5 de junio
Beato Fernando de Portugal
Hijo de Juan I de
Portugal, empleaba desde muy joven sus rentas personales en el rescate de
cautivos cristianos de las manos sarracenas.
Parte en 1434, con su hermano Enrique el Navegante a una expedición contra
Marruecos, entonces en manos de una dinastía de piratas. ¿Acaso sería una
premonición sobre la situación actual? Nada nuevo hay bajo el sol. Lo cierto es
que la expedición fue un fracaso y la armada lusitana hubo de rendirse y dejar a
Fernando como garantía del pago de enormes cantidades de dinero.
Las Cortes de Portugal, después de nueve años de negociaciones, dejaron morir de
disentería y en manos del enemigo a su príncipe. Fernando vivió como esclavo,
encadenado y obligado a los más sucios trabajos. Soportó su desdicha con
dignidad y puso su esperanza en Dios con enorme entereza, sin renunciar a la fe
ni a unos compatriotas tan olvidadizos de su terrible suerte.
Las fuentes históricas musulmanas hablan de su vida edificante y de la
veneración que suscitaba en los más piadosos habitantes de Fez. Fernando optó
por la pobreza, castidad y obediencia, en radical fidelidad a su propia
conciencia. Su cadáver descuartizado se pudrió colgado en las torres de las
murallas.
Debiera ser patrono de los millones de esclavos que todavía quedan en el mundo;
o de los héroes olvidados por los suyos, o bien de los que son víctimas de los
vaivenes políticos. Cuando el sacerdote don Pedro Calderón de la Barca llegó al
cielo, le recibió Fernando agradecido por esa maravilla de drama llamada El
Príncipe constante.