Articulo II

DEL OBJETO DE LA CIENCIA DIVINA

 

TESIS 12. Dios es omnisciente; en particular Dios se conocer a sí mismo, a todos los seres posibles y en general todas las cosas que existen de hecho a lo largo del transcurso del tiempo.

 

147. Nexo. Una vez explicada la perfección subjetiva de la ciencia divina, es necesario tratar acerca de los objetos a los que alcanza dicha ciencia; en efecto a causa de éstos se reconoce la perfección objetiva de la ciencia de un modo cuasi extensivo, por la multitud de los términos a los cuales se extiende. La infinitud de la ciencia divina por esta parte la damos a conocer en el primer aserto general: DIOS ES OMNISCIENTE, a saber sabe todo lo que puede saberse. Después distribuimos en ciertas diferencias los objetos conocidos por Dios, a fin de afirmar que la ciencia divina les alcanza a todos ellos, adornada como está de aquellas notas de perfección lógica, que antes hemos descrito. Ahora bien las clases de objetos son: Dios mismo; los seres posibles; todos los seres creados, los cuales puede decirse que son futuros respecto de la eternidad divina, entre los cuales hay que tratar de un modo peculiar acerca de los futuros libres por último los seres contingentes condicionadamente futuros. Las dos últimas clases las dejamos para las tesis siguientes.

 

Nociones. Se llama POSIBLE, lo que puede ser o existir, aunque de hecho no exista. Puramente posible es lo que de hecho va a existir; posible no puramente tal es lo que en este momento no existe, pero existirá en alguna ocasión. Puesto que aparte de Dios nada hay eterno, todos los seres creados puede decirse que fueron posibles antes de ser producidos. Afirmamos que Dios lo conoce todo, tanto los seres puramente posibles, como los seres no puramente tales, y en verdad en el mismo signo de razón, a saber que Dios conoce todas las cosas como posibles, en el signo anterior a la futurición de las mismas; este conocimiento tiene en Dios una tendencia formalmente propia para juzgar, a saber Dios juzga que son verdaderas las proposiciones que nosotros formamos acerca de los posibles. Entendemos que el conocimiento de los posibles se da formalmente en Dios. No sólo eminentemente.

 

ENTRE LOS SIGNOS DE RAZÓN. Puesto que aquí y en otras partes en la teología se trata frecuentemente acerca de los signos de razón, viene bien el exponer brevemente esta noción. Se llaman signos de razón a los estados ideales de la misma cosa, distintos, bien realmente (positiva o negativamente), bien con razón raciocinada, de los cuales el uno precede lógicamente al otro; pues la cosa que ahora es, era futura antes de que existiera, y posible antes de que fuera futura, en lo referente a Dios se da un orden de signos, supuesta la necesaria distinción de razón, entre el entendimiento y la voluntad, y en la acción misma de entender y de querer, en cuanto que alcanzan distintos objetos, entre los cuales, debemos establecer un orden con fundamento en la realidad; en efecto la distinción sin orden sería confusión. De este modo puesto que nada ha sido creado sin la voluntad razonable de Dios, debemos con nuestra razón concebir primeramente la ciencia de Dios acerca de algo como posible, después la voluntad de crear esto, y por último la ciencia de esto ya existente. Ciertamente el orden de los signos, así como la misma distinción formal de los predicados es obra de nuestro entendimien­to (por ello reciben el nombre de signos de razón), el cual no puede pensar de otro modo respecto a una entidad simplicísima; y no se atribuye formalmente a Dios; sin embargo se da fundamento en Dios en orden a establecerlo.

 

148. Adversarios. Todos los católicos, como está claro, sostienen la tesis. No obstante hay algunos que afirman explícitamente que Dios conocer los seres puramente posibles, y no parece que estén preocupados acerca del conocimiento de todos los seres incluso los no puramente posibles, como formalmente atribuidos a Dios.

 

Acerca de si ARISTÓTELES se equivocó respecto al conocimiento divino de las cosas distintas de él, no ha llegado a verse con claridad. AVERROES niega ciertamente a Dios el conocimiento distinto de estas cosas, pues dice que Dios solamente llega a ellas bajo la razón del ser en general. Algo semejante dijo AUREOLO.

 

Doctrina de la Iglesia. La tesis es doctrina enseñada de forma manifiesta en la predicación de la Iglesia, y está contenida implícitamente en la definición del Concilio Vaticano I que Dios es por su acción de entender infinitamente perfecto y en sí mismo bienaventurado en grado sumo, y que todas las cosas está patentes y manifiestas ante su presencia (D 1782, 1784).

 

Valor dogmático. De fe divina y católica, prescindiendo de la cuestión acerca de si la ciencia de los seres no puramente posibles debe establecerse formalmente en Dios, lo cual no obstante parece que debe afirmarse absolutamen­te.

 

149. Se prueba por la sagrada Escritura. a) «La fe en Dios omnisciente recorre todo el Antiguo Testamento y no menos el Nuevo Testamento según está claro, a) la omnisciencia en general tanto positivamente: Dios lo sabe todo, como negativamen­te, nada se esconde de El, se hace resaltar en muchísimas ocasiones, Job 28,24-27; Sal 138,5; Eclo 23,27-29; 42,19; Sab 9,11; 1 Jn 3,20. En una sola palabra Dios tiene la ciencia de todas las cosas. Nada se esconde de El, Job 21,6; Prov 15,11; Eclo 39,24; Dan 2,22; 13,42; Heb 4,13.

 

b) En concreto Dios se conoce a sí mismo Ex 3,14, etc., al hablar de sí y al darse nombre propio. Más aún así como lo que hay en el hombre nadie lo conoce más que el espíritu del hombre, así el Espíritu escudriña hasta las profundidades de Dios: 1 Cor 2,9-11; Mt 11,27 (Le 10,22): Nadie conoce (επιγιγνωσκει, conoce directa, inmediata, plenamente) al Padre sino el Hijo, y nadie conoce al Hijo sino el Padre. Estas dos expresiones deben entenderse sin hacer separación entre ellas, según está claro. Por consiguiente Dios se conoce a sí mismo.

 

c) La ciencia de los seres posibles, incluso de los no puramente tales se da en Dios, el cual hace todas las cosas conforme al consejo de su voluntad, Ef 1,11, y tiene providencia de todos los seres, y para él todo es posible, Mt 19,26; Le 1,37; 1 Re (Sam) 2,1; que llama a lo que es lo mismo que a lo que no es : Rom 4,17; y para quien antes que fueran creadas todas las cosas ya las conocía El: Eclo 23,29.

 

d) Dios conoce todas las cosas del mundo, incluso las más pequeñas, los confines del mundo, todo cuanto hay bajo la bóveda del cielo: Job 28,24; todas las cosas terrenas: 2 Par 16,9; Zac 4,10, etc.; todas las estrellas: Sal 146,4, etc.; todas las aves del cielo: Sal 49,10-11; Mt 6,26; todos los cabellos de la cabeza: Mt 10,29.

 

e) Desde el cielo Dios ve a todos los hijos de los hombres: Sal 32,14; 10,5; 65,7; 93,7ss; Os 5,3; buenos y malos: Sal 33,16 (1 Pe 3,12); Prov 15,3; Sab 1,8; Sal 33,17; 68,6; Eclo 17,17; todos los caminos y las obras de los hombres: Job 14,16; Eclo 15,20 con mucha frecuencia; los pecados: Gen 6,5, etc., y por ello los castiga y por consiguiente en el juicio dará a cada uno según sus obras: Job 34,11; Jer 17,10; Mt 16,27; Rom 2,6, etc.

 

f) Dios conoce las tinieblas y lo que no existe: Sal 138,12; Rom 4,17.

 

g) La ciencia de Dios abarca todos los tiempos, es eterna: Eclo 17,13.16; 39,25; 42,19; Sal 138,5; Dan 13,42; Hch 15,8.

 

150. Se prueba por la tradición. Los SANTOS PADRES ya desde un principio, sobre todo al tratar de la providencia y como un motivo de obrar bien y de evitar el pecado, enseñan con toda claridad la omnisciencia de Dios. En todos los escritos de los PADRES APOSTÓLICOS se proclama la omnisciencia de Dios: cuatro o cinco veces en San CLEMENTE ROMANO, el cual llama a Dios παντεποπτην 55,6; tres veces en San IGNACIO; igualmente en San POLICARPO, dos en San CLEMENTE, y en el Pastor Hermas. Ponen de relieve muchas veces la omnisciencia de Dios los PADRES APOLOGISTAS, como San JUSTINO, ATENAGORAS, TEOFILO (R 177).

 

De entre los siguientes Padres en un tema claro como es este, es suficiente con exponer algunas expresiones de los mismos. San IRENEO: «Nada en absoluto de lo que ha sido hecho en el pasado y de lo que se hace en la actualidad y de lo que se hace en el futuro escapa a la omnisciencia de Dios» (R 202). MINUCIO FÉLIX: Dios «es conocido todo El en su totalidad exclusivamente por sí mismo» (R 270); lo mismo afirma San CIRILO DE JERUSALEN (R 821); cf. lo que hemos dicho acerca de la incomprehensibilidad. San HIPÓLITO: «Dios... como conocedor que es de las cosas futuras, ya que tienen presciencia de las mismas...» (R 397). San CLEMENTE ALEJANDRINO: «Ve con una sola mirada todas y cada una de las cosas incluso por separado» (R 429). ORIGENES: «Al emprender Dios el comienzo de la obra del mundo repasa con su mente cada uno de los seres futuros» (R 471). San AGUSTIN: «En la sabiduría de Dios se encuentran las razones de todas las cosas que van a ser hechas... así pues Dios conocía todo lo que hace antes de hacerlo. En efecto no podemos decir que El haya hecho seres desconocidos para El y que solamente los haya conocido cuando los ha hecho» (R 1803). Estas palabras contienen formal-mente lo que se enseña acerca de la providencia divina.

 

151. Se prueba por la razón. A. En general la omnisciencia de Dios y en verdad esta omnisciencia clara y comprehensiva se sigue de su infinitud. En efecto no es infinita la ciencia que no abarca todo lo que es cognoscible y cuando es cognoscible.

 

B. En concreto. Dios se conoce a sí mismo, pues el ser que es el más inteligente no puede dejar de conocer al ser que es el más inteligible : q.14 a.2 y 3.

 

Dios conoce clara y distintamente todos los otros seres que son diferentes a El, sobre todo los que llegan a la existencia a lo largo del paso del tiempo. Todo lo que existe, es cognoscible, y en verdad de un modo claro y distinto como es en realidad. Luego Dios infinito lo conoce. Además Dios es la causa de todos los seres que existen fuera de El; ahora bien Dios no actúa a ciegas en sus obras "ad extra"; luego conoce todos los seres de un modo claro y distinto: a.5.6.11.

 

Dios conoce los seres posibles. Los seres posibles, aunque no existen en acto, sin embargo existen en potencia: a.9. Luego son cognoscibles en cuanto tales. Por consiguiente Dios los conoce. Más aún Dios tiene también ciencia de aquellos seres que no existen de ningún modo como son los seres imposibles, así como también los males y los defectos. Pues el conocer estos seres no es otra cosa sino el juzgar que dichos seres no son nada o que son un mal, o un defecto, lo cual es lo que se puede afirmar por el solo hecho de que no existen en realidad, o son un defecto. Por último debe admitirse que se da en Dios la ciencia de los posibles no puramente tales. Pues la ciencia que Dios tiene de éstos dirige a la voluntad divina de crearlos; en otro caso decretaría de un modo ciego la existencia de los mismos. Cf. Quodl. 11 a.3.

 

152. Escolio. ACERCA DE SI DIOS CONOCE INFINITOS Puesto que el número de los posibles es indefinido, y Dios tiene en acto ciencia de todos ellos en particular, hay que decir que Dios conoce en acto infinitos. Así se expresan San AGUSTIN y Santo TOMÁS, a.12. No obstante de ahí no parece que se siga nada, en base a lo cual pueda argumentarse en orden a una posible multitud infinita en acto. Pues el que Dios conozca los posibles infinitos en acto, es distinto que el que Dios juzgue que cada uno de los posibles considerados por separado son posibles; no obstante de aquí no se sigue el que EL juzgue que la colección de todos ellos pueda darse toda entera en acto, bien simultáneamente bien sucesivamente. A saber, en el caso de que sea posible Dios juzgará esto; en caso contrario, no lo juzgará.

 

Objeciones.      1. En la Escritura se dice que Dios desconoce a los malos (Hab 1,13; Mt
7,23; 25,12).

 

Distingo el aserto. Se dice que Dios desconoce a los malos con ciencia de aprobación a saber aprobando la conducta de los malos, concedo; se dice que los desconoce en absoluto, niego en base a esos mismos textos.

 

2. San JERONIMO parece que quiere decir que Dios no conoce ciertas menudencias: «Es absurdo llevar la majestad de Dios hasta tales términos que conozca en cada instante cuantos mosquitos nacen o cuantos mueren» (R 1377).

 

Este modo de expresarse del Santo Doctor no quiere indicar otra cosa, que el que Dios no tiene respecto a estos animalitos la providencia especial y singular que tiene acerca del hombre. Por otra parte en otros textos el mismo Santo Doctor afirma claramente que «nada hay que escape a la providencia y a la ciencia de Dios».

 

3. La ciencia de los posibles es abstracta, pues los posibles no existen en acto; es así que Dios no hace ni finge abstracciones; luego la ciencia de los posibles no puede ser atribuida formalmente a Dios

 

Distingo la mayor. La ciencia dirigida formalmente a los posibles es abstracta con abstracción objetiva, a saber el objeto de esta ciencia en su signo es algo abstracto, concedo la mayor; la ciencia de los posibles necesariamente debe darse por un conocimiento formado a base de una abstracción subjetiva, niego la mayor y contradistingo la menor. El conocimiento formado a base de una abstracción subjetiva que no agota toda la cognoscibilidad del objeto no se da en Dios, concedo la menor; el conocimiento formado a base de una abstracción objetiva, en el signo de los posibles en el que no se da la existencia, no puede ser atribuido formalmente a Dios, niego la menor y niego que esta sea una ficción.

 

Tal vez se quiera insistir. Es suficiente con atribuir a Dios de un modo eminente la ciencia de los posibles, al menos de lo no meramente tales; a saber es suficiente el que esta sea una perfección de la intuición divina acerca de algo existente, para que equivalga de modo eminente a nuestro conocimiento de los posibles.

 

Niego la reasunción de la objeción. Pues la perfección de la voluntad divina exige que el conocimiento de algo como posible se entienda que se da formalmente en Dios en el orden de la razón previo a la voluntad formal.

 

TESIS 13. Dios conoce "ab aeterno" todos los futuros libres.

 

153. Nexo. Se propone una cuestión especial acerca del conocimiento divino de los actos que realiza en el tiempo la creatura libre, por más que en realidad están incluido en la tesis que hemos defendido acerca del conocimiento que tiene Dios de todas las cosas que existen en algún tiempo determinado, a causa de la dificultad específica del tema y por los adversarios que encuentra esta doctrina católica.

 

Nociones. FUTUROS LIBRES, esto es CONTINGENTES ABSOLUTAMENTE FUTUROS, se dice que son los actos libres realizados por la creatura racional a lo largo del transcurso del tiempo. Se dice que son verdaderos futuros por razón de la eternidad del conocimiento divino que precede en duración a toda existencia creada. Por ello esta ciencia recibe el nombre de presciencia. Sin embargo no se sigue de ahí el que Dios los conozca como futuros, según dice Santo Tomas, del modo como nosotros podemos llegar a ellos, a saber por abstracción; más aún, precisamente por razón de la eternidad, los conoce más bien inmutablemente de un modo intuitivo, como presentes a su eternidad, que abarca la totalidad del tiempo.

 

Contingentes por una razón especial a causa de la libertad, en contraposición a los futuros que están contenidos necesariamente en sus causas, los cuales por eso mismo se dice que son futuros necesarios. Por último se dice que son absolutamente futuros, en cuanto que en realidad existirán en el tiempo en contraposición a los condicionadamente futuros, de los cuales se habla en la tesis siguiente.

 

Afirmamos solamente el hecho de esta ciencia; y estudiaremos el modo de la misma en el Art. III.

 

Adversarios. Hubo muchos entre los paganos, los cuales, a fin de tratar de salvaguardar la libertad de la creatura, la cual no sabían compaginarla con la presciencia divina, negaron ésta, y de este modo, según dice San Agustín respecto a CICERON: «Al querer hacer a los hombres libres los hace sacrílegos». También se citan algunos herejes, entre los cuales están los socinianos, y muchos protestantes modernos ,los cuales pusieron en Dios esta ciencia falible. Por el contrario otros como MARCION, CELSO, WICLEFF, por la misma razón negaron la libertad, como determinada por la presciencia divina.

 

Doctrina de la Iglesia. La predicación universal de la Iglesia enseña esta doctrina. El Concilio Valentino enseña expresamente la doctrina de la tesis, y el que la ciencia de Dios no perjudica la libertad (D 321). SIXTO IV condenó los errores de PEDRO DE RIVO respecto a la verdad de los futuros contingentes (D 719, 723). El Concilio Vaticano I: «Todas las cosas están patentes y manifiestas a sus ojos, incluyendo también aquellas que van a suceder por la libre acción de las creaturas» (D 1784).

 

Valor dogmático. De fe divina y católica definida.

 

154. Se prueba por la sagrada Escritura. La prueba de la tesis basada en la sagrada Escritura contiene principalmente dos elementos: a) Dios conoce todos los actos internos y libres de la creatura, o bien los conexionados con los mismos; los cuales a pesar de que acontecen en el tiempo, Dios los conoce no en el tiempo, sino "ab aeterno" (desde la eternidad); por consiguiente todos ellos son futuros. b) Dios es conocedor de antemano de los actos futuros; lo cual se entiende de un modo especial respecto a los futuros libres, ya sean los mismos actos internos de la voluntad, ya los efectos externos que provienen de ellos. La presciencia ciertamente no se limita a los futuros libres; en efecto se da también presciencia eterna de los futuros necesarios; sin embargo una vez puesta la existencia de la creatura libre, ésta sin duda interviene en el orden mundano, al menos dentro de unos ciertos límites, por ello la presciencia general de Dios incluye necesariamente el conocimiento de los futuros libres. Ambas cosas las enseña con muchísima frecuencia la sagrada Escritura.

 

a) Se dice que Dios es escrutador de los corazones: Sab 1,6; Rom 8,27; Ap 2,23; kardiognosthes (que conoce los corazones): Hch 1,24; 15,8. Conoce todos los pensamientos de los hombres: Deut 31,21; 1 Par 28,9; Sal 93,11 (1 Cor 3,20); Sal 138,3; Is 66,18; Ez 11,5; Mt 9,4: 12,25; Le 5,22; 6,8; 9,47; 11,17. Sabe, conoce, ve, intuye los corazones, los corazones y los riñones (con las cuales palabras se da a entender en general lo íntimo del hombre): 1 Re (Sam) 16,7; 3 Re 8,38; Jer 20,12; Eclo 23,28; en innumerables textos; lo recóndito del corazón: Sal 43,22; y en verdad él solo: 3 Re 8,39; 2 Par 6,30. Dios escudriña, prueba, escruta los corazones, investiga el corazón: 1 Par 28,9; Sal 7,10; Jer 17,10; Eelo 42,18; Job 23.10; Sal 16,3; Lc 16,15; 1 Tes 2,4, etc. Por ello Dios no necesita de consejero: Is 40,13-14; Rom 11,34.

 

b) Dios conoce de antemano los hechos futuros. En efecto predice muchas cosas y se cumplen en la realidad: Ex 3,19-22; 12,31ss; 14.1-4; Sab 19,1-3; Deut 31,21; 4 Re 19,27, etc. En Is 41,22s; 46,9ss, Dios increpa a las falsas deidades a que predigan los hechos futuros en caso de que se pretenda que hayan de ser conocidos como verdaderos dioses. También muchos textos en el Evangelio. En esta presciencia tiene su fundamento la profecía: Amos 3,7: Is 42,9; por ello Tertuliano, la presciencia tiene tantos testigos de Dios, cuantos profetas ha hecho. Y S.Pablo en 1 Cor 14,24s, recomienda el carisma de la profecía como un signo de Dios que habita en nosotros, puesto que se hacen manifiestos los secretos del corazón: pero si profetizando todos entrare algún infiel o no iniciado, se sentirá argüido de todos, juzgado de todos, los secretos de su corazón quedarán de manifiesto, y cayendo de hinojos adorará a Dios, confesando que realmente está Dios en medio de vosotros.

 

c) Esta omnisciencia de Dios solamente la niegan el perverso y el necio: Sal 10,11; 72,11; 93,7.

 

155. Se prueba por la tradición. Los SANTOS PADRES enseñan con claridad la presciencia de Dios, sin que por ello la libertad sufra daño alguno. He aquí algunas expresiones de los mismos: San JUSTINO: «Es obra de Dios el predecir las cosas antes de que sucedan, y el presentar éstas una vez realizadas como fueron predichas» (R 116). ATENAGORAS (R 162). CLEMENTE ALEJANDRINO: «En efecto Dios conoce todas las cosas... y previendo cada uno de los movimientos, lo intuye todo y lo oye todo, y viendo interiormente el alma al descubierto, conoce también desde la eternidad a cada uno de los seres en su singularidad» (R 429). San JUAN CRISOSTOMO: «Así pues su predicción no acarrea los escándalos, esto que a nadie se le ocurra pensarlo; sino que los predice, porque de hecho iban a suceder» (R 1175). San JEROMMO se dirige con enorme fuerza contra MARCION «y contra todos los canes de los herejes, los cuales desgarran el Antiguo Testamento» con sus ataques contra la presciencia, y por último concluye: «Pues no pecó Adán, por el hecho de que Dios conocía que esto iba a suceder; sino que Dios lo conoció de antemano, como Dios que es, porque Adán lo iba a realizar con su propia voluntad» (R 1405). SAN AGUSTIN: «El confesar que hay Dios y el negar que conoce de antemano los hechos futuros, es una insensatez totalmente manifiesta... en efecto el que no conoce de antemano todos los hechos futuros, ciertamente no es Dios» (R 1740; también R 1707, 1742, 1928). San FULGENCIO (R 2258), SAN JUAN DAMASCENO (R 2357).

 

156. Se prueba por la razón. A. El entendimiento infinito no puede dejar de conocer las acciones libres de la creatura, las cuales ciertamente son cognoscibles, y el entendimiento eterno no puede dejar de verlas desde la eternidad. Pues Dios conoce los futuros «según es cada uno de ellos en sí mismo en acto»; es así que la eternidad abarca de forma inmutable todo tiempo; luego Dios ve todos los futuros libres «según están en su presencialidad», como indica Santo TOMAS, h.1 «Así como... aquel que desde alguna altura ve todo el camina así ve simultánea-mente a todos los que pasan por el camino».

 

B. La presciencia de Dios se compagina con la libertad, puesto que la ciencia en cuanto tal no impone ninguna necesidad antecedente a su objeto. «Las cosas que son conocidas por Dios es menester que sean necesarias, según el modo como están sujetas a la ciencia divina»; es así que Dios las ve como son en acto en sí mismas; luego la presciencia divina no impone otra necesidad distinta de la meramente consiguiente a la posición del acto.

 

Por otra parte el modo como Dios conoce esto sin que vaya en contra de la libertad se explica más ampliamente en el Art. siguiente.

 

Las Objeciones por lo que se refiere a la libertad quedan ya anteriormente resueltas por lo que hemos dicho. En último término todas ellas se reducen a lo siguiente: la ciencia infalible de Dios conlleva la necesidad de su objeto; luego cuando el hombre pone un acto, lo pone necesariamente, esto es no puede dejar de ponerlo, lo cual va en contra de la libertad.

 

Distingo el antecedente. La ciencia de Dios conlleva necesidad lógica, o sea necesidad de consecuencia, de su objeto, y ciertamente una necesidad meramente consiguiente, no otra clase de necesidad a saber la que supone la posición misma del acto, con la cual no puede compaginarse la no posición del acto, concedo el antecedente; conlleva una necesidad antecedente que determine la potencia a una sola cosa, niego el antecedente y distingo del mismo modo el consiguiente. El hombre cuento pone el acto no puede dejar de ponerlo por una impotencia antecedente a lo puesto, que surge del coprincipio que lo determine, niego el consiguiente; por una necesidad consiguiente a la posición misma del acto, y por una necesidad lógica, esto es de la infalibilidad de la ciencia divina, concedo el consiguiente.

 

TESIS 14. Dios conoce con certeza y distinción todos los contingentes condicionadamente futuros.

 

157. Nexo. La singular naturaleza del acto libre reclama también un tratado especial acerca de la ciencia de Dios, que desde hace muchos siglos se estudia ya con notable claridad, acerca de las acciones libres condicionadamente futuras, las cuales sin duda alguna deben mencionarse entre los posibles; no obstante tienen algo peculiar; pues una vez puesta la condición, es posible un doble opuesto, sin embargo el condicionadamente futuro solamente es uno solo. Por ello hay que estudiar si la ciencia de Dios alcanza a estas acciones libres condicionadamente futuras, y de qué modo llega a ellas. Ahora bien esta cuestión por una parte parece bastante difícil y por otra tiene una gran importancia en orden a desentra­ñar muchas dificultades teológicas acerca de la providencia y de la predestinación. Y es menester distinguir con todo detalle entre la ciencia divina que se defiende en la tesis acerca de los contingentes condicionadamente futuros, y el modo de explicar esta ciencia. En esta tesis solamente respondemos a la primera cuestión.

 

Nociones. CONTINGENTES CONDICIONADAMENTE FUTUROS, esto es futuribles, se dice que son las acciones que serían puestas de hecho por un agente libre, si se encontrara en unas determinadas condiciones. Se dice que son de un modo peculiar contingentes, en cuanto que son libres; futuros en cuanto que son algo determinado, como los absolutamente futuros; condicionadamente futuros como algo intermedio entre lo meramente posible y lo absolutamente futuro; en la hipótesis v.gr. de la gracia otorgada a Pedro en estas determinadas circunstancias, tanto de rechazo, como de aceptación, es disyuntivamente posible, y sin embargo no sucederían ambas cosas, sino solamente una sola cosa, y en verdad una sola cosa determinada, ahora bien, éste no será un futuro absoluto más que una vez purificada la condición.

 

Las proposiciones condicionales, con las cuales nosotros expresamos los futuros condicionados, no son condicionales estrictamente dichas, o sea ilativas, a causa de la libertad del agente. Por lo cual el condicionado no es cognoscible, al menos con una certeza metafísica y absolutamente infalible, en la condición, aunque la condicione expresa algo que conduce a uno solo de los extremos posibles. Por ello puede llamarse proposiciones condicionales indicativas o asertivas, en cuanto que solamente indican o afirman el que de hecho sucedería que puesta la condición se seguiría el condicionado.[1]

 

Se distinguen los futuribles, como posibles que son, en puramente futuros de un modo condicionado, los cuales nunca alcanzarán la existencia, ya que de hecho no se dará la condición, y no puramente, o sea precisivamente futuros de un modo condicionado; pues incluso los futuros absolutos, en el signo anterior a la futurición absoluta de la condición fueron condicionadamente futuros.

 

Sentencias. Al comienzo de la controversia acerca de los auxilios, hubo algunos entre los tomistas, como LEDESMA, CABRERA y otros, los cuales concedieron a Dios solamente una ciencia conjetural, no cierta, sobre estos condicionadamente futuros, ya que, decían estos autores, que no podían ser conocidos de otro modo. En época reciente JANSSENS y algunos pocos autores sostienen en realidad lo mismo si bien con sus palabras no rechazan nuestra tesis. Pues dicen que Dios conoce con certeza los verdaderamente futuribles, a saber aquellos que o bien están contenidos ciertamente en sus causas, o bien aquellos acerca de los cuales Dios dispuso en sus decretos; y que en cambio los otros que nosotros fingimos a manera de futuribles no son conocidos por Dios, porque no son verdaderamente futuribles.

 

Sin embargo, todos los restantes teólogos afirman que debe ser sostenida absolutamente la ciencia divina acerca de todos los condicionadamente futuros, lo cual ya fue propuesto en la controversia acerca de los auxilios. Y decimos que esta ciencia se da en Dios formalmente no de un modo meramente eminente, como dijimos acerca de los posibles. Sin embargo tal vez muchos que defienden el sistema banesiano, al menos en su fuero interno, establecen la tesis exclusivamente acerca de los puros futuribles.

 

Valor teológico. Es doctrina cierta, tanto filosóficamente, como teológica-mente.

 

158. Se prueba por la sagrada Escritura. La sagrada Escritura muestra que ciertos puramente futuros de un modo condicionado fueron conocidos con certeza por Dios, lo cual debe extenderse con toda justicia a todos ellos. Los principales textos son: 1 Re (Sam) 23,10-13; y Mt 11,21-23 (Lc 10,13).

 

En el primer texto se nana que David vino a Ceilam y preguntó al Señor, si también vendría Saúl, y si los habitantes de Ceilam iban a entregar a David mismo en manos de Saúl; y que el Señor respondió: Vendrá, te entregarán; oído esto, sigue diciendo el texto sagrado, que no se quedó allí David, con lo cual sucedió que ni Saúl vino a Ceilam ni los ceilitas entregaron a David en sus manos. Es un caso evidente de un puramente futuro de un modo condicionado, y de la ciencia o conocimiento infalible de Dios que David quiso conocer mediante el legítimo oráculo.

 

En Mt 11,21-23 vemos la gravísima amenaza de Jesucristo a las ciudades de Galilea presentando la penitencia condicionadamente futura de los habitantes de Sidón y de Tiro, si se hubieran hecho en dicha ciudades los milagros, que Cristo realizó en presencia de los galileos; esta amenaza en verdad no hubiera sido eficaz, si Jesucristo no hubiera dicho esto con ciencia cierta.

 

Puede también aducirse el texto de Jer 38,17-23, donde «se predicen muchos efectos contingentes... futuros bajo condición, la cual no se cumplió» y sin embargo «es una profecía basada en la ciencia infalible de Dios»; de modo semejante Hch 22,18 y otros textos.

 

Muchas veces también según hacemos notar en el argumento extraído de los Padres, lo que la sagrada Escritura manifiesta acerca de la ciencia de los futuros, como referido a la providencia, debe entenderse de la ciencia de los condicionadamente futuros no puramente tales.

 

159. Se prueba por la tradición. A. Está claro por los temas que proponen al explicar y defender la providencia divina que en realidad son muchísimos los testimonios de los Padres acerca de la ciencia de los futuribles. En efecto plantean la cuestión, a) acerca de por qué Dios creó a los ángeles y a Adán que iban a pecar; ahora bien responden que Dios sabía esto, pero que también sabe sacar de los males bienes; b) dicen que Dios supo de antemano la obstinación y la caída de Judas; c) dicen que muchos son privados de los bienes temporales o se ven afectados de enfermedades y malestares en esta vida, o que son arrebatados de este mundo, porque Dios prevé que iban a usar mal de los bienes de la tierra, mientras que por el contrario admiran los misterios de la providencia en el hecho de que no saque a algunos de esta vida antes de que pequen, siendo así que ha conocido de antemano el pecado de éstos; todo lo cual aparece muchas veces en los Santos Padres, sobre todo en San AGUSTIN al tratar de la predestinación.

 

He aquí los testimonios de dos Padres: San GREGORIO NICENO: «Es convenien­te que aquel que conoce el futuro del mismo modo que el pasado, impida el que un niño llegue a la edad adulta, a fin de que no se realizara el mal, que fue conocido en virtud de la presciencia que se daría en él, si hubiera seguido viviendo en esta vida, y para aquel que iba a haber vivido con tal voluntad libre, esta vida sería ocasión para su maldad» (R 1059). San AGUSTIN: «Sabía de antemano que la voluntad de ellos iba a ser mala.. ¿por qué, pues, creó a quienes conocía de antemano que iban a ser tales? porque así como previó qué mal iban a hacer, así previó también qué bien iba a obrar El mismo extrayéndolo de las obras malas de ellos» (R 1707). «Ciertamente Dios podía arrancarlos de esta vida, al conocer de antemano que ellos iban a caer antes de que esto sucediera» (R 1996).

 

Ahora bien esta ciencia es o bien de los puramente futuros de un modo condicionado, o bien de los futuros condicionados no puramente tales, esto es de los futuros en el signo de los futuribles. Pues es una ciencia que dirige los decretos de Dios, la razón que explica las permisiones divinas, y suficiente para impedir la creación u otros hechos, a no ser que pudieran sacarse otros bienes, una vez realizados estos hechos. Luego estas palabras no pueden entenderse exclusivamente acerca de los futuros absolutos que presuponen los decretos de Dios. Por consiguiente conciernen también a esta ciencia muchísimos datos que afirman la ciencia de los futuros absolutos.

 

160. B. Se muestra también fácilmente la tesis por el sentir de los fieles y de la Iglesia. Pues cuando siguiendo las enseñanzas de la Iglesia rogamos a Dios que nos conceda los bienes temporales bajo la condición de no abusar de ellos, o de que sean provechosos para nuestra salvación, hacemos esto porque entendemos que El sabe de antemano con certeza qué haríamos, si nos encontráramos en éstas o aquellas circunstancias concretas. El Catecismo Romano enseña esto con claridad.

 

SANTO TOMAS, si bien no trata de una forma sistemática acerca de la ciencia de los futuros condicionados en las cuestiones de la ciencia de Dios, entiende ésta de una forma patente como los Santos Padres, siempre que trata de la providencia y de la predestinación: a este respecto dice que Dios se dirige por la presciencia acerca de los hechos futuros en la distribución de los bienes y males, en el hecho de acoger favorablemente las oraciones, y que el primer signo de predestinación es la ciencia por la que Dios prevé qué es lo que va a hacer el hombre. «En la predestinación hay que tener en cuenta tres cosas, dos de las cuales las presupone la predestina­ción misma, a saber, la presciencia de Dios y el amor»: Quodl 11 a.3; la providencia «presupone la presciencia y la voluntad»: Quodl. 3; Cf. 1 q.23 a.Y q.63 a.7: q.92 al; 2.2 q.165 a.l.

 

161. Se prueba por la razón. 1. Sin la ciencia de los condicionadamente futuros no puede entenderse ni la providencia ni la predestinación establecidas de un modo digno a Dios; pues en otro caso o Dios decidiría a ciegas el orden del mundo, u obstaculizaría la voluntad.

 

De donde quiera que surja esto, los futuribles tienen una verdad determinada, pues supuestas unas circunstancias, se realizaría de una forma determinada uno de los extremos posibles; luego los futuribles son cognoscibles; así pues Dios los conoce. Por ello el que manifiesta una proposición acerca de un futuro condicionado, o dice una verdad determinada o una falsedad. Donde hay que tener en cuenta que una cosa es el que una proposición haya sido expresada de manera irracional e imprudente, como sería el caso de un hombre que dijera tal proposición sin fundamento, y otra cosa el que no sea determinadamente verdadera o falsa, porque en realidad será tal, ya que en ese caso concreto sucedería determinadamente una sola cosa.

 

162. Objeciones. 1. En contra del argumento de la SAGRADA ESCRITURA se arguye: a) 1 Re 23,10-13 puede entenderse no del hecho mismo de la venida de Saúl y de la entrega de David por los habitantes de Ceilam, sino del pensamiento y la disposición de ánimo de ellos. b) Mt 11,21-23 puede interpretarse de un modo humano mediante cierta conjetura o exageración. c) Muchos textos de la sagrada Escritura que parece que enseñan la presencia de los condicionadamente futuros, llevan el adverbio acaso. Luego no prueban la ciencia cierta por parte de Dios.

 

Respuesta. En cuanto al apartado a) niego el aserto, pues las palabras son claras respecto al hecho mismo; y David no trataba de buscar otra cosa del oráculo más que el hecho mismo. En cuanto al apartado b) de nuevo niego el aserto, ya que la amenaza perdería toda la fuerza. Y por lo que se refiere al apartado c) la palabra acaso de la Vulgata muchas veces no es más que una traducción nada adecuada de la partícula griega " αν " la cual denota condición irreal; en unas ocasiones no responde nada este adverbio en el texto original; en otras se da en textos, que no han sido aducidos, donde Dios no expresa su ciencia, sino o bien el fin de la predicación, o bien la esperanza de un éxito en sí dudoso, o también un mal suceso. Por último los Padres muchas veces indican que este modo de expresarse se usó para que no parezca que Dios con su presciencia iba en contra de la libertad; así San JERONIMO: «La palabra ambigua acaso no puede convenir a la majestad del Señor, sin embargo habla según nuestro sentimiento, a fin de que se mantenga el libre arbitrio del hombre, para que por su presciencia no se vea obligado como por necesidad a hacer alguna cosa o a dejar de hacerla» (R 1408).

 

 2. SAN AGUSTIN niega la presciencia de los futuribles: «i0ué decir del hecho de que la presciencia misma queda totalmente destrozada, si no se da en el futuro lo que se sabe de antemano? (Pues cómo se dice rectamente que se conoce de antemano un futuro que no sucederá?». En otro texto las palabras de Sab 4,7, murió prematuramente a fin de que la maldad no cambiara su inteligencia, entiende que estas palabras fueron dichas «según los peligros de esta vida, no según la presciencia de Dios, el cual conocía de antemano este que iba a suceder, no lo que no iba a suceder».

 

Respuesta. SAN AGUSTIN nunca negó la ciencia de los futuribles, sino que la afirmó en muchísimas ocasiones, más aún atribuye a esta ciencia el nombre mismo de presciencia. Sin embargo en alguna ocasión, al atacar el abuso de esta ciencia que se daba en los pelagianos y en los semiexistencialistas, hace notar lo siguiente, que propiamente hablando el nombre de presciencia solamente se refiere a los futuros absolutos. El texto de Sab 4,7, que no hemos aducido en la prueba de la sagrada Escritura, es probable que pueda entenderse solamente «según los peligros de esta vida"; Sin embargo SAN AGUSTIN muchas veces interpreta dicho texto acerca de la misma ciencia cierta del futurible, como en el texto aducido en la prueba.

 

163. 3. La ciencia de los futuribles es imperfecta, porque es ya meramente aprehensiva ya discursiva, y además es precisiva, esto es abstractiva, ya que prescinde de la futurización absoluta. Luego no puede ser atribuida a Dios.

 

Niego el antecedente y la razón aducida en cuanto a la primera parte; ya que la ciencia de los futuribles, según se da en Dios, afirma el hecho bajo condición; por ello no puede ser llamada ni meramente aprehensiva, ni discursiva, sino simplemente asertiva o afirmativa. En cuanto a la segunda parte distingo la razón del antecedente. La ciencia de los futuros condicionados puede llamarse abstractiva en cuanto que no alcanza la futurición absoluta, la cual no se da en su signo, como se ha dicho de la ciencia de los posibles, concedo; puede llamarse precisiva o abstractiva subjetivamente, como si no agotara toda la cognoscibilidad de su objeto, niego; por consiguiente niego que la ciencia de los futuribles sea imperfecta.

 

Tal vez se insista. Esta ciencia tiene sabor a antropomorfismo, pues parece que es indigno respecto a Dios el presentarle imaginándose infinitas condiciones en las cuales podrían hallarse los hombres, para ver qué va a suceder en cada una de ellas.

 

Respuesta. Puede parecer extraño que esta objeción haya podido plantearse en serio. En efecto una cosa es admitir en Dios formalmente el conocimiento de todos los futuros condicionados, y otra cosa distinta es el atribuir a Dios el modo como nosotros expresamos necesariamente esto, lo cual ciertamente no lo pretenden los teólogos cuanto establecen como necesaria esta ciencia en Dios.

 

 4. No parece que sea necesaria la ciencia de los futuribles no puramente tales para explicar la divina providencia. Pues hay muchos teólogos, que piensan que incluso prescindiendo de la ciencia de los futuribles puede explicarse adecuadamente la providencia divina. Luego no tiene valor el argumento que se deduce de ahí.

 

Respuesta. Sin embargo los SANTOS PADRES juzgan que hay que echar mano de esta ciencia, como hemos visto en la prueba. Y los teólogos  mismos de los cuales se habla en la objeción la admiten, o deben admitirla, si afirman la ciencia de los puramente futuribles, ya que la cognoscibilidad de ambos es la misma en el mismo signo. Ahora bien cuando no echan mano de ella para explicar la razón de la providencia divina, proponen una teoría que nos parece que no puede admitirse. Sin embargo todo esto se refiere más bien a la cuestión acerca del medio o del modo como Dios conoce los futuros libres en general.

 


[1] Y si algunos autores al explicar la naturaleza de estas proposiciones echan mano del ejemplo de las condicionales diversificadas, hacen esto solamente para explicar la falta de conexión que encierra de la condición y el condicionado a causa de la libertad; no por el hecho de que nieguen el que la condición conduzca al condicionado.