20 de agosto
San
Samuel, profeta. (año 1100 a.C.). Samuel significa "Dios me ha
escuchado" (Samu: me ha escuchado El: Dios). En la S. Biblia la historia de
Samuel es una de las más interesantes y hermosas. Está narrada en los libros
que se titulan 1º y 2º de Samuel, en el Antiguo Testamento. Era hijo de Elcana
y Ana, dos israelitas muy creyentes. Ana tenía la enfermedad de la esterilidad
que le impedía tener hijos y por eso la otra esposa de su marido la humillaba
continuamente. Ana lloraba de continuo y ya no quería ni comer. Y sucedió que
un año cuando subieron a rezar en la Casa de oración de Israel en Silo, Ana se
quedó mucho tiempo junto al altar rezando con mucha fe y gran fervor. Y el
sacerdote Helí al verla mover tanto los labios le dijo: "Ud. debe estar
borracha y así no debería venir acá". Ella le respondió: "No estoy
borracha, lo que estoy es muy angustiada y he venido a implorar el favor de mi
Dios". El sacerdote le dijo: "Vete en paz, que el Señor ha escuchado
tu oración". Entonces Ana le hizo a Dios este voto o promesa: "Si me
concedes un hijo varón, te lo ofreceré para que se dedique a servirte a Ti en
la Casa de oración". Y se volvió contenta a su casa lejana. Y al año le
dio Dios a Ana su primer hijo, al cual le puso por nombre Samuel, que significa
"Dios me ha escuchado", porque ella decía "Dios ha escuchado la
oración que yo le hice pidiéndole un hijo". Cuando el niño ya fue
grandecito, la mamá lo llevó a la Casa de oración en Silo y se lo ofreció a
Dios para que se dedicara para siempre a servir junto al altar. Y llevó de
regalo al templo un novillo de tres años, un bulto de harina y una vasija de
vino y entonó un hermoso himno diciendo: "Mi corazón se regocija por el
Señor, porque no hay santo como nuestro Dios, pues El a la mujer estéril le
permite tener hijos. El Señor hunde en el abismo y levanta; da la pobreza y la
riqueza; humilla y enaltece. El levanta del polvo al desvalido; alza de la
basura al pobre. El guarda los pasos de sus amigos. El es un Dios que sabe; El
es quien pesa todas las acciones". El sacerdote del templo se llamaba Helí
y tenía dos hijos muy atrevidos que cometían muchas fechorías y maldades y el
papá no se atrevía a corregirlos. Los pecados de esos jóvenes disgustaban
mucho a Dios y el se propuso enviarles un castigo. El niño Samuel se quedaba
cada noche a dormir en la Casa de oración para cuidarla. Y una noche oyó que
lo llamaban diciendo: "¡Samuel! ¡Samuel!". El jovencito creyó que
era Helí el que lo llamaba y corrió a donde el sacerdote y le dijo: "Aquí
estoy señor. ¿Me ha llamado?". Helí le dijo: "No te he llamado.
Vete a dormir en paz". Pero la voz de Dios volvió a llamar: - "¡Samuel!,
¡Samuel!". El jovencito corrió otra vez donde Helí para ver para qué lo
necesitaba. Y así sucedió por tres veces. Entonces Helí se dio cuenta de que
era Dios el que lo llamaba y le dijo: "Si te vuelve a llamar le dirás:
Habla Señor que tu siervo escucha". Y así lo hizo Samuel cuando Dios lo
volvió a llamar y entonces oyó que Dios decía: "Voy a castigar a Helí y
a sus hijos con terrible mal, porque los hijos hicieron grandes males y el padre
no los ha corregido". Y sucedió entonces que los filisteos atacaron al
pueblo de Israel. Y los hijos de Helí se fueron con todo el ejército a
defender la patria. Y se llevaron el Arca de la Alianza (donde estaba el Maná y
las tablas de la Ley con los 10 Mandamientos) y se dio una gran batalla y los
filisteos derrotaron a los israelitas e hicieron una gran matanza y asesinaron a
los dos hijos de Helí y se robaron el Arca de la Alianza. Cuando un mensajero
llegó a contar a Helí que se habían robado el Arca y habían matado a sus dos
hijos, el pobre anciano que estaba sentado en una silla, se fue de para atrás
del susto y se desnucó. El pueblo eligió entonces como sacerdote al joven
Samuel y Dios empezó a traerle sus mensajes y a guiarlo en todo, porque Samuel
era un santo. Los filisteos devolvieron el Arco y hubo paz. El Pueblo pidió que
se le diera una rey. Samuel consultó a Dios, y el Señor le dijo que el rey sería
Saúl, el cual era el última de la última familia, de la más pequeña tribu
de Israel. Samuel lo llamó y le echó aceite sagrado sobre su cabeza y lo
proclamó rey anto todo el pueblo. Y sucedió que Saúl empezó a desobedecer a
lo que Dios ordenaba, y entonces el Señor le dijo a Samuel: "He retirado
mi espíritu de Saúl y lo he pasado a David. Irás a Belén y ungirás a ese
joven como rey". Samuel se fue a Belén a buscar a David. Este era un
pastor de ovejas y estaba en el campo cuidando los animales. Samuel lo hizo
venir y echando aceite sagrado sobre su cabeza lo ungió, y desde entonces el
espíritu de Dios vino a David y lo fue guiando en todas sus acciones. Ya
anciano, Samuel reunió a todo el pueblo y les dijo: "Durante 40 años los
he guiado espiritualmente. Ahora les pido que si alguno tiene alguna queja
contra mí la diga claramente. Y si a alguno le he quitado algo o le he hecho
algún mal, que lo diga sin más". Y el pueblo entero le respondió:
"Ningún mal nos has hecho y a nadie le has quitado nada, y nadie tiene la
menor queja contra ti". Y así terminó santamente su larga vida este
hombre que desde muy pequeñito fue llevado por su madre a servir junto al altar
a Dios y que cada día y cada hora, tuvo por único fin de su existencia agradar
a Nuestro Señor. Que Dios nos envíe muchos sacerdotes tan santos como Samuel.
¿Has visto a uno que cumple bien su deber? Ese ocupará puestos importantes.
(S. Biblia. Proverbios).