CURSO SOBRE SAN JUAN

La donación del Espíritu

Otro de los temas teológicos juánicos en el relato de la pasión es la donación del Espíritu como primicia de la muerte redentora de Jesús.

Aunque en Juan la donación del Espíritu tiene lugar en el primer día de la semana (20,22), sin embargo, precisamente para señalar la íntima unión entre muerte y resurrección, y mostrar cómo el triunfo de Jesús se realiza ya en la cruz, Juan adelanta simbólicamente la donación del Espíritu al momento de expirar Jesús. Para lograr este efecto el evangelista usará cuidadosamente el verbo “entregar” -paradidovnai- donde Marcos Y Lucas usaban el término expirar. Juan dice: “entregó el espíritu”. Mateo habla de “exhalar” el espíritu. Lucas ponía una última palabra de Jesús encomendando al Padre su espíritu.

El verbo utilizado por Juan tiene el matiz de entrega voluntaria, como ya vimos. Mientras que Lucas indica que Jesús encomienda su espíritu al Padre, en Juan no se indica el receptor, con lo que queda abierta la insinuación de que son los hombres los receptores de este Espíritu de Jesús.

En contraste con el grito angustioso de Marcos, el grito de Jesús en Juan es un grito de victoria. “Todo se ha cumplido”. El cumplimiento del plan de Dios no está sólo en el hecho de que las Escrituras se hayan cumplido al beber Jesús el vinagre, sino en el hecho de que Jesús entregue el Espíritu a los hombres. El grito de Juan es semejante al del Apocalipsis: “¡Está hecho! -gevgonen-, pronunciado por el séptimo ángel (Ap 16,17).

La segunda manera de insinuar una profunda relación entre la muerte de Jesús y la donación del Espíritu es el episodio de la lanzada. En Jn 7,38s. Jesús había gritado invitando a beber el agua viva, en referencia al Espíritu que habrían de recibir lo que creyesen en él. El evangelista añade en ese pasaje que aún no había Espíritu porque Jesús aún no había sido glorificado.

Al describir la pasión en clave de gloria, la muerte es precisamente el momento de esa glorificación, de la entronización de Jesús, y en ese sentido a partir de entonces ya hay Espíritu, ya pueden los hombres beber de ese agua que se había prometido y que brota del corazón abierto de Jesús.

Este significado simbólico quedó subrayado en la Vulgata latina que usó la palabra “aperuit” para describir la acción del soldado: “le abrió el costado”. Pero los mejores manuscritos griegos no dicen “abrió”, sino “hirió”. Por eso los preciosos comentarios de Agustín sobre la profundidad del verbo “abrió” (PL 35, 1953) pierden su base cuando corregimos el texto con una crítica textual adecuada.

No entramos en la posibilidad médica de que brote agua y sangre del corazón abierto de un cadáver. Ha sido muy estudiada y puede darse sin necesidad de recurrir a un hecho milagroso. En 1 Jn 5,6-8 se dice: “Jesucristo es el que viene con agua y sangre; no sólo con agua, sino con agua y sangre, y el que lo atestigua es el Espíritu, porque el Espíritu es la verdad. Por lo tanto los que dan testimonio son el Espíritu, el agua y la sangre”.

Probablemente se refiere a que el bautismo de Juan no concedía el Espíritu porque era sólo de agua. El verdadero nacimiento del Espíritu tendrá lugar cuando Jesús haya derramado su sangre. En el agua y la sangre se designan la íntima unión entre el don de la vida por un lado y la muerte de Jesús por otro. La muerte se convierte en el comienzo de la vida.

Con todo esto insistimos en que Juan no se refiere en este momento a la donación del espíritu que tendrá lugar en 20,22, sino a un simbolismo anticipatorio para ver en la muerte de Jesús la fuente de la donación que el Resucitado podrá hacer después. Por otra parte hay que relacionar el testimonio del agua y la sangre con el testimonio del discípulo como ya se había insinuado en 15,26-27.

 


 

v.22: Dicho esto, sopló y les dijo:

-Recibid el Espíritu Santo

 

El 4Ev ha juntado en un solo día Pascua y Pentecostés. La glorificación de Jesús coincide con el don del Espíritu (Jn 7,37). De algún modo ya había sido adelantado simbó­licamente en la misma muerte de Jesús (“Entregó el Espíritu” - 19,30). El hecho de que Juan coloque esta aparición en el mismo domingo de Pascua ya hemos dicho que probablemente es redaccional. También quizás lo es la fecha en la que Lucas sitúa el acontecimiento de Pentecostés. Nada nos fuerza a elegir entre Juan y Hechos. Lo importante no es la escenificación o la datación del hecho, sino el hecho en sí del don del Espíritu en los días de Pascua, como culminación de la ascensión o glorificación de Jesús y su nueva presencia en la comunidad.

El verbo usado por Juan es el mismo que usan los LXX al traducir Génesis 2,7, al describir la insuflación que da vida al barro de Adán. El soplo creador de Dios es ahora el soplo vivificante del Resucitado. Es el mismo verbo que se usa en Sabiduría 15,11: “Le inspiró una alma activa y le infundió un espíritu vivificante” -ejmfusa'n-. La misma palabra se usa en Ez 37,9 cuando el profeta pide que el Espíritu sople sobre los huesos secos.

Este es precisamente el momento del bautismo de los discípulos. A partir de ahora el Padre de Jesús es también el Padre de ellos y pueden ser de verdad hermanos de Jesús.

Algunos han tratado de buscar una diferencia entre el don del Espíritu en Pascua según san Juan y el don del Espíritu en Pentecostés según san Lucas, pensando que se trata de dos efusiones distintas del Espíritu con matices diferentes. La primera, inicial; la segunda consumada. La primera para dar la vida nueva, la segunda para otorgar un poder ministerial… Es hacer puro concordismo para tratar de encajar el distinto modo en que cada evangelista presenta la donación del Espíritu.

Mientras que Juan quiere insistir en la unidad del misterio pascual -muerte, glorificación, ascensión, Espíritu- colocándolos en contigüidad temporal. Lucas en cambio ha dispuesto estos aspectos del misterio: -muerte, resurrección, ascensión, donación del Espíritu-, en una secuencia temporal durante un total de cincuenta días. Juan y Lucas son muy prácticos en el arte de acomodar la cronología a la teología, y no tienen ningún escrúpulo en hacerlo en otras ocasiones.