Recae sobre las consecuencias del pecado y ocasionalmente sobre el pecado mismo.

      7. La preparación para el paso a la vida eterna (trilogía de iniciación a la muerte cristiana: penitencia-unción-eucaristía; cf. Vat. II, constitución Sacrosanctum Concilium, n. 74).

  1. Orden Sagrado.

Tesis: Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, sigue estando presente en la Iglesia en la persona de sus ministros a quienes, por la imposición de las manos, se les entrega el don del Espíritu Santo que los consagra como verdaderos sacerdotes. El carácter sacerdotal los habilita para actuar en la persona de Cristo. La sagrada potestad, cuya plenitud se da en el episcopado, hace de los ministros ordenados verdaderos pastores que sirven a la grey mediante la función profética, litúrgica y hodegética.

    1. Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote (cf. Hebreos 7-9):

      1. Cristo es el único sacerdote, mediador entre Dios y los hombres.

      2. Es el ministro del culto plenamente digno de Dios (el sacrificio de la cruz, perpetuado en el sacrificio eucarístico).

      3. Es la fuente de todo sacerdocio:

        1. El sacerdote de la antigua Ley era figura de Él.

        2. El sacerdote de la nueva Ley actúa en representación suya.

    2. Sacerdocio común y sacerdocio jerárquico:

      1. La Iglesia entera es un pueblo sacerdotal.

      2. Por el bautismo, todos los fieles participan del sacerdocio de Cristo (sacerdocio común de los fieles).

      3. Al servicio del sacerdocio común existe el sacerdocio ministerial conferido por el sacramento del orden.

      4. Los ministros ordenados sirven en representación de Cristo-Cabeza en medio de la comunidad.

      5. Sin jerarquía no hay Iglesia.

      6. El sacerdocio ministerial difiere esencialmente del sacerdocio común de los fieles (el primero es más visible y externo; el segundo es más interior).

      7. Los reformadores protestantes negaron el carácter sacrificial de la Misa y la distinción entre sacerdocio universal y sacerdocio jerárquico (cf. Concilio de Trento, FIC, n. 1219).

    3. Nombre:

      1. En la antigüedad romana, "orden" designaba un cuerpo civil constituído (sobre todo el de los gobernantes).

      2. En la Iglesia hay desde el principio órdenes, cuerpos constituídos.

    4. Institución:

      1. Jesucristo dio a los apóstoles el poder y el mandato de celebrar la eucaristía y de perdonar los pecados.

      2. Este poder de los apóstoles se transmite a sus sucesores en el sacerdocio.

      3. Testimonios en las cartas de Pablo: 1 Timoteo 3,1; 4,14; 2 Timoteo 1,6; Tito 1,5.

    5. Materia: El Concilio de Florencia consideró como rito esencial de este sacramento la entrega de los instrumentos. El Papa Pío XII determinó que el rito esencial fuese la imposición de manos.

    6. Forma: Oración consecratoria (dependiente del grado).

    7. Ministros: Sólo los obispos.

    8. ¿Quién puede recibirlo?

      1. Los varones bautizados cuyas aptitudes para el ministerio han sido debidamente reconocidas.

      2. La ordenación no es un derecho individual sino una vocación discernida por la autoridad eclesial.

      3. En la Iglesia latina los presbíteros son célibes; en las Iglesias orientales pueden ser célibes o casados.

    9. Efectos:

      1. El ministro ordenado (especialmente el sacerdote) actúa en representación de Cristo Cabeza y en nombre de toda la Iglesia.

      2. La potestad sagrada recibida depende del grado del sacramento.

      3. La ordenación imprime un carácter sacramental indeleble (se es ministro para toda la vida).

      4. Configuración con Cristo Sacerdote, Profeta (o Maestro) y Rey (o Pastor).

      5. Función profética o de enseñanza: Anuncio del Evangelio a todos los hombres.

      6. Función litúrgica o de santificación: Dispensación de la gracia de los sacramentos.

      7. Función hodegética o pastoral: Gobierno de la Iglesia con prudencia y caridad.

    10. Los tres grados del sacramento del orden:

      1. Obispo:

        1. Recibe la plenitud del sacramento del orden.

        2. Es la Cabeza visible de la Iglesia particular que le es confiada.

        3. Es miembro del colegio episcopal (sucesor del colegio apostólico).

        4. Solicitud por la Iglesia universal, bajo la autoridad del Papa, sucesor de san Pedro.

      2. Presbítero:

        1. Tiene la dignidad sacerdotal.

        2. Es un cooperador diligente de su obispo.

        3. Es miembro del presbiterio que asume con el obispo la responsabilidad de la Iglesia particular.

        4. Recibe del obispo el cuidado de una comunidad parroquial o de una función eclesial determinada.

      3. Diácono:

        1. No recibe el sacerdocio ministerial.

        2. Es un ministro ordenado para las tareas de servicio de la Iglesia (en los ministerios de la palabra, del culto divino, del gobierno pastoral y del servicio de la caridad).

        3. Está bajo la autoridad pastoral de su Obispo.

      4. Las órdenes menores (lectorado y acolitado) son ministerios laicales instituídos.

  1. Matrimonio.

Tesis: La unión estable del varón y la mujer, que se designa con el nombre de matrimonio, es de institución natural, elevada por el divino Redentor a la dignidad de sacramento como signo y realidad de aquella unión indisoluble entre Cristo y la Iglesia. Mediante el vínculo entre bautizados y la mutua aceptación de los esposos se confiere la gracia propia del sacramento en aquellos que lo reciben dignamente, destinada a la santificación por el amor mutuo y la capacitación para desempeñar los deberes propios del matrimonio.

    1. Institución:

      1. Es una institución natural elevada por Cristo a un fin sobrenatural.

      2. La alianza matrimonial, por la que un hombre y una mujer constituyen una íntima comunidad de vida y de amor fiel y fecundo, fue fundada y dotada de sus leyes propias por el Creador (cf. Génesis 1-2).

      3. Entre bautizados, el matrimonio ha sido elevado por Cristo Señor a la dignidad de sacramento.

      4. El sacramento da su pleno sentido al matrimonio natural, perfeccionando el amor natural de los esposos (Efesios 5,25.32).

      5. Por ser natural y sobrenatural, el matrimonio debe ser regulado por el Estado y la Iglesia.

    2. Causa eficiente:

      1. El consentimiento de los contrayentes (voluntad de darse mutua y definitivamente para vivir una alianza matrimonial).

      2. Para la validez del matrimonio la Iglesia exige normalmente la forma canónica (celebración litúrgica pública).

      3. El matrimonio es consumado por el acto conyugal de los esposos.

    3. Ministros: Los contrayentes cristianos.

    4. ¿Quiénes pueden recibirlo?

      El derecho canónico regula los impedimentos dirimentes del matrimonio (cf. Código de Derecho Canónico, cc. 1083-1094).

    5. Efectos:

      1. El vínculo matrimonial; todo verdadero matrimonio entre cristianos es sacramento (contrato=sacramento).

      2. La gracia del sacramento capacita para vivir en el estado de vida matrimonial.

    6. Bienes y exigencias del matrimonio cristiano:

      1. La unidad e indisolubilidad (Mateo 19,6).

      2. El bien de los cónyuges (ayuda mutua y santificación personal).

      3. La generación y educación (cristiana) de los hijos (crecimiento de la Iglesia); apertura a la fecundidad.

      4. Los dos significados del acto conyugal (unitivo y procreador) son indisociables (cf. Pablo VI, encíclica Humanae Vitae, n. 12).

      5. Ser signo de la unión de Cristo con la Iglesia.

      6. La poligamia, el divorcio y el rechazo de la fecundidad atentan contra la dignidad del matrimonio.

      7. El adulterio podría justificar una separación, no un divorcio.

      8. La familia cristiana es "Iglesia doméstica", comunidad de fe y de oración, escuela de virtudes humanas y de caridad.

    7. Pronunciamientos del Magisterio:

      1. Contra el maniqueísmo: El matrimonio es una realidad santa.

      2. Contra los reformadores protestantes: Sacramentalidad y valor religioso del matrimonio.

Nota: Falta desarrollar aquí los sacramentos de la iniciación cristiana (Bautismo, Confirmación y Eucaristía) y el sacramento de la Penitencia.

 

Bibliografía

 

  1. Bibliografía general y siglas empleadas:

  1. Cristología:

  1. Dios uno y trino:

  1. Escatología:

  1. Sacramentos: