VII

RETROSPECTIVA Y MIRADA AL FUTURO


1. Un Dios que se da

La historia del dogma de la Trinidad y de su explicación teológica se debe valorar como el esfuerzo por transmitir a lo largo de los tiempos la comprensión trinitaria fundamental del Nuevo Testamento. Esto siempre ha sido necesario por razones apologéticas. Pero también se trataba de preservar la credibilidad interna de la predicación. En este caso, había que mostrar que Dios mismo se ha comunicado irrevocablemente, tal como es, en la vida y en la misión de Jesucristo así como en la acción del Espíritu Santo en una historia concreta. Dios se entrega; esto es lo que se tenía que aclarar con los medios teológicos más diversos.

En este camino encontramos constantemente dos desafíos: mientras los griegos están amenazados continuamente por el subordinacionismo, los latinos en cambio, lo están por el modalismo. A pesar de las sucesivas condenas de la Iglesia occidental 1 éste se ha mostrado sorprendentemente tenaz. Como consecuencia de la filosofía idealista, sigue vivo incluso en la teología actual; «él representa probablemente la mayor tentación del pensamiento moderno» 2.

Frente a estos dos reduccionismoss hay que asegurar intelectualmente la experiencia de fe de que el Dios inefable «se da realmente él mismo en el doble "quoad-nos" de Cristo y de su Espíritu» 3. Hay que superar aquellas con-

  1. DH 284.451 (priscilianos), DH 519.1332.

  2. E. Klinger, Modalismus: SM (D) HI, 577-581, 579.

  3. K. Rahner. Der dreifaltige Gott als transzendenter Urgrund der Heilsgeschichte: MySal II, 317-401, 352.

cepciones que, a la manera de Arrio, vacían ontológicamente este doble «hacia nosotros» de la autocomunicación de Dios, o que, a la manera de Sabelio, entienden esta doble mediación como un simple producto de nuestra percepción intelectual y no como una realidad.

Esto anularía básicamente la auto-comunicación de Dios y no dejaría llegar al totalmente Santo tal como él mismo es, hasta el hombre; éste permanecería solo y aislado en su condición de criatura'. Tanto para los Padres de la Iglesia como para los teólogos de la Escolástica se trata de que Dios no sea simplemente pensado y expresado como trinitario. La meta de su confesión y de su reflexión es que Dios mismo se ha comunicado realmente como amante eterno y como amor viviente.

Cuando la teología actual, partiendo de la historia de la revelación, habla de la Trinidad económica, ésta no debe ser entendida únicamente como un concepto reflexivo abstracto, pues, según la enseñanza de los Santos Padres y, luego, de los teólogos escoláticos medievales, la Trinidad económica sólo tiene sentido en referencia inseparable a una Trinidad inmanente. Ambas concepciones se condicionan mutuamente. Toda reflexión sobre la vida intratrinitaria de Dios debe ser reflexión sobre las condiciones de posibilidad de la Trinidad económica, que es lo primero que se nos da a conocer en la historia de la revelación y de la salvación; a cuya aceptación se ordena todo lo que se ha dicho y se dirá de la Trinidad inmanente.


2. Límites lingüísticos

El debate de la Iglesia primitiva sobre el dogma de la Trinidad, al igual que sobre la fe en Cristo, suponen un profundo esfuerzo lingüístico. Cuando, a lo largo de la historia se han ido introduciendo conceptos como ousia, hipóstasis, prosopon, substancia, naturaleza, esencia, subsistencia, relación, etc., su significado en ningún caso ha sido claramente establecido desde un principio. Al contrario, los conceptos se han ido delimitando y fijando, a modo de puntos nucleares, en un fatigoso esfuerzo por expresar lo que se quería decir.

Pero esta aclaración relativa de los conceptos, ocurrida en una época determinada, no ha impedido el proceso de evolución lingüística. Y esto puede conducirnos por ejemplo, a la tentación fatal de trasladar nuestro concepto actual de persona a los siglos IV-V. En este caso, es inevitable que se produzcan equívocos y errores

Esta problemática surgida en torno a los conceptos dogmáticos la ha tematizado Rahner en la fórmula teológico-trinitaria «una naturaleza-tres personas»: Quien hoy en día oye hablar, por ejemplo, de «tres personas»... asocia

4. K. Rahner, Ibid

casi necesariamente a la palabra la idea de tres conciencias y centros de acción distintos, lo que conduce a una equívoca interpretación herética del dogma. Cierto que, mediante una delimitación de contenido, la teología puede alejar teóricamente de su concepto de persona tales desviaciones semánticas. Pero, de hecho, la Iglesia no es la dueña y guía de la historia de los conceptos. Así, en principio, no es, de antemano, imposible que una palabra experimente tal evolución histórica que, a pesar del derecho fundamental del Magisterio sobre una «fórmula lingüística comunitaria»... sea imposible emplear dicha palabra en el «kerygma», evitando así cualquier posibilidad de un equívoco triteístico...» 5 Lo mismo se podría decir sobre los términos «generación» y «procesión».


3. Bajo el signo de la doxología

Este carácter asintótico 6 de los conceptos teológicos trinitarios se revela plenamente en la doxología. La asimilación y la mediación reflexiva del misterio cristiano sólo son vivas y fecundas cuando la alabanza a Dios sustrae dichos esfuerzos de la mera problemática especulativa e históricamente limitada. Con estas cuestiones y por encima de ellas, se trata de integrar los bienes de la revelación cristiana en la propia experiencia y mantener toda respuesta humana en una perspectiva mística-espiritual abierta a Dios.

Frente a este planteamiento, en las más diversas épocas de la Escolástica, pero especialmente en su fase tardía, las escuelas subrayan el aspecto racional de la teología, sin desembocar por ello en el racionalismo 7. El interés principal era la penetración especulativa de la fe trinitaria, así como la mejora formal de su expresión lingüística. Pero el esfuerzo conceptual, lógico-formal, es aquí tan determinante que desplaza a un segundo plano los estímulos religiosos y soteriológicos. Predominaban, más bien, aquellas dificultades intelectuales que planteaba el pensamiento racional.

A diferencia de esto, tanto el enfoque de la doctrina trinitaria patrística, intelectualmente diverso pero siempre espiritual, como también la aportación de la corriente religioso-espiritual de la Escolástica, impiden que el esfuerzo teológico en pro de la exactitud conceptual y la precisión lógica se conviertan en fines en sí mismos. Gracias a la integración de la teología en la doxología, allí realizada, puede proseguir todo el esfuerzo de definir y encarnar históricamente la exposición de la fe.

  1. ¡bid.. 353.

  2. K. Rahner, Grundkurs des Glaubens, Freiburg-Basel-Wien, 1976, 140.

  3. Cfr. F. Courth: HDG II/ib, 30-60, 144-151.

La historia de la teología trinitaria, aquí esbozada, ofrece suficientes ejemplos de cómo la finalidad espiritual-doxológica preserva a la teología de la tentación de la autosuficiencia y de los excesos del pensamiento humano. Así, extendida más allá de sus propios límites, la reflexión sobre la fe puede ser un prudente esfuerzo de apropiación del dogma trinitario. Una teología consciente de sus límites se convierte en seguimiento y participación del misterio de la vida trinitaria de Dios.


BIBLIOGRAFÍA

K. Rahner, Von der Not und dem Segen des Gebetes, Freiburg,' 1965.

ld., Die Zukunft der Theologie: Schriften zur Theologie IX, Einsiedeln-Zürich -Köln, 1970, 148-157.

ld., Eine Theologie mit der wir leben können: Schriften zur Theologie XV, Einsiedeln-Zürich-Köln, 1983, 104-116.

H. Ott, Gott, ThTh 10, Stuttgart, 1971, 139-147.

E. Schlink, Ökumenische Dogmatik, Göttingen, 1983.

L. Scheffczyk, Uneingelöste Traditionen der Trinitätslehre: Trinität, ed. por W.

Breuning, QD 101, Freiburg-Basel-Wien, 1984, 47-72.

F. Courth, Trinität, HDG 11/1 ab, Freiburg-Basel-Wien, 1985/88.

B. Bobrinskoy, Le Mystére de la Trinité, Paris, 1986, 17-20.1.