Teatinos (ordo Clericorum Regularium: C. R.)
 

Orden religiosa clerical, fundada en Roma en 1524 por S. Cayetano de Thiene (v.), Juan Pedro Carafa, después papa Paulo IV (v.), Bonifacio de Colle y Pablo Consiglieri, para restaurar entre los eclesiásticos la forma de vida apostólica, y promover la santidad del estado sacerdotal mediante la profesión de los tres votos religiosos.

1. Origen y fundación. En los días del Renacimiento sentíase, universal y acuciante, la necesidad de una reforma en la Iglesia. El papa Julio II (v.) había reunido en 1512 el V Conc, de Letrán (v.), con eI deseo de promover una reforma de costumbres. Pero la legislación conciliar quedó en letra muerta por la ineficacia de la acción oficial, ante los estragos del humanismo paganizante y de la corrupción que contaminaba amplios sectores eclesiásticos.

El Oratorio del Amor Divino, fundado (1516) en Roma por S. Cayetano sobre el modelo de los que ya funcionaban en Italia, apareció en la Ciudad Eterna como un reducto de almas selectas, eclesiásticos y seglares, consagradas al servicio de Cristo y su Iglesia. Pronto comprendió Cayetano que la acción del Oratorio sería insuficiente para atajar los graves males de la Iglesia. Por otra parte, consideraba que el quicio de la reforma estaba en el clero, contagiado por la codicia y frivolidad del Renacimiento. Madurando, pues. una restauración a fondo de la santidad sacerdotal, concibió la idea de vivir en el estado eclesiástico la profesión de los tres votos reli.,iosos, y a este fin decidió fundar una Congregación o Compañía de sacerdotes que llevaran vida común, bajo la obediencia a un Propósito y la dependencia inmediata de la Santa Sede. En el ambiente del Oratorio halló Cayetano sus primeros colaboradores. Entre ellos, la prestigiosa figura de Juan Pedro Carafa, obispo de Chieti (Theates). antiguo Nuncio en Inglaterra (1513) y Vicecapellán Mayor de Carlos V por el reino de Nápoles (1517). Seducido por los ideales de S. Cayetano, le suplicó que le admitiera en la nueva fundación. Carafa prestará a la Orden su enorme erudición, su profunda experiencia curial y diplomática, y su dinamismo batallador en defensa de los intereses de la Iglesia. El nombre latino de su cargo episcopal, E¡pisco¡uts iltecrtintis. brindará la denominación popular a la nueva Orden: 7ecrtinus.

Pese a la fuerte oposición de la Curia, Clemente VII (v.) aprobó la nueva Congregación por el Breve Exponi nobis el 24 jun. 1524. Los cuatro fundadores tuvieron especial interés en celebrar una ceremonia fundacional sobre el sepulcro de S. Pedro, escogiendo para ello la fiesta de la Exaltación de la S. Cruz. Reunidos en la mañana del 14 de septiembre de ese año, en la Capilla de S. Andrés, en la Basílica Vaticana, asistieron a la Misa que celebró, como Legado especial de Clemente VIl, Mons. Juan Bautista Bonziano, obispo de Casona y Prodatario de Su Santidad. Después se trasladaron al altar papal. Sentado el obispo en su sede, el notario Esteban de Amanis dio lectura al Breve pontificio. Luego, cada uno de los fundadores, que en la víspera habían renunciado ante el mismo notario a todos sus bienes, pronunció a los pies del Comisario papal la fórmula de profesión religiosa, escrita en una cédula firmada que depositaron sobre el altar de S. Pedro. Todos recibieron la sotana teatina de manos del Legado, el cual impartió su bendición a los fundadores, y les rogó que, a tenor del Breve papal, alejados un poco de la concurrencia, procedieran a la elección del prepósito. Ésta recayó en el P. Carafa, que desde aquel instante pasó a ser cabeza de la Comunidad.

2. Propagación en Europa. El Saco de Roma (1527) obligó a los t. a abandonarla; y el 17 de junio Venecia recibía a los 12 miembros de que constaba la Congregación. Tras un trienio de gobierno, Carafa cedió la dirección a Cayetano, nombrado por el Capítulo nuevo prepósito. Un Breve de Clemente VII, fechado en Bolonia el Il feb. 1533, intimó a los t. a que aceptaran una fundación en Nápoles, solicitada por la ciudad. La Comunidad, que contaba ya más de 30 miembros, comisionó a Cayetano y Marinoni como adelantados de la fundación, enviándose después nuevos refuerzos. El crecimiento de la Orden fue, en un principio, más bien lento, debido al criterio de rigurosísima selección que imperó desde la época fundacional; más que el número, Cayetano y Carafa preferían la calidad. Cuando en 1555 Carafa subió al solio de S. Pedro con el nombre de Paulo IV, asumió el gobierno directo de la Orden y se suspendieron temporalmente los Capítulos anuales. El Papa llamó a Roma sus t. y les asignó la iglesia de S. Silvestre del Quirinal, de la que tomaron posesión en 1557. A partir de esta fecha la Orden incrementó su desarrollo en Italia, debido, en gran parte, al celo del b. Pablo Burali y de S. Andrés Avelino (v.). En 1570, S. Carlos Borromeo (v.) les reclamó en Milán. A mediados del s. XVII eran más de 50 las Casas de t. en Italia, que constituían cuatro Provincias regulares.

España fue la primera nación que acogió a los t. cuando llegó a ella el P. Plácido Frangipane Mirto en calidad de confesor y teólogo del Embajador de Polonia. Muy estimado de Felipe IV (v.), trabajó en la fundación de una Comunidad t. en Madrid, establecida en 1629 en la iglesia del Hospital de los italianos, y trasladada en 1644 al templo de Nuestra Señora del Favor, en la calle de Embajadores. El mismo P. Mirto patrocinó la fundación de la Casa de S. Isabel en Zaragoza (1630) y la de la Expectación y S. Matías en Barcelona (1632), y el Colegio de Alcalá de Henares. El P. D. jerónimo Abarrátegui fundó en 1683 el Colegio de Salamanca, y el P. D. José Guío, en 1721, la Casa de Palma de Mallorca. Llamados por el card. Mazzarino, los t. establecieron en París la Casa de S. Ana la Real (1644). Portugal los acogió en Lisboa gracias a la protección del rey Juan IV, que les construyó en 1648 la iglesia de S. María de la Providencia. Los Príncipes Electores de Baviera llamaron a Munich a los t. (1663) y levantaron un suntuoso templo en honor de S. Cayetano. Invitado por el conde Martinitz se establecieron en Austria, siendo su primer prepósito el P. Cayetano, conde de Trautmansdorff. Más tarde fundaron casa en Praga (1691), en Salzburgo (1684) y en Varsovia.

3. Expansión misional. Se inició en 1626 con la primera expedición al Oriente cismático. El 2 de diciembre los PP. Pedro Avitabile, Antonio Ma Ardizzone y Francisco Manco embarcaban en Mesina hacia Georgia, Mingrelia, Armenia y los reinos de Imericia y el Guriel, logrando, entre otros frutos, la conversión de sus reyes y obispos ortodoxos, que reconocieron a Urbano VIII (v.) comoVicario de Cristo. En 1630 partieron al frente de una segunda expedición los PP. José Giúdice y Arcángel Lambertini. Vuelto el P. Avitabile a Roma, obtuvo en 1639 del Capítulo General la aprobación de sus planes apostólicos, y en compañía de los PP. Manco y Ardizzone se dirigió a las Indias portuguesas, llegando a Goa el 15 oct. 1640. En 1721, gracias al celo del P. Carlos Fidel, los primeros indígenas vistieron la sotana teatina. Los PP. Agustín Barreto y Cayetano Astiano intentaron pasar a Borneo, no pudiendo lograr sus propósitos, pero sí el P. D. Antonio Ventimigla, primero que penetró en la vasta isla para predicar en ella el Evangelio.

4. Otras actividades. Personalidades destacadas. «Ninguna función, obra o ministerio eclesiástico se puede decir que nos pertenece de un modo especial. Por tanto, debemos considerar como propio de nuestro estado cualquier función o ministerio eclesiástico, principalmente si a él nos impulsa la obediencia o la caridad». Estas palabras del art. 2 de las Constituciones revelan el carácter eminentemente sacerdotal de los t., asignándoles todo el ancho campo de apostolado que la Iglesia señala a sus ministros. Como t. destacados citamos dos Santos, tres Beatos y siete Venerables. Además de un papa, Paulo IV (1555-59), han sido t. nueve cardenales y más de 300 obispos; los t. proporcionaron a la Jerarquía, casi exclusivamente en Italia, más del 10% de sus miembros; la Orden fue llamada por Mireo «Seminario de Obispos». En las ciencias sagradas destacaron escrituristas, como Antonio Agelio y Luis Novarino; liturgistas, como Francisco Ma Maggio, Cayetano Merati y el b. José Ma Tomas¡; místicos, como S. Andrés Avelino (v.) y Lorenzo Scupoli (v.); numerosos teólogos, moralistas, canonistas, historiadores y mariólogos, sin faltar célebres oradores, entre los que se cuentan Pedro Antonio de Escandón, predicador de Felipe V, más tarde arzobispo de Lima y Virrey del Perú, y el P. Ventura de Ráulica, que predicó cuatro veces la Cuaresma en la Basílica Vaticana y en las Tullerías ante Napoleón III. En las ciencias profanas: arquitectos, como Francisco Grimaldi, autor de la Capilla del tesoro de la Catedral de Nápoles, y el famoso Camilo Guarino Guarini (v.); astrónomos, como José Piazzi, que descubrió en 1801 a «Ceres», el primero de los planetoides; físicos, matemáticos y pintores. En otros campos: Tomás Goldwell, de noble estirpe inglesa, obispo de S. Asaph, en el País de Gales, y único prelado de Inglaterra que asistió al Conc. de Trento; Miguel Ghisleri, director espiritual de Mons. Juan B. Vives, al cual alentó para la fundación en Roma del Colegio de Propaganda Fide; el vasco Gaspar de Oliden, primer prepósito de la Casa de Palma de Mallorca y promotor del Voto de ánimas, y el P. Juan Gallifa, héroe de la independencia en Barcelona durante la invasión napoleónica.

5. Espiritualidad. «Si Dios me concede la gracia de poner ante los ojos de los sacerdotes seculares una familia claustral de Clérigos religiosos, espero que la inocencia de éstos, su pobreza, su modestia, la santidad de su vida, harán el vicio odioso y moverán a los demás a la práctica de la virtud». Estas palabras de S. Cayetano sintetizan las líneas maestras de la espiritualidad de la Orden. No trata de renovar la espiritualidad monástica o de las órdenes mendicantes, sino de entroncar con la forma de vida de los Apóstoles y de injertar su savia fecundante en la gran familia clerical.

S. Cayetano, movido por la tendencia imperante de remontarse a las fuentes, dirigió sus miradas, en el plano de la restauración eclesiástica, a la primitiva vida apostólica, en cuyo espíritu y disciplina buscó el paradigma para la renovación del clero. Su obra fue algo nuevo en la Iglesia. No fue la restauración de la vida apostólica, tal como se entendía en los tiempos medios, comunidad de los obispos con sus presbíteros en los claustros de sus catedrales. Ni la fundación de una nueva Orden de frailes o de monjes, prohibida por el IV Conc. de Letrán (1215). La Bula de Canonización y la Colecta de su Misa atribuyen a S. Cayetano la gloria de haber restaurado la prístina forma de vida de los tiempos apostólicos, como instrumento potísimo para promover la santidad sacerdotal y poner en marcha la reforma de la Iglesia. Cuando fue necesario dar a la obra de S. Cayetano un cauce jurídico, vino a plasmarse definitivamente en una Orden religiosa; pero ésta rompió los moldes preexistentes y dio origen a una nueva modalidad del estado religioso: los Clérigos Regulares, con una espiritualidad cuyas notas características podrían resumirse así:1) Pobreza. La codicia era la raíz de todos los males (1 Tim 6,10). A ella quiso oponer S. Cayetano un sacerdocio austero y desprendido. La Orden no podrá poseer bienes raíces, ni obtener beneficios eclesiásticos, y sus miembros no podrán dedicarse a la mendicación, viviendo únicamente de las limosnas ofrecidas espontáneamente por los fieles. 2) Confianza en la Providencia. Ésta fue la preciada herencia que el fundador transmitió a su Orden. La doctrina del sobrenaturalismo cristiano, bebida en el cap. VI de S. Mateo, oscurecida por el humanismo antropocentrista, ofrecerá la fórmula de una piedad optimista y esperanzadora, al par que brindará la norma programática de la Orden: «Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura» (Mt 6,33). 3) Decoro y fervor en el culto litúrgico. En el plan de reforma de los t. quedó integrado el esplendor de la Liturgia como expresión de la vida de la Iglesia y troquel de la santidad sacerdotal. Las Casas de la Orden serán colegiatas, con rezo coral diario del Oficio Divino y Misa conventual, que será solemne los domingos y festividades. Las Constituciones prescriben el decoro de la Casa de Dios y la majestad de los Sagrados Ritos. 4) La «devotio moderna» (v.) influyó notablemente en la gestación de la reforma (v.) católica. Los t. cimentaron su obra de renovación del clero sobre esta espiritualidad y abnegación interior.

6. Restauración de la Orden. Las leyes persecutorias que en la mayoría de los Estados atentaron contra las órdenes religiosas causaron también a los t. gravísimos quebrantos. Obligados los religiosos a abandonar sus conventos, a principios del s. XX la Orden sólo contaba con unas pocas casas en Italia. S. Pío X (v.) se impuso la tarea de restaurar la primera de las órdenes de Clérigos Regulares, y encomendó la empresa al card. Vives y Tutó, a la sazón Prefecto de la Congregación de Religiosos. España ha jugado un papel importantísimo en esta restauración. Alma y cerebro de la misma fue el P. Miguel I. Cerdá (m. 1935), Superior de una Congregación diocesana de Mallorca, que logró su incorporación en bloque a la Orden teatina. El 2 feb. 1910 S. Pío X erigía la Provincia española de la Orden restaurada y recibía personalmente en el Vaticano la profesión religiosa del mismo P. Cerdá y de los PP. Bartolomé Montserrat y Antonio Moner. Desde aquella fecha, la aportación de España al resurgimiento de la Orden ha sido constante y copiosa. Se fundaron nuevas casas en Barcelona, Madrid, Béjar (Santuario del Castañar), Navarra (Monasterio de Iranzu) y Zaragoza. Se ha nutrido pródigamente de personal a la Provincia italiana, y se han enviado numerosos contingentes de religiosos a las misiones del Colorado (EE. UU.) para las gentes de habla española. En 1946 se abrieron nuevas casas en la diócesis de La Plata (Argentina) y los t. españoles del Colorado establecieron varias párroquias en México. En 1958 un equipo de t. fundó varios Centros misionales en el Burundi (África). La Provincia italiana aceptó nuevas fundaciones en el Brasil.

7. Gobierno y organización actual. En sus comienzos, la Orden fue gobernada por los Capítulos Generales anuales. Cada casa gozaba de autonomía, con su Noviciado y centro de estudios propio, gobernada por un prepósito con categoría de superior mayor. En 1558, reunido el Capítulo General en Génova, recibió un Breve de Sixto V en el que se imponía a la Orden un supremo moderador. Se eligió al P. D. Juan B. Milani, que fue el primer prepósito general. En 1559 se estableció que los Capítulos Generales sólo se reunieran cada tres años. En 1910, con motivo de la restauración, cambió el régimen de la Orden, que es como sigue: a) El prepósito general ejerce en Roma, con su Curia, el gobierno supremo. b) Las casas han perdido su autonomía y se agrupan en Provincias. Al frente de cada una figura un prepósito provincial, con su Curia. Cada Provincia tiene su Noviciado y sus Casas de formación. c) Cada casa es gobernada por un prepósito, asistido por dos consultores. d) El Capítulo General se reúne cada seis años.

En la actualidad, la Orden se halla dividida en tres Provincias: La italiana, que comprende además las casas del Brasil; la española, de la que dependen las casas de la Argentina; y la norteamericana, que comprende las casas de EE. UU. y México. Las Misiones del Burundi dependen directamente de la Curia General. En 1973 los t. son 191, de los que son sacerdotes 134.

8. Hagiografía. En sus cuatro siglos de existencia, la Orden T. cuenta con dos Santos, tres beatos y algunos Venerables, además de otros religiosos teatinos fallecidos en olor de santidad. Han sido canonizados el fundador, S. Cayetano de Thiene (v.), y S. Andrés Avelino (v.). Han sido reconocidos como beatos:Juan Marinoni, llamado en el siglo Francisco, n. en Venecia en 1490, de una familia oriunda de Bérgamo. Ordenado sacerdote, fue nombrado en 1515 Sacristán de la Catedral de S. Marcos, y pocos años después, Canónigo de aquella Basílica. Cuando, huyendo del Saco de Roma (1527), los t. establecieron en Venecia la segunda casa de la Orden, Marinoni renunció a su canonjía para ingresar en la nueva milicia clerical. Cambiando su nombre por el de Juan, recibió la sotana teatina de manos del mismo fundador, el 9 nov. 1529. Plegándose a los deseos de Clemente VII, los t. decidieron aceptar, en agosto de 1545, la fundación de una casa en Nápoles, y comisionaron para llevarla a término a Cayetano y Marinoni. En trienios sucesivos se turnaron ambos en el gobierno de la Comunidad napolitana, para compartir después la gloria del mismo sepulcro. Características de Marinoni fueron su acendrada devoción a la Pasión de Cristo y su dedicación constante a la dirección espiritual de las almas. En su escuela se formaron Andrés Avelino, Pablo Burali y Jaime Tormo, a los que transmitió con fidelidad la herencia espiritual del fundador, S. Cayetano. M. el 13 dic. 1562, en la misma Casa de S. Pablo de la que había sido cinco veces prepósito. Declarado beato en 1762 por decreto de Clemente XIII, su fiesta se celebra el 14 de diciembre.

Pablo Burali d'Arezzo, n. en Itri (Italia) en 1511. Fueron sus padres Escipión Burali, Gentilhombre del rey de España, y Victoria Olivers, dama de la nobleza catalana. En la docta Bolonia se graduó en ambos Derechos, y en el foro napolitano ejerció con exquisita rectitud, durante doce años, la carrera de abogado. Hijo espiritual del P. Marinoni, ingresó en 1557 en la Casa teatina de S. Pablo, cambiando su nombre de pila, Escipión, por el de Pablo. Entonces comenzó la lucha entre su humildad, que procuraba esquivar los honores, y la Providencia, que se los enviaba. En 1560 fue nombrado prepósito de la Comunidad, y más tarde, la ciudad de Nápoles le envió como Embajador a Madrid para entrevistarse con Felipe II. En abr. 1567 fue designado prepósito de S. Silvestre, de Roma. El Papa S. Pío V (v.), en jul. 1568, le obligó a aceptar el obispado de Piacenza, diócesis que gobernó sabiamente durante ocho años. Creado cardenal en mayo 1570, tomó parte en el cónclave de 1572, que debía dar sucesor a S. Pío V. Elegido Papa el cardenal Buoncompagni, Gregorio XIII (v.), quiso honrar a su dilecto y antiguo alumno de la Universidad boloñesa nombrándole para la sede arzobispal de Nápoles, que ocupó hasta su muerte, ocurrida el 16 jun. 1578. Fue beatificado por Clemente XIV en 1772. Su fiesta se celebra el 17 de junio. Por su solicitud pastoral y por su infatigable celo apostólico mereció ser llamado «Obispo ideal del renacimiento tridentino».

José María Tomas¡-Caro. Licata, ciudad ribereña de Sicilia, se gloría de haber sido su cuna, el 11 sept. 1649. Primer hijo varón de D. Julio Tomas¡-Caro y de Da Rosalía Traina, Príncipes de Lampedusa, Duques de Palma y Barones de Montechiaro, títulos otorgados por los reyes de España por los relevantes servicios de las dos familias, Tomas¡ y Caro. Se sintió atraído José María, desde su más tierna edad, al estado sacerdotal y a la vida litúrgica, interesándose ávidamente por las ciencias sagradas, las funciones del culto divino, y las lenguas orientales. Como su tío D. Carlos, renunció a los 16 años el mayorazgo en favor de su hermano Fernando, para vestir la sotana teatina en la Casa de S. José, de Palermo, emitiendo su profesión religiosa el 25 mar. 1666. Cursó en Roma los estudios eclesiásticos y celebró su primera Misa la noche de Navidad de 1673. Durante 40 años vivió dedicado a la investigación bíblico-litúrgica y a los estudios teológico-patrísticos en las bibliotecas y archivos romanos. Fruto de su paciente labor fue la publicación de valiosos monumentos de la antigüedad cristiana, entre los cuales es forzoso mencionar: 1) Codices Sacramentorum (1680), que comprende: a) El Sacramentario Gelasiano (Regin. 316); b) Missale Gothicum (íd. 317); c) Missale Francorum (íd. '257); d) Míssale Gallicanum vetus (Pammt. 493). 2) El Salterio según la doble edición, romana y galicana, con el Himnario y el Oracional (1683). 3) Responsorial y Antifonario de S. Gregorio Magno (1686). 4) El Sacramentario Gregoriano, perfeccionando la edición de Pamelio, y el famoso Leccionario de Alcuino (1691). Rehusó por humildad, y con la mayor energía, el capelo cardenalicio que le ofreció su gran admirador y amigo el papa Clemente XI, en el Consistorio de mayo 1712. Obligado por la obediencia, aceptó la púrpura, y tomó posesión de su título presbiteral de S. Silvestre y S. Martín, en cuyo templo desplegó todo el celo de su espíritu litúrgico. M. el 1 en. 1713 y fue beatificado por Pío VI el 29 sept. 1803. Precursor y pionero de los modernos estudios bíblico-litúrgicos, Cardella le apellidó «Príncipe y Doctor de la Liturgia de Occidente», yBenedicto XIV escribió de él en un Breve famoso: «Brilló con la lumbre de todos».

En la Orden son tenidos como Venerables: Pedro Avitabile (m. 1650), Francisco Manco y José Giudice, misioneros que llegaron hasta el Extremo Oriente; Lorenzo Scúpoli (v.), conocido escritor ascético (m. 1610); Francisco Olimpio, napolitano, propagador de la devoción a la Virgen Santísima (m. 1639); Vicente Ma Morelli, Arzobispo de Otranto (m. 1812), y el español Gaspar de Oliden, infatigable propagador de la devoción a las almas del purgatorio y del Voto en favor de las mismas (m. ca. 1740).

V. t.: CAYETANO DE THIENE, SAN; PAULO IV, PAPA; CONTRARREFORMA; ITALIA VI.


PEDRO ANTONIO RULLÁN.
 

BIBL.: J. SILOS, Historiarum Clericorum Regularium a Congregatio-condita, I, Roma 1650, II, Roma 1655, III, Palermo 1666; B. FERRO, Storia delle Missioni dei Chierici Regolari Teatini, 2 vol. Roma 1704-05; A. F. VEZZOSI, I Serittori dei Chierici Regolari detti Teatini, 2 vol. Roma 1780; Pastor X,287-316; XI, 439-444; P. PASCHINI, S. Gaetano Thiene, Gian Pietro Carafa e le origini dei Chierici Regolari Teatine, Roma 1926; P. A. RuLC.ÁN, Semblanza de la Orden de Clérigos Regulares, Palma de Mallorca 1945; F. ANDREU, La spiritualitá di S. Gaetano, «Regnum Dei» 4 (1948) 39-66; A. VENY BALLESTER, Sentido y valoración de la reforma teatina, «Regnum Dei» 4 (1948) 238-251; lo, San Cayetano de Thiene, Patriarca de los Clérigos Regulares, Barcelona 1950; B. MAS, La Spiritualitá teatina, «Regnum Dei» 25 (1951) 3-18; 28 (1951) 181-204; íD, S. Gaétan de Thiene, en DSAM VI,30-48; VÁZQuEz GIREN, Breve compendio de la admirable vida y preciosa muerte del B. Juan Marinoni, Madrid 1766; A. F. VEZZOSI, I scrittori de' Cherici Regolari, Roma 1781; B. LAUGENI, Beato Giovanni Marinoni, Nápoles 1963; C. VERGARA, Vida del Venerable siervo de Dios Pablo Burali de Arezzo, Madrid 1772; F. MOLINARI, II Card. Teatino Beato Paolo Burali e la riforma tridentina a Piacenza, Roma 1957; D. BERNINO, Vita del Ven. Cardinal D. Giuseppe M. Tomas¡, Roma 1722; P. A. RuLLÁN, El Beato José M." Tomas¡-Caro, Cardenal Teatino, Madrid 1953; «Regnum Dei» 19-20 (1949), dedicado totalmente al B. Tomas¡; B. FERRO, Istoria della missioni de' Chierice regolari teatini, 2 vol. Roma 1704-05.
 

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991