1 de Diciembre
Fuente: Archidiócesis de Madrid
El hijo de Euquerio y de Terrigia parece que desde el comienzo de su existencia
estuvo bajo el signo de la predilección divina. Así lo asegura la leyenda de su
vida. Despierto de inteligencia y hábil en el empleo de sus manos. Aprendiz de
platero de los de antes, es decir, de los que tienen que martillear el metal
para sacarle de las entrañas la figura que el artista tiene en su mente. Tanta
destreza adquirió que el rey Clotario II, su hijo Dagoberto luego y su nieto
Clovis II después, lo tuvieron como propio en la corte para los trabajos que en
metales preciosos naturalmente necesitan los de sangre azul que viven en
palacios y tienen que solventar compromisos sociales, políticos y hasta
militares con sus iguales.
Pero lo que llamó poderosamente la atención de estos principales del país galo
no fue sólo su arte. Eso fue el punto de arranque. Luego fue el descubrimiento
de su entera personalidad profundamente honrada. Un hombre cabal. De espíritu
recto. Cristiano más de obras que de nombre. Piadoso en su soledad y coherente
en la vida. Prudente en las palabras y ponderado en los juicios. Un sujeto poco
frecuente en sus tiempos atiborrados de violencia.
El rey Dagoberto, considerando los pros y contras, pensó que era el hombre ideal
para solucionar el antiguo contencioso que tenía con el vecino conde de Bretaña,
lo envió como legado y acertó en la elección por el resultado favorable que
obtuvo. No es extraño que Eloy o Eligio pasara a ser solicitado como consejero
de la Corona.
Aparte de sus sinceros rezos privados y del reconocimiento de su indignidad ante
Dios —cosa que le dignificaban como hombre—, supo compartir con los necesitados
los dineros que recibía por su trabajo. Patrocinó la abadía de Solignac, a sus
expensas nacieron otros en el Lemosin y, en París, la iglesia de San Pablo.
No es sorprendente que al morir el obispo de Noyon y de Tournay, el pueblo
tuviera sensibilidad para desear el desempeño de esa misión a Eloy y, menos
sorprendente aún, que el rey Clovis pusiera toda su influencia al servicio de
esa causa. Casi hubo que forzarle a aceptar. Ordenado sacerdote y a continuación
consagrado obispo, se dedicó a su misión pastoral con el mejor de los empeños en
los diecinueve años que aún el Señor le concedió de vida. Fueron frecuentes las
visitas pastorales, se mostró diligente en el trato con los sacerdotes, se tiene
por ejemplar su disciplina de gobierno y esforzado en la superación de las
dificultades para extender el Evangelio allí donde rebrotaba la idolatría pagana
o echaban raíces los vicios de los creyentes. Hasta estuvo presente en el
concilio de Chalons-sur-Seine, del 644.
Este artífice de los metales nobles y de las gemas preciosas que no se dejó
atrapar por la idolatría a las cosas perecederas ha sido adoptado como patrono
de los orfebres, plateros, joyeros, metalúrgicos y herradores. Ojalá los que
asiduamente tienen entre sus manos las joyas que tanto ambicionan los hombres
sepan sentirse atraídos por los bienes que no perecen
Beata María
Clementina Anwarité
(1939-1964)
Nativa de Zaire, perteneció a la Congregación de la Sagrada Familia. En los
trágicos años de las revueltas, sobre todo en 1964, fueron asesinadas 20 monjas.
María Clementina era la más joven y la única africana. El coronel Pierre Olombe
ordenó su muerte porque no quiso ella acceder a convertirse en su concubina.
Como se encontraba drogado, este hombre la asesinó a cuchilladas, mientras ella
gritaba: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen!”. Cuando al coronel se
le pasaron los efectos de la droga, pidió perdón a las religiosas de la
Congregación de María Clementina, y ellas dijeron que le perdonaban, que le
pidiera perdón a Dios. Fue beatificada por Juan Pablo II en Kinshasa, el año
1985, ante la presencia de sus padres que habían perdonado gewnerosamente al
asesino.