Vino. Sagrada Escritura
Palestina (v.), la tierra que mana leche y miel, manaba también v. en abundancia. Lo sabían los hebreos peregrinos (Dt 6,11), que vieron la muestra traída por los espías exploradores (Num 13, 23). Tierra de viñas desde tiempo inmemorial, con justa fama por el sabor de sus vinos. En tiempo de los Patriarcas era ya el v. una bebida corriente (Gen 14,18; 27, 25). Tanto que un siglo antes de Abraham afirmaba Sinuhé el egipcio que en toda esa región «el vino estaba más extendido que el agua». De hecho en Palestina abundan las instalaciones vinícolas primitivas y la toponimia con referencias a las viñas.
1. Terminología y cultivo. El término hebreo más
común para designar el v. es yayin (141 veces), de la raíz indoeuropea woinos (vinum,
vino). Se refiere al zumo de la uva después de su fermentación. El mosto sin
fermentar se llama tiros (38 veces), distinto unas veces de yayin y otras
identificado con 61 (Os 4,11; Mich 6,15).
Los Setenta y la Vulgata lo traducen por. vino. Pero en la Biblia firós forma
parte del grupo de elementos antes de su maduración, que son «el trigo, el
aceite y el mosto» (cfr. Gen 27,28; Dt 7,13; 11,14; Ier 31,12...). Como
clasificación completa de las bebidas inebriantes, usa la Biblia junto a yayin
la palabra sekar (22 veces). Es lo que los Setenta traducen al griego por sikera
(latín de la Vulgata sicera, sidra). Es una bebida fermentada obtenida del
dátil, la cebada, la palma o la granada. Y puede referirse también al v. (Num
28,7), pero ordinanamente se distingue de él. Otros términos asociados a v.
abundan en las ideas de zumo fermentado o embriagante.
El cultivo del v. está muy detallado en la S. E., desde la elección del terrena
hasta el almacenamiento del vino. En Is 5,1-7 encontramos los datos
fundamentales del proceso. En colinas o recuestos (cfr. Ier 31,5; Ps 80,11) se
fijan «selectos plantones» (Ier 2,21), se edifica una torre para el guarda, un
cercado o albarrada y un lagar. El buen labrador cava su viña (Is 7,25; 27,4;
Prv 24,30 s.), poda las cepas (lo 15,2) y riega su plantío (Is 27,3). La
vendimia (entre septiembre y octubre) es tiempo de regocijo (Idc 9,27; Is 16,10;
Ier 48,33). Terminaba con la fiesta de los Tabernáculos, la más bulliciosa y
popular del calendario hebreo (cfr. Dt 16,13 ss.). Se prohibía hacer el rebusco,
que así quedaba a beneficio de los pobres (Lev 19,10; Dt 24,21). El año sabático
(uno de cada siete) se suspendían los trabajos de cultivo y de vendimia. De los
lagares sabemos por las excavaciones arqueológicas. Eran dos tinas o balsas
cavadas en la roca a distinto nivel y unidas entre sí por un pequeño canal. La
superior, llamada gat, era el sitio en el que se pisaban las uvas (cfr. Is 63,2
s.; Ioel 4,13; Lam 1,15)—La inferior, yégeb, servía para recoger el líquido (Dt
15,14; 16,13; 2 Reg 6,27; Os 9,2; etc.). De las labores de trasiego habla
jeremías (48,11 s.). El v. se conservaba en vasijas de barro o en odres de piel,
que a veces se alineaban en bodegas (1 Par 27,27; 2 Par 32,28).
2. El vino y la vida diaria. El v. es uno de los
alimentos usuales. Con él aparecen citados el trigo o el pan (Gen 14,18; Dt
11,14; Lam 2,12), el aceite (Ioel 1,10; 2,19; cfr. Os 2,22), la leche (Is 55,1;
Cant 5,1). Es objeto de bendición (Gen 27,28; 49,11 s.), premio a la fidelidad (Dt
11,14; 28,39; Prv 3,10), «alegría de Dios y de los hombres» (Idc 9,13; Eccli
31,34). Capaz siempre de endulzar la vida (Eccli 40,18), de alegrar el corazón
del hombre (Ps 104,15; Eccli 31,36; 40,20), de devolver el optimismo al alma
atribulada (Prv 31,6). Forma parte de las provisiones de viaje (Idc 19,19), del
avituallamiento en tiempo de guerra (2 Par 11,11) y es elemento esencial en los
banquetes (cfr. Is 5,12; Prv 9,1-5; Sap 2,7).
Pero el v. entraña también peligros de perversión. El recuerdo de Noé (Gen 9,21)
fue una muestra de las funestas consecuencias de su abuso. El exceso en la
bebida fue ocasión de muerte para muchos (2 Sam 13,28; 1 Reg 16,9; 20,16; Idt
12,20...). Por eso a una voz profetas y sabios condenan el abuso del v. y
señalan sus fatales resultados (Is 5,11; 28,1; Am 2,8; 6,6). Pues el v. quita el
juicio (Os 4,11; Prv 29,35; Eccli 31,39), aturde a sacerdotes y profetas (Is
28,7), hunde en la ruina y la pobreza (Prv 21,17). Por eso deben abstenerse de
v. los reyes y los que gobiernan (Prv 31,4). Y S. Pablo pide templanza a obispos
y diáconos (1 Tim 3,3.8; Tit 1,7; cfr. Rom 13,13; Gal 5,21; 1 Cor 6,10).
3. El vino y el culto. El fiel israelita usa el v.
como materia de libación en sus sacrificios (v.). Pero nunca se ofrece solo,
sino que acompaña a otras ofrendas. Su liba-
cióri está prescrita para el sacrificio perpetuo (cfr. Ex 29,38 ss.; Num 28,3 ss.),
para el del sábado (Num 28,9), para los mensuales (Num 28,11-14) y para el
holocausto de las primicias (Lev 23,13). También cita la S. E. otras libaciones
hechas en honor de Yahwéh (1 Sam 1,24; 10,3; Os 9,4). Y los profetas reprueban
las ofrendas en honor de dioses falsos (cfr. Dt 32,38; Is 65,11; Ier 7, 18;
19,13). Por el peligro del v. y el respeto que merece el culto, estaba vedado el
uso del v. al sacerdote durante sus funciones en el santuario (Ley 10,8-11; Ez
44,21). La abstención temporal que del v. hacían los nazarenos era ritual y
estaba basada en motivos religiosos (Num 6, 1-21). Y religiosos parecen ser
también los motivos de la abstención perpetua que practicaban los recabitas (ler
35,1-11).
4. Simbolismos del vino. El v. está presente en las ocasiones de alegría. De ahí
que se haya convertido en símbolo de todo lo agradable (Zach 10,7; Eccl 10,19).
Se lo compara con el amigo (Eccli 9,10), con el amor (Cant 1,4; 10,4; 5,1), con
el objeto amado (Cant 7,10). En el banquete de la sabiduría se sirve un v. que
no es otro que el conocimiento de Dios (Prv 9,1-5).
En la simbología de los tiempos mesiánicos a las amenazas que incluyen la
ausencia de v. (Dt 28,39; Am 5, 11; Mich 6,15) siguen promesas de consolación
con v. generosos y abundantes (Ier 31,12; Ioel 2,19.22-24; Os 2,24). «Los montes
destilarán mosto» (Am 9,13 s.; Ioel 3,18). La paz mesiánica tendrá también la
bendición del vino. Y el reino escatológico será como un banquete de v.
generosos (cfr. Is 25,6; Mt 22,1 ss.; 26,29).
Finalmente, recordemos que v., junto con pan, se utiliza en el sacrificio
eucarístico (v. IIIII), que, convertido en sangre de Cristo, los cristianos
beben esperando la venida del Señor (1 Cor 11,26).
G. DEL CERRO CALDERÓN.
BIBL.: V. ZAPLETAL, Der Wein in der Bibel, «Biblische
Studien» 20,1 (1920); J. DOLLER, Der Wein in der Bibei und im Talmud, «Biblica»
4 (1923), 143-167; 267-299; L. RAMLOT, Vino, en Enc. Bibl. VI,1212-1221.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991