SCHWEITZER, ALBERT
Pensador y hombre de acción protestante, médico y musicólogo; n. en Kaysersberg,
pueblo alsaciano, el 14 en.1875. Su padre y abuelo fueron clérigos protestantes,
aficionados a la música, excelentes organistas, cuya afición heredará Albert. A
los 18 años ingresó en la Univ. de Estrasburgo para estudiar Teología y
Filosofía. A los 21 años decidió emplear 9 más para completar su formación
personal y consagrar el resto al «servicio directo a la humanidad». Su primera
tesis teológica le valió una beca para viajes. Fue a París y se doctoró en
Filosofía; en su tesis se interesó por Kant (La philosophie de la religion de
Kant, 1898); comenzó a escribir un libro sobre Bach que publicaría en 1905 (f.
S. Bach, le musicienpoéte). En 1903 fue nombrado director del Colegio Teológico
de Santo Tomás en Estrasburgo, donde era también vicario de una iglesia. En 1905
funda la sociedad parisiense de Bach con otros cinco músicos; llegó a ser
considerado reputado organista (en 1911 publicaría también una Edition pratique
des oeuvres pour orgue de Bach). No había olvidado su antigua promesa, y vuelve
a Estrasburgo para graduarse médico y prestar luego servicios humanitarios en
África; tropezó con desaprobaciones familiares. En 1912, licenciado, vuelve a
París para seguir un curso especial de medicina en los trópicos. Se casa con
Helene Bresslau, que le anima en sus proyectos. En abril de 1913 sale el
matrimonio rumbo a África. Funda un hospital en Lambaréné (Gabón: África
Ecuatorial), donde pasará la mayor parte de su vida. Durante la I Guerra mundial
se ocupa en escribir su filosofía de la cultura. Consigue un órgano y toca a
Bach en sus momentos de descanso. En 1917, el doctor y su esposa son trasladados
a Europa, a un campo de prisioneros. En 1919 nace su hija Rhena. En 1922
aparecen dos volúmenes de su Kulturphilosophie. Da conferencias por Suecia e
Inglaterra. En 1924 regresa a Lambaréné. Vuelve repetidas veces a Europa a dar
conferencias y conciertos y reclutar fondos para su instalación africana. En
1928 se le concede el premio Goethe de la villa de Francfort. Regresa a Europa
en 1939, pero pasa la II Guerra mundial en su misión. En 1953 se le concedió el
premio Nobel de la Paz y fue admitido en la Academia Francesa. Murió en
Lamberéné el 5 sept. 1965.
Además de las ya mencionadas, entre sus obras están: Les idées
messianiques de Jésus (1900), tesis de teología; Le probléme de la Sainte Céne
d'aprés les textes et les études du dixneuviéme siécle (1901); Deutsche und
franzdsische Orgelbaukunst und Orgelkunst (1906); Recherches critiques sur les
études psychiatriques concernant Jésus (1913), tesis de medicina; Ausprache be¡
der Verleining des Goethe-preises (1928); Aus meitien Leben und Denken (1931);
Goethe-Gedencrede (1933); Religion in Modern Civilisation (1934); The Ethics of
Reverente for Life (1936); Les grands Penseurs de 1'Inde (1936); conferencias,
discursos, y algunas obras de memorias.
Para su pensamiento y obras sobre su interpretación del cristianismo y de
algunas cuestiones bíblicas, v. ES CATOLÓGICA, ESCUELA PROTESTANTE. En síntesis,
esta corriente, en oposición a la también protestante «teología liberal» (v.)
pero en continuidad con sus presupuestos racionalistas, piensa que Cristo creía
inminente cronológicamente el fin de los tiempos y la instauración definitiva
del Reino de Dios (v. PARUSÍA; ESCATOLOGÍA II-III); y por eso predicaba una
ética «provisional», de desarraigo o minusvaloración del mundo. Fue S., sobre
todo en sus primeras obras, uno de los típicos representantes de esta corriente,
creyendo ver en ese escatologismo toda la clave del Evangelio y de la psicología
de Cristo. Evidentemente, en esta interpretación, además de negarse la divinidad
de Cristo, entre otras cosas, se fuerzan unilateralmente algunos pasajes
evangélicos, olvidando otros sobre la presencia en la historia humana del Reino
de Dios (v.), sobre su desarrollo paulatino en medio de vicisitudes diversas,
sobre la Iglesia y su fundación, y sobre el momento desconocido del juicio de
Dios y del fin de los tiempos (siempre inminentes, en cuanto repentinos y en
cuanto a cada hombre). Por ello, S. valora al principio la moral de Cristo de
preparación al Reino en cuanto sacrificio y penitencia; más tarde apreciará
también la ética del amor, que él traduce por «respeto a la vida», con la
obligación de conservarla y fomentarla, así como la cultura y las realizaciones
humanitarias.
El «respeto a la vida», dice S., establece entre el mundo y nosotros una
relación espiritual que cae en otro nivel que el de la comprensión del universo;
abre camino a una concepción ética previa a una concepción del mundo. Al mismo
tiempo, la ética fundamentada en la razón es el punto de partida. Sin embargo,
el tema concreto de S. es la civilización. S. es un europeo que ama a Europa, y
sobre todo la Ilustración (v.) del s. XVIII, con su racionalismo (v.); su
filósofo es Kant, su músico Bach, su ideal humanístico Goethe. Europa, además,
es cristiana. Pero la sensibilidad de S. choca con las contradicciones de la
civilización. ¿Cuál es su causa? El pragmatismo que ha desvirtuado el
racionalismo. El pragmatismo (v.) es una filosofía que ha renunciado al criterio
racional de la ética. Por eso la historia de nuestro tiempo es para S. absurda,
y su filosofía cada vez más superficial. Civilización es el progreso espiritual
y material del individuo que consiste en mejorar las condiciones de vida. La
lucha es doble: el hombre debe imponerse a la naturaleza y relacionarse con los
demás hombres. La civilización es, pues, doble en su esencia. En Europa se ha
atrofiado el aspecto espiritual, contemplativo. Ya no rige la Razón. Si la
civilización se disuelve es porque la ética ha sido abandonada a la sociedad,
cuando debe ser tarea de pensadores. Las religiones orientales, brahmanismo y
budismo, desembocan en una ética pasiva, en una mera ascética personal. Jesús,
al contrario, exige desprenderse del mundo siguiendo activos en él. La ética
debe ser activa y comprometida. La sensibilidad de S. y su inteligencia le
permitieron captar, pues, ciertos aspectos del cristianismo, aunque un excesivo
racionalismo, o los presupuestos racionalistas que heredó, le impidieron ver
otros, con lo cual aquéllos quedaban en S. relativizados y poco fundamentados.
BIBL.: A. D'ORS, La paz de A. Schweitzer, «Nuestro Tiempo» 16, octubre 1955, 11-17; G. SEAVER, Albert Schweitzer: el hombre y su obra, Buenos Aires 1964; J. PIERHAL, Albert Schweitzer: la vida de un hombre bueno, Barcelona 1965; A. DÍAZ PLATA, El doctor Schweitzer, Barcelona 1967.
L. NUÑEZ LADEVÉZE.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991