Viejo-católicos
Se designa con este nombre a algunos grupos de
cristianos, de proveniencia católica, pero que por varios motivos se han
separado de la Santa Sede. Hay tres grupos principales: a) La iglesia de
Utrecht, en Holanda, con tres obispos, que se separó de Roma en 1724 y cuenta
con unos 12.000 fieles; b) Las iglesias viejo-católicas de Alemania y Austria, y
la cristiano-católica de Suiza; en Alemania cuentan con 30.000, en Suiza con
2.500, y en Austria con 40.000 miembros; c) Algunos grupos de origen eslava que
forman la iglesia nacional polaca, con cuatro obispos en los EE. UU. y uno en
Polonia; tienen unos 285.000 adherentes. Hay además otras pequeñas comunidades
semejantes como son la iglesia episcopal reformada española con 3.000 fieles y
la iglesia lusitana católico-apostólica evangélica con 4.200 adherentes.
Finalmente, hay que mencionar la iglesia filipina independiente que afirma
contar con más de 2 millones de miembros (cifras del World Christian Handbook,
Londres 1967).
Historia. La llamada iglesia de Utrecht se separó de la comunión con Roma en el
s. XVIII a raíz de la controversia sobre el jansenismo (v.). A fines del s. XVII,
cuando los jesuitas emprendieron la tarea de la reconversión de Holanda, no
contaron con el arzobispo de Utrech (Codde), cuya diócesis había sobrevivido a
la persecución protestante, a quien tacharon de jansenista. Roma apoyó a los
jesuitas, y el arzobispo de Utrecht fue depuesto en 1702. Éste no aceptó su
deposición, y permaneció en posesión a su sede hasta su muerte cuando, en 1724,
el cabildo eligió un nuevo arzobispo, Cornelius Steenoven, que recibió la
consagración a manos de un obispo misionero francés, Dominique Varlet, a pesar
de no haber sido reconocido en Roma. Así nació una pequeña comunidad separada
que se consideró parte de la Iglesia católica, pero que la Santa Sede consideró
cismática. Durante casi dos siglos esta comunidad cismática de Utrecht mantuvo
la práctica de notificar a la Santa Sede cada elección y consagración episcopal,
para recibir siempre de Roma una nueva excomunión. Solamente en 1910 se abandonó
este procedimiento.
Los v. c. alemanes se separaron en Roma a raíz de la definición de la
infalibilidad (v.) papal por el Conc. Vaticano I (v.) en 1870. Uno de los
historiadores católicos alemanes más conocidos de la época, el Dr. Ignaz von Di
llinger (v.; 1799-1890), con el apoyo de un grupo de sacerdotes y teólogos,
mantuvieron su oposición a la definíción hasta la excomunión por la Santa Sede.
Los disidentes adoptaron el nombre de v. c., indicando así el programa de su
movimiento: mantener la fe católica en el estado en que estaba antes de la
promulgación del nuevo dogma. En un congreso llevado a cabo en Colonia en
septiembre de 1892, los v. c. se organizaron en Iglesia. Como entre los
disidentes no había ningún obispo, se les planteó el problema de cómo asegurar
la sucesión episcopal y sacerdotal. En este dilema recibieron la ayuda de la
iglesia cismática de Utrecht, que había mantenido la sucesión apostólica desde
su separación de Roma. En 1874 el arzobispo de Utrecht consagró un obispo v. c.
para Alemania, J. H. Reinkens, con sede en Bonn, y en 1876 uno para Suiza, E.
Hertzog, con sede en Berna.
Una serie de congresos, presididos por Dállinger, celebrados en Bonn en 1874 y
1875, asentaron las bases de la confesión viejo-católica. En el clima político
de la época del Kulturkampf los gobiernos de Prusia, Austria y Suiza miraron al
movimiento con beneplácito, dispusieron la cesión de los templos parroquiales
católicos a los v. c. dondequiera el cura párroco quiso apoyar la nueva
comunidad, etc. No obstante, las comunidades v. c., después de un crecimiento
inicial, han quedado casi sin aumento desde su fundación hasta hoy.
Quizá el acontecimiento más importante en la vida de la comunidad v. c. ha sido
su entrada en comunión con las comunidades anglicanas. Desde la primera
Conferencia de Bonn, en 1874, los v. c. tuvieron contactos con los anglicanos, y
en 1931 se celebró una conferencia entre una comisión mixta que resultó en el
Acuerdo de Bonn del 2 jul. 1931. Según éste, cada confesión acepta la otra como
«iglesia católica-apostólica de fe ortodoxa», pero sin comprometerse en cuanto a
los detalles de práctica devócional y litúrgica. Este acuerdo ha suministrado a
los v. c. un papel de relativa importancia en el movimiento ecuménico (v.).
Desde el establecimiento de la intercomunión con la «Iglesia de Inglaterra» en
1931, ha sido una práctica frecuente que obispos v. c. tomen parte en
consagraciones de obispos anglicanos; hecho éste que ha introducido un nuevo
dato en la cuestión de las ordenaciones anglicanas desde que fuera estudiado por
León XIII en la Enc. Apostolicae Curae (1896).
Doctrina. La base doctrinal de los v. c. es la Declaración de Utrecht. Fue
preparada por una asamblea de los obispos de esta confesión en Utrecht y
promulgada el día 4 sept. 1889. Profesa una base de fe muy parecida -a la
ortodoxa y la anglicana: es decir, se adhiere a los decretos de los concilios
ecuménicos hasta el año 1000. Incluye un rechazo explícito de los decretos sobre
el papado dados por el Conc. Vaticano I; el dogma de la Inmaculada Concepción;
las Cónstituciones Unigenitus (1713) y Auctorem fidei (1786), por las que fueron
condenados los jansenistas y el Syllabus de 1864. En cuanto al Conc. de Trento,:
la declaración rechaza sus decretos disciplinarios, y acepta las decisiones
dogmáticas del Concilio «en tanto que son conformes a la enseñanza de la Iglesia
primitiva». La única afirmación doctrinal positiva de la declaración se
encuentra en el artículo 6, que dice: «Teniendo en cuenta que la Santa
Eucaristía ha sido siempre el punto central verdadero del culto católico,
consideramos nuestro deber declarar que mantenemos con fidelidad perfecta la
doctrina católica antigua respecto al Sacramento del Altar, creyendo que
recibimos el Cuerpo y Sangre de Nuestro Salvador Jesucristo bajo las especies de
pan y vino». Siguen luego unas palabras sobre la Misa como verdadero sacrificio
conmemorativo del sacrificio expiatorio de Calvario, sin ser ni una repetición
ni una renovación del mismo.
La Declaración de Utrecht sigue siendo la norma que une las comunidades v. c.,
aunque tiende a darse entre ellas mucha variedad y en ocasiones la orientación
hacia un liberalismo extremo. El celibato eclesiástico fue abandonado desde el
principio, con excepción de Holanda, donde fue mantenido hasta 1923. No hay
congregaciones religiosas. El sacramento de la Penitencia lo mantienen, pero,
como ocurre entre los anglicanos, lo usan solamente cuando el individuo lo cree
necesario para tranquilizar su conciencia. Cada comunidad tiene su liturgia
propia, normalmente basada en el rito romano tradicional.
RONALD BARON.
BIBL.: C. B. Moss, The Old Catholic Movement,
Londres 1947; W. H. DE VOIL y H. D. WINNE-BENNETT, Old Catholic Eucharistic
Worship, Londres 1936; Report of the Conference at Bonn between the Anglican and
Old Catholic Commissions, Londres 1933; F. L. CROSS, The Oxford Dictionary of
the Christian Church, Londres 1957; J. M. NEALE, History of the So-called
Jansenist Church in Holland, Londres 1853.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991