Romano, Rito
 

Introducción. Entre los ritos (v.) occidentales adquiere pronto preponderancia especial el rito romano, que en su origen es la liturgia de la ciudad de Roma, centro del orbe cristiano, tal como fue organizada por los Papas. En un principio su área de irradiación abarca la Italia centro-meridional y la costa norteafricana. Se extiende por toda Italia, atravesando también los Alpes: los más antiguos testigos del Canon romano son libros de origen galicano (v.) o irlandés. Con Carlomagno (v.) se impone la liturgia romana en su imperio, desapareciendo prácticamente los antiguos ritos locales de la Galia y Germania. La penetración en España se hace gradualmente, hasta que en el s. xl fue impuesto por S. Gregorio VII, subsistiendo el rito hispano (v.) sólo en algunas iglesias. Hoy es el rito de la Iglesia, extendida en el mundo entero, salvo los ritos particulares de algunas iglesias del cercano y medio Oriente y de los pequeños núcleos occidentales ambrosiano (v.), mozárabe o hispano (v.) y otros.
El rito romano clásico, en contraste con las demás liturgias orientales y occidentales, posee un estilo peculiar cuyo carácter fundamental es la sobriedad y equilibrio. Una sobriedad que se evidencia en la simplicidad y brevedad de las formas, en su sentido práctico; un equilibrio ampliamente probado en el sentido de objetividad, de gravedad y, en último término, de dignidad. Mientras las ceremonias galicanas y orientales son prolijas, complicadas y llenas de figuraciones, encontramos en las ceremonias romanas un aire de circunspección en su contenido simbólico, a la vez que una exquisita pureza de_ líneas, que las hacen más asequibles a la inteligencia del pueblo; esto, naturalmente, en las que son típicamente romanas, no en las advenedizas por influencia bizantina o franca. Otro tanto podemos decir de los textos: la verbosidad y retórica, el amplio desarrollo doctrinal, la profusión de frases laudativas, los lirismos, tan propios de otras liturgias, no tienen cabida en el eucologio romano, en el que por otra parte se advierte un ritmo y arquitectura de la prosa que no poseen los demás ritos.
Fuentes y textos. La historia del origen y desarrollo del rito romano se apoya sustancialmente, por lo que respecta a los primeros siglos, en los ritos de la Misa, especialmente del Canon. Es indudable también su conexión con la más primitiva liturgia cristiana, gracias a la presencia de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo.
Los primeros testimonios proceden de S. Justino (v.), que escribió dos Apologías al emperador de Roma, en las que hace referencia de un modo más general a los ritos de la Misa; y el precioso documento Traditio Apostolica, escrito hacia el a. 215 por Hipólito Romano (v.), en el que describe ya con mayor detalle y con alguna de sus fórmulas el culto de la Iglesia de Roma por aquellos años. Sin embargo, ni éste es un libro oficial, ni tiene un rito fijo. Desde S. Hipólito hasta principios del s. v existen pocas noticias. Pero ya en el a. 416 el papa Inocencio 1, en carta a Decencio, obispo de Gubbio (Italia), afirma la existencia de un rito específicamente romano. El paso de la religión pagana a la religión cristiana llevó a la edificación de suntuosas basílicas, así como al descubrimiento y veneración de los sepulcros de los insignes mártires, sobre los que también se fueron levantando templos. Éstos, que a fines del s. v eran ya veinticinco, se llamaban tituli, y eran como las iglesias parroquiales de la ciudad; se celebraba culto regularmente, oficiando el Papa en determinados días, por lo que se llamaban stationes.
Para uso de estas iglesias se compusieron los primeros libros oficiales de la liturgia romana, los Sacramentarios. El más antiguo es una compilación de oraciones del celebrante, sin mención de cantos ni de lecturas; algunas de estas oraciones pueden haber sido puestas por escrito a fines del s. iv. Hoy se le conoce con el nombre de Sacramentario Leoniano, aunque la obra litúrgica del papa S. León Magno (v.) sólo comprende una parte de él, o Sacramentarío Veronense, debido al lugar donde fue descubierto el manuscrito (V. LIBROS LITÚRGICOS).
Un segundo libro, el Sacramentario Gelasiano, es un texto también presbiterial y más completo que el anterior, usado en los títulos presbiterales de la ciudad; el manuscrito más antiguo que se conoce es el llamado Vat. Reg. 316, escrito hacia el a. 700 en Francia; en él se nos da muy probablemente un fondo arcaico, tal vez del tiempo del papa Gelasio I (v.; m. 496), pero que ha sufrido retoques y adaptaciones diversas, sobre todo de origen galicano, durante la época merovingia.
El papa S. Gregorio Magno (v.; m. 604) llevó el proceso evolutivo de la liturgia romana. a un momento de gran esplendor. A él se debe con certeza la base más antigua del Sacramentario Gregoriano, libro no ya presbiteral sino propiamente papal, usado por el Papa en las celebraciones estacionales de las basílicas. Cuando, a partir del s. vli, los nuevos pueblos convertidos, y posteriormente en la época carolingia los pueblos francos, empezaron a adoptar los usos litúrgicos de Roma, éste fue el libro que el Papa envió como base del culto. De ahí que haya sufrido también numerosas interpolaciones, sobre todo en los códices gelasianos; existe una diversidad grande de manuscritos, desde el más puro gregoriano (Pre-adrianeo o Paduense) hasta las manipulaciones obradas en los s. xt-xii sobre el texto adrianeo (el enviado por el papa Adriano al emperador Carlomagno en el a. 786). Éste es el libro litúrgico más importante, porque de él arranca el Misal Romano, salvo las numerosas y no siempre fácilmente detectables modificaciones que provienen del Gelasiano.
Contemporáneamente al primer Sacramentario Gregoriano se organiza el canto eclesiástico, en buena parte gracias a la labor de S. Gregorio (de ahí el nombre de canto gregoriano; V. GREGORIANA, MÚSICA), como reconocen, entre otros, Juan el Diácono (m. 882), el papa Adriano (795) y el epitafio de Honorio I (a. 638).
Una nueva etapa hacia la composición definitiva del Misal Romano es el Missale plenarium, que reúne en un solo libro el sacramentario, el leccionario y el antifonario de la Misa, y que progresivamente va sustituyendo al sacramentario. Este único libro le resultaba más manejable al celebrante, sobre todo para las Misas rezadas, y tal vez también por la obligación que, a partir del s. xi, incumbía al celebrante de recitar simultáneamente en voz baja las partes confiadas a los ministros y cantores. El primer Misal plenario de que tenemos noticia es el Sacramentario Bobbiense, que puede fecharse entre los s. x y xi.
Pronto se echó en falta una descripción detallada de los diferentes ritos sagrados, principalmente de los más complicados, para uso del celebrante y ministros; es decir, un libro de ceremonias que completase al sacramentario, donde sólo se contenían las fórmulas y muy escasas indicaciones rubricales. Nacieron así los Ordines Romani, oficialmente reconocidos por los Pontífices, que describen minuciosamente desde la Misa solemne del Papa hasta la Misa de coronación del Emperador, pasando por los ritos de Cuaresma y Semana Santa, de los sacramentos de iniciación, órdenes sagradas, Dedicación de templos, etc. Aunque son muy numerosos los que se amparan bajo este nombre, son verdaderamente pocos los que reflejan la liturgia pura de Roma en este tiempo; muchos son fruto de profundas revisiones operadas en tierras franco-germánicas. Los más antiguos no van más allá del s. IX, pero ofrecen un gran interés para conocer la liturgia anterior al Pontifical; los más modernos llegan hasta el s. XV.
Los Ordines Romani, profundamente modificados fuera de Roma, fueron evolucionando hasta añadírseles la parte eucológica de los Sacramentarios, con el fin de servir mejor a sacerdotes y Obispos en el culto. Nació así el Pontifical. Romano-Germánico, compuesto hacia el a. 950 en Maguncia; fue un libro de gran difusión y éxito, hasta el punto de que terminó por introducirse en Roma, con lo que a la vez se salvaguardó lo más importante de la antigua liturgia romana y se admitió en pleno la influencia del espíritu creador galo-germano. De este Pontifical se hicieron posteriores adaptaciones para la Curia Romana, y en particular el célebre de Durando de Mende, que sirvió de base para el Pontifical aprobado después de Trento.
El Conc. de Trento expuso, amplia y profundamente, en una serie de decretos, declaraciones y cánones, la doctrina sobre la Misa, los sacramentos y sus ritos principales. La reforma litúrgica era necesaria ante una serie de abusos y corruptelas que se habían introducido en la Liturgia, situación empeorada por la corrupción y anarquía protestante. La reforma general y edición de los libros litúrgicos según las normas de Trento empezó con los dos más importantes, promulgados por S. Pío V (v.): el Breviario, para el rezo del Oficio divino, y el Misal; el Ritual de los sacramentos, el Pontifical y otros fueron apareciendo después (V. LIBROS LITÚRGICOS). Al principio del Misal se incluyeron las Rubricae generales y el Ritus servandus. La obra de Trento tuvo espléndidos efectos: logró mayo-! estabilidad y unidad en Liturgia, reflejo de las de la Iglesia. Se creó en 1588 la S. Congr. de Ritos para resolver dudas e interpretar las normas litúrgicas; etc. Esta labor unificadora quedó definitivamente sancionada en el CIC, can. 1258, al establecerse que «únicamente a la Sede Apostólica pertenece ordenar la S. Liturgia y aprobar los libros litúrgicos».
En relación con el desarrollo del rito romano a partir del Conc. de Trento, v. los artículos: MOVIMIENTO LITÚRGICO; LIBROS LITÚRGICOS, 3.
Conclusión. Este breve resumen histórico del rito romano tiene su complemento en esta Enciclopedia en los artículos dedicados a exponer el origen y describir la estructura de los ritos de la Misa y de cada uno de los sacramentos; artículos en los que se tratan también los ritos orientales, y otros occidentales, pero en los que se describe fundamentalmente el rito romano. Para ello, V.: BAUTISMO IV; CONFIRMACIÓN II; MISA; EUCARISTÍA III; PENITENCIA IV; ORDEN, SACRAMENTO DEL II; MATRIMONIO VI; UNCIÓN DE LOS ENFERMOS VI; y también han de verse OFICIO DIVINO y SACRAMENTALES.
Con estos artículos se apreciarán matices que aquí no se han podido tocar, como las influencias bizantinas y monásticas en la liturgia romana de los s. IV-V; más tarde las influencias carolingias en la misma y las de ésta en el rito galicano (v.); de ello proceden en el s. XII las llamadas liturgias de Lyon, cisterciense, cartujana y otras liturgias francas. En el s. XIII aparece el rito carmelitano; y en el XIV el romano-germánico, que junto con las transformaciones del romano-galicano entre los s. XII-XIV, dan lugar a la reforma de Trento en el s. XVI; etc.
Digamos, para terminar, que una mención especial merece en el rito romano, en relación con el Santo Sacrificio de la Misa, la venerable antigüedad del Canon romano, cuyos orígenes se remontan al menos a la primera mitad del s. IV, o, a lo más tarde, al tiempo del papa S. Dámaso (366-384), y del que tenemos un testimonio explícito de S. Ambrosio (cfr. De Sacramentis III,1) hacia el a. 338; su estructura ha permanecido prácticamente invariable a partir del s. vi. Refiriéndose a él, el Conc. de Trento afirma que «a fin de que digna y reverentemente fuera ofrecido y recibido (el Sacrificio de la Misa), la Iglesia Católica instituyó muchos siglos antes el sagrado Canon, de tal suerte puro de todo error, que nada se contiene en él que no sepa sobremanera a cierta santidad y piedad y no levante a Dios la mente de los que ofrecen. Consta él, en efecto, ora de las palabras mismas del Señor, ora de las tradiciones de los Apóstoles, y también de piadosas instituciones de santos Pontífices» (Sesión XXII, cap. 4).

V. t.: RITO.


C. GARCÍA DEL VALLE.
 

BIBL.: Documentos: Sacramentarium Veronense (Cod. Bibl. Cap. Veron. LXXV), ed. MOHLBERG, Roma 1956; Liber Sacramentorum Romanae Aeclesiae (Cod. Vat. Reg. 316), ed. MOHLBERG, Roma 1960; Das Sacramentarium Gregorianum, ed. H. LIETZMANN, Miinster-Aschedorff 1958; L'Ordinaire de la Messe, texto crítico, traducción y estudios por B. BOTTE-CHA. MOHRMANN, París 1953; Les Ordines Romani du haut moyen áge, ed. M. ANDRIEU (Spic. S. Lov. 11, 23, 24, 28, 29), Lovaina 1931-61; Le Pontifical romanogermanique du Xe siécle, ed. C. VOGEL-R. ELZE, Roma 1963.
 

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991