CAPITULO III
DE LA CIENCIA DE DIOS


Preámbulo acerca de la vida de Dios en general

 

138. Hasta ahora hemos considerado el ser de Dios de una forma como estática; y ya pasamos a tratar la actividad de Dios. La actividad del ser es doble, inmanente y transeúnte. Está claro que ambas clases de actividad le competen a ser perfectísimo. Ahora bien la actividad de Dios "ad extra" tiene su propio lugar para ser estudiada en tratados teológicos específicos. Por ello prácticamente vamos a tratar exclusivamente de la actividad inmanente.

 

La actividad inmanente propiamente tal es la VIDA; pues se dice que es ser vivo sólo aquel que ejerce una actividad en orden a sí mismo, por el hecho de que produce y manifiesta una acción recibida del agente mismo, mediante la cual o bien se desarrolla, o bien se completa, o bien se actúa a sí mismo, ya en orden a él, ya también en orden a otros seres. Por ello el viviente es una substancia a la cual le conviene según su propia naturaleza el moverse a sí mismo o el actuarse de cualquier modo en orden a una operación, según dice Santo TOMÁS en q.18 a.2.

 

Sin embargo de la noción misma surge la dificultad respecto a de qué modo puede atribuirse vida a Dios, siendo así que según los atributos que ya hemos probado de El, a saber su infinitud, su inmutabilidad, y su simplicidad, no puede admitirse en Dios ni el movimiento, ni el desarrollo, ni tampoco puede agregársele una nueva perfección. Con todo debe atribuírsele a Dios la vida. Ya que es cosa sabida "per se" que es más perfecto el ser vivo que el no vivo. Por tanto hay que ver qué notas son tan esenciales al concepto de vida, que necesariamente, si bien de un modo analógico con la vida creada puede hallarse en la vida increada.

 

139. Ahora bien concierne a la perfección de la vida solamente el que sea actividad inmanente, de tal modo que cuanto más perfecta sea la actividad y más perfecta la inmanencia, más perfecta será también la vida. Pues bien, hace imperfecta la vida creada el que la actividad no pueda ejercerse sin movimiento y sin causalidad, y el que nunca sea ejercida solamente por uno mismo, y el que la inmanencia de la actividad no sea plena y perfecta. Santo TOMAS a.3 muestra esto discurriendo por las clases de todos los vivientes, en las cuales aparece que es más perfecta la vida que necesite de un movimiento menor, de donde también se dé una inmanencia más perfecta; con lo cual se concluye que en las creaturas la vida más perfecta es la propia del ser espiritual, o sea la acción de entender y de querer. Por ello concierne a la perfección del ser viviente el que se actúe a sí mismo, y hace referencia a la imperfección el que esto lo posea mediante la causalidad y haciendo distinción entre el acto primero y el acto segundo, lo cual no es propio del concepto de una perfección superior. Así pues será más perfecta la vida del ser que goce de la actividad de entender y de querer plenamente identificada consigo misma, o sea una actividad subsistente, con lo cual se da por una parte una operación perfectísima sin mutación, y por otra una inmanencia de la operación suma, a saber la metafísica.

 

Con lo cual se ve, por decirlo de pasada, de qué forma más absurda se extiende en nuestros días muchas veces un concepto de vida, incluso en temas teológicos, el cual concepto pretende hacer consistir la vida entera en una evolución o mutación substancial, la cual es propia de la forma viviente más imperfecta, a saber de la forma vegetativa, concepto que necesariamente debería adaptarse a otras clases de vida superior, sobre todo de la vida espiritual y religiosa. Esto en verdad parece que solamente puede explicarse por cierto materialismo o sensualismo que subyace en este falso concepto de vida.

 

N.B. La razón natural no puede avanzar más en la explicación de la vida de Dios. Sin embargo sabemos por la revelación que la vida divina no queda encerrada en esto; en efecto se dan en dicha vida divina procesiones inmanentes "ad intra", según el entendimiento y la voluntad, por las cuales proceden los términos subsistentes, identificados en verdad con la substancia divina, si bien realmente distintos entre sí. Cf. tratado de Trinitate.

 

140. "EL HECHO DE QUE DIOS VIVE" es una verdad propuesta en muchísimas ocasiones en las fuentes de la revelación. La Iglesia en el Concilio IV de Letrán (D 428) presenta las operaciones vitales de la Trinidad; el Concilio Vaticano I (D 1782) hace profesión de fe en Dios infinito en su entendimiento y en su voluntad.

 

La sagrada Escritura designa a Dios como con una característica del verdadero Dios con el apelativo de Dios vivo, contraponiéndolo a los ídolos que carecen de vida, Deut 32,39: Ved, pues que soy yo, yo solo, y que no hay Dios alguno más que yo. Yo doy la vida, yo doy la muerte... Sal 113,12-16; Jer 10,10: Pero Yahvé es verdadero Dios, el Dios vivo y rey eterno. Mt 16,16: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo (του θεου ξωντος) Hch 14,14: ...y os predicamos para convertiros de estas vanidades al Dios vivo, etc.; Dios mismo dice muchas veces Vivo yo, Deut 32,40, de tal manera que la fórmula Vivo yo, Vive Dios, fue empleada como juramento 4 Re 2,2; Mt 26,63. Muestran la vida de Dios Sab 7,22-8,1; Prov 8; Jn 1,4; 5,26: Así como el Padre tiene la vida en sí mismo...; 1 Jn 1,1ss; 5,20. Por ello Cristo Dios-hombre es la vida, y la participación en la vida de Jesucristo es nuestra vida eterna Jn 6,40.55.59; 14,6.

 

Los Santos Padres explican de muchas maneras y con palabras llenas de belleza la vida divina y la perfección de la misma. San CLEMENTE ROMANO: «Vive Dios, vive nuestro Señor Jesucristo, vive el Espíritu Santo, fe y esperanza de los elegidos» (R 28). San GREGORIO NICENO y San CIRILO DE ALEJANDRIA dicen de Dios que es «la vida por si mismo» (αντοξωη)«vivo por su propia naturaleza» (ζωη κατα φνσιν). San AGUSTIN: «En Ti el ser no es distinto del vivir; porque el ser en el más alto grado y el vivir en el grado supremo es lo mismo».

 

La razón indica esto. Pues al sentir de todos la vida es perfección pura, ya que por su propio concepto es mejor vivir, que no vivir, por consiguiente no puede concebirse una perfección mayor no vital, que la contenga de modo eminente. Por otra parte, según lo que hemos indicado, puede darse vida sin movimiento y sin imperfección.

 

Tal vez alguien diga: no puede concebirse la vida sin que no se produzca nada. Luego, al menos si se prescinde de las procesiones de la Trinidad, acerca de las cuales la razón no conoce nada, no puede decirse a Dios viviente.

 

Niego el antecedente, ya que no se prueba de modo adecuado por el hecho de que en las creaturas no pueda darse la vida sin producción del acto mismo de entender y de querer, la cual no se da en lo referente a Dios; pues es suficiente el que entendamos que la acción de entender y de querer es un acto, que se da de un modo mucho más perfecto si se identifica con la substancia divina la cual no ha sido producida.

 

Articulo I
DE LA PERFECCIÓN SUBJETIVA DE LA CIENCIA DE DIOS

 

141. La vida del ser espiritual abarca una doble operación: la de entender y la de querer; de entre las cuales según un orden al menos de razón la inteligencia es anterior. La acción de entender de Dios los teólogos la denominan con el nombre de ciencia, puesto que con este nombre se da a entender el más perfecto conocimiento humano.

 

Las cuestiones acerca de la ciencia de Dios las estudiamos en tres artículos: 1º de la perfección subjetiva de la ciencia de Dios; 2º del objeto de la misma; 3º del medio, según se expresan los autores, esto es del modo de la ciencia divina.

 

TESIS 11. Dios es la acción de entender subsistente de perfección infinita.

 

Nexo. El conocimiento en general es cierta asimilación vital de algún objeto. En efecto el que conoce, conoce algo; por ello debe estudiarse su perfección por el objeto conocido y por el modo de conocer. No obstante respecto al conocimiento divino podemos afirmar ya de antemano algo, y ciertamente esto de enorme importancia, acerca de su perfección, lo cual brota espontáneamente de lo que hemos dicho acerca de los atributos divinos, y prepara el camino en orden a llegar a su perfección objetiva; y esto es lo que afirmamos en la tesis.

 

142. Nociones. Dios sabe, entiende; ahora bien su entender no puede agregársele a El a manera de accidente, a causa de la simplicidad divina, sino que debe ser la substancia misma de Dios; por ello se dice que «Dios ES LA ACCIÓN SUBSISTENTE DE ENTENDER» con más propiedad que decir que Dios tiene ciencia, si bien es este el modo que se emplea corrientemente al expresarse. Se sigue de aquí que la ciencia de Dios no es algo producido, y que en Dios no se da una facultad, esto es el entendimiento en acto primero, el cual realice el acto segundo de entender. Sin embargo nada impide el que con nuestra razón hagamos distinción en Dios respecto a su entendimiento como la razón suficiente subjetiva de la acción divina de entender, sobre todo puesto que hay muchas cosas que Dios las entiende con un sólo acto simplicísimo.

 

LA PERFECCIÓN INFINITA de la acción divina de entender puede considerarse: a) por parte de la entidad de la acción de entender; b) por parte de la naturaleza del conocimiento en cuanto tal; c) por parte de las propiedades que le convienen a ella como tal, las cuales propiedades reciben el nombre de lógicas.

 

a) Puesto que la entidad de la acción divina de entender es la substancia divina misma, posee todas las perfecciones de la divinidad; la infinitud, la simplicidad, la inmutabilidad física, la eternidad.

 

b) La ciencia divina no es, un hábito, sino un acto; no es una mera aprehen­sión simple, ni un raciocinio, los cuales conllevan imperfección, sino que es un juicio o afirmación, el cual no obstante no se realiza por composición y división, sino por una intuición simplicísima de la tendencia formalmente afirmativa o asertiva; por último el conocimiento divino no hace abstracción ni distinción de lo que en realidad es una sola cosa, ni forma conceptos universales, sino que es una plena intuición y comprehensión de la realidad total.

 

Sin embargo puede admitirse en Dios una ciencia a manera de objetivamente abstractiva, a saber una ciencia acerca de un objeto meramente abstracto, considerada en dicho signo de razón.

 

c) Las propiedades de la ciencia lógica son la verdad, la claridad, la distinción y la certeza absoluta, o sea la plena clara distinta y firme conformación con el objeto, haciendo radical exclusión de la falsedad de la confusión, de la ignorancia, de la duda, de la opinión y de la probabilidad; por último la invariabilidad lógica, si bien la variación puramente lógica podría compaginarse con la inmutabilidad física; a saber Dios no empieza a conocer algo ni termina de conocer algo, ni se cambian las propiedades lógicas de la acción de entender.

 

143. Sentencias. Entre los católicos no hay nadie que no defienda la doctrina de la tesis, o que ponga en duda la explicación propuesta. Más aún hubo quienes ni siquiera con nuestra razón admitieron en Dios el entendimiento como raíz de la acción divina de entender; sin embargo esto es lo que se dice de una forma más corriente, ya que se da fundamento en la realidad. Solamente AUREOLO negó a Dios el conocimiento formal y distinto de las cosas creadas.

 

AVERROES dijo que las creaturas solamente eran conocidas por Dios de un modo abstracto y oscuro. Los panteístas evolucionistas enseñan que Dios de día en día se hace consiguiente de sí mismo y de otras cosas con la evolución de El, que es el ser único.

 

Doctrina de la Iglesia. Aparte de la predicación universal, ha sido definida expresamente la acción infinitamente perfecta de entender en el Concilio Vaticano (D 1782).

 

Valor dogmático y teológico. El que Dios tiene inteligencia y el que ésta es infinitamente perfecta es de fe divina, católica, definida. El que la acción divina de entender es subsiguiente y perfecta, del modo explicado, es al menos teológicamente cierto.

 

144. Se prueba por la sagrada Escritura. a) Se dice en cada una de las páginas de la sagrada Escritura no sólo con palabras sino también con hechos, que Dios es inteligente; y en las tesis siguientes se expone la doctrina de los libros sagrados acerca de la ciencia de Dios respecto a cada una de las cosas.

 

b) La perfección infinita de la ciencia de Dios se expresa de diversas maneras. 1 Re (Sam) 2,3: Dios es el Señor de las ciencias, a saber Yahvé es el Dios que tiene la ciencia profunda. Por ello muchas veces a Dios se le denomina la Sabiduría, y se ensalza, de muchos modos la sabiduría de Dios, la cual es considerada como el sumo grado de la inteligencia y de la ciencia. Job 12,13: En El está, la sabiduría y la fortaleza, El posee el consejo y la inteligencia, lo cual lo proclaman incluso los animales mismos (v.7). Sal 135,4: El que hizo los cielos con sabiduría; en el texto hebreo la palabra tebunah indica la sabiduría que lo penetra todo, y dirige todo a su fin, y en los libros sapienciales, los cuales todos ellos están henchidos de las alabanzas de la Sabiduría, que es Dios, Prov 8,14-16 o proviene de Dios, este vocablo se considera como sinónimo de hokemah.

 

c) En orden a poner de relieve la sabiduría y la ciencia de Dios hay que referir lo que dice Sal 146,4s: Cuenta el número de las estrellas (lo cual nadie puede hacerlo Gen 15,5 y llama a cada una de ellas por su nombre; ahora bien poner a las cosas el nombre adecuado entre los semitas es señal de gran ciencia; por ello su sabiduría no tiene límite.

 

d) La perfección infinita de la ciencia divina se enseña con gran pondera­ción en la ciencia que Dios posee acerca del hombre (lo cual tiene mucho más valor respecto a otros seres). Sal 138,1-6: Señor, me escrutas y, cuando me siento y cuando me levanto, cuando ando y cuando me acuesto, conoces todos mis caminos, a saber absolutamente mis acciones, entiendes mis pensamientos y en verdad desde lo lejos, antes de que suceda, y cuando la palabra aún no está sobre la lengua, tu en verdad ya la conoces toda entera; por ello me abarcas por la espalda y por la frente y pon sobre mí tu mano, y no puedo huir de ti. Es demasiado admirable para mi esta ciencia, es una ciencia sublime, y no llego a captarla.

 

e) San PABLO Rom 11,33-34 lleno de admiración respecto a los planes divinos acerca de la elección y reprobación de los judíos dice: Oh profundidad de las riquezas y de la sabiduría de Dios (Oh abismo de misericordia) cuán comprensibles son sus juicios; e ininvestigables sus caminos, etc.

 

f) Por ello Dios es la verdad Jn 14,6; es la luz yen El no hay ninguna clase de tinieblas 1 Jn 1,5.

 

145. Se prueba por la tradición. LOS SANTOS PADRES resaltan de muchas maneras la perfección infinita de la acción divina de entender, según veremos en las líneas siguientes. Así CLEMENTE ALEJANDRINO: Dios «ve con un sólo acto de su visión simultáneamente todas las cosas y por separado incluso cada una de ellas» (R 429). San AGUSTIN: «Ahora bien esta ciencia de Dios es también la sabiduría misma y esta sabiduría es la esencia misma o substancia; ya que en dicha simplicidad admirable de naturaleza no es una cosa el saber y otra el ser, sino que lo que es saber esto es ser» (1676). «No podemos decir que Dios ha hecho lo que es ignorado, y que solamente ha conocido lo que ha hecho» (R 1803).

 

Por la razón. 1. Dios es el ser inteligente más perfecto. Pues cuanto el ser es más inmaterial, con tanta mayor perfección entiende; es así que Dios se encuentra en el sumo grado de la inmaterialidad (q.14 a.1); además la acción de entender es perfección pura. Luego no puede faltarle a Dios que es infinito.

 

2. «Es necesario decir que el entender de Dios es su substancia.... pues el entender es perfección y un acto del que entiende» (a.4) ahora bien a Dios, ser simplicísimo y especialmente infinito, no puede sobrevenirle ninguna perfección.

 

3. La ciencia de Dios debe ser perfectísima, puesto que todo lo que se dice de Dios es infinitamente perfecto. Luego deben excluirse de la ciencia divina todas las imperfecciones; por tanto debe tener en grado sumo todas las perfecciones de la ciencia, tanto entitativas como lógicas.

 

146. Objeciones. 1. Dios aparece en la sagrada Escritura viniendo a ver y a saber qué es lo que hacen los hombres Gen 11,5; 18,21 etc.; luego no tiene de por sí una ciencia perfectísima e invariable.

 

Respuesta. Estas y semejantes expresiones pertenecen a un modo antropomórfico de hablar, según se ha dicho.

 

2. El conocimiento es asimilación del objeto; es así que implica contradicción el que la substancia de Dios se asimile a algo; luego el conocimiento divino no puede ser su substancia misma.

 

Distingo la mayor. El conocimiento necesariamente es una asimilación en cierto modo física del objeto, a saber una entidad toda ella en su integridad producida en orden a asimilar el cognoscente al objeto conocido, niego la mayor; es una asimilación meramente intencional, concedo la mayor y una vez hecha la contradistinción de la menor niego la consiguiente. Las asimilación intencional, llamada de esta forma, si simplemente es tal, como ocurre en la ciencia divina acerca del objeto creado, y no tiene nada mezclado de semejanza física producida, no contiene absolutamente nada de imperfección. Ahora bien el conocimiento de Dios acerca de sí mismo tiene semejanza metafísica de identidad con su objeto.

 

N.B. De lo dicho acerca de que la ciencia divina es el mismo ser absoluto de Dios, se sigue que ella no es en su escuda una entidad solamente destinada a referir el objeto; por ello no indica relación real transcendental a él, como lo indica el conocimiento creado. Ahora bien puesto que nosotros no podemos concebir la acción de entender más que por la relación con el objeto, por ello suele decirse que la ciencia divina añade a la esencia divina una relación de razón o en cuanto a la forma de expresarse.

 

3. Los objetos de la ciencia de Dios son variables. Es así que una ciencia verdadera debe
conformarse al objeto; luego la ciencia de Dios debe ser variable, al menos lógicamente.

 

Concedo la mayor y distingo la menor. La ciencia verdadera debe representar todas las variaciones del objeto, concedo la menor; ella misma ser variable de tal modo que no pueda al mismo tiempo desde la eternidad referir todas las variaciones, niego la menor. En esta objeción de trata del sofisma, en el que recientemente se funda la llamada relatividad, o sea más bien la variabilidad de la verdad; como si por el hecho de que las cosas vallan ya la verdad no pudiera ser universalmente inmutable. Sin embargo aunque una cosa sea contingente y variable, la afirmabilidad de dicha cosa como contingente y variable, o simplemente la afirmabilidad de algún hecho contingente en el tiempo, es necesaria e invariable.

 

Corolario. DIOS ES LA VERDAD MISMA EN EL ORDEN DE LA VERDAD LÓGICA. La expresión DIOS ES LA VERDAD MISMA no solamente significa la razón de la verdad ontológica, sino también la verdad en el orden lógico y moral (de esta no tratamos ahora). Es la misma verdad lógica, pues por el hecho de que la ciencia divina es infinita, simplicísima, comprehensiva de toda verdad, verdadera y cierta en toda plenitud, sin ningún error posible y sin ninguna posible ignorancia, la ciencia de Dios es la plenitud de la verdad. Por tanto recibe con todo derecho el nombre de la verdad misma. Más aún toda verdad lógica en las creaturas proviene de la misma verdad divina, no sólo como de causa eficiente, ya que la verdad divina se identifica con la esencia divina, sino también como de causa ejemplar, de tal manera que toda verdad de un entendimiento creado es cierta imitación muy deficiente de la verdad divina. Por ello toda verdad lógica puede decirse que depende de la verdad divina.