Autor: P. Paulo
Dierckx y P. Miguel Jordá
Fuente: Para dar razón de nuestra Esperanza, sepa defender su Fe
Tema 8:
Los Santos y nosotros
Queridos hermanos católicos:
El Santo Padre ha beatificado y canonizado a una gran
cantidad de hombres y mujeres a lo largo de toda la Iglesia Universal. Con esto
la Iglesia ha reconocido oficialmente su testimonio de santidad. De esta forma
ellos se convierten para los creyentes en un modelo de santidad y en
intercesores en favor nuestro. Por supuesto la Iglesia Católica a nadie obliga
a invocar y tener devoción a los santos. Solamente los propone como modelos
para ser imitados.
Ahora bien, muchos católicos se dan cuenta de que los
hermanos no católicos rechazan enérgicamente a los santos diciendo que no
necesitamos otros modelos de santidad, ya que tenemos el modelo de Jesús. Y
menos necesitamos a los santos como intercesores, pues Cristo es el Unico
mediador ante el Padre. Muchos católicos no saben qué contestar y están
dudosos frente a estas opiniones.
1. ¿Qué debemos contestar a los que piensan así?
Los hermanos evangélicos dicen: No necesitamos otro modelo
de santidad si ya tenemos el modelo del propio Jesús.
Queridos hermanos: Esta es una verdad a medias. Y enseguida
me vienen a la mente los textos bíblicos del Apóstol Pablo: «Para mí la vida
es Cristo, y la muerte es ganancia... Hermanos, sigan mi ejemplo y fíjense
también en los que viven según el ejemplo que nosotros les hemos dado a
ustedes» (Fil. 1, 21 y 3, 17).
En otra parte dice el Apóstol: «Sigan ustedes mi ejemplo
como yo sigo el ejemplo de Cristo Jesús» (1 Tim. 1, 16).
En estos textos vemos claramente que Pablo se pone a sí
mismo como ejemplo de seguidor de Cristo, e incita a los creyentes a ser sus
imitadores, como él lo es de Cristo.
Tomemos otro ejemplo de la Biblia: María, la Madre de Jesús.
Ella es la mujer «que Dios ha bendecido más que a todas las
mujeres» (Lc. 1, 28 y 1, 42), como dijeron el ángel Gabriel y su prima Isabel.
Y en el cántico de María (Lc. 1, 46-55); ella se presenta también como
ejemplo de humilde servidora y de esclava, «en adelante todos los hombres me
llamarán bienaventurada» (Lc. 1, 48).
La Biblia, entonces, pone claramente a María como modelo de
santidad para todas las generaciones. Y es eso lo que celebra la Iglesia Católica
al venerar a María. La veneración a María nunca puede ser culto de adoración;
la veneración es un culto de honra y de profundo respeto hacia la Madre de Jesús.
Cuando leemos con atención las Escrituras, nos damos cuenta
de que la Biblia nos ofrece muchos modelos de santidad; por ejemplo: al apóstol
Tomás, que era un hombre con grandes dudas sobre la fe pero que al fin proclamó
a Jesús como su Señor y su Dios (Jn. 20, 26-28).
Así también la Iglesia católica presenta el ejemplo de
Juan Bautista que con gran valentía dio testimonio de Jesús hasta derramar su
sangre por el Señor (Mt. 14, 1-12).
De igual manera, la Iglesia Católica presenta ahora a los
santos de nuestros tiempos como ejemplos de fe cristiana. Ellos nos señalan un
camino y muchos ven en ellos la gracia del Señor Jesús, que fue tan eficaz en
sus vidas. Los santos son para nosotros verdaderos modelos a imitar. Ellos
tuvieron una clara prioridad en su vida: Jesucristo. Y es este modelo de fe
cristiana el que tocó de diversas maneras el corazón de mucha gente. La fe en
los santos no es, de ninguna manera, un obstáculo a la fe en Jesucristo, como
piensan los hermanos evangélicos, sino un estímulo para seguir a Cristo. Son
tres distintos modelos de santidad que Dios ha regalado a su Iglesia en este último
tiempo.
Por supuesto debemos evitar excesos, los santos no son
semidioses y la santidad de tal o cual persona nunca puede oscurecer el
seguimiento de Cristo. Al contrario, la verdadera santidad de los santos siempre
anima hacia una mayor búsqueda de Dios.
2. Los santos como intercesores:
Muchos hermanos evangélicos tienen problemas para aceptar a
los santos como intercesores en favor nuestro. Simplemente dicen que Jesucristo
es el único Mediador entre Dios y los hombres y que no necesitamos nuevos
intercesores: «Hay un solo Dios, y un solo Mediador entre Dios y los hombres,
Cristo Jesús» (1 Tim. 2, 5; Hebr. 8, 6 y 9, 11-14).
Nosotros, los católicos, proclamamos también que Jesucristo
es el Unico Mediador entre Dios y los hombres. Pero los santos no son un obstáculo
para dirigirnos directamente a Jesucristo, a Dios Padre o al Espíritu Santo.
Los santos no nos alejan de Dios; simplemente ellos con sus ejemplos de fe
cristiana nos estimulan a acercarnos a Dios con la sola mediación de
Jesucristo.
Ahora bien, cuando la Iglesia Católica dice que los santos
son intercesores nuestros delante de Jesucristo, eso no quiere decir que ellos
son los que hacen los milagros. Es siempre Dios Padre, Jesucristo o el Espíritu
Santo, quienes obran maravillas entre nosotros, aunque sí puede ser que los
milagros sean hechos «por intercesión» de estos santos.
3. El ejemplo de María
Veamos el ejemplo de María en las bodas de Caná. Es María
la Madre de Jesús la que invita discretamente a su Hijo a hacer un milagro
diciendo: «Ya no tienen vino». Y Jesús le hace entender que la hora de hacer
signos no ha llegado todavía. Sin embargo, por la intercesión de su Madre María,
Jesús hace su primer milagro (Jn. 2, 1-12).
Este es el sentido bíblico de la intercesión de los santos.
Hay muchos ejemplos más de la intercesión de los santos ante Dios. Veamos
algunos textos: Moisés ora a Dios por intercesión de Abraham, Isaac y de Jacob
(Ex. 32, 11-14).
Jesús manda a sus Apóstoles a sanar enfermos, a resucitar
muertos, a limpiar leprosos y echar demonios (Mt. 10, 8). Pedro y Juan, en
nombre de Jesús, sanan a un hombre tullido (Hech. 3, 1-10).
En el pueblo de Troáda, el apóstol Pablo devuelve la vida a
un joven accidentado (Hech. 20, 7-11).
Cuando el apóstol Pedro pasaba por la calle, la gente sacaba
a los enfermos y los ponía en camillas para que, al pasar Pedro, por lo menos
su sombra cayera sobre algunos de ellos, y todos eran sanados (Heh. 5, 15-16).
Dios hacía grandes milagros por medio de Pablo, tanto que hasta los pañuelos o
las ropas que habían sido tocados por su cuerpo eran llevadas a los enfermos y
los espíritus malos salían de éstos (Hech. 19, 11-12).
Todos estos textos nos dicen que Jesucristo hacía milagros
por medio de sus discípulos. «Ustedes han recibido este poder sin costo; úsenlo
sin cobrar», dijo Jesús (Mt. 10, 8).
4. Dios acepta la oración de los santos
La Biblia nos enseña también que debemos ayudarnos
mutuamente con la oración. «La oración de los santos es como perfume
agradable ante el trono de Dios» (Apoc. 8, 4).
«Ahora me alegro, dice el Apóstol Pablo, en lo que sufro
por ustedes, porque de esta manera voy completando en mi propio cuerpo lo que
falta a los sufrimientos de Cristo por la Iglesia, que es su cuerpo» (Col. 1,
24).
«La oración fervorosa del hombre bueno tiene mucho poder.
El profeta Elías era un hombre tal como nosotros, y cuando pidió en su oración
que no lloviera, dejó de llover sobre la tierra durante tres años y medio y
después cuando oró otra vez, volvió a llover y la tierra dio su cosecha» (Stgo.
5, 16-18).
«Los cuatro seres vivientes y los 24 ancianos se pusieron de
rodillas delante del Cordero. Cada uno de los ancianos tenía un arpa, y
llevaban copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los que
pertenecen a Dios» (Apoc. 5, 8).
En todos estos textos notamos que la oración fervorosa o la
intercesión de los santos tiene mucho poder delante del trono de Dios. No
podemos dudar de que estos santos, que ahora están delante de Dios, van a
interceder por nosotros, como lo hizo Moisés al hablar con Dios para aplacar su
ira invocando a Abraham, Isaac y Jacob (Ex. 32, 13).
Al invocar a los santos siempre contemplaremos las virtudes
que obró Dios en ellos. Dios está siempre en el trasfondo de nuestra invocación
o veneración a los santos. Los santos no nos alejan de Dios, sino que nos
invitan a ponernos directamente en contacto con El, con la sola mediación de
Jesucristo.
5. ¿Debemos evitar los excesos en la veneración de los
santos?
Por supuesto que en nuestra veneración a los santos debemos
evitar los excesos. Por ejemplo, hay gente que no busca a los santos como un
modelo de fe cristiana, sino solamente como remedio a sus dolencias, angustias y
dificultades, o para encontrar un objeto que se le ha perdido. Sabemos muy bien
que hay gente que se acerca a los santos con una fe casi mágica. No nos
corresponde juzgar los sentimientos de nuestros hermanos que tienen una fe débil.
Pero estoy seguro de que Dios respeta la conciencia de cada uno.
Pienso en aquella mujer de la Biblia que sufría hemorragias
de sangre durante tantos años, la que se acercó a Jesús tal vez con una fe mágica,
pensando que con sólo tocar su manto sanaría, y la señora con esta fe que a
nosotros nos parece medio mágica sanó. Pero luego Jesús buscó a aquella
mujer y quiso darle más que un simple remedio a sus dolencias. Jesús deseaba
un encuentro personal con aquella enferma y aclarar la verdadera razón de su
sanación: La fe. «Hija, has sido sanada porque creíste» (Lc. 8, 43-48).
Creo que hay mucha gente católica, entre nosotros que se
acerca a Cristo y a los santos con esta actitud tímida, con esta fe no muy
clara, tal vez con creencias medio mágicas. Pero no tenemos derecho a humillar
o aplastar esta poca fe que tiene la gente sencilla. Es un pecado muy grave
burlarse de la fe débil de uno de nuestros hermanos. Debemos ayudarles con
mucho amor a purificar su fe, como lo hizo Jesús con aquella mujer enferma. Un
poco de fe basta para que Dios actúe.
Queridos hermanos católicos, termino esta carta dando
gracias a Dios por las grandes maravillas que obró en los santos, y por
habernos hecho el hermoso regalo de nuestros santos latinoamericanos. Ojalá que
nosotros, contemplando sus ejemplos logremos también la santidad.
Y termino recordando que la Iglesia no obliga a nadie a
invocar y tener devoción a los santos. Esto depende del gusto, de la cultura y
de la libertad de cada cristiano. Es un camino que se ofrece, y dichosos de
nosotros si lo aceptamos con humildad y agradecimiento.
Dice el CATECISMO
¿Somos todos llamados a la santidad?
Sí, todos los bautizados, ya pertenezcan a la Jerarquía, a
los laicos, todos somos llamados a la santidad.
¿Quiénes son los santos ?
Los que llegaron ya a la patria y gozan de la presencia del
Señor. Ellos no cesan de interceder por nosotros presentando a Dios por medio
del único Mediador Jesús (1, Tim. 2, 5), los méritos que en la tierra
alcanzaron.
¿A qué nos llama Dios?
Dios nos llama a responder al deseo natural de felicidad que
El mismo ha puesto dentro de nosotros. Y esta felicidad sólo la podemos lograr
con la santidad de vida.
¿Qué es la comunión de los santos?
La comunión de los santos significa que así como todos los
creyentes forman entre sí un solo cuerpo, así también el bien de unos se
comunica a otros.
¿Interceden los santos por nosotros?
Sí, ellos interceden por nosotros al presentar, por medio
del Unico Mediador Jesús, los méritos que adquirieron en la tierra.
Cuestionario:
¿Quiénes son
los beatos y santos chilenos? ¿Qué significa que los santos son nuestros
intercesores? ¿Qué significa que son nuestros modelos a imitar? ¿Qué decía
San Pablo de sí mismo? ¿Es María también nuestro modelo de santidad? ¿Acepta
Dios la veneración de los santos? ¿En qué excesos caemos a veces los católicos?
¿Qué imagen debería presidir y destacar en todas las Iglesias?